miércoles, 18 de septiembre de 2024

NOVEDADES VIAL OF DELICATESSENS: "MOLICORTOS" Y "HIP-HOP MOVIES".

Hoy en Vial of Delicatessens tenemos doble lanzamiento de la casa. Por un lado, una selección de cortometrajes realizados por servidora y protagonizados por Molina y amigos entre 2017 y 2019, y mi último libro, una currada que me he pegado de órdago y podríamos definirlo como una historia del hip-hop a través de sus películas. Este libro, está feo que yo lo diga pero, es una maravilla.

“Molicortos” y “Hip-Hop Movies: Películas desde el barrio”. Les dejo aquí la info de marras.



VICTOR OLID’S MOLICORTOS

(BLU RAY)

Víctor Olid recopila en un Blu Ray la totalidad de sus cortometrajes protagonizados por el dibujante Molina. Una serie de comedias dantescas e incorrectas, de nulo presupuesto y grabadas con distintos teléfonos móviles, dan rienda suelta a un extraño universo que deambula entre la más pura genialidad y la discapacidad intelectual diagnosticada.

Vial of Delicatessens tiene el honor de presentar este compilado en HD y con todos los honores.

En un mundo donde la carroña puebla las calles, la sinrazón de apodera de los viandantes y donde la cocaína es consumida con la misma naturalidad con la que bebemos una botellita de agua mineral, Molina se desenvuelve a sus anchas. Asfalto, transporte urbano y alta traición son los ingredientes que hacen amarga su ensalada. Discapacidad, prostitución y violencia, los peligros a esquivar en su día a día. Berni, Dirty Fresh o Navarro, dignos adversarios. El despreciable Molina es el prota absoluto de esta serie de cortometrajes dirigidos por Víctor Olid. Humor cafre y antiacademicismo son las credenciales del director, mientras que naturalidad y método son las del protagonista.

FORMATO:

Blu-ray.

CONTENIDOS:

Cortos: El molesto señor Stevenson,  El día que Molina fue despreciado, Molina y el sexo, Molina al sur de las periferias, Al puro estilo Molina, Enamorarse de Molina, Molina y el sida y Molina contra la amenaza calva.

Extras: Bernitis, Doble Bernitis y De ratones y vírgenes.

Características: 1:78:1, 16:9. :1:33:1, 16:9 Pillarbox, HD.  Audio: DD 2.0, Castellano.




HIP-HOP MOVIES: PELÍCULAS DESDE EL BARRIO
De Víctor Olid.

Hip-Hop Movies, películas desde el barrio aglutina reseñas sobre dos tipos de películas bien diferenciables: las que tienen cualquiera de las disciplinas de la cultura hip-hop como premisa central y las adscritas al subgénero hood films. Estas últimas son aquellas ambientadas en barrios marginales estadounidenses en cuyo hábitat predomina la raza negra y que, sin que el hip-hop haga acto de presencia en sus tramas —como mucho está presente en sus bandas sonoras o en los equipos de música de alguno de sus protagonistas— o haciéndolo de forma somera, se encuentran ligadas indisolublemente a dicha cultura. Porque, de algún modo, cuentan historias de jóvenes que por equis circunstancias tienen que desenvolverse en entornos callejeros y, temáticamente, les une un vínculo con los storytellings típicos de muchas de las canciones de gangsta rap. 

Incluso, según se mire, las hip-hop movies y los hood films bien podían ser una más de las disciplinas del hip-hop, en cuanto a la influencia y relevancia que han tenido muchas de estas en la comunidad mundial; si el movimiento existe fuera de Estados Unidos es porque el cine se encargó de mostrar —y de hacer flipar a los chavales de todo el mundo— esta subcultura creativa, callejera y marginal, que a día de hoy mueve millones de dólares en la industria del entretenimiento. En consecuencia, el hip-hop guarda una deuda enorme con el cine.

Víctor Olid se adentra en una selección de más de 130 películas con el hip-hop y la cultura negra como principal centro del análisis, siendo Hip-Hop Movies, películas desde el barrio el libro más completo en español sobre los géneros y subgéneros que pueblan una filmografía en torno a los micros, los platos, el spray y el sintasol, pero también a las pistolas, los embarazos no deseados, el tráfico de drogas y el humor.

Un repaso a la historia de las hip-hop movies que va desde Wild Style, Style Wars, Beat Street, Mensajeros a todo ritmo, Tres Gordos y un millonario, hasta clásicos del drama del guetto como Haz lo que debas, New Jack City, Los chicos del barrio y un largo etcétera.

Prólogo y anexos de Daddy Maza. Epílogo de Jesús Navarro.

FORMATO: 

LIBRO.  

CARACTERÍSTICAS:  

Pags: 492  

Formato: 15 X 23 cm. 

Papel interior: Offset, b/n 

Portada: Laminado mate. Color  

Encuadernación fresada.     


Y recuerden que, hasta más ver, este material solo pueden encontrarlo en:

VIAL OF DELICATESSENS

martes, 17 de septiembre de 2024

LIVING WITH CHUCKY

La de “El muñeco diabólico” es una franquicia que, con sus altibajos, a día de hoy sigue siendo más o menos rentable. O al menos lo suficiente como para que no se deje de dar por saco con el Chucky de los cojones. Así, y tras el fracaso que supuso la quinta entrega de la saga, “La semilla se Chucky”, probablemente la más excesiva y loca de cuantas películas se han rodado en torno al personaje, los estudios le dijeron a Don Mancini, ideólogo y creador del muñeco asesino, que sí quería seguir haciendo películas sobre un personaje que ya no daba dinero, debería reducir sus presupuestos hasta el punto de obtener lo justo para que las dos últimas secuelas sean concebidas directas a vídeo. Pero ahí no se terminó la cosa… pronto vinieron el remake y la serie de televisión.
Y como la franquicia de “Viernes 13” tiene su megadocumental de ¡siete horas!, “Crystal Lake Memories”, y la de “Pesadilla en Elm Street” también, “Never Sleep Again”, pues el muñeco diabólico no podía ser menos y nos llega su megadocumental de… hora y media. Bien, en principio.
Y “Living with Chuky” copia en cierto modo la estructura de aquellos, con entrevistas a miembros del equipo de la mayoría de las películas (Brad y Fiona Dourif, Don Mancini, Alex Vincent...), fans e incluso celebridades que no vienen a cuento y nos hablan de sus películas como si estas tuvieran que ver con las del universo de Chucky (como el caso de Lin Shaye, cuya presencia siempre es agradecida, pero no se que hace aquí hablando de su experiencia en “Insidous”). Pronto vemos que algo falla, porque, aunque se cuentan anécdotas interesantes y se dan datos de producción, respecto a alguna de las siete películas, “Muñeco diabólico 3” por ejemplo, no es que se pase de puntillas, es que prácticamente se las ignora. Y es que como el documental está dirigido por Kyra Elisa Gardner, la hija de Tony Gardner, marionetista y técnico de FX de la saga desde la tercera entrega, parece como si pretendiera quitarse de encima la parte formal del documental para centrarse en el impacto del personaje cuando este es, prácticamente, un miembro más de tu familia. A partir de ahí, la película se centra en lo que tanto la directora como Fiona Dourif, hija de Brad Dourif -la voz habitual de Chucky-, tengan que decir al respecto. Así, la cosa pasa a convertirse en una declaración de amor al padre, a la familia y el cómo afectó a sus vidas la existencia de Chucky.
Bueno, está bien que no se trate de un intento de documental al uso, pero que quieren que les diga, a mí las impresiones, miedos y anhelos de estas dos hijas de papá, me interesan de poco a nada. Y en lo referente al repaso de las películas, como les digo, se queda flojo.
Así que, en fin, poca cosa más. Igual la culpa es mía por dar por supuesto de que se trataba de uno de esos documentales tan técnicos.

