“Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por dejar de serlo”. Clive Staples Lewis.
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viernes, 28 de diciembre de 2012

PSICOTRONÍA LICÁNTROPA IX: ABBOTT Y COSTELLO CONTRA LOS FANTASMAS (1948)



Puede que sea injusto incluir este título en mi selección de “psicotronía licántropa”. Sobra decir que estamos ante un film de impecable calidad. Una película con unas interpretaciones que sin ser nada del otro mundo resultan convincentes, que tiene una buena dirección, fotografía, y unos efectos especiales que, para la época (e incluso a día de hoy), resultaban de lo más espectaculares (sólo basta ver la escena en la que el hombre lobo salta sobre el conde Drácula transformado en murciélago y caen juntos por un precipicio). Si, tienen razón, “Abbott y Costello contra los fantasmas” no debería verse comparada con piezas de lo más cochambrosas como “Dracula, the dirty old man”, pero es que en esto de la psicotronía no todo tiene que ser de mala calidad artística y/o técnica. La psicotronía también abarca (o al menos debería) producciones más “mainstream” o propulsadas por los grandes estudios (como es el caso que nos ocupa), así que si hay un título que haya marcado de una manera significativa el deterioro de los monstruos de la Universal, ese es “Abbott y Costello contra los fantasmas”. Por injusto que sea, este film arruinó de una manera fulminante la carrera de Bela Lugosi, que terminó sus días colaborando con el rey de la serie Bé, Ed Wood; y de un modo más lento (y agonizante) con la de Lon Chaney Jr., que acabó sus días como actor junto a otro rey, en este caso del cine trash, Al Adamson. Si bien es verdad que la carrera de ambos flaqueaba desde hacía un tiempo – “The return of the Ape Man” y cintas con un tono paródico como “Zombies on Broadway” con Alan Carney, fueron los pasos previos de Lugosi antes del declive definitivo; mientras que Lon Chaney Jr. logró mantenerse en títulos alejados del terror, como el western en “Alburquerque” o la comedia “Morena y peligrosa”, en ambos casos en papeles secundarios -, “Abbott y Costello contra los fantasmas” sería el punto de inflexión definitivo en sus respectivas trayectorias. En el caso de Lugosi desterrándolo a la autoparodia más descarnada en films como “Old Mother Riley meets the vampire” o “Bela Lugosi meets a Brooklyn Gorila”; y en el de Chaney Jr. sobreviviendo en diferentes series de TV, o nuevamente en roles cada vez más pequeños para comedias, westerns o cine de aventuras – aunque en su caso, resta decir que llegó a colaborar con directores de renombre como Michael Curtiz (“El muchacho de Oklahoma”), Stanley Kramer (“Fugitivos”), André de Toth (“El honor del capitán Lex”) o Fred Zinnemann (“Solo ante el peligro”) -; y por otro, como no, en títulos de serie Bé afincados en el fantástico como “The bride of the gorilla”, “Indestructible Man” o “The alligator people”. De hecho, resulta un tanto paradójico que Lon Chaney Jr. no volviera a enfundarse en la piel del hombre lobo hasta llegar a la producción mexicana “La casa del terror” (de la que ya os he hablado en este blog), una comedia bizarra y esperpéntica para lucimiento del cómico Tin Tan y que, cosas del destino, guarda un punto de partida similar a “Abbott y Costello contra los fantasmas”. Así pues, una vez aclarado este asunto, vayamos con la película que mató al hombre lobo más importante de la historia del cine.


