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9 de octubre de 2013

Adolescente etílico.

Recientemente se han cumplido 7 años desde que mi madre descubrió que yo era un borracho, debido a lo cual pillé un trauma que me mantuvo alejado del alcohol durante varios meses y al cual también le echo la culpa de que desde entonces me entre mareo en cuanto me bebo un par de copas o me obligan a coger botellines de más de los cubos de La Sureña.

Estos problemillas se deben no solo a aquella borrachera extrema. La verdad es que mi vecino y yo salíamos cada fin de semana con la esperanza de no repetir hazañas tales como quedarnos dormidos en un banco y ser despertados por los lametones de varios gatos o tener conversaciones con coches aparcados. Yo una vez discutí con una salida de emergencia. Si estando sobrio ya me imagino a los objetos teniendo vida propia, con alcohol en sangre no os lo queráis imaginar.

Mi grupo de amigos y yo solíamos frecuentar el único bar nocturno de rock de Fuenlabrada, el Karpanta, que no tendría más de 25 metros cuadrados, ponían la misma secuencia musical cada fin de semana, ya de madrugada se estrujaban unas 50 personas ahí dentro, y salías apestando a humo de tabaco y a kalimotxo. Nos empezamos a colar en ese garito siendo menores de edad y se convirtió en nuestro santuario del "¿qué hacemos esta noche? Pues no sé, vámonos al Karpanta, que hay oferta de 3 minis por 7€". En este sitio se liaron por primera vez mi vecino y su novia. Solían acabar con el cuello repleto de moratones, y ella solía pelearse con la diana electrónica cada vez que se le encendían las luces. A la máquina, digo. La cosa era tal que así: se liaban en el rincón de la diana, se emocionaban como solo los adolescentes pueden emocionarse al impregnarse de amor mutuo, la diana se encendía para decir a los clientes "eh, tíos, que estoy aquí, jugad un ratito conmigo, anda" y ella, después de succionarle la oreja a mi vecino, le daba dos puñetazos y tres patadas al grito de "¡QUE TE CALLES, ZORRA!". A mi vecino, chupetones violentos. A la máquina, violencia pura.

En el Karpanta también es donde mi vecino le vomitó encima a otro chaval y tuvimos que salir
corriendo por media Fuenlabrada. O donde mis amigas cogieron la afición de pintarme la raya de los ojos. También fue ahí donde, después de cenar y ya coger el puntillo con la sangría de un restaurante chino me enrrollé con la buenorra detrás de la que iban todos mis amigos. Luego ella resultó ser una lesbiana bastante femenina y yo un homosexual plumófobo. Sí, mi vida tiene estas cosas que no te pares a intentar comprender porque no se puede.

Más crecidito (iba a decir más maduro, pero tengo vecinas que siguen creyendo que voy al instituto) mis borracheras empezaron a desarrollarse en Madrid, donde desarrollé mi técnica de "si te quedas quieto, el T-Rex no te ve". Consiste en estar de botellón en la plaza del 2 de mayo o similares, que la rodeen varios coches de policía para hacer recaudación, y que todos los que no están acatando la ley salgan corriendo de allí, excepto tú, que te quedas plantado en el mismo sitio donde llevas hora y pico. En serio, te vuelves invisible con esta técnica, y en cambio varios de los que han huído acaban con una multa. También aprendí que Plaza de España tiene propiedades astromagnéticas para que la chavalería se emborrache bebiendo Malibú con piña. O que el templo de Debod se lo regalaron a Franco para que en el futuro se hiciesen ebrias orgías nocturnas homosexuales en él.

Y nada. Que llevo como un siglo sin beber y no es que lo eche de menos. Yo siempre me lo pasaba mejor cuando se emborrachaba el resto de mis amigos y yo me dedicaba a grabarles para luego chantajearles con difundirlo por internet. Aún no me explico cómo es posible que todavía no me hayan mandado a la mierda y sigan quejándose cada fin de semana si no puedo quedar con ellos.

8 de septiembre de 2013

Keep calm and carry on studying.

Después de haberme graduado en Imagen, de haber pasado por una escuela privada de cine, especializarme en Guión Cinematográfico, de conseguir el título de nivel intermedio de inglés, de comenzar y abandonar alemán, y de tener abierta la posibilidad de ser becario precario, llamadme perturbado, loco, nosabesdondecaertemuerto, o adicto: voy a hacer un grado de Sociología.

Es una carrera que quiero hacer desde que hice selectividad, más o menos cuando Madrid iba por primera vez de clara favorita e iba a arrasar entre los miembros del COI. Creo que mi constante es estudiar . Fuera de que hoy en día para sacarse una carrera hay que extirparse órganos y traficar con ellos en el mercado negro, no es que a mí me guste estudiar, es que al resto de la tropa le aborrece la idea de tocar un libro. Ya lo he dicho. Que sí, que lo suyo es estudiar para asegurarse un porvenir, tener un empleo bonito del que tu madre se sienta orgullosa y poder competir con tu vecino por ver cuál de los dos es capaz de mantener un nivel de vida más lejos de sus posibilidades.

Pero por una vez voy a llevarle la razón a Barney el dinosaurio: ¡disfrutemos aprendiendo! Tengo la firme y rigurosa máxima de que siempre hay que estar estudiando y aprendiendo algo. Lo que sea: economía, cine, historia de Mesopotamia, el sexo entre leucocitos, las mil recetas de Arguiñano,... Da igual. Estudia. Aprende. ¿Que por qué? Porque estimula; porque no es obligatorio y lo haces porque te da la gana; porque te hace sentir que no estas tirando tu tiempo a la basura; porque te hace sentir frustrado porque cómo coño vas a prepararte 500 hojas de apuntes para dentro de 10 días; porque puedes presumir de ser más listo o de saber más cosas que alguien; incluso con un poco de suerte tus nuevos aprendizajes te llevarán a tu futuro puesto de trabajo estable, bien remunerado, cómodo, utópico y sabesquenoexisteasíquedejadesoñar que tanto anhelas.

Y, ¿qué coño? Que dada la situación a la que nos han conducido en la cual estudiar te puede llevar a caer en lo más bajo y no estudiar te puede llevar a aspirar a puestos que jamás te planteaste, pues mira, aprendo por el simple placer de aprender. Y por frases como esta ha habido filósofos que se han ganado el derecho a caer en el examen de selectividad. Creo que esa va a ser mi nueva meta en la vida: dejar tal legado escrito que los futuros alumnos de bachillerato me odien por decir cosas carentes de sentido pero que dependan de sabérselas para poder aspirar a hacer una carrera que les obligue a hipotecar sus vidas.

17 de junio de 2013

Crisis.

¿Crisis? ¿Qué crisis? Pues la que he tenido durante el último mes. Los genios somos así, tenemos más subidas, bajadas y cambios bruscos de dirección que una montaña rusa (ojito a la metáfora, que he estado reflexionando sobre ella durante un buen rato). 

