jueves, 2 de agosto de 2012

HELADO DE GIN TONIC


A mí me gusta el pipiripipipiiiii de la botá empiná parapapapaaaaa! Una receta sólo para adultos... ¡está taaaaaan rico!

Esta receta combina dos cosas que me encantan, la ginebra y los helados. 
Busqué por la red algún helado de gin tonic que me convenciese, pero o eran sorbetes o demasiado complicados para los helados que suelo hacer yo,  así que improvisé sobre la marcha y salió este helado, muy rico y perfecto como postre en verano.

Siempre hago helados muy sencillos, que simplemente sea mezclar sus ingredientes y verter en la heladera, así que con este tampoco quise complicarme.

Ingredientes:
- 40 ml de ginebra
- 250 ml de tónica
- 100 g de azúcar glas
- 20 g de azúcar invertido
- 100 g de créme fraiche (también vale nata para montar)
- 3 cubitos de hielo

- piel de lima finamente cortada





Supongo que a los que no soláis hacer helados en casa, os llamará la atención un ingrediente: el azúcar invertido. Es muy sencillo de hacer y se utiliza para que no se formen cristales de hielo en nuestro helado. Por supuesto no es imprescindible para hacer helado, pero sí aconsejable.

Sólo necesitaremos agua, azúcar, y de los sobres gasificantes de mercadona el blanco, el de ácido tartárico. Yo lo hice según las recetas de Sara, experta heladera.

Pondremos en un cazo 1 kg de azúcar, 400 ml de agua y un sobre de 2 gramos de ácido tartárico. Lo mezclamos bien y lo llevamos al fuego, hasta que comience a hervir.
Se habrá formado un almíbar de densidad media.
Apagamos el fuego, y dejamos enfriar. Lo guardamos en botes de cristal para conservarlo, dura hasta un año. (Como sale bastante cantidad, os recomiendo hacer sólo media receta, os durará para un montón de helados).

El azúcar invertido también se utiliza para bollería, sustituyendo un 20% del azúcar normal por invertido. Hace que las masas leven mejor y además se conserven óptimas durante más tiempo.


Yo hice esta cantidad de helado porque era sólo para mi, pero podéis hacer el doble tranquilamente.
En un bol  ponemos los 40 ml de ginebra, los 250 de tónica y los dos azúcares.

Os recomiendo utilizar una ginebra de calidad, cuanto mejor sea la ginebra mejor sabrá el helado... y sobre todo, ¡no sabrá a colonia! Que a veces yo estoy segura de que le ponen nenuco a las copas en vez de ginebra.

Removemos bien, para que se disuelva por completo el azúcar glas y la tónica pierda el gas.

Añadimos la créme fraiche o la nata para montar, y mezclamos bien. Yo tenía un poco de miedo en este paso, no sé por qué me daba la impresión de que se iba a cortar, pero no, se mezcló estupendamente.
Si probamos este preparado nos darán ganas de pasar del helado y directamente bebérnoslo, pero no, hemos de ser fuertes, compañeros. Merecerá la pena.

Añadimos unos cubitos de hielo para rebajar y enfriar la mezcla, y removemos hasta que se disuelvan completamente.
Vertemos enseguida en la heladera, y lo dejamos hasta que esté a nuestro gusto.
Cuando esté listo, añadimos corteza de lima o limón rallada o picada, le da un punto muy interesante.
Es importante hacerlo al final, ya que si lo hacemos al principio se pegará a las paredes de la heladera, y la pala chocará en cada pasada contra los trocitos de piel (lo mismo para las nueces, pepitas de chocolate, ....)

Pasamos nuestro helado a un recipiente con tapa y lo guardamos en el congelador hasta que vayamos a disfrutarlo.

Por supuesto podemos hacerlo sin heladera: una vez tengamos la mezlca lista, la metemos en el congelador en un recipiente con tapa y removemos cada 30-40 minutos hasta que esté totalmente congelado.


Si le tuviese que poner alguna pega a este helado, sería que está demasiado bueno: super refrescante, con el toque cítrico de la lima, de textura intermedia entre helado y sorbete... ¡perfecto!

Tengo que darle las gracias por los conitos a Patt, que en cuanto le comenté que tenía ganas de conseguirlos para hacer cupcakes con forma de helado, me mandó una caja. Patt, tengo ganas de la kitchen aid... XD

Animaos a probarlo, os aseguro que no hay nada como llegar a casa y ponernos una bolita de helado de gin tonic...¡parece que estamos de vacaciones y todo, el verano "trabajador" se lleva mucho mejor!
Después de esta rima tan elaborada, no puedo poner nada más. Acabo en lo más alto.

martes, 10 de julio de 2012

VASITOS DE QUESO, CHOCOLATE BLANCO Y FRAMBUESAS


¡Frambuesas de cosecha propia! Agricultora López, vais a tener que llamarme a partir de ahora!
Ya sé, ya sé, no es que tenga mucho mérito cultivar frambuesas, que se cuidan ellas solas... pero entendedme, son mis niñas y me hacía mucha ilusión enseñároslas.
Estas fueron las primeras cogidas este año, a ver si hay suerte y los lindos pajaritos me dejan disfrutar de las que quedan.