sábado, 14 de septiembre de 2024

TROG

Ocasionalmente he comentado lo tontito que me ponen las historias sobre rodajes de películas, a base de actores encarnando personas reales de la farándula, escenificando situaciones supuestamente genuinas, etc. Me encanta. Sea formato largometraje ("Hitchcock" es especialmente gozable), sea serie (ya dije mil maravillas de "The Offer" en su día) Bien, toca añadir una nueva al pack, "Feud" del 2017 (primera temporada). La he visto tardíamente porque desconocía su existencia. Narra en ocho capítulos la complicada relación de amor / odio entre Joan Crawford y Bette Davis, encarnadas por Jessica Lange y una Susan Sarandon que, según el plano, luce guapísima. Y lo remarco porque gastaba 70 tacos en aquel momento y, en fin, nunca una dama de esas edades había provocado en mi semejante impresión. ¿Hiper-maquillada, digitalmente mejorada? podría ser, pero tengan en cuenta que "Feud" juega con el hecho de que ambas estrellas son eso, señoras de avanzada edad y, en general, se explotan más sus arrugas que su atractivo. No sabría decir.
Me costó entrar en la serie. Pero cuando ocurrió, ya no pude soltarla, consumiendo hasta tres dosis diarias, algo muy raro en mí. Entre el mondongo humano, las judiadas que se hacían ambas marujas y demás -todo muy tremendo- destacan, obvio, aquellos segmentos dedicados a la realización de sendas películas. Y aunque ver a un maravilloso Alfred Molina dando vida a Robert Aldrich (siempre enfrentado a un no menos fantástico Stanley Tucci como Jack Warner) durante la creación de "¿Qué fue de Baby Jane?" es sumamente estimulante, lo supera el momento que se aborda la etapa todavía más decadente de Joan Crawford quien, les recuerdo, se convirtió en musa eventual de William Castle.
Durante el visionado, me pregunté si serían capaces de mostrar esa faceta de la actriz, y cómo procederían. Aquella misma tarde fui debidamente achantado al encontrarme el respectivo capítulo iniciándose con una recreación del trailer de "Strait-Jacket" o "El caso de Lucy Harbin" (un gallifante para los traductores. A diferencia de otras ocasiones, hicieron los deberes respecto a los títulos que algunas de estas películas han tenido en nueso país), primera colaboración Castle-Crawford. El segundo sorpresón fue una escena en la que se muestra el estreno de la misma, con un sosias del cineasta currándose sus legendarios "gimmicks" (y Jessica Lange encarnando a una beoda Crawford como pez fuera del agua). ¡¡Mola!! ¿y de quién se trataba? desde luego alguien muy distinto físicamente, pero en cierto modo adecuado: John Waters. Sí, el John Waters de "Pink Flamingos" al que tanto hemos recriminado por su condición de vendido y mangante. El mismo John Waters que, en muchas ocasiones, se declaró gran fan de William Castle, lo que por un lado le da un gracioso sentido a su elección, un genuino guiño a "connaisseurs", aunque, por otro, resulta un pelín irritante.
Pero no acaba aquí la cosa, porque fruto de su delirante divismo, la carrera de Joan Crawford siguió cuesta abajo, y lo siguiente fue aliarse con el productor Herman Cohen para participar en dos de su paternidad, "El circo del crimen" y, muy especialmente, "Trog", viéndose obligada a trasladarse hasta Inglaterra y dejarse dirigir por Freddie Francis. Esta parte mola especialmente. Resulta hilarante ver a la ex estrella rebajándose a un subproducto como aquel y sus muchas limitaciones, incluido cambiarse de vestuario en una sucia flagoneta a falta de camerino (aunque Herman Cohen aseguraría años después que el vehículo estaba en perfectas condiciones)
La actriz da vida a una científica emperrada en estudiar, domesticar y proteger a un troglodita localizado en una cueva. Vivía ahí metido sin enterarse que el resto de la humanidad había... errr... ¿evolucionado? Le llama Trog cariñosamente, y él responde haciendo toda suerte de cucamonas y ruiditos. Hasta logran que escupa algunas palabrejas en inglés. No obstante, los bípedos racionales somos muy malos, y lo único que queremos es ver a Trog muerto. Ahí es donde Doctora Crawford hará lo indecible por evitarlo.
Volviendo a "Feud", podría considerarse que cae un poco en la trampa de, una vez más, tratar el terror, o el cine de género, como basura rastrera, algo indigno que avergüenza a sus propios artífices, quienes proceden motivados únicamente por el vil metal. En algún momento Jack Warner se refiere al asunto valiéndose de etiquetas como explotación, serie B, gran guiñol o el continuo "desprecio afectuoso" que dispensa a Robert Aldrich por ello. Honestamente, viendo "Trog", cuesta mucho no darles la razón.
Aunque el terror británico de tirón clásico queda fuera de mis apetencias, tras la serie me entraron ganas de ver la movida esta del troglodita, así que recurrí a mi amigo Enorm, quien me la consiguió en escasas horas. Y, jodeeeer, decir mala es quedarse corto. Sí, amigos, "Trog" es un truñaco de tres pares de cojones que provoca, justo, tres cosas: sopor, vergüenza ajena y risas. Hay absurdeces a mansalva, incongruencias narrativas, momentos muy muy ridículos (ver al simio emitir ruidos duele) y un desenlace mega-tonto de aquellos que dices "¿Tanto drama pa esto?" No, no logran que empatices con Trog (bastante lamentable en su aspecto. El careto era un sobrante de "2001: Una odisea en el espacio", y no es un chiste, es un hecho) Francamente, te da igual lo que le ocurra. En cualquier caso, empatizas con Joan Crawford y su sufrimiento... salvo si te llamas Bette Davis, quien dijo que lo suyo hubiese sido cometer suicidio tras participar en semejante ñordo.
Otros de los implicados (y suicidas en potencia) son Michael Gough y, sorpresón, un jovenzuelo David Warbeck encarnando a un periodista (y preparándose para lo que le esperaba en el futuro) La "story" se la debemos en parte a John Gilling, director de algunos títulos bien reconocibles como "La carne y el demonio", "La plaga de los zombies" + "El reptil" (ambas para Hammer), la española "La cruz del diablo" y "Cuando las balas vuelan", secuela de "Licencia para matar" según Lindsay Shonteff, la franquicia exploiter de 007 que dio pie al nacimiento del agente "Charles Vine", posteriormente relanzado por Shonteff como "Charles Bind" en otra oscura saga de entrañable recuerdo.

martes, 10 de septiembre de 2024

UN KILO DE KASPA

El principal aval que convertía a “Un kilo de kaspa” en una película rara, misteriosa y desperada, era su condición de título ignoto únicamente editado en su momento en VHS con pocas copias en circulación. Lo siguiente que definía la naturaleza de esta cinta, era el hecho de que durante lustros ostentó el título de primera película rodada en vídeo en nuestro país, cosa que en absoluto es cierta porque, aún detectando que “Un kilo de kaspa” se facturó a lo largo de dos o tres años, el hecho de que existan un gran número de escenas exteriores, y que estas estén sitas en la emblemática Gran Vía madrileña, nos ayuda a adivinar el año en el que estaban grabando aquello; vemos un plano en el que al fondo se ve el ya extinto Cine Imperial donde, gracias a un maravilloso cartel pintado, descubrimos que están proyectando la película “El acusado” estrenada en nuestro país en 1986. Lo mismo ocurre con un cartel del concierto que dio en la capital en octubre de ese año Rod Stewart. Se suman al juego los carteles del cine Palacio de la Música donde se proyectaban los films “Las brujas de Eastwick” y “Réquiem por los que van a morir”, ambas estrenadas en nuestro país en 1987. Por lo que, a rasgos generales, “Un kilo de kaspa” puede que se produjera entre 1986 y 1988, apareciendo distribuida en vídeo por Spanish Home Video en 1989. Es muy probable que sus artífices pensaran que sí, que se trataba de la primera película comercial rodada en vídeo, pero lo cierto es que antes que esta ya se habían parido en ese formato “Poke” y “Viernes 31” del 1985. Así pues, para nada es la primera película patria grabada en vídeo, tal y como reza la publicidad en la caratula. De hecho, “Yo quiero ser torero” es del año 1987, “Zocta”, al servicio de Joe Rigoli es de 1988 y “Tú y yo” con Emilio Aragón es también del 88. Por lo que podemos decir que, en realidad, probablemente sea una de las últimas.
Sin embargo, lo que diferencia esta de algunas de sus coetáneas es que “Un kilo de kaspa” tiene más alma de película que las anteriormente citadas. “Poke” y “Viernes 31” en realidad son largometrajes realizados por aficionados, siendo la primera poco más que una auto edición y la segunda jamás distribuida, mientras que las otras mencionadas, todas para lucimiento de humoristas, tienen más vocación de obra teatral que cinematográfica.
Y es que “Un kilo de kaspa” es una película realizada por alumnos y trabajadores de Metropolis CE, mítica escuela de cine situada en el centro de Madrid desde 1985, en plena Gran Vía. El tanto por ciento de alumnos que se licencian en las escuelas de cine y logran posteriormente dedicarse a ello es mínimo, pero muchos de los integrantes de “Un kilo de kaspa” si lo consiguieron, y es que, la única diferencia formal entre esta y una película comercial filmada en 35 mm en la época, es el formato y, quizás, tratarse de un ejercicio académico, porque, por lo demás, es muy de su tiempo, muy de La Movida, y muy deudora de la por aquel entonces en boga comedia madrileña.
Cuenta la historia de dos adolescentes muy modernos que moran por las calles de un Madrid futurista, haciendo pequeños hurtos. Un buen día logran sustraer del bolso de una señora un polvo ¡morado! al que se refieren como “kaspa” y que bien podría ser cocaína del futuro o algo parecido. El caso es que deciden ir a venderlo y, a partir de ese momento, los adolescentes vivirán una aventurilla por los barrios del centro de Madrid, huyendo de toda suerte de mafiosos que, por algún motivo, quieren hacerse con ese kilo de kaspa.
Todo ello muy de su época, con los dos protagonistas corriendo para arriba y para abajo, recordándome mucho a otra película del periodo, “Loco Veneno” de Miguel Hermoso, con la que guarda alguna que otra similitud.
Por lo demás, la película está estructurada, iluminada, coreografiada, sonorizada, guionizada y dirigida de manera prácticamente profesional… solo que con las carencias que ofrecían los aparatos magnetoscópicos del año 87/88, ese montaje tosco —aunque fluido— y, sobre todo, lo arcaico de los aparatos destinados a tal efecto, con esas tituladoras electrónicas tan feas y tan digitales. Pero nada que envidiar a los Trueba, Colomo o Emilio Martínez Lázaro de esos mismos años. Y es que, encima, con algún momento más peñazo que otro, está hasta entretenida. Eso sí, las músicas que aparecen en la banda sonora, ya sea el “Liberian girl” de Michael Jackson o una de Tino Casal, mucho me temo que son robadas, pese a que la película cuenta con su propia composición incidental.
Por supuesto el elenco está formado por actores de la escuela, destacando a uno secundario muy correcto que, además, es un clónico de John Belushi; Lolo Giménez. Desconozco si se dedicará a la actuación en la actualidad.
Los que sí se dedican al cine de manera profesional son el guionista Carlos López que anduvo haciendo alguna cosa en la película, o Fernando León de Aranoa (“El buen patrón”, “Los lunes al sol”), hoy uno de nuestros directores-peñazo más aclamados, pero que, en “Un kilo de kaspa”, ejercía de ayudante de dirección. Asimismo su director, Guillermo Fernández, vinculado a Metrópolis en aquellos momentos,  por supuesto trabajó en el medio aunque fuese como ayudante de dirección en películas como “El rey pasmado” de Imanol Uribe o la serie al servicio de Milikito “Medico de familia”. También produjo y dirigió diversos capítulos de las tele series “Menudo es mi padre”, protagonizada por El Fary o la reciente “Águila Roja”. Paradójicamente, el único trabajo que ha firmado como director en lo que podemos considerar cine, es este.
“Un kilo de kaspa” no deja de ser una absoluta curiosidad, sin embargo, dista mucho de ser un título oscuro, amateur o underground  con una historia apasionante detrás; tan solo se trata de una película producida a modo de ejercicio para ver como se desenvolvían en un hipotético rodaje los futuros trabajadores de la industria del cine español, lo que a efectos la convierte en una más de la época.
“Un kilo de kaspa” se hacía acompañar, en su edición VHS, por un cortometraje espantoso sobre trogloditas, seguramente hecho por estudiantes, que deja entrever que los alumnos con talento de aquella promoción fueron los implicados en “Un kilo de kaspa”.
Para curiosos y completistas.