Sus asesinos, Abbott y Costello, eran dos comediantes que ya habían coqueteado con el género fantástico en “Agárrame ese fantasma” - pero sin llegar a sus últimas consecuencias ya que finalmente resultaba ser todo una falsa y el fantasma no lo era tanto – antes de llegar a “Abbott y Costello contra los fantasmas”, de la que se dice que en un principio era una película seria (bajo el título de "The brain of Frankenstein") y que, por cuestiones no muy claras, desencadenó en el presente film. Sea como fuera, esta comedia, aún duplicando el presupuesto de, por ejemplo, “La zíngara y los monstruos”, otro de los pastiches con monstruos anteriores de la Universal, sería una de sus apuestas menos arriesgadas para 1948. De hecho, ni siquiera Lou Costello daba un duro por la película, llegando inicialmente a negarse a participar en ella. Sin embargo nadie puede dudar que esta cinta es una de las más recordadas del la pareja cómica, por no decir la más, y uno de los títulos más rentables de la Universal de aquel año. En el film nos cuentan la historia de Chick (Bud Abbott) y Wilbur (Lou Costello), dos trabajadores de una oficina de correos, que tienen que llevar dos paquetes - con los que dicen que son los restos del Conde Drácula y el monstruo de Frankenstein - al museo de los Horrores del Sr. McDougal (Frank Ferguson). Sin embargo en plena faena el cuerpo de Drácula (Bela Lugosi) vuelve a la vida y escapa del lugar junto al gigantesco monstruo verde (Glen Strange), refugiándose en la mansión de la femme fatale Sandra Mornay (Leonore Aubert) que planea trasplantarle un cerebro nuevo a la criatura del Dr. Frankenstein. Por otro lado tenemos al malogrado Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) que, conociendo el destino y el contenido de los paquetes que han llevado al museo, decide volar desde Londres con tal de acabar con los dos famosos monstruos y de paso echar una mano a esta desastrosa pareja. Aunque, eso sí, lamentablemente y como viene siendo habitual, Talbot tiene el desafortunado hándicap de convertirse en licántropo durante las noches de plenilunio.



Como es de esperar la historia se desarrolla a base de gags de lo más insípidos que se repiten casi sistemáticamente hasta la saciedad, en los que el tontorrón de Wilbur presencia una y otra vez como los monstruos toman vida, mientras que el más “espabilado” Chick no se da cuenta de nada y piensa que son todo fantasías de su estúpido y miedica compañero (quizás el momento más álgido de ellos sea aquel en el que Wilbur irrumpe en la habitación de Talbot cuando éste ya está transformado en hombre lobo y no se percata del peligro que corre). Sin embargo, lo que se podría destacar de esta película es la relectura que se le podría dar. Y es que salta a la vista que, por encima de Drácula, Frankenstein y el hombre lobo, la verdadera villana del film es el personaje interpretado por la bella Leonore Aubert, que mediante sus dotes seductoras agasaja al bobalicón Wilbur con tal de controlarlo. Ni vampiros, ni monstruos revividos por el mad doctor de turno, ni hombres lobo, aquí lo interesante es ver como Aubert despliega toda su sensualidad para controlar al estúpido de Wilbur y lo vulnerable que resulta éste ante la belleza. Por decirlo de otro modo, “Abbott y Costello contra los fantasmas” nos enseña los susceptible que es el “hombre bobo” ante las mujeres y lo maleable que son cuando caen en su poder.


Como venía siendo habitual, esta nueva reunión de monstruos no guarda ninguna relación directa con las anteriores aventuras del hombre lobo ya que, tal y como sabemos, en la previa “La mansión de Drácula” Larry Talbot conseguía liberarse de su maldición. Pero el caso es que tampoco debería haber sido la última ya que, tal y como señalábamos con anterioridad, al final de la cinta el hombre lobo se tira por un precipicio junto al Conde Drácula y caen al mar. ¿Esta era la letal y definitiva manera en la que debía morir una de las criaturas inmortales de la Universal? Nunca lo sabremos porque, como ya hemos dicho, fueron Abbott y Costello los que asesinaron realmente al hombre lobo, al monstruo de Frankenstein y a Drácula. Pero no contentos con ello, poco tiempo después irían a por el hombre invisible y a por la momia. Casi nada. 
Pero eso ya es otra historia.