Estuve dudando qué hacer con ellas, y al final opté por un clásico que nunca falla: la tarta de queso. Siempre queda bien, aguanta perfectamente el paso de los días, facilísima de hacer y además bonita... no se le puede pedir más!
Como iba a hacer poca cantidad, decidí ponerla en estos vasos de chato, que le dan un toque muy chic a los postres y tienen el tamaño perfecto.

Esta vez por cambiarla un poco le puse chocolate blanco a la crema de queso, y nos gustó mucho como quedó... combina genial con las frambuesas. Eso sí, no utilicé ni un gramo de azúcar, para compensar.


Y sé que os van a encantar esos corazones de chocolate tan bonitos. Tengo que agradecérselos a mi amiga Patt, de cocinando para lola (y ahora también para julia, no nos olvidemos). Todo lo que diga  de ella se queda corto, desde el principio hubo muy buena conexión entre nosotras, y con el paso de los años se ha convertido en mi "amada patricia".
La mayoría ya conoceréis su blog, pero a los que no tenéis el placer os invito a entrar en su cocina... os quedaréis para siempre.

Como vive en un paraíso guiri, me envía a menudo un montón de cosas extrañas que a veces incluso tengo que buscar en internete qué son. El día que llega un paquete suyo es como si viniesen los reyes... ¡sorpresa tras sorpresa! ¡Qué nervios!
Y en uno de esos paquetes venía un transfer con este dibujo tan chulo... estaba deseando usarlo, y creo que en este postre ha sido todo un acierto.

Nos encanta visitar blogs y páginas web a la vez, comentando las recetas... y creándonos nuevas necesidades vitales. Que si la pani, que si la heladera, ahora quiero una bandeja para no sé qué, luego unas plantillas... menos mal que la visa no acompaña a nuestros pensamientos, y se queda casi todo en una "fantasía teléfonica".

En fin, ¡al lío!

Ingredientes:
Para la base
- 8 galletas digestive
- 50 g de mantequilla

Para la crema de queso:
- 150 ml de nata para montar
- 100 g de chocolate blanco
- 150 g de queso crema
- 3 hojas de gelatina neutra
- unas frambuesas

Para la cobertura:
- frambuesas
- gelatina de frambuesa

Para decorar:
- transfer de azúcar
- chocolate blanco


Con estas cantidades que os pongo me salieron estos 4 vasitos de las fotos.

La receta es muy parecida a la que suelo hacer (aquí tenéis la receta original), pero cambié el azúcar por chocolate blanco, que me encanta.

Por supuesto se puede hacer más cantidad, o hacer una tarta normal. Estas recetas que no llevan horno pueden variarse de cantidad y forma sin temor, siempre quedan bien.

Empezaremos haciendo la base de galletas.

Lo primero será triturarlas. Yo si es mucha cantidad lo hago a máquina, con una picadora, pero como esta era tan poca cantidad, lo hice a mano, que da mucho menos trabajo que luego lavar la picadora.
Las metí en una bolsa de plástico de congelar, y puse la bolsa entre un paño de cocina doblado en dos. Luego unos golpes y unas pasadillas de rodillo, y quedan hechas polvo... ¡literalmente!
Lo del paño está muy bien, porque evita que se pique la bolsa, y así no manchamos ni desperdiciamos nada de nada.

Fundimos la mantequilla sin que llege a hervir, y la mezclamos con el polvo de galletas.
Dependiendo de lo grasas que sean las galletas necesitarán más o menos mantequilla, os recomiendo ir tanteando hasta que veamos que al apretar un puñadito de mezcla mantiene la forma sin desmigarse.

Repartimos entre los vasitos, y aplastamos con una cuchara o directamente con la mano, si hacemos una tarta más grande.

Reservamos en la nevera, para que vaya endureciendo.


Lo siguiente será la crema de queso.

Ponemos a hidratar las hojas de gelatina en agua fría.

Mezclamos el chocolate blanco con la nata, y los calentamos hasta que el chocolate se funda. Podemos hacerlo en un cazo al fuego o en un recipiente apropiado al microondas, como prefiramos.

Cuando esté fundido, escurrimos la gelatina y la añadimos a esta mezcla caliente, removiendo hasta que se disuelva continuamente.