Resulta que ahora he terminado la carrera y voy a tener un título en el que pone "resulta que este muchacho sabe de cine y es capaz de escribir guiones tope profesionales". Tengo un vacío existencial, una descomposición interior,... No estoy hablando de tener ganas de cagar, sino de qué hago ahora yo con mi vida. O sea, estoy como Frodo cuando Gandalf se friega a leches con el Balrog, como Arya Stark cuando a su padre le toman la medida del nudo de la corbata. Sin guía, sin nadie que me diga por dónde ir, qué es lo correcto y cada cuánto tiempo es recomendable cambiarse de calzoncillos.

Durante esta crisis varios pensamientos drásticos han cruzado mi genial pero fragil mente. Uno de ellos fue cerrar el blog, darle carpetazo, finiquitarlo, mandarlo a tomar por culo. Aquí he volcado durante la tira de tiempo cada cosa que me apetece escribir, es mi cajón desastre en el que digo todo lo que pienso, ya sea sobre política y sociedad, sobre cine, sobre cosas absurdas, o sobre mí mismo. Este blog podría ser un Horrocrux para mí si tuviese que dividir en piezas mi alma. También pensé en abandonar twitter, o al menos de cambiarme de cuenta. Si sigo aquí es porque he desechado esas ideas, ya podéis dejar de llorar.

Admito que he sufrido ansiedad e inquietud por el futuro. Luego recordé que soy un genio, y que como tal sabré qué hay que hacer en el momento adecuado. Luego leí que Bécquer murió pobre y Lorca fusilado. Y no me ayuda nada el hecho de que lleve varias temporadas trabajando en un parque de atracciones del que lo único que obtengo son broncas, climatología extrema y una cada vez mayor carencia de fe en el ser humano. En serio, estoy desperdiciando mi talento y mi belleza natural en ese sitio. 

Pero venga, vale, pensaré en positivo. Si Rajoy ha logrado ser presidente y Álex Ubago número 1 en Los 40 principales, ¿qué no puedo lograr yo? ¿Eh? ¿EH? En serio, quiero morirme. Qué desolación.

5 de junio de 2013

Quiero trabajar para el Gran Wyoming.

Que sí, que vale, que en realidad lo que quiero es escribir guiones para cine y recibir montañas de dinero y premios por ello y que me reconozcan por la calle y la gente me pida que les firme un autógrafo en las tetas.

La cuestión es que en mi vida han ocurrido dos cosas trascendentales en los últimos meses. La primera, la asignatura de Guión de no ficción. No tenéis ni la más remota idea de la de genialidades que se pueden hacer en televisión camufladas bajo el marco de la telebasura a la que estamos sometidos, la de mensajes positivos y de "rebeldía" que puedes mandar a la audiencia en un reality, en un late night show o en el programa de Ana Rosa. Mira que era una cosa que no me llamaba en absoluto la atención, y más tras mi experiencia en las prácticas que hice en TVE donde aprendí a hacer sudokus y a evitar por los pasillos a Anne Igartiburu porque a los becarios nos miraba mal. Pero es que desde la primera clase ya salí entusiasmado queriendo hacer guiones para alguna productora privada, que la televisión -ejem- pública, aparte de casposa, es aburrida.

La segunda cosa trascendental fue la visita a "El Intermedio". ¿Qué os voy a decir? ¿Veis cómo es Wyoming en la tele? ¡Pues en persona es igual!

"Tengo la voz un tanto delicada por el fin de semana. Así es mi vida, estoy deseando que llegue el lunes para trabajar y poder descansar." Así se nos presentó. Un crack, lo que os digo. Pudimos disfrutar poco de él, que el hombre llevaba prisas. Algo más de tiempo pudimos charlar mis compañeros y yo con Thais Villas, quien nos dijo que hay ¡15 guionistas! en el programa, y que gracias a ellos se le pueden parar los pies al presentador. "Si no fuera por ellos, se ponía a hablar y te completaba los 50 minutos de programa él solito, que a este hombre le das cuerda y no para", nos decía.

Ya me pasa la mano sobre el hombro, en plan confi, tío.
Así que queridos Reyes Magos, para este año ya lo tengo decidido: quiero ser guionista de Wyoming. ¿Ponerme a soltar chistes en una sala con 15 tíos y tías para confeccionarle un programa? ¿Dónde hay que firmar?

8 de abril de 2013

Yo, el padrino (Voglio immergere il mio cazzo nel fonte del battesimo).

Cuando entre toda mi familia católica y los amigos que se apuntaban a catequesis convencieron al no muy convencido de mi hermano pequeño para hacer la comunión, y por lo tanto bautizarse, mi madre pensó que yo era la persona adecuada para ser el padrino de la criatura de dios. Padrino. Parroquia. Religión. Estas palabras cuesta trabajo conectarlas cuando yo estoy implicado en ellas. Pero venga, vale, seré padrino, dije.

Yo para estas cosas no tengo una instrucción adecuada. Lo primero que pensé es que como padrino debería empezar por ir controlando negocios locales a base de chantajes y amenazas. Pero se ve que no, que eso era otra película. Mi madre desaprobaba lo de que llevara las chapitas de Final Fantasy en mi abrigo y los pantalones con los bajos rotos. Pero en fin, que yo lo solucioné diciendo que se supone que en su momento Jesucristo iba descalzo y con cuatro harapos mal remendados y que todos le alababan en el lugar al que íbamos a bautizar al niño.

Ahora, eso sí, qué cura. Un tipo rebosante de juventud, simpatía, energía, moderno y entusiasta con la fe. Y ojo a esto, porque aunque lo parezca viniendo de mí, no es sarcasmo. Vamos, que si todos los curas fueran como este yo seguramente seguiría sin ir a misa los domingos, pero que se me quedaría ahí el regomello de decir "pues qué pena haber faltado hoy a misa con lo majo que es el cura". En serio, que se dejen de Benedictos y de Franciscos, la iglesia si quiere salvarse necesita tipos como este. Que parece que no va a pasar, también os lo digo. La iglesia con sus líderes es como el PSOE: sus afiliados saben que no van a ningún lado con ellos, los propios líderes saben que no van a ningún lado, la gente de fuera también lo sabe, los simpatizantes lo saben...y que no hay quien les mueva de su trono, hay que joderse.

Y menudo sermón que me soltó aquí el pavo: que si mi cometido como padrino era guiar a mi hermano, que el cristianismo depositaba en mí tal responsabilidad, que estaba en juego la vida eterna,... Con un tono moderno, como ya os digo, pero no dejaba de ser sermón. Y yo miraba hacia atrás, buscando caras familiares que quisieran sustituirme, que yo renunciaba, que si Ratzinger puede porqué yo no. Y que toda la gente ahí dentro se sabía las canciones y las cosas de rezar menos yo. Hice la táctica de fingir ser mudo y limitarme a sonreír, pero se ve que no tragó, que las monjas me miraron después de la ceremonia con cara de "tú eres un ateo de esos".

Lo mejor es que después de todo eso me invitaron a comer. Mi primera comida que no era un simple sándwich más zumo en dos semanas. En el entrecot de buey que me metí entre pecho y espalda vi a toda la corte celestial. Lo que te digo, Pepi.

