Pasada la resaca post-salonera, voy poniendo poco a poco mi vida al día.
Este ha sido un Saló bien raro, por un lado, en los años que llevo yendo, ha sido el primero en el que apenas he tenido tiempo para verme con nadie y poder comer o tomar unas cañas con tranquilidad, todo ha ido apresuradamente por el tema de las firmas y las entrevistas, una pena porque me quedé con ganas de poder hablar con más calma con un montón de gente que hacía tiempo que no veía, e incluso con gente a la que tengo la suerte de ver más o menos a menudo, como son mis compañeros de
Polaqia, entre otros, supongo que será síntoma de que ya no soy el chaval de ventitantos que en 2005 acudió por vez primera al evento barcelonés con la carpeta debajo del brazo, y eso, creo, es bueno.
Pero en cambio, aunque sea fugazmente, si que han ocurrido cosas estos días pasados en Barcelona que llevarse bien agarradas al recuerdo; como que viniera
Scott McCloud a pedirme que le dedicara un ejemplar de "La tetería del Oso Malayo", o charlar de nuevo -aunque fuera brevemente- con ese gigante humano y artístico que responde al nombre de
Pasqual Ferry.
Y charlar sobre lo divino y lo humano con
Luis Bustos, otro grande y una de las personas con las que más tiempo compartí este Saló.
También supuso un verdadero oasis entre el ataque a lo George A. Romero de otakus el poder escaparme del Saló para una entrevista para el Manglar y una sesión de fotos con
Valentín Vañó y
Xoán Marín (ole y ole su "Olimpita"), respectivamente aunque a la vez, a los que no conocía y me resultaron unos tipos fantásticos, excelentes conversadores, gente con la que da gusto compartir un café y hablar de tebeos, de la vida.
Y volverme a topar con
Joaquin Reyes tras los Goya y esta vez estando yo sin ninguna sustancia etílica circulando por mi organismo propició una amena conversación que me alegró la tarde del viernes más que si me hubiera llevado un premio esa noche.
También fue un momento realmente emocionante cuando me descubrí en los agradecimientos del nuevo tebeo de
Sagar Forniés y
Andreu Martín que acaba de editar Astiberri: "Dimas" -por cierto; lectura indispensable- cosas pequeñas y hermosas como esa hacen que sientas que no solo somos autores, sino también personas, y que los brindis a la luna, las noches de confesiones etílicas, las cenas y las charlas sobre westerns y supervillanos siguen siendo mucho más importantes que hacer tebeos.
Conocí tambien en las firmas de la FNAC a
Jordi Pastor (Que acaba de sacar un tebeo muy chulo llamado "Vaquero") y a
Barbucci, el dibujante de Sky Doll, y ambos me parecieron gente majísima.
Fué tambien el Saló en el que más licor café circuló; dos botellas que me traje yo, las que tenía
Sanmi en el stand gallego -que no sé cuantas serían pero nunca se acababan- y hasta para mi sorpresa Sagar se trajo una el domingo por la tarde a las firmas de Astiberri.
Y mucha más gente fabulosa que por tiempo no puedo ponerme ahora a enumerar, unos ya viejos conocidos y compañeros de fatigas, otros nuevos.
Al final no pude traerme para casa en la maleta el premio al mejor dibujo por "
Cuaderno de Tormentas", pero la verdad es que desde un comienzo no contaba con ello, en cambio las entrevistas con los editores extranjeros han ido de fábula y aguardo en breve poder contar algo al respecto -por el momento no quiero ni imaginarme nada- y eso sí es un premio de los gordos,
y he cerrado un par de acuerdos para mis próximos libros en España, con lo cual queda cuerda para rato.
En fin, el Saló más cansado de los que he tenido hasta la fecha, pero uno de los más productivos y emocionantes.
Y si, ver mi cartel en grande y por todas partes casi me arrancó una lagrimilla de emoción.
Y esta foto que acaba de enviarme
Guibo ilustra perfectamente como ha sido de trepidante para servidor el Saló de este año; un no parar!!
Seguimos trabajando, muchas gracias a todos.