Como os decía al principio no le puse nada de azúcar. Para mi gusto así quedaron perfectos, pero si os gustan las cosas muy dulce podéis añadirle una cucharada o dos a la mezcla.

Reservamos hasta que haya enfriado hasta temperatura ambiente.

Cuando haya perdido el exceso de calor, añadimos el queso y mezlcamos bien con una batidora o unas varillas.

Llenamos los vasitos con esta mezcla hasta la mitad, ponemos 2 ó 3 frambuesas en el centro y cubrimos con el resto de crema.
Podríamos mezlcarlas antes, pero así quedan enteras y no tiñen la masa, sorpresa total hasta el último momento.

Guardamos en la nevera hasta que haya cuajado, si es una tarta tardará unas 4-5, pero estos vasitos en un par de horas ya estaban perfectos.


Para la cobertura podemos poner mermelada, sirope, fruta fresca, gelatina... lo que más nos guste.
Yo suelo ponerle mermelada o gelatina, cualquiera de las dos nos encanta.

Esta vez le puse unas frambuesas enteras y gelatina de frambuesa. Con medio paquete es suficiente.

Si le ponéis gelatina, os recomiendo esperar hasta que haya perdido el exceso de calor para ponerla sobre la tarta, para que quede bien transparente y sin trocitos de queso "navegando".


 La decoración de chocolate fue muy muy fácil de hacer.

Fundimos chocolate blanco y vertemos una capa fina sobre un transfer.  Cuando haya endurecido (yo lo tuve que meter en la nevera, porque aunque no hacía mucho calor no había manera de que volviese a ser sólido), cortamos con un cortapastas con la forma que más nos guste.
Lo levantamos con cuidado, y ... ¡sí, ha quedado perfecto!

Este es sólo para chocolate, vale también para masa de bizcocho, glasa,... vamos, que como sólo utilicé un trocido os cansaréis de verlo por aquí.


A mi me gusta dejar un día de reposo para este tipo de tartas, ganan en textura y en sabor.  Siempre en la nevera y bien protegidas, claro.

Por último como siempre las fotos del interior... no hace falta más para deciros lo buenos que estaban estos vasitos.
Y es que claro, acompañados con estas frambuesas recién cogidas...  ¡todo sabe bien! (sí, es amor de madre caníbal)

Como siempre, gracias por visitarme. ¡Animaos a probarla!

lunes, 25 de junio de 2012

CHARLOTA DE FRESA Y MORA

Whole Kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de Junio nos invita a preparar un clásico frances, Charlota.

Este es un postre ideal para esta época del año, en la que sólo apetecen cosas frescas y ligeras. Podemos adaptarla totalmente a nuestro gusto (fruta, chocolate, vainilla, café,...), y además está mejor con un par de días de reposo, así que todo son ventajas.

Es la primera vez que hago una charlota que no sea "falsa".
Antes había forrado alguna vez una tarta con bizcochos, pero siempre lo hacía una vez que la tarta estaba desmoldada.
Esta vez quise hacerla con el método clásico, colocando los bizcochos en el molde antes de verter el relleno, y la verdad es que da menos trabajo que hacerlo después y  queda perfecta al desmoldarla, los bizcochos se mantienen en su sitio y quedan perfectos.

Mi único temor era que si los empapaba se ablandasen demasiado, así que los puse sin remojar... ¡error! Los del borde quedaron bastante secos, así que para la próxima remojaré aún arriesgándome a que no queden tan enteros.

Por lo demás deciros que  está buenísima, se hace super rápido y además queda preciosa.


En principio iba a hacer un relleno parecido a esta bavarois de fresa al cava, que me encanta, pero a estas alturas ya es difícil encontrar fresas, así que tuve que cambiar de idea.

Decidí utilizar en vez de fruta fresca mermelada casera, había leído que este tipo de postres quedaban bien con ella y la verdad es que es muy cierto.
Era casera, de fresa y mora... ¡no podía fallar! Además tenía unas moras congeladas del año pasado, y como hay que ir haciendo sitio a las de este año, le puse algunas mezcladas entre el relleno e hice con el resto la capa de cobertura de mora.

Ingredientes:
- bizcochos de soletilla o bizcochos secos  para chocolate(como estos)
- almíbar para mojarlos

Para el relleno:
- 2 huevos L
- 3 cucharadas de azúcar
- 225 g de mermelada de buena calidad
- 200 ml de nata para montar
- 5 hojas de gelatina neutra
- una pizca de sal
- unas 20 moras enteras

Para la cobertura:
- 150 g de moras
- 60 g de azúcar
- unas gotas de zumo de limón
- 2 hojas de gelatina neutra


Empezaremos poniendo las 5 hojas de gelatina neutra del relleno en agua fría para que se hidraten.