31 de marzo de 2013

¡Puto cansancio, por dios!

A ver, hermosos. Haced el favor de encontrar trabajo ya de una puñetera vez porque aquí el menda está levantando el país él solito. Diez días seguidos trabajando. ¡Diez! ¡Durante todo el día! Que cuando los negros eran esclavos se les daba más tregua que la que se me ha dado a mí durante semana santa. Negros esclavos, digo. ¡A Jesucristo le trataron con más cariño, amor y mimos los romanos mientras le crucificaban que a mí me han tratado en mi trabajo en semana santa!

Un rápido resúmen. He estado encerrado en pistas de coches de choque esta semana durante más horas que un gitano feriante en todo el mes de agosto de cualquier año. Con agravantes, a saber:
  1. Explicar a la gente, que lleva 1 hora 20 minutos esperando para montar, que los minusválidos tienen derecho a repetir una vez. "Es que esos dos se han quedado repitiendo, guapito." "Minusvalía, señora." "Pues no lo veo justo." "Ampútese una pierna y tendrá el mismo derecho."
  2. Explicar a los minusválidos que solo puede acceder un grupo de minusválidos en cada ciclo y por lo tanto tendrán que esperar a su turno. "Pero es que tengo prioridad." "Retraso, campeón, tú lo que tienes es retraso, pero se te sigue queriendo."
  3. Enseñar a adultos a ponerse un puto cinturón. Combinación meter un brazo y cabeza. Sin complicaciones. Nudos marineros que hacen antes que lograr la sencilla fórmula correcta.
  4. Frío, lluvia, huracanes, uniforme calado, el arca de Noé y un par de indígenas en canoa. 
  5. Portugueses. Puedo entenderme con ingleses, alemanes, chinos, polacos y andaluces. Pero no con los portugueses. 
De la dieta que he seguido durante esta semana solo diré que mi abuela sentiría vergüenza. Eso sí, como he estado tratando con muchos niños pequeños, pues la constancia de agacharme a medirles, a colocarles el cinturón, a enseñarles a conducir, a pisar el pedal, a mover el volante, a cómo birlarles la cartera al pollo-pijo de su papá sin que se delaten,...pues he sacado unas piernas que podría hacerme pasar por el doble de planos detalle de pierna de Jean Claude Van Damme.

Por otro lado, que no es para menospreciar. Llegar a casa con ese agotamiento y ponerme a escribir guiones que tengo que entregar esta semana no es sano artísticamente. Me desprecio por las cosas tan horrendas que voy a entregar, que menos mal que solo son primeras versiones y voy a poder hacer con ellas puré de celulosa.

Y del cambio horario, pues mirad, que qué hijo de puta el que lo inventó. Que de tanto tocar eso cada seis meses va a llegar un año en el que alguna ley científico-químico-astral-divina-lapollaenverso-dinámica colapse y nos vayamos a tomar por culo por lo de cambiar la hora. Que para qué tocar lo que ya está bien.

Y creo que ya me he desahogado lo suficiente. Se ve que están esperando a que muera para que se me considere como la segunda venida de dios a la Tierra, porque tanto martirio me parece cosa tremenda ya.

27 de febrero de 2013

La caja sorpresa.

Hoy prometo escribir bonito, si alguno nota que que me pongo excesivo que me frene. Yo soy consciente de que hablo mucho de mí, es más, creo que la mayoría del tiempo hablo de mí. Siempre estoy YO esto, YO lo otro, YO aquello... No lo puedo evitar como la mente preparada, capacitada y superior envuelta en un bello e higiénico cuerpo que soy. Pero que yo iba a hablar bonito, nada de egos por hoy.

Resulta que hace poco, como hace poco que anuncié, fue mi cumpleaños. Por cierto, preciosas y emotivas las felicitaciones vía facebook de todos aquellos que ya no se volverán a acordar de mí hasta el próximo cumpleaños. Como iba diciendo, cumplí años, y el caso es que no soy una persona muy dada a excederme en celebraciones. Bueno, hubo un año que lo celebré como siete veces, la primera una semana antes de la fecha exacta y la última se me juntó con la celebración de navidad. Y mis amigos tampoco son dotados a hacerme grandes regalos o sorpresas. A ellos siempre les ha gustado más tirarme de las orejas hasta dejármelas como filetes, emborracharme hasta meterme en situaciones comprometidas con agencias matrimoniales o llevarme a caros restaurantes franceses que exponen en su interior galerías de reconocidos y exclusivistas artistas vanguardistas.

Quizá esté exagerando un poco.

Ahora me pondré en modo "todo lo que vas a leer a continuación es verdad, y como es verdad, es bonito". Había quedado con mi novio para ir a patinar sobre hielo, que al final no quedamos para eso, sino para dar una vuelta en plan dar envidia y hacer llorar de su propia desgracia a la gente soltera. Y llovía. Llovía mucho. Llovía como si Noé estuviera coleccionando parejas de animales para meterles en un barco. Fui a esperarle a la parada de metro que le pilla cerca de casa. A mi novio, no a Noé. Esperé hasta el punto de que los trabajadores empezaron a dudar de si era vigilante de seguridad. Como soy muy cuqui, le mandé un mensaje de WhatsApp con el dibujito del caracol. Y apareció al rato. No solo apareció, sino que lo hizo detrás de una caja del tamaño de una isla griega escala 1:1, envuelta en papel de regalo, y yo tuve que volver a mi casa para cambiarme los calzoncillos. A mi regreso, nos fuimos a Parque Oeste.

Una vez allí, mojados (por la lluvia, se entiende) y sin que me dejara abrir el paquete, nos metimos en el Alcampo, el más grande de España, por cierto, y después de recorrerlo dos veces, me hizo salir para comprar "algo" y esperarle junto a una floristería donde vendían plantas carnívoras. Que era curioso porque las metías el dedo en la boca y no hacían nada. No había visto bichos más sosos desde que un amigo se compró un camaleón. Y mi novio se fue con la caja y regresó al rato. ¿Podía abrir ya la caja? ¡No, te esperas!

El lugar que escogió para abrir la caja fue un McDonalds lleno de niños. Varios de ellos sufrieron traumatismos craneales y hemorragias internas...dentro de mi cabeza. Y llegó el momento de abrir el paquete...sosteniendo un helado de nata en una mano...y con él grabándome y diciéndome cosas bellas (próximamente en Youtube). ¿Y qué había dentro? Tiras, y tiras, y tiras, y tiras, y más tiras de periódico. Y aún más tiras de periódico. Que me pusiera a buscar, me dijo. Y yo, claro, me emociono con estas cosas como cuando viene Papá Noel, y no sé por dónde empezar, se me enervan las neuronas, e hiperventilé. Cuando consiguieron reanimarme, empecé a buscar ya más calmado. Y lo bonito, porque yo venía a escribir bonito, del asunto era que cada regalo significaba algo que le gustaba de mí. ¿No es para comérselo? A saber: un póster de Joker y otro de Frankenweenie; chapitas de El Hobbit; dos cómics de Fullmetal Alchemist; una taza de twitter; una pulsera republicana; un sándwich de crema de cacahuete acompañado de Nestea (que lo compró en Alcampo junto al pan, ese era el gran misterio); una palestina (el pañuelo del cuello, no una señora nacida en Palestina); la película "La historia interminable"; y, ojo, un colgante de la llave espada de Kingdom Hearts ¡que era suyo! Insisto, ¿no es para comérselo, para abrazarle, quererle y chuparle la...sangre? ¡HE DICHO SANGRE!