sábado, 7 de septiembre de 2024

QUEMAR DESPUÉS DE LEER

Llevaba años acudiendo a las salas de cine para ver aquellas películas de los hermanos Coen que más me llamaban. Por eso, cuando se estrenó "Quemar después de leer", cumplí. Fue la última. A partir de entonces, todo lo demás lo he ido consumiendo en vídeo, dvd o descarga. ¿Motivo? La odié. Salí del cine ultra-cabreado. Me agobié muchísimo durante la proyección. Y, desde entonces, que la consideraba su peor obra, calificándola alegremente, y sin despeinarme, de horrenda.
Pasaron los años, cayó en mis manos el ya mentado libro de Ian Nathan sobre Joel y Ethan Coen y, en fin, me animé a revisar algunas, incluidas aquellas sobre las que no tenía buen concepto. "Quemar después de leer" fue la primera y ¿saben qué? me gustó. Los años transcurridos pudieron influir, no lo niego. Pero hubo algo más. Comprendí a qué se debió mi negativísima primigenia reacción.
Antes, la sinopsis.
"Quemar después de leer" vendría a ser, esencialmente, una comedia de enredos. Claro que, menudos son. La cosa va de espionaje. Un agente de la CIA es obligado a retirarse. Cabreado, y aburrido, decide escribir unas memorias, contándolo todo. Aquello que, accidentalmente, el disquete con el material termina extraviado en un gimnasio, donde es recogido por un par de palurdos decididos a usarlo para chantajear a su responsable y sacarle unos dineros. La cosa dará pie a un montón de equívocos y algunas muertes.
Bien, digámoslo ya: "Quemar después de leer" puede que sea la película más misántropa que he visto en mi vida. Ya suele ser un signo habitual en la producción Coeniana, pero aquí estalla a lo bestia. No hay ni un solo personaje positivo, o que merezca ser salvado de la quema. Todos, y digo todos, son patéticos, estúpidos y rastreros. El agente amargado siempre de mala hostia. Su mujer, que se acuesta con un tipejo igualmente incapaz de mantener la bragueta cerrada. Los paletos del gimnasio, ella obsesionada con hacerse la cirugía estética. En fin, y la lista sigue y sigue. Añadan una fotografía poco glamourosa, que incrementa la fealdad de todo ello. Elección totalmente deliberada por parte de los Coen, quienes pretendían darle al film un adecuado aire a película conspiranóica de los setenta. Todo eso, mezclado y rejuntado, más algunas crueles muertes accidentales, o la presencia de patéticas almas solitarias en busca de amor a través de internet, fue lo que provocó en mí aquel radical rechazo. Ni una mala calidad, un pésimo guion o una dirección desenfocada. Para nada. Mi problema fue puramente moral o, mejor, anímico. Diría incluso que, al cabreo resultante, se sumó una sensación tirando a deprimente.
Vista del modo correcto, y sin dejarse llevar por emociones primarias (algo inmaduras, témome), "Quemar después de leer" se convierte en un entretenimiento total. Dinámico incluso. Hasta cierto punto parece que los hermanos pretendan repetir un poco la fórmula "Fargo", la del thriller repleto de comedia negrísima trufado de personajes feos, estúpidos y miserables. La diferencia es que en aquella sí había uno medianamente positivo. O dos. En esta, es una especie ya extinguida.
Y el reparto, pues a la altura. George Clooney parodiando su imagen de seductor. Un sorprendente Brad Pitt disfrutando como un mono en el papel de imbécil redomado. La inevitable, pero siempre eficiente, Frances McDormand. John Malkovich. Tilda Swinton. Richard Jenkins. J.K.Simmons y la gran sorpresa, mi querido David "Sledge Hammer" Rasche. Todos estupendos.

martes, 3 de septiembre de 2024

SAUCY! SECRETS OF THE BRITISH SEX COMEDY

Recientemente se ha estrenado en el Channel 4 de la televisión británica, una serie documental en dos episodios (una estupidez hacer de esto una serie porque entre ambos capítulos apenas se llega a hora cuarenta de duración) sobre un género tan denostado como ha sido la comedia sexual británica, este “Saucy! Secrets of The British Sex Comedy”. Se ve que en Inglaterra ha tenido cierto relumbrón, por lo que hipsters y modernos españoles, que muy probablemente no han visto una comedia sexual en su puta vida, ahora se hacen eco del documental desde sus particulares perspectivas, probablemente condenando al género por lo de siempre, pero añadiendo una nueva falsa muesca a su revolver de intereses impostados, y siempre desde el postmodernismo y buscando identificarse con una supuesta estética pop, cuando en realidad, y gracias a dios, la comedia sexual británica olía a mierda. Lamentablemente, me enteré de su existencia precisamente por el ímpetu de esta gente. Algo bueno había que sacar.
A mí siempre me han interesado este tipo de subgéneros erótico-festivos y los estudios con devoción. Precisamente es la sex comedy británica la más ignota de todas (aunque algunos de sus títulos más punteros se estrenaron en nuestro país en salas comerciales, sin demasiado éxito), de la que menos info hay y, por lo tanto, un documental de estas características lo esperaba como agua de mayo.
Se da la particularidad que, las también conocidas como T&A (Tits and Ass, o sea, películas de tetas y culos) emergieron a la vez a lo largo y ancho del mundo por diferentes motivos. En España, y consecuencia de la salida de una dictadura, tuvimos el destape y la clasificación “S” (¿es lo mismo? No exactamente, pero ya se lo explico otro día). En Italia, la sexycomedia, respondiendo a un gobierno censor que moría. Los estadounidenses tenían sex comedies, también conocidas como “screwballs” (independientemente de la comedia screwball de los años 40 que en cierto modo es madre de la sex comedy americana setentera y ochentera), que se hizo fuerte en los 80 dentro el género “teen”, y que nace más como un signo de los tiempos que como respuesta a cualquier tipo de represión. En Australia tenemos la comedia “ocker”; en este caso la idea era que la gente consumiera el producto nacional, así pues, qué mejor manera que hacer películas de risas y culos. En Argentina tenemos la comedia picaresca que nace en idénticas circunstancias que nuestro destape, tras la dictadura. En México está el cine de ficheras, que responde a un modelo de producción privado. En Alemania tenían los sex report como el pre-porno del país, y, más tarde, la sexycomedia bávara… Y, por fin,  la sex comedy británica que nace, al igual que la australiana, como única manera de que la gente fuera al cine a ver el producto manufacturado en casa, llegando a ser el único género existente durante un periodo de tiempo en Inglaterra, y como único desahogo sexual en celuloide hasta que se legalizó el porno en el país, un poco como sucedía con los nudies en los USA en los años 60.
El documental repasa exhaustivamente las circunstancias y títulos punteros del género, a través de entrevistas a sus protagonistas, muchas veces tan arraigados al asunto que posteriormente no volvieron a trabajar en el cine. Estrellas del género como Robin Askwith (de la saga “Confessions”), actrices de la época que aparecieron en una o dos películas o directores de las mismas se dan cita dando su perspectiva y contando anécdotas de los rodajes, así como dramas sucedidos en los mismos. Por supuesto, como si de un debate televisivo se tratase, se ahonda en el hecho de si las películas eran o no oportunas, sobre si eran buenas o malas y en el trato que en las mismas se da a la mujer… el rollo de siempre. Como cuando llevan a televisión a Jenny Llada, a Mirta Miller y a Sara Mora, y unas dicen estar orgullosas de aparecer en aquellas películas y otras que se sentían explotadas. Sin embargo, no es un documental cuya principal intención sea destruir el género, sino más bien darlo a conocer, puesto que permanece silenciado desde hace lustros en Inglaterra. Entonces, va dando cuenta uno a uno de cada éxito. El “School for Sex” de Pete Walker, la saga “Carry on”, “Confessions” o “Adventures”, así como sus exploits, “The Ups and Downs of a Handyman” y similares. Incluso, se repiten las mismas leyendas urbanas que en nuestro país en torno al éxito de estas películas. Al igual que se cuenta que “Los Bingueros” superó en recaudación a “La Guerra de las Galaxias”, en Inglaterra se dice que “Confesiones de un Taxi Driver”, del estupendo Stanley Long, hizo más dinero en Inglaterra que el verdadero “Taxi Driver” de Scorsese. Asimismo, da gusto escuchar el testimonio de directores como Pete Walker, un fenómeno, quien hizo una serie de inteligentes y divertidas sex comedies que compaginó con el rodaje de una serie de inteligentes y divertidas películas de terror, afirmando que a finales de los sesenta, y primeros setenta, o hacías una de tetas y culos o una de terror. De lo contrario no trabajabas (porque no había más industria), así que optó por ambos géneros. También explica, ya que se le considera el pionero del british sex comedy, que la comedia sexual existe de toda la vida y que ya se hacían películas adscritas al género en los años 30, en todo caso él sería pionero del sex comedy dentro del ámbito de la exploitation, teoría que sirve también para diferenciar el screwball comedy de los años 40, del de los 70 y 80.
Igualmente el documental se centra en las vicisitudes y carrera de Mary Millington, primera estrella porno de Inglaterra, que tuvo un final muy triste, y en cómo el género va muriendo por culpa de la legalización de la pornografía y el auge del vídeo domestico.
Lo más curioso de todo es que este documental vende la comedia sexual británica como algo desmadrado y terriblemente colorido —lo suficiente como para llamar la atención de los hipsters a los que antes he hecho mención— cuando la realidad es que, de toda la producción internacional de cine de tetas y culos, la británica es la más austera, la menos divertida, la más lúgubre y extraña, con unos argumentos que casi rozan el drama, personajes antipáticos y repelentes y un humor bastante soterrado que difícilmente consigue la carcajada del espectador por mucho que en el documental se haga hincapié en cuanto hicieron reír estas películas a sus espectadores. Quizás esa densidad sea la que hace del sex comedy británico un subgénero más interesante que el de otros países.
En definitiva, el documental es interesante, pero un tanto formulaico. Al final te enseña cosas y está presentado con ritmo y brío. Y no está mal… pero podía haber estado mejor.
Dirige el asunto Simon Sheridan, cortometrajista, documentalista y estudioso de la figura de Pete Walker, al que ha dedicado gran parte de su trabajo.
Por cierto, está en espera de publicación un libro escrito por servidor, “Screwballs: La B y la Z de la comedia sexual”, en la que hablo largo y tendido de la sex comedy de tercera regional, pero también de las escenas australianas e inglesas, así que, atentos a este blog, o en su defecto, a las redes.