Abrimos los huevos, que estarán a temperatura ambiente, y separamos las claras de las yemas.

Montamos las dos yemas con una cucharada de azúcar y reservamos.

En un bol grande montamos la nata (bien fría).
Añadimos la mermelada, mezclando con mucho cuidado,  y luego las yemas montadas. Yo esto lo hago con una espátula y movimientos suaves y constantes.
En un vaso calentamos medio dedo de agua, y añadimos la gelatina escurrida. Mezclamos con la mezcla de nata, otra vez con moviemientos muy suaves.
No pasa nada si la nata se baja un poco, ya que como luego añadiremos la gelatina quedará perfecta.

En un bol aparte montamos  las claras con dos cucharadas de azúcar y la pizca de sal, hasta formar un merengue firme.

Lo añadimos a la mezcla de nata, mezclando muy bien para que el corte sea homogéneo, sin motitas blancas.

Por último, unas moras enteras (se las puse congeladas directamente).

Si queremos que el color de la mezcla sea más vivo añadimos una gota de colorante en gel rosa o rojo (yo le puse sólo una gotita de rosa, aunque no hubiese hecho falta).

Reservamos en la nevera mientras empezamos el montaje de la tarta.


En cuanto hayamos terminado el relleno, colocaremos los bizcochos forrando un molde desmoldable (no hace falta poner la base)  o un aro de repostería.
Os recomiendo utilizar el aro, ya que así lo podréis adaptar al tamaño justo de los bizcochos, sin tener que cortar ninguno verticalmente ni que se solapen.

Yo utilicé bizcochos de esos secos para chocolate, aunque me hubiese gustado hacer soletillas en casa, que seguro que quedan mucho mejor.
Les corté la parte curva en uno de los lados, para hacer una base que asentase bien en el plato.
He visto en internet alguna foto de charlotas con los bizcochos enteros, pero supongo que se los pondrían después de desmoldar, ya que si no es imposible que se aguanten (creo).

Una vez tengamos todo el lateral cubierto de bizcochos (como os decía antes os recomiendo remojarlos un poco, al menos los laterales), cubrimos también el fondo.
Hay que tener un poco de paciencia para forrar el molde, ya que es normal que algunos se caigan al colocar otros cerca... pero creedme, ¡al final se consigue!

Vertemos sobre la base de bizcochos la mitad del relleno y alisamos.
Ponemos otra capa  de bizcochos  y el resto de la crema de relleno. Volvemos a alisar.

Como la mezcla es bastante espesa no se sale por los espacios entre los bizcochos, y queda genial.
Si la mezcla os queda muy líquida, debéis esperar un rato a que la gelatina empiece a hacer efecto, y verterla cuando su textura sea parecida a la de la nata montada.

Metemos en la nevera al menos 2 horas antes de ponerle la cobertura (si le ponemos, es totalmente opcional).


Para la cobertura podemos poner mermelada con un poco sin más o hacer alguna salsa de fruta y cuajarla con gelatina.
Como no tenía más mermelada,  puse en un cazo 150 gramos de moras, 60 de azúcar  y unas gotas de zumo de limón.

Dejé que cociesen lentamente, unos 10-15 minutos.

Pasado ese tiempo, añadi las 2 hojas de gelatina (previamente hidratada), y removí bien.

Aplasté las moras con un tenedor, que ya estaban muy blanditas, y lo pasé todo por un colador metálico, para retirar las pieles y las semillas.

Según va enfriando la salsa, va volviéndose cada vez más espesa. En cuanto veamos que está lo suficientemente densa como para no colarse por los huecos entre los bizcochos, la ponemos sobre la tarta y alisamos lo máximo posible con una espátula o la parte curva de una cuchara.

Volmemos a meter en la nevera, ya sólo nos queda esperar a que cuaje la cobertura para poder disfrutarla.

Una vez veamos que tanto el relleno como la cobertura están bien sólidos, podemos quitar el molde-aro con cuidado para no estropear los bizcochos.

Si queremos podemos decorarla con un lazo, aunque en realidad es eso, sólo una decoración, ya que los bizcochos se aguantan perfectamente sin nada.

A mi este tipo de tartas me gustan bien reposadas, lo ideal es un par de días... aunque sé que no todo el mundo será capaz de aguantarse!

Siempre que hago estas fotos con las cucharas me acuerdo de cuando a un niño pequeño le están dando la comida y le dicen: esta por papá, esta por mamá, esta por pocoyo... pues venga, hoy os la dedico: ¡esta por todos vosotros! Gracias por esta ahí.