Pues ya he escrito mi post bonito, acerca de mi cosa sucedida recientemente de interés popular, y he presumido un poco. El resto de la historia no es de vuestra incumbencia.

17 de febrero de 2013

Yai!!! I'm 25!!!

Voy a hacer un Beatriz Talegón, o sea, defenderme de lo indefendible. Quiero defenderme de aquella gente que me está acusando de cumplir una edad que no se corresponde ni con mi físico, ni con mi subnormalidad ni con mi adolescencia perpetua. Si todos renegamos de nuestra foto del DNI, pues yo voy un paso más allá y reniego de mi fecha de nacimiento también.

A todo esto, hoy es el cumpleaños de Michael Jordan. Y el mío también.

Yai!!! I'm 25!!!
Pero el caso es que, no sé si os habré contado un oscuro secreto de mi pasado que puede despejar muchas dudas. Estuve criogenizado durante 6 años. Eso no solo pausó mi biorritmo, sino que además, una vez devuelto a mi estado natural, se deceleró. Soy algo así como Aragorn, que al tener en su sangre parte élfica y de los antiguos hombres, pues tiene 80 años y ahí le tenéis al hombre, cuanto más sucio más atractivo. Y aparentando la mitad de edad, también. Pues yo más o menos igual. Por cierto, saludos de Walt Disney, que dice que ya si eso sale de su cápsula para cuando cancelen Disney Channel, que ha oído malos comentarios de ella y no le apetece corroborarlos.

Y bueno, ya sabéis que por las noches me dedico a salvar el mundo, pero hasta ahora lo había hecho sin superpoderes. Cuando empiece a ser consciente de ellos (ojalá multiplicar dinero), os iré contando.

Y estuve ayer celebrándolo un poco. Fue la primera vez en mi vida en que CASI gano una partida de bolos. Y no es que me dejaran ganar, no, que casi llego a los 100 puntos, cosa meritoria en alguien que suele quedarse en 60.

P.D.: Como este es un post sin fuste ni fuelle, aprovecho para decir una cosa de la Talegón, la chiquilla esta del PSOE. A ver, que sí, que puede manifestarse y ser crítica con su partido. Igual que me pareció fatal cuando a Cayo Lara se le zarandeó durante el 15M, lo mismo me parece ahora con ella. Pero hermosa, que cuando tu partido abrió juzgados para acelerar desahucios ni tú ni ningún jóven "socialista" salisteis a dar la cara para recriminárselo a tus mayores. Sí, te estoy llamando oportunista, por muy buenas que sean tus intenciones.

P.D.D.: Es mi cumpleaños, regaladme followers, una cuenta premium de favstar y el historial del mis tweets, que yo aún no puedo acceder a él. Gracias.

6 de febrero de 2013

Los guiones que no eran escritos por un guionista.

¡Los guionistas existimos! Y tras este alarmante toque de atención, expondré mi drama. Resulta que estoy metido en varios proyectos, algunos de ellos para la propia escuela en la que hago la carrera (cinematografía, especialidad de guion, para los que no tenéis la grata fortuna de conocerme desde tiempos inmemoriales), otros son encargos de profesores, y otros para gente de fuera. Todos ellos gratis. Faltaría más, un guionista cobrando y pudiendo comer por lo que escribe, habrase visto.

Empiezo por el guion para una serie que nos ha encargado la escuela. Resulta que todos los años hacen una serie para internet, pero este año, por fallo de gestión (Universidad Rey Juán Carlos I, te adoro), la serie que se está grabando no la hemos escrito los de guion. Así que para que no protestemos demasiado nos ha encargado escribir algo para que se realice el año que viene, cuando ya no estemos nosotros y básicamente puedan hacer lo que les salga de la polla con ello. Alegría. Pues bueno, en menos de dos meses, porque encima nos han dado plazo, hemos conseguido escribirles 12 capítulos de algo medio decente, y digo decente porque alguna ocurrencia ingeniosa tienen. Para que os hagais una idea, desde "Yo soy Bea" no había visto conflictos y personajes de tan magno calado.

Me sumerjo en el guion que estoy escribiendo para un director. Resulta que el tipo tenía una idea sobre unos amantes inmersos en el mundo de la heroína, con el protagonista enfermo terminal y ocultándoselo a la tipa, y él quería que ese amor fuera eterno, magnánimo. Lo primero que le dije es que se había cargado todos los conflictos interesantes de un plumazo, así que cogí la idea que tenía, con esos mismos personajes, y le di una vuelta de tuerca y saqué un pequeño reverso siniestro al asunto, respetando lo del amor eterno, el cual solo es posible llevar a cabo si alguno de ellos muere, a no ser que quiera "Pretty Woman" pero con drogas. Aproveché la enfermedad del tipo para cargármelo en la última escena, es la esencia de la tragedia, que alguien muera y te deje jodido. Hice que estos personajes se conocieran ayudándole él a ella a pincharse, y que la última escena ocurriera a la inversa, y con él dejándose morir, todo eso después de algunos reversos. Es una historia pequeña, pero que le había metido cosas interesantes. Me lo reconoció el director, supo verle el jugo que le había sacado. Otras dos personas, una de ellas guionista profesional, vieron cosas muy buenas en ese guion. Solo me quedaba mejorarle los diálogos cuando, de repente, el director me envía un correo diciendo que se le había ido la cabeza (con esas putas palabras, flipado de la vida) y que había reescrito todo porque mi versión tenía poco de lo que él quería transmitir. ¿Qué cojones me estás contado, pollo? ¡Tío, te he dado un guion bastante bueno de algo que a priori no daba para nada! E impresionante el tamaño de tu bolsa escrotal al desecharlo e insistir en convertirlo en una historia con más filtros que un cuento llevado a película animada por Disney.

Y remato con otro problema con los que se especializan en dirección en la escuela. Resulta que nosotros les ofrecimos ayuda para escribir sus guiones de sus proyectos finales. Desde entonces, hemos oído grillos cada vez que les preguntábamos por ello. Hoy hemos tenido el infortunio de leer las versiones finales de los guiones que van a dirigir. Pregunta: dentro de la escala social qué va por debajo, ¿la mierda o la basura? Para saber dónde colocar tales esperpentos narrativos. No solo son historias que solo les importan a quienes las han escrito y que nadie tendría el menor interés en prestarles atención, sino que están escritas en coloquio de niños de ESO. Y el caso es que alguna idea buena había, la cual cogida por alguien que sabe de guion podría haberle sacado mucho provecho. Pero el ego de estas personas y sus ansias por contarlo, dirigirlo, interpretarlo y montarlo todo ellos es insaciable. Así salen las mierdas que salen.