sábado, 31 de agosto de 2024

EL GRAN SALTO

Ando leyendo un libro sobre el cine de Joel y Ethan Coen, escrito por Ian Nathan, que le da mil patadas a aquella cosa pretenciosa editada en su día bajo el funesto sello "Cátedra". Consecuentemente, me ha dado por revisar algunas de sus películas. Hurgando, me topé con "La balada de Buster Scruggs" y aluciné pepinillos al comprobar que seguía siendo inédita para mis cansados ojos. Lo solucioné esa misma noche y, créanme, disfruté como un cochinillo. Muy buena, muy sorprendente e imprevisible. Se nota que "Netflix", sedienta por contar en sus filas con cineastas de prestigio, dio un cheque en blanco a los hermanos para que hiciesen lo que les saliera del coño. Y joder si lo aprovecharon.
No era la primera vez que la gentuza de los dineros confiaba plenamente en ellos. Ocurrió ya en los noventa, cuando, estando ambos de moda, el mega productor de "actioners" tan míticos como "Commando", "Arma Letal" o "Jungla de cristal", Joel Silver, les apadrinó para que dieran su (gran) salto al cine más "comercial". Y el proyecto elegido nos retrotrae a otra historia de la que ya he hablado antes, la fascinante amistad humana y colaborativa de los Coen con Sam Raimi.
Según el libro de Ian Nathan, esas supuestas deudas de "Arizona Baby" con "Posesión Infernal", a las que aludía en mi reseña, no son delirios de un anormal -que diría Ze-. Existen. Motivado por el éxito de su debut, Raimi se instaló un tiempo en Los Ángeles, a la búsqueda de fama y fortuna. En eso que los Coen pasaron por allí, esperando dar con un distribuidor para la entonces recién terminada "Sangre Fácil". Decidieron acampar en el cuchitril de su amigo y, por aquello de combatir el aburrimiento, juntos y revueltos se sentaban frente a la máquina de escribir, pariendo de este modo un guion a pachas. Uno basado, hasta cierto punto, en la misma aventura angelina de Raimi. El paletillo "de pueblo" que va a la gran ciudad en busca de una oportunidad. Con este metido en el ajo, les salio una cosa muy ambiciosa, difícil de producir en aquel momento, siendo novatillos desconocidos. Pero ahí quedó, en el congelador, a la espera de que algún día alguien soltara el montante. Por supuesto, estamos hablando de la futura "El gran salto", título españolo algo absurdo para "The Hudsucker Proxy" y "Hudsucker" era un gag recurrente en el universo Coenraiminiano. Lo habíamos oído en la mentada "Arizona Baby" y también en "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas)" cuyo libreto, les recuerdo, iba igualmente firmado a seis manos por los chavales.
Es un dato bien conocido que aquel intento de Joel & Ethan por integrarse en el mainstream se saldó con un hostiaco de los gordos. Fracasó estrepitosamente en su paso por salas, de ahí que el libro que ando leyendo le dedique cuatro únicas páginas (y, muy extrañamente, apenas mente la citada "Crimewave"). Pero no fue en balde. De rebote, los brothers regresaron a su terreno natural, pariendo el film que les acabó de catapultar, funcionó de mil maravillas en todos los aspectos y les valió un Oscar (como guionistas) Además, resultaría ser su mayor logro y una de las dos que poseo en formato doméstico, "Fargo" (por si les pica la curiosidad, la otra es "Arizona Baby").
Pero centrémonos en "El gran salto", fechada el año 1994. Como decía, cuenta la historia de un pobre diablo, más tonto que una almeja (interpretado por un muy adecuado Tim Robbins, sacándole máximo rendimiento a esa cara de bobo. Según el libro, primeramente se pensó en Tom Cruise), al que una gran corporación comandada por un malvado gerifalte (un genial Paul Newman. Según el libro, de entrada se pensó en Clint Eastwood... joder, ¡habría molado!) utiliza a su antojo. La compañía pretende devaluar sus acciones, para poder comprarlas después a precio irrisorio, y necesitan un tonto que pague el pato. Solo que este sorprenderá a propios y extraños pariendo un producto de éxito -el Hula-Hoop-. En medio, como no, habrá una chavala con la que nacerá el amor (Jennifer Jason Leigh. Según el libro, papel destinado a Winona Ryder) y al tonto se le subirán los humos, ascendiendo a cretino. Luego caerá hacia lo más bajo, aprendiendo una lección en el camino.
Acompañan a los tres astros mencionados rostros tan familiares -y agradables de ver- como los de Charles Durning, Bill Cobbs, Joe Grifasi, Roy Brocksmith, Peter Gallagher, Steve Buscemi o Jon Polito. Por ahí anda John Goodman en plan cameo. Y la neumática y malograda Anna Nicole Smith (ese mismo año interpretó a una grotesca mujer fatal en el tercer "Agárralo como puedas") La gran sorpresa viene dada por la presencia, bastante destacada, de Bruce Campbell, demostrando más que nunca sus limitaciones interpretativas. Recordemos que había intervenido en el pre-trailer de "Sangre Fácil", parido para engatusar a posibles inversores, y volvería a tener escasas y muy breves apariciones en "Fargo", "Crueldad Intolerable" o la entretenidísima "Ladykillers", sin embargo, me sorprende que, dadas las amistades comunes, los Coen no hayan contado con él para nada más sucoso. Obviamente, Sam Raimi también se marca un papelillo, pero esta vez mediante sombras chinescas. Le acompaña en tal función John Cameron, otro de los integrantes del clan Raimi que abandonaría el barco para quedarse exclusivamente con los hermanos.
Vi "El gran salto" en una sala considerada "de arte y ensayo", lugar de peregrinaje para los fracasados escarceos con el mainstream de cineastas, hasta entonces, considerados minoritarios (ocurrió también con Kevin Smith y su "Mallrats"). Lo comento por el par de anécdotas conjuntas. El "tío de la puerta" resultó ser un viejo compañero de EGB. Así que me dejó entrar gratis. Mientras charlaba con él, apareció un ya entonces reputado crítico de cine,"gurú" de la cultura popular, habitual de las páginas de "Fotogramas". Le conocía personalmente por senda ocasión pasada y creyó que andaba camelando al responsable del cine para entrar por la pati. Terminado el film, volvimos a encontrarnos (digo el crítico y yo). Preguntó que qué me había parecido. "Psé" esputé yo. "A ti es que no te gusta nada" contestó. Entonces me escaseó el ingenio, pero lo suyo habría sido contraatacar con: "Pues a tenor de tu trabajo, ¡a ti te gusta todo!".
Sí, "El gran salto" no me convenció en su momento. La encontré demasiado convencional, dentro de lo que es, y medianamente previsible, considerando lo poco que eso suele darse en el cine Coeaniano (una de sus mayores virtudes, añado con admiración). Son las secuencias a base de pura narrativa visual, dinamismo e inventiva chorreante, las que se quedan grabadas en la retina. Me vienen a la mente la del "ataque de risa conjunto" y, sobre todo, la del hula-hoop. Decir que -nuevamente según el libro- fue Sam Raimi quien se encargó de dirigir esta última, en plan segunda unidad.
Consumida hace escasos días, "El gran salto" me resultó muy buenrollera y agradable
, aunque sí es cierto que, a ratos, su estultismo deliberado cargaba un poco las tintas en plan "no, no es tan gracioso". Pero, ¡ei!, tampoco diré nada malo. Si buscas evasión saludable, sobra y basta.
Epílogo: Gracias al libro, me he reconciliado con algunas de mis menos favoritas películas de los hermanos, caso de "Crueldad Intolerable" (de "imposible de terminar" ha pasado a amena y dinámica) o "Quemar después de leer", y también ha sido útil para
 redescubrir tantas otras ("El hombre que nunca estuvo allí", "A propósito de Llewyn Davis"...). Por todo ello, Joel y Ethan han ascendido unos cuantos puestos en mi actual lista de cineastas favoritos.