domingo, 21 de noviembre de 2010

LAS "CASAS" DEL HOMBRE LOBO


Si por algo se ha caracterizado el cine de terror de la Universal de los años 30/40 es por sus tres grandes monstruos: Drácula, el monstruo de Frankenstein y el hombre lobo (con Larry Talbot). Varías películas los tuvieron como protagonistas, aunque en el caso del ya tardío hombre lobo, sus aventuras venideras siempre se vieron ligadas a la de los otros monstruos en películas como Frankenstein y el hombre lobo y en dos exquisitos pastiches que reunía a los tres: La zíngara y los monstruos y La mansión de Drácula, ambas dirigidas por (todo el mundo de rodillas) Erle C. Kenton, un señor que venía de dirigir piezas de indudable valor para el fantástico como lo son El Fantasma de Frankenstein o La isla de las almas perdidas (filme del que hablaremos más adelante, en este, vuestro blog licántropo). Lo más curioso es que, en la segunda reunión de los monstruos, nuestro desdichado Larry Talbot conseguía por fin erradicar su maldición (al parecer la solución la tienen unos hongos y una operación de cráneo que impide la presión que tenemos nosotros los licantrophus en el cerebelo…), con lo cual, si tuvimos una “house” de Frankenstein (La zíngara y los monstruos), y otra de Drácula (La mansión de Drácula), “The house of the wolfman” jamás se llegó a rodar, y eso que Larry Talbot volvería a hacer de las suyas junto a Lou Costello y Bud Abott. Pues bien, se podría decir que después de más de 60 años podremos disfrutar al fin de la “casa” que faltaba.


Se trata, como no, de The House of the Wolfman, una producción low-cost e independiente realizada con exquisito gusto y teniendo muy presente los clásicos de la Universal. Obviamente, nuestro insigne Larry Talbot no aparece entre los personajes (se apoderó de él Benicio Del Toro para su remake), pero en un ejercicio de nostalgia y dedicación extraordinarios, esta pequeña producción cuenta con Ron Chaney, el mismísimo nieto de Lon Chaney Jr., en el papel del alobado. De ese modo, nuestro “moderno” Chaney, se convertirá en hombre lobo pero… ¡oh, lástima! sin los preciosos encadenados que caracterizaron las antiguas producciones licántropas. El maquillaje, por otro lado, se aleja como cabía de esperar del que realizó Jack Pierce y el alobado en cuestión, - que por cierto, en su metamorfosis total está encarnado por otro actor que no es Chaney -, es uno de los hombres lobo más saltimbanquis que he visto últimamente.

Pero ya que estamos, aprovechemos la ocasión para hacer un breve repaso a las tres “casas” del hombre lobo:


LA ZINGARA Y LOS MONSTRUOS (HOUSE OF FRANKENSTEIN, 1944)

El Doctor Gustav Niemann (Boris Karloff), un alocado que quiere continuar con los experimentos del Doctor Fankenstein, huye de la prisión junto a Daniel (Joseph Carrol Naish), su ayudante feo y chepado al que le ha prometido una figura más esbelta y agradable. En su camino se toparán con una feria ambulante que les ayudarán en su huida y en la parada, según les cuenta el Profesor Bruno Lampini (George Zucco), se exhibe el esqueleto del mismísimo Conde Drácula (John Carradine), aparentemente muerto debido a la estaca que tiene clavada en el corazón. Pero el Doctor Niemann tiene oscuras intenciones, así que con la ayuda de Daniel mata a Lampini para hacerse pasar por él, y devolverle de ese modo la vida a Drácula, al que le quita la estaca con la condición de que este le ayude a deshacerse de la policía. Finalmente el Conde Drácula, que hacía de las suyas con la hija del jefe de policía, es descubierto y aniquilado por los rayos del sol, mientras que Niemann y Daniel huyen y se cobijan en una comuna gitana. Allí Daniel se enamorará de una gitana muy bailona llamada Ionka (Elena Verdugo), así que con tal de acelerar su proceso de “embellecimiento” para poder enamorarla, él y el Doctor Neimann acceden al castillo de Frankenstein en busca de los escritos de sus experimentos. Pero, miren ustedes por donde, allí encuentran al hombre lobo y al “monstruo” congelados (entendemos de ese modo que esta película viene justo a continuación de Frankenstein y el Hombre Lobo, donde ambos quedaban sepultados al final de la película). Una vez descongelados, el Doctor Neimann accede a ayudar a Larry Talbot, al que piensa transplantar el celebro del “monstruo” y así erradicar su maldición. Pero con lo que no contaba Neimann es que entre Talbot y la gitana Ionka nace una tierna historia de amor, y el feo y deforme de Daniel no parece gustarle demasiado la idea.