¿Os sabéis la historia de que el cine español es malo? Pues ya sabéis más o menos cómo se mueven las cosas. Las películas terminan siendo historias que a nadie le interesan, pero en las que el director vierte su alma. Pues muy bien, hermoso, para ti y para tus tres amigos gafapastas que vean algo en ello.

26 de diciembre de 2012

Tengo una cita.

Como la mayoría de los que me leéis o bien estáis casados, o divorciados, o no echáis un polvo desde que Yurena se llamaba Tamara, o bien sois orgullosos vírgenes, pues lo de tener una cita os debe sonar extraño. Sí, a mí también. Soy un tío del siglo XXI, yo no tengo citas. Yo salgo por ahí y tengo cosas casuales tras cinco cubatas que pueden acabar en una cama y en un "ya te llamaré". Pero no tengo citas. Por varios motivos:

- Una cita implica gastar dinero. Y si ya soy un tacaño cuando tengo dinero, ahora que solo tengo ahorrado lo justo para sobrevivir a los próximos tres años, pues más todavía.

- Tienes que ponerte elegante. Cuando yo no soy una persona elegante. Casual, moderno, bello, follable, intrigante, con un nosequé, con un rostro a lo Heath Ledger,... Todas esas cosas las admito como innegables atributos. Pero no elegante. Elegantes son George Clooney, Viggo Mortensen o Txus Di Fellatio. Pero yo no.

- Tienes que ponerte en plan romántico. Que yo seré todo lo romántico, tierno y achuchable que quieras, pero soy un tío, y lo que quiero es follar.

- Tu madre huele que tienes una cita. Es como un séptimo sentido (el sexto es el de encontrar cosas extraviadas cuando tú no consigues hacerlo). Si tienes una cita, por mucho que intentes ocultarlo, tu madre lo sabrá. Y te vendrá con preguntas estilo: "¿por qué te duchas? ¿Por qué vas tan guapo? ¿Por qué te echas desodorante? ¿Por qué te arrancas las espinillas? ¿Por qué te pones ropa limpia? ¿Por qué te cepillas los dientes?" ¡¡¡Lo sabe!!! Y de esas preguntas pasará directamente al acoso con otro tipo de preguntas: "¿la conozco? ¿Cómo se llama? ¿Vive en un chalet? ¿¡VIVE EN UN CHALET!?" Y además si tienes la suerte de ser gay, te preguntará: "¿la tiene grande?"

¿A vosotros no os pregunta vuestra madre por el miembro de vuestros rollos? Pues qué madres más ancladas en el siglo XX tenéis, hermosuras.

Pues como ya he dicho, yo no soy de tener citas. Pero ni de tener citas, ni de hacer llamadas por teléfono, ni de decir "te quiero", ni de acordarme de la fecha en que nos dimos el primer beso, ni de regalar flores de plástico por 3€ de los rumanos de las discotecas de Madrid. Sí, lo sé, soy un partidazo, de los que ya no quedan. Yo soy más de "vámonos de fiesta", de hacer que te lo pases genial, y de "sé de un hostal barato aquí al lado". Yo es que soy una persona preparadísima. Así que lo de ir a cenar en pareja y cosas así... ¿Pasar por un McDonalds y tener conversaciones sobre los diferentes tipos de caca se considera cita romántica?

Vale. Pues resulta que hay un chico que se puede considerar como mi última conquista. O yo soy su conquista. Yo que sé. Y mi plan iba genial. Como todos mis planes de apareamiento. Pero resulta que tengo como una cosa en el estómago ahí mezclada con toda la mierda que he comido durante estos días y que no son ni gases, ni empacho, ni la tenia intestinal (con la que llevo ya cuatro años, te quiero, hermosa),... Es otra cosa. Ay, yo qué sé. Y este chico y yo nos hemos propuesto lo que se puede denominar una cita, con sus cuatro letras.

Con lo inseguro que soy yo. Una puta cita. O sea: ¿y se me pongo a cenar espaguettis, estornudo y se me sale uno por la nariz? ¿Y si no le hacen gracia mis chistes sobre razas inferiores, pederastas y gente muerta? ¿Y si me sale un tic en el ojo? ¿Y si se me queda un trozo de lechuga entre los dientes y no me doy cuenta? Joder, es que son demasiadas las cosas que hay que tener en cuenta. Y para antes de cenar, opciones: cine o bolera. Lo de llevar a mis rollos al cine es algo que no suelo hacer, básicamente porque es como adentrarles demasiado en mi mundo y me siento incómodo, es como cuando Batman rescata a damisela en apuros y se la lleva a la Batcueva. ¡Sácala de ahí antes de que empiece a tocar cosas o a preguntar que qué es eso o qué es lo otro! Y resumiendo: si les llevo al cine, es porque ya hay algo más. Así que me va a tocar ir a jugar a los bolos. Yo. Con un promedio de 60 puntos. Yo. Capaz de tirar la bola y hacer pleno en la pista de al lado.

Con lo sencillo que es quedar, liarse y punto, cojones, quién me mandaría a mí haber aceptado ir a la puñetera cita. Pero con qué gusto lo he aceptado.

24 de noviembre de 2012

Hola, me llamo Puto Maiden y voy a una secta.

Bueno, esto es un poco vergonzoso para mí. Este año, el sitio donde estoy haciendo la carrera se ha convertido en un nido de Flanders. Desde el primer día de clase ya me intuía algo raro en el ambiente al encontrarme por las paredes de la escuela post-it pegados y globos por el suelo con frases estilo "persigue tus sueños" u "hoy es un gran día, sonríe". Claro, así pasa, que dedicándome a escribir guiones, lo único que me apetece es hacer historias de gente que quiere hacer volar por los aires su universidad con la ayuda de un tipo que dice que estuvo sometido a sondas anales durante 7 años y por otro que se dedica a la producción de cine pornográfico amateur y que cree ser la reencarnación de Jesús. Además, varios de mis profesores nos llevan tiempo advirtiendo que la gestión de la escuela parece manejada por un grupo de evangelistas hippies nazis budistas.

Este viernes he confirmado que estamos más chachi pirulis de lo que deberíamos. A principios de mes se nos envía un mensaje al campus virtual diciéndonos que habría clase extraordinaria y que la asistencia era obligatoria. No especificaba asignatura y estábamos citados todos los cursos avanzados, grados y másters de la escuela. Mierda, mierda, mierda. Venga, va, habrá que ir, a ver para qué nos quieren.