martes, 27 de agosto de 2024

STAR (SPACE TRAVELLING ALIEN REJECT)

Extraña película (autodenominada) independiente de la compañía neoyorquina DefTone Pictures, capitaneada por el director Adam R. Steigert, que cuenta la historia de un escritor asolado por las deudas que es perseguido por unos gangsters. Por otro lado, en el espacio, tenemos una nave perseguida por otra en lo que parece una batalla estelar. Esta nave es derribada y va a estrellarse a la tierra.
El escritor se ve obligado a huir de sus prestamistas y, durante la huida, se encontrará con el tripulante de la nave estrellada, un alienígena que responde al nombre de Star. Entablarán amistad y, juntos, intentarán resolver sus problemas.
Por supuesto esto no es más que una película filmada en vídeo con un presupuesto bajo (no tan bajo como cabría imaginar), con unos efectos especiales infográficos que directamente parecen animaciones de Video Brinquedo, unos diálogos larguísimos e interminables (y más en esta ocasión ya que la pelí pasa de la hora y media de metraje) y un muppet feo de pelotas que hace las veces del marciano protagonista. Una película que a primera vista bien podrían haber facturado unos aficionados con su cámara de vídeo. Sin embargo, al ver unas cuantas fotografías de making of, me doy cuenta de que el amateurismo en una de estas producciones no es tanto, y que, aunque se usen cámaras de vídeo de gama media, en realidad un rodaje de esta calaña dista muy poco de el de uno profesional, con sus grúas, su ayudante de dirección, sus eléctricos y hasta el uso de combos y otras parafernalias cinematográficas. Entonces ¿por qué el resultado de estas producciones pequeñas es tan espantoso y dolorosamente cutre? Supongo que el concepto “con buena picha bien se jode” no es tan acertado en este tipo de películas y que es la ineptitud de sus artífices la que las hace parecer más tercermundistas de lo que son (en este caso, una pequeña compañía en Buffalo con producción fluida y que factura por ello —de ahí que exista. Al final es solo un negocio y, por tanto, las películas son lo de menos—. Es decir, que de tercermundistas nada de nada). Además, R. Steirgert afirma que el guion de “Star (Space Traveling Alien Reject)” es la combinación de tres películas para las que no consiguió financiación. O sea, que como esos dos proyectos no pude levantarlos, los incluyo en este que sí… de ahí su duración excesiva y un par de subtramas que no terminan de casar con lo que importa, que es el encuentro del escritor con el extraterrestre .
“Star (Space Traveling Alien Reject)” es anodina hasta decir basta. A priori parece el enésimo tardío y puede que posmoderno exploit de “E.T. El Extraterrestre”, pero en cuanto hace acto de presencia la horrible marioneta coprotagonista, nos damos cuenta de que “E.T.” no es la fuente de inspiración, sino que lo es la serie “ALF”. Está claro que el muppet, diseñado físicamente a imagen y semejanza de aquel, es un mal émulo de 2017, con su chanzas, chascarrillos y humor socarrón, pero infinitamente más cutre, barato y antipático que ALF. Este Star es, probablemente, el muñeco más feo visto en una película, con permiso de los monos azules de “The rare blue apes of cannibal isle”.
Poco más que decir; esto tuvo su estreno reducido en Buffalo y, después, directa a toda aquella plataforma de streaming que alberga contenido gratuito para el usuario. A poco que busquen la van a encontrar por ahí.
El dire, Adam R. Steigert, por supuesto, produce como churros y en su haber cuenta con películas de marcado carácter comercial que pueda vender a patéticos vírgenes granudos; “Gore”, “The final night and day”… o sea, pelis baratas, feas y muertas sobre zombies, extraterrestres o la combinación de ambos.
“Star (Space Traveling Alien Reject)” es lo peor de lo peor.

sábado, 24 de agosto de 2024

BOG

No deja de resultar curioso observar que, durante los años setenta, hubo un "revival" de películas con monstruo inspirado muy mucho en lo que se hizo dos décadas atrás. Existen unos cuantos ejemplos. "Slithis", "Rana: La leyenda del lago de las sombras", "Zaat", "Monstroid", "La invasión de las arañas gigantes", "Viscosidad" y, tal vez, el "Bug" producido por William Castle. Films obviamente puestos al día en cuanto a maneras, pero esencialmente idénticos en sus tramas y desarrollos a lo que gente como Roger Corman o Edward L. Cahn facturaron en los tiempos del blanco y negro y los Drive-Ins.
"Bog" -que no "Bug"- entraría dentro de este grupo, y de cabeza. Producto parido con escaso montante el año 1979 donde se narran las correrías del "mostro" que recorre un pantano, cazando habitantes de la zona, o visitantes despistados, y bebiéndose hasta la última gota de su sangre. Las autoridades investigan el asunto, mientras un par de viudos recientes recorren el lugar rifle en mano y ansias vengativas. Para dar un poquito de lustre al mamotreto, hay una especie de bruja que conoce la historia del bicho al dedillo y, quizás lo que más me ha llamado la atención, el romance protagonizado por un señor y una señora de edades ya considerables. Nada de jovenzuelos calenturientos, esto va de arrugas. La escena del primer beso resulta altamente graciosa porque, entre apasionados arrumacos castos, oímos una balada romántica, hortera y bonita a la par, muy propia de su década. Serán esos mismos tórtolos quienes logren descubrir el modo de aniquilar al bicho. No antes de que este acabe secuestrándola a ella, portándola en brazos según el proceder del cine "antañoso"... pero con una generosa diferencia de edad entre aquellas damiselas en peligro y la que nos ocupa.
Desafortunadamente, es lo único que merece la pena destacarse de "Bog". El resto lo nutre una generosa porción de escasez, sea talento, emoción, intriga, miedo o diversión. Resulta criminalmente mortecina, sosa y aburrida, casi hasta el insulto. Encima, los elementos "exploitativos" brillan por su ausencia, ni violencia/sangre, ni -obviamente, dado los lustros de la "scream queen"-, tetas. Así pues, ya me dirán qué hacemos con ella (la película digo, no la yaya)
A esta le da vida Gloria deHaven. Al hombre por el que bebe los vientos lo interpreta Marshall Thompson. El pobre Aldo "dame un trago y te actúo en lo que sea" Ray se suma a la party. Y Leo Gordon es el que hace cuatro. Se pueden imaginar que las filmografías del veterano cuarteto andan repletas de títulos mohosos, algunos considerados clásicos. En el caso de Thompson, hablamos ya de esas mismas "monster movies" primigenias del calibre de "It! The Terror from Beyond Space" (sí, la que copió "Alien, el 8º pasajero") Gordon, por su parte, curró con Corman durante los sesenta y Fred Olen Ray en los noventa (también Aldo Ray se dejó liar por este último en más de una ocasión) Vamos, cuando firmaron para "Bog" sabían donde se metían.
Tras las cámaras, un par de nombres poco llamativos. Don Keeslar, director, dispone de dos títulos más, siendo una aventura de "Grizzly Adams" el último de su escueta carrera. Y Carl Kitt en funciones de guionista casi por única vez. Ese mismo 1979 probó la dirección con un western tardío que nadie recuerda. Vaya dúo de genios.
"Bog" dura 85 escasos minutos y se hace más larga que ver completa la reciente bilogía de "Dune" sin pausa para ir al meadero. Mejor haberla titulado "Bof".
No obstante, confiésolo, tengo cierta debilidad por estos furruños producidos justo cuando dejaba atrás la condición de feto (si es que tal cosa ha llegado a ocurrir alguna vez)

