sábado, 21 de septiembre de 2024

Leyenda de la Princesa de las Nubes.

Nacido en buena familia, Daye era un niño guapo y muy inteligente. Cuando tenía diecisiete años se convirtió en el joven más solicitado de su pueblo. Venían los casamenteros casi todos los días para recomendarle chicas guapas de buena familia. Pero sus padres los rechazaron tajantemente, porque el padre de Daye había tenido un sueño, en el que un viejo inmortal le anunció que su hijo tenía que casarse con la Princesa de las Nubes. Pasaron dos años, al ver que no venía la anunciada novia de su hijo, los padres se ponían cada vez más nerviosos, porque ningún casamentero volvió a pisar su casa. Se arrepintieron de no haber escogido una chica de buena familia para su hijo.

Un día, cuando Daye estaba leyendo en su estudio, súbitamente una agradable fragancia le llamó la atención. Levantó la cabeza y vio a una joven bellísima entrando por su puerta. Varias criadas vestidas con fina seda y de buen porte le seguían el paso. Enseguida, su estudio se perfumó de un aroma embriagador y se iluminó con la extraordinaria presencia femenina.

El joven quedó totalmente sorprendido de la extraordinaria aparición de la bellísima y elegante dama en su casa. Se puso sonrojado y un poco cohibido, pero acertó a decir algo que podía encajar en esa situación:

—¡Dichosos ojos que ven la hermosura que ennoblece mi casa! La bella visitante sonrió dulcemente, tapándose los dientes de perlas con la larga manga de seda. En eso, una de las criadas dijo:

—La dama es la Princesa de las Nubes. Venimos de la Residencia Celestial.

Daye se quedó casi anonadado con la súbita aparición de la Princesa tan largamente esperada. Hechizado por la belleza de la lindísima mujer, se quedó en el acto enamorado. Pero la emoción le robó las palabras. Por rubor, la joven tampoco encontraba de momento tema de conversación. Los dos se quedaron durante un buen rato, que se interrumpió afortunadamente con la intervención de una criada inteligente, quien puso entre los dos un tablero de damas chinas.

Nunca antes Daye había perdido una partida en el pueblo, pero hoy no podía ganar de ninguna manera a la Princesa de las Nubes. Antes de despedirse, la bella mujer le dejó mil monedas de oro para que construyera una casa, y quedaron en verse cuando estuviese concluida la obra. La Princesa se fue, dejando en el joven enamorado una viva añoranza.

Antes de que pasaran dos meses, la nueva casa quedó construida y amueblada. Esa misma noche se presentó misteriosamente la princesa. El joven le pidió la mano, pero la princesa le dijo:

—Si nos casamos, podemos vivir juntos sólo seis años. En cambio, podemos ser amigos durante treinta años. Tienes que elegir.

—Vamos a casarnos primero dijo Daye—, luego veremos lo que se puede hacer después.

Esa misma noche se casaron. Vivieron seis años juntos impregnados de felicidad. Tuvieron un hijo y una hija. Parecía que iban a vivir toda la vida felices, hasta el punto que Daye perdió la noción del tiempo y olvidó la separación anunciada. Un buen día desapareció misteriosamente la Princesa de las Nubes. Daye se acordó repentinamente de que ese día se cumplía el sexto aniversario de su matrimonio y comprendió que toda opción inevitablemente comporta una renuncia.



Autor: Desconocido.


sábado, 14 de septiembre de 2024

La leyenda de Sakura

La leyenda de Sakura se inició en el antiguo Japón. Los señores feudales libraban batallas en las que morían muchos guerreros, llenando a todo el país de tristeza.

Sin embargo, había un hermoso bosque que la guerra no había podido alcanzar. Estaba lleno de árboles frondosos. En ese bosque había, sin embargo, un árbol que nunca florecía. Estaba lleno de vida pero en sus ramas nunca aparecían las flores.

A este particular árbol, los animales no se le acercaban por miedo. La hierba tampoco crecía a su alrededor. Según la leyenda, un hada de los bosques se conmovió al ver a aquel árbol que parecía viejo.

Una noche el hada apareció junto al árbol y con nobles palabras le hizo saber que quería verlo frondoso. Le hizo una propuesta. Ella, con su poder, haría un hechizo que duraría 20 años. Durante ese tiempo, el árbol podría sentir lo que siente el corazón humano.