Pues bueno. Una coacher empieza a darnos la charla: íbamos a hacer terapia de grupo. Decía que en esa clase íbamos a entrenar las emociones, que íbamos a aparcar la racionalidad y dejar fluir el amor, la libertad, y no sé qué pollas más. Me acabo de enterar de que estoy en la academia de Operación Triunfo, y que debemos llorar unos con otros porque es muy fuerte todo lo que sentimos los artistas ahí dentro, que todo está magnificado. Lo primero que nos manda hacer es emparejarnos, y que uno de los dos le contara su historia al otro, sin réplica verbal, solo escuchando. Mi historia fue tal que así:

"Pues nada, que esta gente se cree que a mí el tiempo me sobra, y me han hecho venir para esta gilipollez, porque vamos, estarás de acuerdo conmigo en que ésto es la mierda. Y mira, ¿te has fijado en lo gorda que está Vanesa? Además es que no sólo es gorda, es que es una mezcla de la Gremlin esa que sale en la segunda parte con los morros pintados, la cerdita Peggy y la Pantoja de Puerto Rico. Y siempre está hablando de sexo, pero además es que lo hace con ganas, la muy jamona, que casi babea cuando lo hace. Mira, me dan arcadas. Y tendrías que ver su facebook, que solo sube fotos de su escote, ahí, los pechotes al límite entre lo que aún es carne y lo que es pezón. Y bueno, que eso, que me tenía que haber quedado en casa."

El asunto empezó a ponerse sectario cuando nos hizo agruparnos entre 5 y que hiciéramos un eslogan motivador y que lo expusiéramos en medio de la gente. En plan "si somos más, podemos lograrlo". Con acompañamiento de saltito, euforia, y esas mierdas. Claro, yo que soy así como tirando a cerrado, soso, muerto en vida, demasiado tío para ser marica y demasiado marica para mear en medio de la calle... Bueno, si hay alcohol por medio puedo suprimir todo éso, pero éso, dame alcohol. Pues eso, que yo no quería salir a hacer tal gilipollez. Claro, la coacher me miró como la monitora del campamento de boy scouts mira al niño que no se integra, y me ha intentado motivar con "venga, chicos, animémosle con un aplauso". ¡Váyase a la mierda! Ahora ya es que hasta se me han quitado las ganas de vivir. Flanders, que sois todos unos Flanders.


Y total, que yo y algunos compañeros que aún están en sus cabales nos hemos negado a hacer tal memez en público, y nos hemos quedado señalados por el resto. ¿Qué mierda de terapia de grupo es ésta? ¿Cuándo sacan los panfletos de la nave que nos va a sacar del planeta durante el fin del mundo en cuanto paguemos el donativo?

Y ya el colmo ha sido lo del abrazo. Sí, o sea, ir deambulando por el sitio abrazándote con todo aquel que te cruzaras. ¡Joder, que yo era feliz con mis movidas, mi individualidad, mis clases de guión en las que me cago en la mierda y escribo en las paredes, en las que los profesores me invitan a abofetear a los supuestos espectadores de mis escritos! Y ahora la coacher me está diciendo que sea asertivo, que tenga una actitud abierta hacia los demás, y que libere mis sentimientos. Mire, señora, usted me lleva a una discoteca, me pone un cubata, y soy el más asertivo, el más abierto, y ya te digo que saco mis sentimientos y me abrazo hasta al viejo que lleva poniéndome ojitos desde que entré y que seguro que guarda fotos de jovencitos como yo tocándose en su cama.

Bueno, que al final he huído. Pero hay gente que se ha quedado, y posiblemente el próximo día de clase me sienta como un extraño entre ellos. Estoy escribiendo un procedimiento a seguir en caso de ser abducido por ellos, y que espero que mis padres sigan paso por paso. El primer y único paso es que me metan un tiro y acaben con mi sufrimiento. Así. Radical.

8 de noviembre de 2012

Mis aventuras en PW (Episodio XI: los hombres que esperaban hora y media para montar en los cochecitos).

Ahora que he dejado el imperio liderado por Piolín y que no volveré a ser reclutado hasta nueva órden, dentro de unos 4 meses, quería explicar brevemente porqué cuando vais a un parque temático o de atracciones esperáis tanto tiempo para montar en cualquier sitio. A veces es porque hay mucha gente y es inevitable, otras porque la atracción no da más de sí, pero otras sois vosotros los que provocáis esas colas interminables.

Aparte del absurdo de que muchas veces la gente ya se pone en la primera cola que ve, que parece que les gusta hacer cola, porque no me explico que muchas veces haya atracciones con casi una hora de espera para montar cuando las otras 40 están a 0, los motivos los voy a exponer en primerísima persona. Os lo resumo:

- ¡Ay, yo quiero ir en la derecha! ¡Ay, no, en la izquierda! ¡No, mejor en el centro! ¡Ay, no sé! ¡Ay, venga, sí, en la izquierda! Bueno, mejor no monto. 

Esto yo lo denomino como "persona que lleva treinta minutos esperando para montar y que hace esperar otros treinta minutos al resto para montar ella...o para no montar".

- Mira, hijo. Vamos a montar mi marido y yo. Aquí te dejamos a las niñas, a la abuela, las tres mochilas, la sombrilla, el paraguas, que lo hemos traído porque en agosto nunca se sabe, el carrito de las niñas, y, ¿nos puedes hacer una foto? ¡Ah, y el monedero, guárdalo también!

¿Van a ver a Lady Gaga? ¿A U2? ¡No! ¡Van a la atracción de Scooby Doo!
Y después de eso, explícale que no te quedas al recaudo ni de las niñas, ni de la abuela, ni de los objetos personales, y que no les vas a hacer la puñetera foto, y que monten de una santa vez. Te miran como si estuvieras amenazándoles con llamar a los servicios sociales por abandono de familiares, cosa que bien podrían merecerse. Y antes de ajustarles los arneses, se bajan tres veces más para recordar a las niñas que estén pendientes de la abuela, que la mujer está un poco desubicada en un lugar tan lleno de ruidos, lucecitas y gente alborotando. Si ella lo que quería era ir al baile de los domingos de la residencia, no a ver a Bugs Bunny.

- ¡Espera, no empieces todavía, que viene mi prima por ahí! - ¿Por dónde? - ¡Por allí! ¡Mira, es aquella! - 600 metros mas allá, la prima lucha por saltarse toda la fila de gente. - ¡Venga, prima, que ya empieza! - Pero la prima no ha esperado cola. - Es que viene de otra atracción y le estaba guardando el turno, que así aprovechamos mejor el día. - Pero eso no se puede hacer. - ¿Cómo que no? He esperado yo por ella. - Pues monta ella, pero usted no, entonces. - Pero yo quiero montar también. - Pues que su prima espere, como todo el mundo. - Pero queremos montar juntos. - Pues esperad juntos la cola. Pero no le guarde el turno. - ¡Esto es indignante! ¡Quiero hablar con un supervisor!

Lo peor de estas situaciones es que discutes con el hombre, con la prima, y con la gente que se queja porque no les has echado ya y la atracción está parada por su culpa. Que si por mi fuera, cogería un gancho como el de las máquinas de los recreativos y les habría sacado ya a ambos, pero está mal visto tratar así a los clientes, incluso a los pesados como esos.