martes, 20 de agosto de 2024

VASECTOMÍA

Un banquero, padre de ocho hijos, se plantea tener un noveno. Sin embargo, tras semejante tute, su esposa se niega en rotundo a fornicar con él hasta se haga una vasectomía. El individuo, de carácter mediterráneo (es italoamericano), no quiere pasar por quirófano y ve en la vasectomía un fuerte atentado a su hombría, lo que acarreará conflictos con su mujer, a la vez que deberá lidiar con los problemas propios de su puesto en el banco.
Detrás de ese estupendo póster por obra y gracia de Mort Drucker, uno de los dibujantes clásicos de la revista “Mad” —póster que sugiere desmadre y diversión a raudales—, se esconde una de las comedias más anodinas de los ochenta. Parece que fuéramos a ver algo al estilo de “Los locos del bisturí” o “Jóvenes enfermeras enamoradas”, pero, nada más lejos. “Vasectomía” es en realidad un drama moderado con un par de gags en su haber. Con la excusa comercial de que el protagonista ha de cortarse los conductos deferentes, se nos narra lo que realmente importa, que es una trama de fraudes, herencias y bancos que a los espectadores nos importa un bledo, porque lo que queríamos ver es a Paul Sorvino huyendo por los pasillos del hospital donde ha de ser intervenido. Y efectivamente, le vemos escapar del cirujano, pero nunca en un contexto tan divertido como el que sugiere el póster.
“Vasectomía” es aburrida hasta el extremo; está mal rodada, mal narrada, nos perdemos cada cinco minutos porque la historia va para un lado y para otro sin detenerse nunca en algo concreto, amen de que el par de situaciones cómicas que contiene apenas nos hacen esbozar una sonrisilla. Es MALA a rabiar, una de las peores películas de su época, un verdadero desastre.
Desde el primer fotograma tendemos a pensar que se trata de un mal telefilme rodado para la programación de madrugada de algún canal americano, pero no, se trata de una película legítima, con su estreno teatral en toda regla y que pasó por los cines yankis en 1986, siendo, por otro lado, una producción enteramente tejana que no obtuvo mayor repercusión fuera del estado, donde probablemente haría las delicias de los yuppies rednecks que, en cierto modo, podrían verse retratados en el papel de Paul Sorvino. Sin embargo, con toda la razón, la crítica se cebó con ella, argumentando que Sorvino estaba de pena, gesticulando y justificando cualquiera de sus acciones con el hecho de ser italiano.
Asimismo, al mostrarse partidario de la vasectomía, consiguió ganarse las antipatías de los sectores más conservadores de la América blanca, que condenan cualquier cosa que sugiera no engendrar niños o interrumpir su gestación, sea el aborto, sea la píldora, sea la vasectomía, sea derramar nuestra semilla en el frío suelo.
“Vasectomía” llegó a nuestro país, como tantos otros títulos menores, gracias a la distribución en vídeo, y es la típica película cuya caratula vimos mil veces expuesta en las estanterías de los video-clubs, pero nunca alquilamos. Vista hoy, se ratifica el hecho de que, si no alquilábamos según qué películas en su momento era porque existía un sexto sentido que indicaba que “esta no”. Y no fallaba.
En el reparto, además de Paul Sorvino, contamos con otro clásico secundario de la época como Abe Vigoda (muchos le recuerdan en su esnobismo por “El Padrino”, pero yo le recordaba única y exclusivamente por hacer de padre de John Travolta en “Mira quién habla”) además de a Lorne "Bonanza / Galáctica" Greene, William "Blácula" Marshall y unos cuantos actores y actrices tejanos sin mayor repercusión.
Dirige Robert Burge, de escueta carrera fílmica que, además de esta, también ha dirigido… Es igual, no nos importa que más ha dirigido este manazas.

sábado, 17 de agosto de 2024

STING OF DEATH

Todo comenzó en las páginas de la legendaria "Psychotronic" según maese Michael Weldon. Ahí leí por primera vez el nombre de William Grefé, sorprendiéndome ante un apellido tan exótico, acento incluido, para alguien netamente yanki. Un oscuro director de cine barato de explotación con un dato que sobresalía por encima del resto (tilde aparte), su implicación en las escenas submarinas con tiburón de "Vive y deja morir", la setentera epopeya Bondiana (donde, por cierto, le cambiaron el apellido a Grefe, tal cual... curioso) La idea molaba, filmmaker de segunda -o tercera- categoría con una vida paralela como ¿técnico? en cine "mainstream". Sin embargo, lo más llamativo de aquel reportaje era un cartel publicitario, tan espectacular como solían ser los de su ralea, anunciando una doble sesión con dos films de horror firmados por Grefé, "Sting of Death" y "Death Curse of Tartu".
Y un día, recorriendo uno de los video-clubs del barrio, sección alquileres baratos, me encontré nada menos que con la segunda, titulada acá "La maldición de Tartu". Como solía ocurrir entonces, una intensa descarga eléctrica sacudió mi espinazo. La alquilé sin dudar para, tras consumirla, sentirme tremendamente decepcionado. Sí, era un coñazo de órdago, como buena parte del "exploitation" -especialmente el de los años sesenta-. Solo hubo un aspecto que consideré relevante, el semi-protagonismo de una jovencita Mayra Gómez Kemp, la eterna presentadora del "Un, Dos, Tres". Bueno, y el hecho de que el "Scalps" de Fred Olen Ray -película y director, por entonces, fruto de una enfermiza obsesión... por inquietante que suene- era un remake encubierto de "La maldición de Tartu", que llegué a adquirir en VHS, convencido de su rara condición, pero con el tiempo terminé regalando.
Por todo ello, jamás me interesó consumir "la otra", es decir, "Sting of Death", ni tan siquiera tras leer que el aspecto de su monstruo era patético y confirmarlo mediante algunas imágenes en un dvd-sampler de "Something Weird Video". Hasta ayer.
Gracias a las sucias plataformas de streaming, tengo acceso constante y continuo (o así sería si el Wifi de mierda no fallara tanto) a un catálogo generoso -y gratuito, of course- de roña zetosa, mayormente subtitulada al inglés, que siempre ayuda. Haaaarto comostoy del cine chusco moderno, me ha dado por revisar el añejo, así acabé presionando el "play" de "Sting of Death", casi accidentalmente. Y comenzó. Y, más raro aún, se mantuvo, sin los continuos y desquiciantes cortes del mal Wifi. Me sentí obligado pues a aprovechar la ocasión y pimplármela entera. Sabiendo que, gracias a dios, era cortita.
Una familia se reúne por motivos "festivalosos" en una casa rodeada de agua y pantanos, allí en los Everglades. Se sumarán una panda de universitarios descerebrados. La música bailonga suena alta, y todo va de perlas, hasta que una especie de bicho con pinta de medusa antropomorfa comienza a joder la marrana, llevándose a alguno por delante. Es momento de defenderse y contraatacar.
Lo dije en la reseña de "Shriek of the mutilated" y lo repito right now: resulta curioso aseverar como las fórmulas se mantienen a pesar de la suma de lustros. Igual que ocurrió a lo largo de los ochenta hasta nuestros insulsos días, también aquí los universitarios de rigor son representados como auténticos mastuerzos retardados chillones que solo viven para la fiesta (y, también, interpretados por actores que ya gastan pelos en sus respectivas entrepiernas) Todo ello adaptado a la idiosincrasia del año de producción, 1966, pero sin excesivas alteraciones. De modo mucho más simplista y exagerado. Son, por década y mentalidad, incluso más planos y gilipuertas, sin pizca de humanidad. Aspecto este confirmado cuando, al descubrir la presencia de un personaje atormentado por cierta desfiguración facial, deciden perseguirle, acorralarle y humillarle a lo bestia. No sé qué demonios les dio a finales de los sesenta, y principios de la década siguiente, con eso de meter a un secundario con alguna tara física o mental. Se convirtió en recurso habitual. Lo vimos, una vez más, en "Shriek of the mutilated". También "La noche del terror ciego" contaba con ello. Hasta un film tan respetado como "Suspiria" incluía a uno así en su reparto (y no me refiero a Miguel Bosé... ¡chas-pun!)
Igualmente, común es a todo el cine de explotación recrearse en las féminas y sus sinuosas curvas, siempre dentro de los parámetros morales que se permitían entonces. Hay mucho bikini, mucho culo meneándose y un sorprendente despelote total medio emborronado por un cristal translúcido. Podemos apreciar el tremendo par de aldabas que gasta la actriz. No me sorprendería que su propietaria fuese una "Pin-Up" y/o stripper de la época, aunque ha sido imposible corroborarlo. Que responda al nombre de Blanche Devereaux, como uno de los personajes de la posterior y famosísima serie "Las chicas de oro", no ayuda. En cualquier caso, su ataque y asesinato son pura esencia "trash" (ver galería de imágenes inferior)
La iracunda bestia responsable guarda un semi-secreto que no desvelaré por si, extrañamente, pretenden ver la película. Efectivamente, el diseño/aspecto es absolutamente miserable. Hay cierta justificación narrativa tras ello, pero no tanto. Básicamente se trata de un tipo al que han vestido con un traje de buceo enguarrado, incluidas cantosas aletas para los pies y un flotador en la cabeza cuya intención es parecerse al cuerpo de una medusa. Sus maneras ya eran muy "demodé" en los años sesenta, pero gastan, cómo no, un sutil encanto. Sobre todo si consumen la edición remasterizada con todo esos colorines tan chillones.
Otro de los platos fuertes en "Sting of Death" es la incorporación de una canción de Neil Sedaka en la banda sonora. Tanto como para anunciarlo en los créditos iniciales como si fuese uno de los protagonistas. ¿El truco? que no es ninguno de sus grandes éxitos y, además, en 1966 el tirón comercial del cantante había descendido unos grados. Aún así, nos zampamos la copla íntegra (acompañada de graciosas imágenes del reparto completo bailoteando a las maneras de entonces) cuyos derechos, seguramente, se llevaron un buen pellizco del escueto presupuesto.
Y eso, el "prolongamiento de momentos intrascendentes" es, como todo buen producto barato, algo recurrente. Añadan una eterna persecución por los Everglades y el tramo final, con el héroe bajo el agua dedicando más minutos de los deseados a localizar la guarida del monstruo. Ya saben, la supuesta especialidad de William Grefé quien, por si se lo preguntan, continuó dirigiendo los años siguientes, siempre movido por esa mentalidad oportunista / exploitativa. Tras el éxito de "Willard", la del chaval con capacidad de movilizar ratas a su antojo, sacó "Stanley", cambiando los roedores por serpientes. Y, aprovechando su capacidad para filmar submarinamente escualos, estrenó otro de sus títulos populares al año siguiente del hit "Tiburón", uno muy habitual en videoclublandia, "Mako, el tiburón de la muerte" (obviamente, se supone que Grefé tuvo la idea antes del éxito Spielbergiano, pero no logró el necesario montante hasta demostrarse que dichas bestias interesaban al público. La típica ¿excusa?) A partir de los ochenta comenzó a rebajar mucho el ritmo, básicamente pariendo solo cortometrajes. Pero ahí sigue, vivo y coleando (con lo gafe -Grefé- que soy, me lo tienen muerto pasado mañana) Incluso se ha permitido el caprichazo de actuar para otros directores, como Steve Latshaw (justo en dos películas producidas por su pupilo, Mister Olen Ray) o James Balsamo -si a este podemos llamarle director-.
¡Ah! William es el papá de Melanie Grefe, la gorda y malcarada "Big Edna" de "Porky´s 2".