La Zingara y los monstruos es sin duda, una obra maestra indiscutible y el mejor pastiche que ha dado el cine de terror clásico de la Universal. Además, a parte de contar con la prodigiosa interpretación de Boris Karloff y la maestría de Kenton tras las cámaras, vemos en ella reflejada uno de los mayores ejercicios de síntesis jamás realizados en un guión de terror, ya que en una misma película se nos cuentan varias historias diferentes con un ritmo envidiable y teniendo como eje central al personaje del Doctor Neimann y su ayudante jorobado. Y todo ello por obra y gracia de Edward T. Lowe sobre una historia de nuestro insigne Curt Siodmak.





LA MANSIÓN DE DRÁCULA (HOUSE OF DRACULA, 1945)

El Dr. Franz Edelmann (Onslow Stevens), un hombre de bien que trabaja junto a sus dos enfermeras (una de ellas jorobada, pero más buena que el pan), recibirá la inusitada visita de, ni más ni menos, el Conde Drácula (John Carradine) y Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) para que les cure de sus problemas sobrenaturales. Así pues, Edelmann encuentra en su sangre un anticuerpo para la sangre contaminada del conde y cuando se dispone a hacer una transfusión, el tramposo vampiro le hipnotizará y cambiará el sentido de las sondas, causando de eso modo la contaminación del buen Doctor y convirtiéndolo en una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde (con su mitad buena y su mitad mala). Por otro lado también encontramos al monstruo de Frankenstein, que Edelmann (ya en estado esquizofrénico) piensa en reanimar; mientras que un suicidario Talbot logrará por fin, tal y como hemos apuntado con anterioridad, salvar su alma gracias a una operación quirúrgica y unos hongos que deben ser más alucinantes que los que me metí yo una vez que fui a los San Fermines…




Con un guión de Edward T. Lowe una vez más, aunque en este caso sin Siodmak, La Mansión de Drácula acaba teniendo un resultado bastante más simple que la anterior “house” y su conglomerado de diferentes historias no tiene la consistencia de su predecesora. Pese a ello, esta Mansión de Drácula resulta un film bastante oscuro y desquiciado gracias al ambiguo personaje de Edelmann y a un Larry Talbot mucho más sufridor e insoportable que de costumbre, llegando incluso a intentar suicidarse tirándose por un acantilado (lo más chocante de todo es que finalmente consiga sobrevivir y curarse). Por parte de la dirección de Kelton encontramos nuevamente algunas pesquisas de genialidad en su puesta en escena y en el montaje (de Russell F. Schoengarth),  como la hipnótica y pesadillesca secuencia en la que el Dr. Edelmann se vuelve un ser deplorable (en ellas veremos de refilón algunas escenas de La Novia de Frankenstein). Con todo ello, La Mansión de Drácula, que en un principio se iba a llamar The Wolfman vs Drácula (con Bela Lugosi y Lon Chaney Jr. como protagonistas), se supone un divertimento sin paliativos y una de mis películas favoritas de la Universal.





HOUSE OF THE WOLFMAN (2009)

El Doctor Bela Reinhardt (nombre compuesto por Bela Lugosi y Max Reinhardt), invita a su mansión a un grupo de desconocidos, entre los cuales encontramos a una rata de biblioteca, una morena macizorra a lo Bettie Page, un joven atleta y su hermosa hermana, y un aventurero cazador acompañado de sus esclavos negros. Allí los unos y los otros empezarán a sospechar de Reinhardt y de sus verdaderas intenciones, ya que por un lado los cuadros parecen tener ojos y por otro, uno de los siervos del apuesto cazador ha descubierto unas huellas de un enorme animal que puede que pertenezcan a un hombre lobo. Finalmente los invitados descubren que Reinhardt les ha invitado para que alguien sea su sucesor, pero lo que no saben es que los otros serán “eliminados”, así como otras sorpresas que descubrirán durante su estancia (como averiguar que todos ellos son adoptados y que en realidad son… ¡hijos del Doctor Frankenstein!).