- ¡Hola! ¡Somos un montón! - ¿Cuánto es un montón? - ¡Pues un montón! - En número, por favor. - Espera, que los cuento... ¡Dieciseis! ¡No, catorce! ¡Ay, no sé, un montón! - Caben nueve en cada unidad. - ¡Pero somos 18 y queremos ir todos juntos! - Solo caben 9 en cada unidad - Esperamos a la siguiente. - En la siguiente también caben 9 como máximo. - ¿Y qué hacemos? - Dividiros, obviamente. - ¿Dividirnos? ¿No podemos ir todos juntos? - ¡Que solo cabéis nueve! - ¡Ah, vale, entiendo! ¡Pues a ver! ¡La mama, el papa, el Richie, las tres Marías, el Paco, el José, el mariquita, y la Asun que pasen ya! - Van 10... Caben 9. - ¡Ay, hijo, mira que nos estás complicando! - Usted me está complicando a mí. Divídanse en dos grupos de nueve, por favor. - Entonces, ¿no podemos ir todos juntos? - ¡Que no! ¡Nueve por unidad como máximo! - ¡Rompefamilias! ¡Queremos hablar con un supervisor!

¿Cuántos dramas familiares habré provocado con situaciones similares?

Y bueno, éste es mi pequeño resumen de las cosas que hacéis la gente para contribuir a que el tiempo de espera en una atracción pueda aumentar unos quince minutos o más perfectamente evitables si llegárais organizaditos, preparaditos, y con las indicaciones de la entrada leídas cuando llegara vuestro turno.

26 de septiembre de 2012

Mi 25-S

Llegué a Neptuno a eso de las 17.30 acompañado de un par de amigos. Había estado todo el día anterior y toda esa misma mañana debatiéndome sobre si asistir o no, porque intuía que la cosa iba a estar fea de narices, y desgraciadamente no me equivocaba. Cuando llegué, toda la plaza y las calles colindantes estaban ya a rebosar, apenas se podía caminar y avanzar entre la gente.

Lo primero que noté es que no había un ambiente más o menos de júbilo como en otras manifestaciones a las que había asistido, se notaba una calma tensa y mucha rabia contenida. Cuando me quise dar cuenta, me encontraba a apenas 20 metros del cerco policial que separaba a la multitud de la subida al Congreso. Mis amigos querían seguir avanzando; yo no, ni loco, ya veía bastante bien el panorama, a los antidisturbios montados, con varios furgones apoyándoles y con espumita en la boca. Y me entró una sensación extraña, la de querer irme, la de no querer estar ahí, pero de obligarme a mí mismo a hacerlo, por cojones. Ya podía haber nacido pijo y progre, o nieto de Aznar, y ahorrarme estas mierdas, coño.

Un par de amigos más llegaron después y tuve que salir del montón y meterme en otro montón para poder localizarles. En esos 20 minutos entre que fuí a recogerles y regresé, los ánimos ya se habían encendido bastante. No pasaron 10 minutos desde mi regreso a la avanzadilla (quién coño me mandaba a mí) cuando ocurrió la primera carga. Vale, empecé a acojonarme. Maldije haberme puesto uno de mis boxers caros, los de follar, porque iban a acabar sucios. Hicimos dos o tres sentadas, y yo diciéndome por dentro "con lo bien que estabas en casa, rico, porqué te tienes que meter en estas movidas". Poco después, una segunda carga en mis narices. No sé ni lo que vi porque la confusión y el ajetreo hacían que me centrara más en seguir buscando una vía de escape que en fijarme en si un gorila me perseguía con una porra. Cagado, nenes. No me lo pensé. Agarré a dos de mis amigos, a los otros que querían permanecer en primera línea les avisé que cuidadito, y me los llevé para atrás, a una zona más segura. Apenas habían pasado las 18.00, o sea, la hora a la que estaba programado el inicio de la manifestación.

Durante la próxima hora, tensión, espera, risas nerviosas, algún chiste entre la gente para calmar los nervios (varias personas a mi alrededor se rieron a pleno pulmón cuando me dió por gritar "Aguirre, dimisión"). Aplausos al tipo que se subió al techo de una parada de bus y luego el pobre no era capaz de bajar. Varios tipos haciendo negocio vendiendo cerveza a 2€ la lata (me imaginé una cosa tan absurda como a Tejero entrando en el Congreso, gritando "quieto todo el mundo", mientras un chino incordiaba a los diputados con el reclamo de "celveza, celveza").

Después ya no hubo lugar para bromas. Una nueva carga, esta vez me pillaba un poco más lejos, pero bastante más potente. Los portadores de banderas rojas, encapuchados, habían comenzado a provocar a los prodisturbios. Luego por imágenes sacadas, se demuestra que esos provocadores eran infiltrados. Qué raro. Me empecé a preocupar por los amigos que se habían quedado por delante. Sobre las 20.00 me dije que para casa, que eso no iba a acabar nada bien.

Subiendo el paseo del Prado, varios furgones tomaban posición. Viendo que ya habían tapado las dos de las salidas de Neptuno, ¿iban a tapar esa casi exclusiva vía de escape? La encerrona que iban a provocar iba a ser pequeña. El paseo también estaba repleto de gente. Me quedé ahí un rato, pensando en que eso iba a parecerse a un culo después de dos semanas sin cagar. Estaba ya sin mis amigos. De dos de ellos me había más o menos despedido, y a los otros dos les había perdido. Hice varias llamadas y no contestaban. Y yo con tendencia a sufrir agorafobia. Tras unos 15 minutos, veo que las cargas han invadido Neptuno, y llegan a donde estoy. Y yo sólo, escuchando de cerca los disparos. Divertidísimo.

Qué alivio al llegar a Atocha, comprarme un pendiente que se me antojó en uno de los puestos (es que soy marica), y coger el tren. Pude localizar a mis amigos perdidos, que estaban bien. Como una puta cabra, pero estaban bien.

Ya en casa, lo que todos pudimos ver por internet (porque por TV podías elegir entre "españoles en Taiwán" o Jorge Javier Vázquez). Vídeos de las cargas, de cómo fueron los prodisturbios los que comenzaron las peleas, de cómo uno de ellos recibió por él y por todos sus compañeros (el vídeo del año, nenes), de heridos, la noticia sin confirmar de un posible herido de médula (que creo que al final no ha sido así), de que un sindicalista policial por twitter demostraba estar a la altura psíquica del resto de sus compañeros ("LEÑA Y PUNTO", frase lapidaria), de que desde el gobierno (sí, con minúscula, igual que la palabra rey) estimaban 6000 manifestantes (espera que me quedo sin aliento para poder reírme),... Y lo que más miedo me dio, y eso que ya estaba en casa: antidisturbios jugando al pilla pilla por la estación de Atocha y por los propios andenes, disparando sus pelotas de goma, con gente normal que va ahí a coger el tren. Inteligencia y sensatez, bravo.

Y ahora, ¿qué? Pues parece ser que hoy se regresa. Una segunda oportunidad para acabar con la cabeza abierta, para que luego digan que España es un país sin oportunidades. Y que nadie me diga que no se ha logrado nada: se han mostrado ellos mismos al mundo, una vez más. Son incapaces, inútiles, no saben solventar una situación que ya no agrada a nadie. No me refiero a los gorilas uniformados y sin identificar, que también. Me refiero a la chusma que tenemos por gobernantes. Y el mundo entero lo sabe. Otra cosa es que el mundo quiera salvarnos de ellos. Como no lo va a hacer, tendremos que arreglar la situación desde dentro. Y posiblemente esta sea una de las pocas formas que hay de hacerlo.