martes, 13 de agosto de 2024

KILLER MOSQUITOS

A estas alturas las películas sobre insectos asesinos, que podían ser muy novedosas y originales en los 70, no solo están más vistas que el tebeo, sino que, además, han pasado a ser un producto exclusivo para las plataformas por parte de productoras de roña (ya saben, Asylum, TomCat… y veremos lo que tardan los “clickxploiters” en darle también al subgénero / Nota de Nacho: ¡¡ya lo han hecho!!) que las engendran, si no como churros, sí con cierta asiduidad. Pero, por supuesto, el tema de insectos asesinos ya no resulta amenazador ni terrorífico. En los 90 parir películas con bichos como villanos de la función estaba demodé y, lógicamente, el tema era tomado a coña tanto por los creadores de aquellas películas como por el público receptor de las mismas. Productos como “Arac Attack” o “Ticks” fueron concebidas más como comedias que como películas de terror.
A mí el subgénero en general no me gusta particularmente, me podía hacer cierta gracia cuando las películas eran genuinas y sentir simpatía por “Hormigas”, “Gusanos asesinos” y, sobre todo, “Abejas asesinas”, pero a grandes rasgos tampoco es que me vuelvan loco. Pero ya cuando estas temáticas son tomadas a cachondeo con el fin de contentar a ciertas plateas de aficionados… ahí ya no quiero ver este subgénero ni en pintura.
Sin embargo, curioso como es uno, no puedo dejar de hacer leves acercamientos si dichas películas posmodernas de insectos asesinos poseen algún tipo de handicap; “Killer Mosquitos”, conocida también bajo el título de “Tafanos”, cumple con estas características… pero es italiana. El hecho de que una de bichos asesinos sea italiana ya le otorga la legitimidad suficiente para que decida echar una hora y poco delante de la tele. No es una cuestión de predilección por las nacionalidades de las películas, es más por ver que cojones han hecho los italianos en 2018, los reyes del exploit en los 80, con una de temática fantástica muy acorde con los géneros en los que fueron reyes décadas atrás.
Y así nos topamos con una película que en realidad es un remake de otra de idéntico título realizada en el año 2000, que tampoco es que fuera un éxito ni nada parecido.
Así, “Killer Mosquitos” nos cuenta la historia de un grupo de jóvenes que se van de fin de semana a una cabaña en el bosque, en una zona en la que hay una infestación de mosquitos enormes, con bocas llenas de dientes que les atraviesan la cabeza de manera vertical, y que atacan a los humanos con el fin de alimentarse. Como este grupo de personas es jovial y moderno, le dan a la marihuana cosa mala. Descubren que con el humo de los canutos estos mosquitos se quedan tranquilos, así que se lían a fumar porros con el fin de acabar con la invasión.
Okay, quería ver como se las gastan los italianos en este terreno y, a parte del CGI que me parece vergonzante y para hacer eso es mejor no hacer nada, yo creo que, y partiendo de la base de que la película es una solemne tontería, el hecho de que sea italiana propicia que el resultado resulte más irritante, más deleznable y más falto de calidad que de costumbre. Porque ahora mismo los italianos, en lo que a cine se refiere, están incluso por debajo de España. Sin embargo, con este bodrio parido inevitablemente en HD (ya no se si 2K, 4K, o la madre que parió a la puta), sí que me ha hecho considerar que el que tuvo, retuvo, porque, no se muy bien con que fin, la película está rodada en inglés para luego ser doblada al italiano y presentada de esa forma en su estreno (esta vez en plataformas). Esto no deja de tener gracia porque los productos de género italianos de los 70 y 80, también solían rodarlos en inglés (o sin sonido directo) para después doblarlos de cara a las ventas internacionales. Esto tenía coherencia en aquellos años, puesto que el cine italiano era una industria más o menos sólida y las producciones tenían que cubrirse las espaladas de cara a posibles estrenos en el extranjero, pero ¿por qué ruedan hoy en inglés si las películas italianas ya no son exportadas y casi ni compradas por Tele 5? Es una buena pregunta. Aunque está claro que las siguen importando; de lo contrario yo no podría haberla visto en Amazon Prime con doblaje español incluido.
Pero bueno, más allá de estos apuntes, “Killer mosquitos” es una puta mierda de las que hacen época y no tiene mayor interés ni importancia.
Dirige esta cosa Riccardo Paoletti, director de videoclips de prestigio que hizo unos cuantos para Franco Battiato, Zucchero u otras tantas estrellas de allí que, aunque se rueda esta bazofia alimenticia sin ganas ni intenciones, tiene en su haber otras tres o cuatro películas de distintos palos. Por lo menos, está haciendo cine hoy en día en Italia, que no es poca cosa.

sábado, 10 de agosto de 2024

SHRIEK OF THE MUTILATED

¡¡Epa!! con la realeza del más genuino "exploitation" hemos topado: Michael Findlay (firmando Mike para la ocasión), pareja de Roberta Findlay y padre de algunos films tan mitificados como desvergonzados. Justo, "Shriek of the mutilated" (¡titulazo!) es el que siguió al no menos cacareado "Slaughter / Snuff" (estrenado a posteriori por cuestiones "distribuiles" como tan bien explicó Víctor) y su última ficción propiamente dicha antes de pasar al porno y, aluego, palmar en aquel célebre accidente. Estamos ante puro "trash", serie Z de esa sobre la que resulta más interesante hablar / escribir que ver.
El profesor Prell anda loco por demostrar la existencia del yeti. Asegura haberlo visto una vez, durante una expedición en la que murieron la mayoría de acompañantes. Así, mete a un grupo de estudiantes en una furgo y se dirige a casa de un tipo que ha oído a la legendaria criatura gruñendo en plena noche. Una vez allí, los chavales irán cayendo bajo la ira de un "mostro" de aspecto muy muy muy lamentable.
Resulta harto curioso comprobar como los esquemas argumentales adscritos al género del terror siguen siendo, a día de hoy, los mismos que ya eran a mediados de los setenta. Sí, claro, siempre adaptados a la idiosincrasia del momento, pero sin mucha diferencia. Chavales / estudiantes estereotipados se apuntan a una expedición / aventura / búsqueda donde pagarán con sus vidas uno a uno. Sin más. Hasta cierto punto "Shriek of the mutilated" tendría algo de "slasher", sí. Solo que, por contra, reserva todo un giro final que se supone sorpresa, rompedor. Y lo es. Voy a evitar "espoilearlo", aunque algunos carteles oficiales ya se encargaron de hacerlo.
Los guionistas, Ed Adlum -también productor- y Ed Kelleher, venían de escribir -y Adlum dirigir- otro anti-clásico, "Invasion of the Blood Farmers". Kelleher no se desentendería demasiado del apellido Findlay cuando, muerto Michael, firmó algunos guiones para Roberta, en concreto los de "Sombras diabólicas" y "El poder del diablo". Ed Adlum, consciente del peso de su pasado "exploitativo", goza dando entrevistas repletas de anécdotas bien suculentas.
En cuanto a "Shriek of the mutilated", pues bueno, cumple a rajatabla con las de su especie. Muuuucho diálogo a base de interminables planos generales, aburrimiento a espuertas, actores tremendos (especialmente Jennifer Stock, sus berridos son de órdago. Tampoco el "indio tarado" tiene desperdicio. Y, como dato curioso, mentar al clon de Larry Fessenden), efectos especiales toscos disimulados a base de cortes rápidos, extremidades de maniquíes untados en tintanlux rojo y una banda sonora tirando de archivo o música libre de derechos (mucho Bela Bartok detecto por ahí) incorporada con la punta del nabo a las imágenes. Estas se las debemos, en cuestiones de cámara y fotografía, a Doña Roberta herself.
Quizás la escena más divertida sea aquella en la que un traumado superviviente de la expedición previa, rebana el cuello a su novia, y se mete en la bañera para limpiarse la sangre. Pero ella, que no está muerta del todo, se tomará la revancha. ¿Cómo? pues arrastrándose hasta el lavabo portando una ¿¿tostadora?? y tirándola al agua. No me pregunten cómo el enchufe da para tanto. Ni si habría sido más sencillo valerse de un utensilio cortante para ajusticiar a su asesino. Da igual, porque las risas obtenidas a cambio merecen la pena.
Mala de pelotas, sí, pero el cine incompetente de los setenta era una delicia comparado al de ahora. Ni lo duden.