En esta nueva reunión de monstruos también encontraremos a una desaliñada y tuñida bruja madre de Reinhardt, a un enorme siervo de nombre Barlow, unas tétricas damiselas no-muertas e ¡incluso de pasada veremos el bastón con empuñadura de plata y forma de lobo! Todo ello adornado con un bonito score y una planificación bastante loable. Como es lógico, el resultado está a años luz de sus precursoras, en el guión no se consigue realizar un conglomerado de historias independientes que nos resulten más o menos interesantes, tal y como ocurría en La Mansión de Drácula y sobretodo en La Zingara y los Monstruos (el final, por ejemplo, hunde el conjunto). Por lo tanto, aunque como película en sí resulte bastante pobre, como homenaje consigue ser un ejercicio de lo más estimulante. Es por ese motivo que cualquier amante del cine de terror clásico se deleitará de nuevo con esos castillos hechos de maqueta, con esos relámpagos que iluminan las instancias oscuras de los pasillos o soltará alguna lagrimilla con esos escenarios de cartón piedra. Incluso en House of the Wolfman se volverá a dar de nuevo una cruenta batalla entre el hombre lobo y el “monstruo” (aunque está vez más salvaje y con los dos monstruos atizándose unos buenos mamporros, muy al estilo de la WWE), o un plano calcado al Drácula de Tod Browning, con Michael R. Thomas (maquillador y actor a quién está dedicada la película, pues murió al poco de terminarla) en las funciones que hicieron famoso a Bela Lugosi.






Así pues, si tienen ganas de que les vuelva a palpitar el corazón, anímense a ver esta interesante y sana película que no hace daño a nadie y que está realizada única y exclusivamente por y para nostálgicos.

domingo, 14 de marzo de 2010

El Lobo Humano (1935) + El Hombre Lobo (1941)


El mito del hombre lobo ha sido llevado a la gran pantalla en innumerables ocasiones, pero se podría considerar a El Lobo Humano de Stuart Walker, la primera película oficial sobre licántropos con algo de relevancia que la Universal produjo allá por el 1935. Aún así, la película de Stuart Walter estaba más cercana a la novela de Robert Louis Stevenson, El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, mostrando un hombre-lobo no demasiado peludo, como variante del hombre-monstruo que encarnó Fredic March en El Hombre y el Monstruo (1931). Los motivos se centraban principalmente en la censura de la época, que prohibió que se exhibiera una transformación explicita de hombre a lobo y, por otro lado, a Henry Hull, – el “alobado” del film -, que no quería que el maquillaje de Jack Pierce le impidiera ser reconocido por el público. Pese a ello, resulta curioso comprobar como dicha imposición nos regalaría una curiosa secuencia excelentemente rodada, en la que podemos ver la conversión de nuestro protagonista en bestia a través de encadenados en las que Henry Hull se transformaba mientras caminaba por el bosque. Así pues, gracias a John P. Fulton, el creador de los efectos visuales, veremos como el aspecto del protagonista cambia gradualmente cada vez que la cámara se topa con un árbol, saltándose de ese modo la censura y sorprendiendo gratamente al espectador.
El Dr. Glendon (Henry Hull) y el puto Dr. Yogami (Warner Oland).
Esa falta de elementos, digamos, más originales, fueron los causantes de que El Lobo Humano no permaneciera en su estatus de precursora y quedara casi eclipsada por producciones venideras (algunas de calidad claramente inferior). Y es que pese a que en ella existen detalles de indudable interés “licantrópico” como esa flor nepalí capaz de curar a nuestro protagonista maldito (1), el guión no consigue recrear ese universo genuino que Curt Siodmak si consiguió otorgar a El Hombre Lobo, film que Universal produjo en 1941 (2) y que dirigió George Waggner.

