Mostrando entradas con la etiqueta preguntas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta preguntas. Mostrar todas las entradas

sábado

Diego. Educar y aprender con 5 años

Uno cree que por tener hijos más mayores el tercero va a ser más sencillo de educar. Y que no te van a sorprender. Craso error. Diego, 5 años, es una pequeña cajita de sorpresas.
Ayer recibimos, a media mañana, la llamada telefónica de su profesor quien nos indicó que debíamos llevar el niño al médico porque tenía un problema: cada muy poquito tiempo necesitaba ir al baño. Pensamos en algo de frio, quizá una infección…

Al recogerle a la salida del colegio, por la tarde, el profesor ya tenía el diagnóstico: jeta. Una simple y gran cara dura: Como aún son pequeños, en clase los mandan al baño de dos en dos. Y Diego se las había apañado con su grupo de amigos, para:

1.- Ir escondiendo en el baño todos los juguetes (Gormitis, Bakugan, cromos…) que se llevaban de casa. Dónde, es aún un misterio.
2.- Lograr que los “cuatro magníficos”, amigos inseparables, coincidieran varias veces a lo largo de la mañana en el baño, donde se montaban una partidas increíbles. Sólo les faltaban las apuestas, pero creo que todo llegará.
3.- Evidentemente tomar a conciencia el pelo al profesor, que todo se lo creyó y estaba preocupado por la incontinencia del crio. Y no es bisoño, que acumula más de 30 años de experiencia.

Diego ha salido de la aventura, sin juguetes, sin poder coincidir con sus amigos como acompañantes, y sin poder ir al baño más allá de una vez cada mañana. Pero, al parecer, durante unos días se lo han pasado en grande los cuatro con sus partidas a escondidas en el baño. Con cinco años. Reconozco que me acojonan sus catorce.

¿La justificación que ha dado? Que se aburre en clase. Sus compañeros están comenzando a leer y escribir y él ya lo hace. Pero en casa no le hemos enseñado y en el cole nos juran que ellos han seguido el mismo ritmo con todos. Nos decía el profesor que cómo castigarle si es el que mejor lee y el que mejor escribe de su clase. ¿Y me lo pregunta a mí? Yo estudié económicas, oiga…

Y sus preguntas. Me dejan bloqueado porque no sé que se le tiene que contestar a un niño de cinco años ante ciertos temas, casi todos sexuales. Una explicación “técnica” no la entiende y otras veces, francamente, no sé qué contestar. Hace unos días, llegando al colegio, según aparcamos el coche, me espeta:

-¿Papá, por qué a veces la colita se me pone grande, dura y para arriba?

Menos mal que ya estábamos parados.
Lo primero que se me ocurrió logré, afortunadamente, callármelo, pues además de no ser entendido por el crio, creo que hubiese merecido la censura de la madre: cierto, no le puedes decir al niño “para cepillarte todo lo que se te ponga a tiro” ¿verdad? A ver, pensé, si le contesto con la utilidad real del fenómeno, me voy a meter en un charco impresionante, y no sé si será contraproducente, pues seguro que quiere experimentar rápidamente las nuevas posibilidades de juego que la explicación le puede abrir. Y aún no estoy por la labor, de verdad. Una respuesta fisiológicamente técnica no está aún al alcance de su comprensión.
De momento (cobarde…), una respuesta para salir del paso.

-Seguramente te pasa cuando tienes muchas ganas de hace pis…
-Sí papá, por las mañanas cuando tengo ganas de hacer pis. Y cuando me gusta algo…
-¡Venga niño, que llegamos tarde al colegio…!

Voy a empezar a preparar un Excel con preguntas y respuestas (consensuadas con su madre, claro). Se aceptan sugerencias…

miércoles

A veces te ponen en apuros

A lo largo de los años, con el crecimiento de mis hijos, he aprendido a ir contestando a sus preguntas y “por qués” de todo tipo y condición. Y a echar algún balón fuera… también he aprendido. Sin embargo hay veces que me siguen descolocando y me dejan en fuera de juego.

Desde hace unos días, el más pequeño, cinco años, va a eso que ahora se llama un “campamento urbano” y que no es más que un “aparcaniños” para cubrir las diferencias entre sus vacaciones y las de sus progenitores. Muy divertido eso sí. Pues bien, al ser el niño nuevo y no conocer a nadie en el campamento, yo le intentaba dar consejos, ya que es muy abierto pero inicialmente algo tímido, para conseguir que se socializara e integrara con el resto lo más rápidamente posible y pudiera pasárselo mejor.

Conversación en el coche de camino al “campamento”:

-Yo: “Pues cuando veas un niño con el que quieras jugar, te diriges a él, y le dices “Hola, yo me llamo Fulanito y tú? Y luego le preguntas si quiere jugar contigo”. En ese momento, y acordándome de la Bibiana y de lo políticamente correcto, agregué: “Niño, o niña, claro”

-Hijo: “¿Niña? Es que cuando hablo con una niña guapa se me ponen los carrillos colorados…”

(Caray. Tú haces un gran esfuerzo por contener la risa, y el coche, pues el niño está hablando totalmente en serio contigo y no puedes faltarle al respeto despiporrándote a carcajadas)

-Yo: “Es normal, hijo, no pasa nada. Tú háblale como a los niños y pregúntale si quiere jugar contigo…” (Como veis, las mujeres nos dan problemas por muy pequeños que seamos)

Y a continuación recordando mi papel de educador le digo:

-Yo: “Pero hijo, tienes que jugar con todos los niños y con las niñas aunque no sean guapas porque eso no es lo importante” (Aquí yo, inculcando valores positivos)


-Hijo: “¿Y qué es lo importante? A mí me gustan guapas…”
Y surge el problema. ¿Qué le digo? ¿Que lo importante es que sean inteligentes, con iniciativa, emprendedoras, educadas, buenas personas, trabajadoras, simpáticas, etc. etc.? Me va a mirar como si le hablara en chino. Intento adaptarme a la edad…

-Yo: “Lo importante es que sepan jugar, y os divirtáis y lo paséis bien juntos ¿no?”