Gracias al hechizo podría convertirse tanto en planta como en ser humano, indistintamente, cuando así lo deseara. Sin embargo, si al cabo de los 20 años no lograba recuperar su vitalidad y brillo, moriría inmediatamente.

El árbol probó quedarse un largo tiempo como hombre, para ver si las emociones humanas le ayudaban en su propósito de florecer. Sin embargo, a pesar de buscar a su alrededor, solo veía odio y guerra. Entonces, prefería ser árbol.

El tiempo pasó, el árbol seguía como siempre y no encontraba entre los humanos nada que lo librara de su estado. Sin embargo, una tarde que se convirtió en humano, caminó hasta un arroyo cristalino y allí vio a una hermosa joven. Era Sakura. Impresionado por su belleza, se acercó a ella.

Sakura fue muy amable con él. Para corresponderle, él le ayudó a cargar el agua hasta su casa, que quedaba cerca. Conversaron con tristeza del estado de guerra en el que se encontraba el Japón y con ilusión de sus sueños.

Cuando Sakura le preguntó su nombre, al árbol solo se le ocurrió decirle “Yohiro”, que significa “esperanza”. Se hicieron muy amigos. Todos los días se encontraban para conversar, para cantar y para leer poemas y libros de maravillosas historias.

Un día Yohiro le confesó su amor a Sakura. También le confesó quién era en realidad: un árbol atormentado, que ya pronto iba a morir porque no había logrado florecer. Sakura quedó muy impresionada y guardó silencio. El plazo de los 20 años estaba por cumplirse. Yohiro, que volvió a tomar la forma de árbol, se sentía más triste cada vez.

Una tarde, Sakura llegó a su lado. Lo abrazó y le dijo que ella lo amaba también. Entonces, el hada apareció de nuevo y le pidió a Sakura que eligiera si quería seguir siendo humana, o fundirse con Yohiro en forma de árbol.

Ella miró a su alrededor y recordó los campos desolados por la guerra. Eligió fundirse para siempre con Yohiro. Se convirtieron en uno solo. El árbol entonces, floreció.

La palabra Sakura significaba “Flor de cerezo”, pero el árbol no lo sabía. Desde entonces, el amor de ambos perfuma los campos del Japón.


Autor: Desconocido.



sábado, 7 de septiembre de 2024

El Sol y la Noche.

Hacia ya muchos años que el Sol besaba a la Montaña, con su resplandor la acariciaba de la cúspide a la falda, marrón, amarilla o negra en sus extensas laderas, ella siempre daba hijos verdes, ornamentales o de suaves frutos.

El Sol enamorado le trajo un día a Arco Iris y abrillanto el espacio infinito de azul, con jirones de nubes hizo un collar muy blanco que ella movió coqueta alrededor de su garganta de piedra, claro y diáfano duraba el día para siempre.

En cierta ocasión, Sol se vio obligado a separarse de Montaña, fue cuando descubrió en un acantilado una caverna cubierta de espesa vegetación  helechos gigantes, hiedras y enredaderas formaban una tupida puerta que ni el mas valiente rayo podía traspasar, Sol empezó a preocuparse, el era el centro del universo, no podía permitir que una simple cueva escapara de su luz, radiante y esplendoroso reunió toda la energía de su potente luz, primero envió Rayos Tibios de la Alborada, agilmente lucharon contra el Rocio y la Escarcha hasta evaporarlos en un débil rastro de humo gris, la cueva permaneció cerrada y sin luz.

Después llegaron raudos Rayos de Media Mañana, lucharon con todo su calor, pero no pudieron pasar de las enredaderas, finalmente descendieron Rayos de Pleno Mediodía, ardientes  y verticales, quemaron piedras y marchitaron hiedras, pero la cueva se mantuvo cerrada y sin luz. Sol, desaforado llamo a su hermano Viento, este rompió el collar de nubes de la hermosa Montaña, asi desato a Lluvia, agua precipitada que suelta y juguetona dio muchísimas vueltas antes de regresar a su mullida casa de algodón. Por horas, Viento y Lluvia azotaron a Montaña.