martes, 6 de agosto de 2024

LA PLAYA

Recuerdo que cuando se estrenó “La playa” en nuestro país, venía precedida de las peores críticas que podían acompañar a una película. Era principios del nuevo milenio, Leonardo DiCaprio venía de enamorar a medio mundo con “Titanic” y Danny Boyle venía de hacer tres cuartos de lo mismo, como director, con una película en cierto modo rompedora como lo fue en su momento “Trainspotting”. Así que un producto como "La playa", con el actor y el director de moda a bordo, era carne de cañón para esa crítica de los 90 compuesta por señores con corbata y muy mala hostia, que la tachó de estar pergeñada poco menos que por retrasados mentales. Yo la vi durante el fin de semana de su estreno y recuerdo que me pareció estupenda. Pero tenía presentes aquellas reacciones carniceras por parte de la prensa.
El caso es que se trataba de una cinta mainstream entretenida y sin mayor relevancia para mí, estaba bien, así que pronto la olvidaría y pelillos a la mar. Creo que la vi alguna vez más. Pasados muchos años, la encontré en DVD por un euro en un "Cash Converters", era uno de esos DVDs excedentes de Fox que, de tantísimos que habían fabricado, podías encontrar en cualquier saldo casi regalada. Y me la compré. Total, por un euro… Pero lo dejé ahí en la estantería hasta que un día me diera el venazo de volver a verla. Y anoche me dio.
Basada en la novela homónima de Alex Garland, hoy reputado guionista y director por cuenta propia, narra la historia de un mochilero estadounidense que decide irse de aventuras a Tailandia. Una vez allí, un individuo completamente ido le invita a un canuto y la habla de una playa paradisíaca, casi virgen, donde las arenas son blancas y las aguas cristalinas, bla,bla,bla.
Le da un mapa de dónde está y, acto seguido, se suicida.
El mochilero, que en el hotel ya le ha echado el ojo a una franchute que retoza con el novio, insta a estos a que le acompañen hasta ese lugar, no sin antes cederles una copia del mapa a unos porreros con los que ha pasado la noche. Y  parten hacia el paraíso. Llegan allí, no sin cierta dificultad, y se topan de golpe y porrazo con lo que parece una sociedad secreta —y hippiosa— habitando la mitad de la isla, mientras que la otra mitad está ocupada por narcotraficantes. Conviven en paz… pero el mochilero pronto se da cuenta de que no todo es tan idílico en aquella paradisíaca playa, máxime cuando le han advertido que por allí no puede ir nadie más y se da cuenta de que ha dejado un mapa del lugar a unos mindundis…
Mientras todo eso ocurre, DiCaprio se folla a la franchute (que tiene novio); también a la que parece liderar todo el tinglao (Tilda Swinton), igualmente con novio; se fuma tres cartones de cigarrillos; se fuma ni se sabe cuantos canutos de marihuana; lucha contra un tiburón al cual vence clavándole un cuchillo; se hace el guay en la playa; se va a vivir en medio de la selva sin ropa ni comida —mientras, estéticamente, Danny Boyle nos presenta esa secuencia en plan videojuego—; ruge como si fuera un tigre y sufre una enajenación mental de la que se recupera, sin ningún tipo de medicación, a la velocidad del rayo. También le da tiempo a asfixiar a un enfermo de gangrena, que tampoco es poca cosa.
Y recién vista, entiendo el cabreo de los críticos de la época. Si obviamos el hecho de que técnicamente la película es impecable, todo en ella es tonto, excesivo y, sobre todo, soberanamente ridículo. Pero su mera existencia es también un signo de los tiempos porque, pese a aquellas críticas, el público fue a verla a tropel haciéndole recaudar cerca de 150 millones de dólares del año 2000 (cuando costó tan solo 50). Es decir, las críticas dieron igual. La prensa iba por un lado y el público por otro. Internet estaba en bragas y todavía no había criticuchos de youtube o bloggers que quisieran robar el protagonismo a una película y ganar notoriedad gracias a sus opiniones sobre la misma. Si se hubiera estrenado hoy, otro gallo le hubiera cantado a “La playa”. Igual habría sido un fracaso o la critica hubiese dicho que es una obra maestra dadas las circunstancias del cine actual, así que puede que se trate de uno de las últimos "blockbusters" legítimos, genuinos, en los que una cosa era ir al cine y otra distinta su divulgación, sin que la idiosincrasia de internet mediara en los resultados de taquilla y/o crítica y posterior repercusión.
Al margen de todo esto, la película, efectivamente, es mala a rabiar, con ese estilo dosmilero que tan mal ha sobrevivido al paso de los años. Las situaciones absurdas se suceden sin orden ni concierto y, lógicamente, al final aflora la comedia involuntaria gracias principalmente a la interpretación de DiCaprio, megalómano perdido después de “Titanic” y con todas las mujeres a sus pies, situación esta que le lleva a creerse el mejor actor del universo y a hacer un sin fin de muecas, tantas, que en muchas ocasiones parece que está repitiendo el registro interpretado unos años atrás en “¿A quién ama Gilbert Grape?”, es decir, el de deficiente mental. Este festival de gestos y caras cobra mayor relevancia en la secuencia en la que se afinca en medio de la selva y pierde la cabeza… vamos, es para descojonarse. Quizás, por eso, DiCaprio recibió su correspondiente nominación al Razzie. También me gustaría resaltar, como risión, algunas frases, diálogos y sentencias del guion escrito por John Hodge en colaboración con el autor de la novela, Garland.
Sin embargo, son precisamente estos excesos y desbarres los que la hacen engrosar las filas de la ambigua lista de pelis “malas pero divertidas” del cine mainstream. Y además, está entretenida, entretenida de cojones.
Por lo demás, “La playa” cuenta con anécdotas como la de que Danny Boyle despidió a Ewan McGregor porque se incrementaría el dinero para la producción si fichaba a DiCaprio y el personaje principal pasaba a ser norteamericano —lo que llevó a McGreggor a cabrearse mucho y mandar a tomar por culo al que fue su descubridor—, o que el gobierno de Tailandia continúa a hostias a día de hoy con la producción (de Fox) porque llegaron con sus equipos de filmación, construyeron sus decorados, y destruyeron parte de la flora de la zona, la playa de Ko Phi Phi, podando árboles que no se podían podar, destruyendo zonas paisajísticas y dejándolo todo lleno de mierda. Al mismo tiempo, la película era prohibida en el país donde fue rodada porque la imagen que da la misma de Tailandia, no la deja en buen lugar… salvo si quieres probar drogas, dormir entre cucarachas y beber sangre de serpiente.
Se le puede echar un vistacillo, y luego otro… pasados 24 años.
Si gustan, aquí disponen de los fotocromos.

sábado, 3 de agosto de 2024

GARDEN OF THE DEAD

Una panda de reclusos aprovechan su curro, trasladando bidones de una versión experimental de formaldehido, para esnifarlo apasionadamente hasta quedarse ciegos. Una noche huyen y son abatidos a disparos por los guardias. El producto químico en cuestión hará que se levanten de sus tumbas e inviertan tiempo y esfuerzo en matar a todo bicho viviente con el que se crucen, especialmente aquellos que les llenaron de plomo.
John Hayes llevaba ya una década nadando entre productos de pura naturaleza "exploitativa" cuando, en 1972, se vio obligado a rodar en tan solo diez días el relleno de una sesión doble encabezada por otra de su paternidad, y medianamente popular, "La tumba del vampiro". De ahí, pues, que "Garden of the dead" dure únicamente unos maravillosos 58 minutos. La conocía por los llamativos carteles y el look nada desdeñable de sus curiosos zombies, unos que hablan, corren, razonan y son tan yonkis -del formaldehído- como fotofóbicos, pero jamás había logrado verla ya que no tuvo distribución en las Españas. Así pues, por una vez, demos las gracias al interminable y apestufante catálogo de ciertas plataformas de streaming con el mismo criterio selectivo que un invidente en el supermercado.
Setentera hasta las trancas, "Garden of the dead", no obstante, se muestra cero generosa en lo referente a violencia (todo muy estándar) y sexyismo. Dada la naturaleza de la trama, únicamente hay una señora en el reparto, de muy buen ver, eso sí. Es la novia de un prisionero de noble corazón y, llegado el momento, la usarán como cebo para atraer a unos zombies ansiosos por ventilársela.
"Garden of the dead" no tiene problema en saltarse algunos tropos y clichés, como cargarse al medianamente malvado alcaide a mitad de peli, y del modo más tonto y poco llamativo, justo cuando uno estaba ya convenciéndose de que su presencia iba a traer más cola. Agradezco estos detalles, ciertamente.
Del reparto solo reconocí las facciones de Carmen Filpi, actor todoterreno que puedes ver en la más dispar gama de títulos imaginables. Acabó convertido en fetiche de Tim Burton, dando vida al administrativo aplastado por un camión de "Bitelchús" o a un travelo viejo en "Ed Wood". Otro de sus roles más destacados lo hizo para Mel Brooks en "Que asco de vida", era aquel vagabundo al que llamaban "Once".
En cuanto a John Hayes, seguiría imparable pariendo subproductos olvidables, de entre los que destacaría uno tan recurrente en nuestros añorados videoclubes como "El último día del mundo", con Christopher Lee, o un capítulo de la legendaria -y algo sobrevalorada- serie "Tales from the Darkside".
Si te pilla un día tonto, sin mucho que hacer, ni ganas de levantarte del sillón, "Garden of the dead" puede valer como mata-ratos.