-Hijo: “Es que a mí me gustan guapas”

(Dios mío, hijo, como te oigan, vas a ir de cabeza a la hoguera)

En fin, que francamente no sabía por dónde continuar con el tema, porque me había dejado descolocado.

-Yo: “Bueno hijo, lo más importante es que te diviertas y aprendas muchas cosas y te lo pases genial jugando con todos…”

Al día siguiente estaba tan contento porque había hablado con la más guapa.

Y a ver ¿cuando y cómo le intento imbuir otros valores? Porque la verdad, me miraba como si le estuviera discutiendo algo evidente… Eso de gustar las guapas debe de venir con el instinto porque hasta ahora es algo que, por supuesto, jamás habíamos hablado con un niño de 5 años. Y es que a mí… también me gustan las guapas (e inteligentes, con iniciativa, emprendedoras…)

La TV también enseña

A pesar de su mala fama, la televisión también puede ayudarnos a aprender temas nuevos. Y no sólo los documentales de "La 2". Incluso en los concursos, especialmente si son de "cultura general", nos enteramos de cosas que no sabíamos. También los concursantes:

Creo que esa noche hubo alguna conversación familiar "intensa" y posiblemente el marido tuvo que dar más de una explicación. Y es que la cultura siempre es g-positiva.

(Este vídeo también me ha llegado por e-mail. Siempre me pregunto quién es el que originalmente los graba y los sube, o quién realiza algunos de los ppt que circulan por los correos de todos. Hay verdaderos artistas anónimos por ahí y nunca les conoceremos...)

martes

Veinticinco preguntas tontas...

1-Por qué, cuando te duele una herida, siempre llega alguien que te dice:
¿Te duele? Eso es que se está curando...Que me imagino a Jesucristo con los clavos, y la Virgen : ¿Te duele? Fenomenal, en tres días vas a estar como nuevo....

2-¿Por qué en las películas de miedo siempre aparece una puerta cerrada de la que sale mucha luz por las rendijas? ¿Qué hacen los espíritus ahí detrás? ¿fotocopias?

3-¿Por qué cuando yo compré el piso, a mí no me dieron la canica que tienen los demás vecinos (pero todos) y que se les cae o la echan a rodar a partir de las doce de la noche?

4-¿Por qué cuando llegamos a lo alto de una montaña nos ponemos las manos en la cadera?

5-¿Por qué abrimos la boca cada vez que miramos al techo?

6-¿Por qué nos da por ir a la nevera cada cuarto de hora, si siempre hay lo mismo?

7-¿Por qué el pan de molde es cuadrado, si el choped, chorizo, salchichón, salami, mortadela... son redondos? ¿Quién tiene la culpa de esto? ¿los tranchetes?

8-¿Por qué si nunca usamos las páginas amarillas, cuando las ves en el portal te pones contentísimo y, de hecho, piensas en cogerlas todas?

9-¿Por qué cuando nos sonamos los mocos abrimos el pañuelo y miramos lo que hemos echado? ¿Qué esperamos encontrar? ¿Berberechos?

10-¿Por qué cuando nos cuelgan inesperadamente el teléfono nos quedamos mirándolo como si el teléfono tuviera la culpa?

11-¿Por qué cuando hablamos por el móvil sentimos la necesidad irrefrenable de ponernos a andar de un lado a otro?

12-¿Por qué cuando estamos en un lugar alto nos obsesionamos con ver nuestra casa? 'Mira, mira ahí, al lado del edificio rojo...'.

13-¿Por qué cuando echamos una carta al buzón no podemos evitar mirar de reojo por la ranura e investigar qué hay dentro? ¿Qué esperamos encontrar?¿Un cartero enano?

14-¿Y por qué abrimos más los ojos cuando estamos a oscuras?¿Qué creemos?
¿Que tenemos superpoderes?.

15-¿Por qué nos da tanta vergüenza quedarnos en calcetines cuando vamos a una zapatería? ¿Por qué en cuanto nos traen el calzado que hemos pedido nos lo ponemos a toda leche?

16-¿Por qué hay tanta gente que cuando come un helado de cucurucho, a la mitad, muerden el piquito de abajo? ¡Si saben que por ahí les va a chorrear!

17-¿Por qué nos hace tanta gracia que se nos quede la marca del reloj cuando nos ponemos morenos y se lo decimos al de al lado? 'Mira, se me ha quedado la marca, parece que llevo reloj, pero no'

18-¿Porqué cuando un aparato eléctrico no funciona no se nos ocurre otra cosa que apretar con más fuerza el botón de encendido?

19-¿Por qué cuando alguien se va a poner gotitas en los ojos abre la boca de esa manera tan extraña? ¡Es colirio, no tequila!

20-¿Por qué cuando cogemos una caja de medicamentos, por muchas vueltas que le demos, siempre la abrimos por el lado que no es y aparece el prospecto, ahí, doblado?

21-¿Por qué cuando vas de viaje te sientes culpable si no visitas los museos?

22-¿Por qué cuando nos enfadamos nos cruzamos de brazos?¿Qué ganamos con ello?

23-¿Y por qué elegimos siempre las bodas para dar a conocer a nuestros padres que fumamos?

24-¿Y por qué cuando tenemos miedo nos metemos debajo de las sábanas? ¿Creemos que así estamos seguros y que un cuchillo no atraviesa la sábana?

25-¿Por qué has mirado al techo al leer la sexta pregunta?