Quebraron cedros, robles, ébanos y caobos, sin contar limoncillos, aguacates y un manaclar sin dueño, los pinos destrozados cubrieron grandes zonas, pero la cueva permaneció cerrada y sin luz, cuando Viento y Lluvia se marcharon vencidos, hilos de plata descendieron incontenibles, Montaña lloraba sus arboles caídos. Tras el susurro de riachuelos, una mujer de sombras con piel hecha de sueños y pies trasparentes, con larga cabellera a modo de manto sobre su cuerpo desnudo, salio de la caverna, un grito agudo como de ave triunfante salio de su garganta, Calor, Lluvia y Viento había vencido, ¿ donde estaba ese Sol arrogante ?.

Sol regreso en ese mismo instante, clavo en la extraña sus pupilas de fuego, sin poder soportarlo, ella corrio a ocultarse, pero sus pies de agua se le enredaron entre las raices brotadas, un grito de dolor se escucho en el silencio y Viento lo bautizo como "Jupido"

Cubrio sus pies distintos con su enorme melena, perdida, elevo altiva su mirada de orgullo, desafiante clavo en el astro sus pupilas de abismo, valiente Sol enfrento aquella ira por el desconocida, pero lanzas de hielo penetraron en su cuerpo candentes y enigmas y misterios, preguntas sin respuestas hirieron brutalmente su cuerpo hecho de luz, fue en ese momento que escaparon unidos los colores de la vida, azul, rojo, amarillo...., dejaron el espacio a uno solo mas fuerte que creció incontenible amenazando a Sol, entonces Montaña se removió temblando desde la tierra llana retorciendo su cumbre, todos sus hijos verdes se estremecieron juntos y desencadenaron un poderoso alud, entre lluvia de piedras y sacrificio de arboles Sol se recupero.

Cegada para siempre, Ciguapa se tambaleaba, sus pies le negaban equilibrio, y ahora que no podía darle a nadie la espalda, si entraba o salia del refugio de piedra fue de vida o de muerte..., cayo precipitada y su larga melena brillante de betún iba cubriendo todo con su oscuro misterio, los arboles, las peñas, los ríos, valles, pueblos y riscos..., La Noche había nacido para oponerse al Sol.

Desde entonces, la claridad termina después de doce horas de cálido esplendor, el Sol besa a la Montaña, la rodea de Arcos Iris, de un infinito azul, después se va prudente dando paso a la Noche que oscura y silenciosa hace brillar Estrellas en su enorme melena de apagado carbón....

A veces, en Luna Llena, Montaña se apiada de Noche Serena, la deja entrar con la tristeza prendida en su melena...., dicen que va derecha hasta el charco de plata que hay en su antigua cueva y con polvo de estrellas se lava los pies.


Autor: Desconocido.


sábado, 31 de agosto de 2024

Nosotros teníamos lideres, no gobernantes...

Mi Pueblo reconocía lo que era un Jefe. La gente lo seguía porque era magnífico. Él nunca ganó unas elecciones ni fué nombrado por ningún gobierno. No es así como llegas a ser Jefe. Era un honor que te ganabas. Y lo ganabas porque durante años habías buscado el Silencio y el Espíritu.

Hay Jefes y hay gobernantes. En el Pueblo Tierra estábamos acostumbrados a los Jefes. Cuando dirigían bien, nos quedábamos con ellos. Dirigir era para nosotros no alejarse del Corazón, y seguir los dictados de la Naturaleza.

El sistema de las civilizaciones modernas convierte a las personas en gobernantes por ley, aún cuando no sean líderes. ¿Cómo puede un calendario decirnos cuánto tiempo es Jefe una persona? Eso es absurdo. Un Jefe es un líder mientras la gente crea en él, y mientras sea la mejor persona para guiarnos.

Un líder es quién ha conquistado el Silencio Espiritual. Y la gente al ver que tus actos son movidos por el Amor al Espíritu, te sigue. Tú sólo puedes ser Jefe mientras la gente te siga.

En el pasado, cuando necesitábamos un curandero que nos guiara, él se convertía en nuestro líder. O quizás necesitábamos un pensador profundo. El guerrero sabía cuándo terminaba su tiempo, y no pretendía ser nuestro líder más allá del tiempo que era necesitado. Se sentía orgulloso de servir a su gente, y sabía cuándo era el momento de hacerse a un lado. Él no podía hacerse líder excepto guiando a la gente de la manera como la gente quería ser guiada. La manera del Corazón. Por eso sabíamos ver el que era un líder. La gente lo necesitaba, y la gente lo seguía. Era inteligente. Y entendía lo que el hombre moderno tramaba.

