Vuelvo a mi blog tras más de un año de silencio virtual, debido en gran parte a mi participación en un blog de fútbol ( http://www.estaestugrada.com/ ), y en mi regreso quiero presentaros mi primera colaboración musical y literaria con Juan Jesús Lupiáñez (alias John O' Perdono). Aquí está el enlace para poner la música con el texto (copiar y abrir en una pestaña nueva, la música empezará automáticamente), y si hubiera problemas, hay otro al final del texto en sí.
https://soundcloud.com/johnoperdono/el-despertar
El despertar
Amanece en el dojo y como cada mañana, Takeshi Mushasi se
arrodilla en el suelo y reza antes de emprender su andanza. Es un samurái desde
que alcanzó la edad para empuñar una espada y servir a su clan. El rezo a sus
ancestros, es uno de los rituales que realiza al despuntar el alba y una vez
finalizado éste y atada su katana al cinto, sale al exterior del dojo para
dirigirse a los campos de cultivo. Pasea de un lado a otro respirando el aroma
de la tierra, disfrutando de las primeras luces del día. Ha tenido la suerte de
nacer en un lugar que ama y en el cual no tiene necesidad de muchos lujos.
Prosigue hacia el bosque y con su katana en mano, comienza a practicar con ella
cortando cada ráfaga de aire. El samurái es un servidor y un guerrero que
antepone su vida individual al bienestar de una comunidad. Está dispuesto a
vivir cada día como el último, porque cuando llegue su hora, estará preparado
para dejar este mundo y seguir luchando en el siguiente.
Tras varias horas de práctica con
la katana, se refresca en la cascada que hay al final del bosque. Vuelve al
pueblo y se une al grupo de meditación. Todos comparten su bushido, todos
conocen su deber, su cometido, y ninguna edad difiere para ello. Su filosofía
es que no hay más guerrero que el que se sacrifica con una vida de servidumbre,
con el honor y la lealtad como estandartes. Al acabar de meditar, vuelve al
dojo, coge su arco y sus flechas y camina hacia el bosque, a practicar varias
horas más. El día no ha llegado a la mitad, pero Takeshi ya se prepara para la
batalla que tendrá lugar al día siguiente. Se acuesta, pensando en lo que le
espera, en el terreno en el que yacerán sin diferencia amigos y enemigos, en el
aire húmedo que les acompañará durante la contienda… y se abandona al sueño.
Al día siguiente, embutido en su
verde coraza, cabalga hacia la batalla, una más, en la defenderá su honor y el
de su clan. Varios centenares de guerreros parten de la aldea samurái, y
ninguno de ellos tiene la certeza de que regresará. Él empuña su katana y se
acerca raudo al lugar donde esperan sus oponentes. Es un samurái, y como tal,
no teme a la muerte, sino al deshonor de no morir luchando. Ha desmontado veloz
de su caballo y comienza a cruzar su katana contra las de los adversarios que
le salen al paso. Los demás samuráis de su clan se encuentran también
combatiendo a su lado, y el aire no tarda mucho en impregnarse de sangre, casi sin que ésta se vea afectada por las fuerzas terrestres, y parezca flotante sobre los hombres que girtan, mezclada con el sonido metálico de las katanas que chocan entre sí. El frenesí del
guerrero hace exprimir al máximo cada fracción de segundo, cada uno de los
sentidos, y hace nublar todo atisbo de miedo combatiendo con el doble de
valentía, ya que el único miedo es el de morir mostrando cobardía.
Las flechas vuelan por el cielo,
con distintos destinos, silbando los oídos de los guerreros en la escaramuza. Takeshi
nota fatigados los brazos, pesadas las piernas, y sabe que un despiste pueda
causarle la muerte. Su coraza, está manchada de la sangre de sus contrarios,
samuráis al igual que él, sin miedo a morir por servir a su ideal, y es lo que
hace que admire a su rival por encima de otros sentimientos. Ve a compañeros
caídos, y a otros en pie que continúan luchando. Las flechas siguen tiñendo el
día de ráfagas oscuras a su paso, resonando en los oídos de los contendientes.
Cada vez hay más muertos y más heridos que tratan de mantenerse en pie. El
terreno sobre el que luchan, de verde césped al inicio de la batalla, se
muestra ahora tiznado de rojo sangre. Takeshi se nota muy cansado debido a las
heridas sufridas y al combate, ganando velocidad hacia la muerte. Trata de
recordar el día anterior y la calma que experimentaba, la unión de su yo físico
y el espiritual, y recobra parte de su vitalidad.
Los enemigos empiezan a menguar y
retroceder, viéndose superados en número por sus rivales. Takeshi corre a
buscar su caballo y se arma con su arco y las flechas que se encuentra en la
montura. Dispara a sus iguales en retirada junto a los arqueros de su clan,
obligándoles a huir a los bosques por los que llegaron. La batalla ha
terminado. Muchos son los que cayeron abatidos, y los que quedaron no pueden
hacer más que enterrarlos allí mismo, hincarse de rodillas sobre el terreno, y
honrar a sus hermanos con un rezo por que sus almas inmortales alcancen la
iluminación en su forma etérea. No hay motivo alguno para celebraciones, por lo
que los samuráis ya preparan sus equipos y monturas para volver a casa cuanto
antes.
Los que sobrevivieron regresan al pueblo, y Takeshi se
dirige al dojo. Muy pocos regresaron de la carnicería. La vida del guerrero es
así, nunca se sabe qué día será el último, ni de qué forma llegarán los últimos
instantes. Lo único que Takeshi entiende, es que la continua lucha le ayuda… en
su despertar.
Texto original: José Carlos García
Música y efectos: Juan Jesús Lupiáñez
Edición del texto: José Carlos García y Juan Jesús Lupiáñez
http://www.hispasonic.com/musica/jota-lupianez-despertar/99879
Texto original: José Carlos García
Música y efectos: Juan Jesús Lupiáñez
Edición del texto: José Carlos García y Juan Jesús Lupiáñez
http://www.hispasonic.com/musica/jota-lupianez-despertar/99879