La ambientación de la cinta es realmente envidiable, con ese bosque siniestro lleno arboles amenazantes rodeados por la niebla, pero siendo sincero, ni la dirección de Waggner, ni las interpretaciones de los actores fueron nada del otro mundo. Por lo tanto, lo verdaderamente importante de El Hombre Lobo recae precisamente en el guión, el punto fuerte del film.
Evelyn Ankers apunto de ser "atacada" por Lon Chaney Jr.
Curt Siodmak fue uno de los tantos alemanes que tuvieron que emigrar de su país natal ante la amenaza nazi. No por menos, - y tal y como apunta David J. Skal en su monumental Monster Show -, su visión del hombre lobo vendría a ser una metáfora de cómo un hombre bueno (recordemos la mítica frase: “incluso un hombre puro de corazón…”) podría llegar hacer cosas realmente feroces, haciendo clara referencia a los soldados que durante aquellos fatídicos días combatían en la Segunda Guerra Mundial. Su guión retratado como si de una tragedia griega se tratase, nos muestra al vástago de la dinastía Talbot, el joven Larry Talbot (Lon Chaney Jr.), que tras la muerte de su hermano (3) emprende el viaje de retorno desde USA a su ciudad natal, - situado en un país atemporal y, aunque nunca se llega determinar, presumiblemente europeo -, para tomar el negocio junto a su padre, Sir John Talbot (Claude Rains). Una vez allí, Larry Talbot conoce a Gwen (Evelyn Ankers), una chica ya prometida con la que intentará tener una imposible historia de amor. Evidentemente, Talbot quedará maldecido por la mordedura del hombre lobo (Bela Lugosi) justo en la primera cita con Gwen, y terminará asesinado por su propio padre cuando, inmerso en su vertiente animal, “ataca” instintivamente a Gwen en mitad del bosque. Resulta paradójico como el padre utiliza precisamente el bastón (con empuñadura de plata y forma de lobo) que Talbot compra a Gwen en su primer encuentro para castigar los filtreos de su hijo con las mujeres y su falta de atención para con el negocio (4). Si amigos, Sir John Talbot era un padre muy severo…
Claude Rains, el verdadero malo de la película.

Por otro lado, es más que evidente que esta vez el maquillaje de Jack Pierce si resultó más acorde con lo que debería ser un “hombre-lobo”, y ese ejemplar encarnado por Chaney Jr. sentaría las bases del género, quedando el de Henry Hull algo desfasado (aunque ambos coincidían en la extraña dentadura de jabalí).

Así pues, si El Lobo Humano recreaba la eterna dualidad del ser humano gracias al Dr. Glendon (Henry Hull), - un experto en botánica que es mordido por una bestia en su viaje al Tibet -, y El Hombre Lobo también lo haría, pero en esta ocasión lo envolvería en el conflicto generacional entre un padre y su hijo. Larry Talbot vendría a ser el eterno joven incomprendido que durante siglos ha intentado escapar sin éxito de una sociedad madura que no le comprende y que le juzga encerrándolo en un terrible sentimiento de culpa. El hombre lobo muere al terminar la película, pero tal vez solo se trate de una muerte simbólica, y Talbot finalmente haya aprendido la lección y acate las normas impuestas…
¿El hombre jabalí? No, Henry Hull en su versión lobezna...

En fin, son las nueve… ¡hora de dormir! Hasta la próxima luna llena.

Título original: Werewolf of London (USA, 1935)
Director: Stuart Walker.
Guión: John Colton & Harvey Gates, Edmund Pearson y Robert Harris (sin acreditar), sobre una historia de este último.
Actores: Henry Hull, Warner Oland, Valerie Hobson

Título original: The Wolf Man (USA, 1941)
Director: George Waggner.
Guión: Curt Siodmak.
Actores: Lon Chaney Jr., Claude Rains, Evelyn Ankers...

(1) Dicha flor también fue utilizada por Naschy en una de sus obras más pulp, la estrambótica La maldición de la bestia (1975).
(2) Aquí habría que añadir que Siodmak tuvo mucho más libertad a la hora de escribir su libreto.
(3) Durante la película no se nos cuenta el motivo de dicho fallecimiento. ¿Tal vez cayó en acto en el campo de batalla?
(4) De hecho, resulta también paradójico que Larry conozca a Gwen, mientras fisgonea con el telescopio de su padre.