La gente vio que él no podía ser engañado por los hombres que no soportaban reconocer sus verdades, así que lo seguían. Por eso, los que hoy dominan las civilizaciones modernas odian y detestan tanto a los ancestros más sabios. Porque Ellos eran verdaderos líderes y la gente los escuchaban, y Ellos no escuchaban a lo que el mundo de hoy les llaman gobernantes. Él líder siempre escuchaba las necesidades del Pueblo.

Un Jefe es aquél que piensa en su Pueblo antes que en él. Es preocuparse de la gente y ver que no le falte nada. Es el que toma decisiones con la Mente en su Pueblo, su Cuerpo en contacto con la Tierra y su Corazón en el Cielo.

Nosotros teníamos líderes, no gobernantes. El Jefe era el que buscaba el abrazo de las praderas, por que sabía que abrazar la Tierra era abrazar a su Pueblo.


Lakota.


sábado, 24 de agosto de 2024

Canción Eterna.

Hace mucho mucho tiempo, en un lugar muy lejano, en el bosque de Ankel, vivía una pequeña hada…

Su belleza era inigualable, sus ojos de color verde, tan profundos, que te quedabas pasmado en su mirada, su pelo era largo y oscuro como la noche y una piel más blanca que la nieve. Era el ser más hermoso que se podía ver sobre la tierra. Esta hada se llamaba Insel y vivía sola, pues tiempo atrás se alejó de su hogar y nunca más pudo regresar.

Lo que más le alegraba a nuestra pequeña hada era ver a un elfo sentado en la roca, cerca del arroyo, tocando un instrumento que ella jamás había visto, pero que hacía un hermoso y suave sonido. Cada anochecer el hada se sentaba cerca de las rosas  y esperaba que llegara aquel hermoso joven. Pero  pasaban los días y el elfo no se volvió a aparecer, pero el hada no perdía la esperanza de volverlo a ver y emprendió un viaje para buscarlo.

Una noche de viento lo encontró tirado cerca de un arroyo congelado. El hada presurosa se acercó a aquella persona que le había robado su corazón y, viendo que la noche se hacía mas fría, busco refugió para poder tratar de salvarlo.

Pasaron unos días y aquel joven no despertaba. En ese tiempo el hada no se separó de él ni un segundo. Quería saber su nombre, quería tenerlo con ella…

Una mañana, Insel se había quedado dormida sobre su pecho. Al despertar vio que aquella belleza empezaba a abrir sus ojos.

-Son mas hermosos de lo que pensé- murmuró el hada.

-¿Quién eres? ¿Dónde estoy?- preguntaba el elfo con desesperación.

-Calma,calma, que no te haré daño- contestó el hada con una hermosa voz-.

Me llamo Insel, noches han pasado ya, nunca me has visto, eso lo sé, pero siempre he querido saber cuál es tu nombre.

-Ziran, pero, ¿cómo que has esperado para saber mi nombre? ¿Dónde me has visto? -preguntó aquel elfo.

-Te veía cada noche tocar, sentado a la orilla del arroyo, en una gran roca. Pero jamás tuve el valor de poder acercarme a ti.

Ziran solo veía aquellos grandes ojos y quedó perplejo ante tanta belleza.


-Dime, ¿Cómo te llamas, pequeña haa?

Ella, con una sonrisa, suavemente contestó:

-Insel.

Ziran,al recuperar sus fuerzas, se levantó y quiso volver a su hogar. Durante el camino aquellas criaturas hablaron sobre sus vidas.

-Dime, Insel, ¿Cómo has llegado a vivir sola, si las hadas viven juntas?

Ella le contestó que, de pequeña, un horrible incendio había atacado su hogar. Ella voló lejos de ahí para poder salvar su vida, pero cuando quiso volver ya no puedo, puesto que todas las hadas de ese lugar habían desaparecido. Ella, con una sonrisa en su rostro y los ojos llorosos,le preguntó:

-Y tú, ¿tienes hogar?

Él,con voz triste, le contestó que el jamás había tenido un hogar, que siempre había vivido solo. Como con un susurro le contestó:

-¡De qué sirve tener un hogar si nunca te pondrán atención…!