The Return of the Vampire (1944)

Lew Landers, todo un especialista que ya había realizado uno de los clásicos de terror de la Universal con El Cuervo (1935), realizó a mediados de los 40 una de las mejores y más originales cintas sobre vampiros bajo el título, The Return of the Vampire, aunque esta vez para la Columbia Pictures.

La acción se desarrolla en pleno Londrés. El Dr. John Ainsley (Roland Varno) y su mujer Lady Jane Ainsley (Frieda Inescort) investigan la misteriosa anemia que sufre una de sus pacientes y descubren que todo es obra de un malvado vampiro llamado Armand Tesla (Bela Lugosi). Así que deciden ir en su busca y terminan con él. Pero años más tarde, en mitad de los bombardeos nazis a la capital inglesa, una de esas bombas hace que el cadaver de Tesla termine a la vista de dos hombres. Y estos, pensando que se trataba de una víctima más, deciden extraerle la estaca que tiene clavada en el corazón y le devuelven la vida sin querer...


Como podéis comprobar por la premisa, The Return of the Vampire es una de las pocas películas que desarrollan su trama fantástica en un marco histórico real y relativamente reciente para el año de su estreno (recordemos que los ataques a Londres tuvieron fecha 4 años antes), por lo que otorgan al planteamiento cierto aura siniestra y una pizca de relativa autenticidad. Otro de los puntos fuertes y a tener en cuenta de esta The Return of the Vampire, es que Bela Lugosi, - que por aquel entonces venía de encarnar a un mad doctor mitad simio en The Ape Man (William Beaudine, 1943) y al monstruo de Frankentein en Frankenstein y el Hombre Lobo (Roy William Neill, 1943) -, volvía a enfundarse en la piel de un vampiro no menos escalofriante que su Dracula browningiano (1).


Pero sin lugar a dudas, uno de los puntos por la que destacaría esta película es por la aparición de un hombre lobo con traje y corbata (2). Sí, ya sé que su apareción es más bien anecdótica y que este licantropo bien podía haber sido cualquier otra cosa (un jorobado por ejemplo...), ya que deja de lado toda la mitología creada por Curt Siodmak, traicionando algunos de los elementos fundamentales de los films anteriores. Véase que el hombre lobo se transforma por el influjo del vampiro Tesla, sin que la luna llena tenga nada que ver, o que pueda campar a sus anchas a plena luz del día. También se cometen graves errores con la indumentaria del mismo, ya que a veces aparece con el típico traje negro que tan bien lució mi querido Don Lon Chaney Jr, cuando recordemos que iba con un impecable traje con corbata. Pero aún así, este ejemplar mitad hombre mitad lobo es uno de mis favoritos (3). La transformación mediante encadenados está muy bien conseguida y el actor que encarna al licántropo, Matt Willis, consigue realizar una estupenda caracterización y muestra cierto sentimiento de culpa al traicionar a los Ainsley... ¡Épica es la escena en la que consigue a acabar con el vampiro (con descomposición incluida)!
¡Como me gustan las películas de hombres lobo! Tal vez sea porque yo a mi manera soy uno de ellos. ¡AUUUUUUU!


Título original: The Return of the Vampire (USA, 1944)
Director: Lew Landers
Guión: Griffin Jay & Randall Faye sobre una historia de Kurt Neumann.
Actores: Frieda Inescort, Bela Lugosi, Watt Willis...

(1) Si no recuerdo mal, aunque el vampiro Tesla sale desde el principio, el rostro de Bela Lugosi no se descubre ante el espectador hasta pasado una media hora.
(2) 12 años después, Sam Katzman produciría otra cinta licantrópica en la que aparecía otro hombre lobo con traje, The Werewolf (Fred F. Sears, 1956).
(3) No por menos, en el apartado de maquillaje tenemos (sin acreditar) a Clay Campbell, quien también colaboró en sus funciones de maquillador en la ya nombrada The Werewolf (1956).