Estaban llegando al arroyo cuando ella le dijo que siempre había querido estar con él, desde la primera vez que lo vio y se enamoró. Ziran le contestó que él jamás podría estar junto a ella. Llevaba una vida muy pesada y solitaria, ella no podría soportarlo, pero le prometió que cada noche vendría y tocaría para ella la canción que él jamás terminó, para que así supiera que siempre estaría con ella.

 Con el corazón destrozado y los ojos llorosos, aquella pequeña hada se marchó y nunca más regresó. Pero dicen que cada noche, en aquella roca,se oye la hermosa melodía del hada entristecida.


Autor: Carolina Aydé.


sábado, 17 de agosto de 2024

La Rosa Blanca.

En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de la nada una rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes. Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era. Por ello pasó los pocos días que fue flor hasta que empezó a marchitarse sin saber que a su alrededor todos estaban pendientes de ella y de su perfección, su perfume, la suavidad de sus pétalos, su armonía. No se daba cuenta de que todo el que la veía tenia elogios hacia ella. Las malas hierbas que la envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas por su aroma y elegancia.

Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando cuántas cosas bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto vio una rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.

–Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará mustia. La llevaré a casa y la pondré en aquel jarrón tan bonito que me regalaron.

Y así lo hizo. Con todo su amor puso la rosa marchita en agua, en un lindo jarrón de cristal de colores, y lo acercó a la ventana.- La dejaré aquí, pensó –porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma que jamás había llegado a conocer.

-¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!! Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan ciega?

La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad. Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tu alrededor y mira siempre en tu corazón.


Autor: Rosa María Roé


sábado, 10 de agosto de 2024

Maria y Manuel.

Maria es una joven muy guapa, todos los días tiene la costumbre de salir a pasear por el campo ya que al vivir en un pueblo se lo podía permitir, le acompañaba su fiel amigo Pincho, un perro que no se sabia que raza era pero que un día apareció en la puerta de su casa y desde entonces no se separaba de Maria para nada, le decían Pincho por que parecía que se ponía gomina y llevaba el pelo de punta:)

Cada tarde Maria y Pincho se iban a un pequeño bosque de pinos que estaba en una loma cercana a su casa, al llegar se sentaba entre los pinos, Pincho encima de sus piernas y se dejaban llevar contemplando la puesta de Sol, así siempre no faltando nunca a su cita. Maria se dio cuenta un día que tenían compañía, que no estaban solos contemplando la belleza de la puesta de Sol, era Manuel al que conocía desde niña, pero al ser tímida nunca se atrevió a decirle nada, poco a poco el le iba diciendo cosas para romper esa timidez, con el paso de los días ese camino ya no lo hacían solo Maria y Pincho sino que les acompañaba Manuel, ella cada vez mas feliz lo mismo que el, pasado un tiempo prudencial se hicieron novios.

Llego el día de la boda, mas felices no podían ser los dos, se casaron y en sus vidas no faltaba el cariño y amor que mutuamente se profesaban, seguían con su paseo de todos los días para contemplar la belleza de la puesta de Sol, llegaron los hijos colmando mas aun su felicidad, dos niños primero para deleite de Manuel, después llego la niña deseada de Maria, mas dos niños después, cinco hijos, cinco joyas para colmarles en su inmensa felicidad.

Fue pasando el tiempo y en esa casa quitado de algún contratiempo como es lógico seguían siendo muy felices, Pincho mas viejecito seguía aun con ellos haciendo las delicias de los niños.

Pero esa felicidad se trunco cuando Maria cayo enferma, pasaba el tiempo y no se recuperaba, nadie sabia lo que tenia hasta que un día se durmió para siempre, Manuel y los niños no tenían consuelo alguno al pensar en Maria.

Manuel se fue hundiendo poco a poco en una inmensa tristeza, ni siquiera el cariño de sus hijos conseguían consolarle, como una vela se fue consumiendo su vida, habían pasado tres meses desde la marcha de Maria cuando Manuel se reunió con ella en el reino de la felicidad, dijeron los médicos que murió de tristeza.

Los niños no quedaron solos ya que fueron acogidos por el resto de la familia.


Pili F. ( Ete escrito es de los pocos que he puesto que es mio )