19 de septiembre de 2012

Desvaríos sobre Barcelona.

Lo primero de todo para que no se me olvide: he estado recibiendo mongoreplyes vía twitter por culpa de mis espeluznantes tweets políticamente incorrectos en los que se me acusa de: racista, machista, de tener escondido en mi casa a Bin Laden, de conspirar para matar a JFK, e incluso de homófobo. Dos cositas (a los mongoreplyes, que vosotros, seguidores míos, sois unos corazones del tamaño del falo de Anne Igartiburu):

  1. Relajáos, hermosos.
  2. Hay una cosa llamada sarcasmo, que bien os la podéis meter por el culo y darle dos menéos. Juntos, podemos lograr que dejéis de ser tan cortitos.
Entremos en materia.

Acabo de regresar de Barcelona, que es una ciudad que la hizo popular Freddie Mercury dedicándole una canción que seguramente no hayáis escuchado porque es de gente muy exclusiva. La gente que opositamos para superhéroe somos así, necesitamos viajar, aunque sea poquito. Menos a los que les pica una araña radiactiva, esos ya tienen la vida resuelta. Pero los que nos tenemos que sacar la carrera por méritos propios, viajamos. Bruce Wayne se fue al Himalaya; Tony Stark a Iraq; yo a Barcelona.

El viaje comenzó tal que así:

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246576417947652097

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246579633221414912

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246581759414771712

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246583944957550592

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246584606017601536

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246585565049393152

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246586695116521473

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246591292396687360

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246592687493496832

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246593033146085376

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246595235440914432

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246601442838855680

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246602413446950914

Sí, ahora ya sé cómo se cambia la rueda de un autobús accidentado y tengo material de sobra para hacer un guion mezcla de "La diligencia" y "Las colinas tienen ojos", con un toque de "Lost".

He estado recopilando información sobre la fauna local. Tras un macroestudio exhaustivo y preciso, he obtenido un dato demoledor: a los barceloneses no les gusta la cocacola porque es azúcar puro. ¿Cómo os quedáis? Este resultado ha salido tras un enorme sondeo a...1 persona...

¡No me miréis así! No me dedico a hacer estadística y no tengo tiempo para dedicarme a hacer estas estupideces. Simplemente es algo que saco de la primera persona a la que pillé por banda (Adsi Demelki, que no le gusta la cocacola, y bebe ese líquido que usa mi madre para regar las plantas).

Otro dato curioso: de cada 10 personas en Barcelona, 9.5 no son de Barcelona. Hay franceses, alemanes, ingleses, italianos, plutoneses, japoneses, irlandeses, portugueses, chinos, unicornios, y hasta hace unos días, yo. Pero no hay barceloneses. Están todos refugiados en sus casitas de chocolate, como duendecillos... Son tan majos... Es verdad, la hospitalidad allí es de agradecer. En cualquier sitio de interés turístico, la misma persona te es capaz de atender en 6 o 7 idiomas distintos. Es gente preparada, ojito con eso. Y yo, por ejemplo, que tiendo a perderme, cuando pedía ayuda la gente se ofrecía a guiarme hasta tal punto que casi me acompañaban a mi destino. 

Gente peligrosa los barceloneses... Lo mismo te plantan dos calles con el mismo nombre en menos de 200 metros a la redonda, que te hacen una parada de metro con 8 salidas distintas por 12 calles diferentes. No me digáis cómo, lo hacen, y punto. 

Que, por cierto, la arquitectura de Barcelona es tope chachi. Eso sí, la pela es la pela allí más que en ningún lugar, y para reducir gastos dejaron que todo lo hiciera el mismo arquitecto: Gaudí. Así está todo, a medio hacer. Fuentes fiables me informaron que este hombre murió atropellado por un tranvía al salir de un prostíbulo. Best death ever. Si tuviese que elegir, esa sería mi muerte elegida.

Y tengo que desmitificar tópicos catalanes: es mentira eso de que para provocar altercados entre ellos baste con arrojar una moneda de 5 céntimos al suelo. Con una de 1 ya es suficiente.

Es mentira, en realidad el que salió corriendo detrás de ella fui yo. Que era mía, ganada con el sudor de mi frente.

La cosa allí siguió tal que así:


https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246629677739941889

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246896542852722688

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/246998416469676032

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/247025451036446720

Y como ya he dicho, estuve con el ya machacadamente mencionado Adsi Demelki, que estuvo enseñándome cosas de enseñar de la ciudad, y estuve con un par de compañeros de mi escuela que aún no han regresado a Madrid, los muy mamones. El final fue más o menos así:

https://twitter.com/Puto_Maiden/status/247404563789926400

Me he olvidado mi esponja en el hotel, espero que la traten con el cariño que ella se merece. Mi esponja, tan esponjosa ella. Que bueno, ya me he comprado una nueva, pero cuando me di cuenta hubo diez minutos en los que no había quien me consolara.

Y nada más. Mi consejo de hoy es que no bebáis vodka negro con lima porque empalaga. Sed felices.

10 de septiembre de 2012

Si un plan se va a la mierda, tócale el culo. (Proverbio que me acabo de inventar)

Hermosos, ¿os acordais de esta entrada? Sí, hombre, ésta. A ver, que os veo torpes: ésta, ésta, ÉSTA. Bien, pues ahora que los más inteligentes de la manada la habéis visitado a través de tres enlaces distintos en una misma línea de texto (olé a quien lo haya hecho) os sugiero que olvidéis todo lo que ahí escribí, borradlo de vuestra memoria porque no va a ocurrir.

Puede que me ocurra algún día...
Aclarado eso, remarcaré que no todo en esta vida es drama, y que si la vida te da un revés, pues la solución es llamar a tu amigo Andrés. Y esta frase no tiene sentido, pero es que rima y me parecía cojonuda. Bueno, pero ya me encargo yo de buscarle sentido. Me explico: como soy una persona que los veranos se los pasa trabajando con los Looney Tunes y algunos superhéroes y el resto del año estudiando (y aunque con mayor parsimonia trabajando también), pues los pocos días seguidos libres que tengo a lo largo del año me gusta aprovecharlos en hacer cosas. Cosas como escaparme, ya sea en compañía o yo solo. Me voy por ahí, me olvido de todo, me pierdo y ya de paso me pregunto a mí mismo hacia dónde va mi vida (hoy me he levantado filosófico). Ya me fui una vez a Pontevedra y otra a Sevilla, y volví sano y salvo al hogar, así que no creo que esta tercera escapada solitaria sea en la que definitivamente muera. Esto que yo hago también me ha servido para conocer gente.

Bien, volvamos a la ingeniosa frase que no tenía sentido del párrafo anterior. La del amigo Andrés, que por cierto, no tengo ningún amigo que se llame Andrés, y si lo tengo ahora mismo no me acuerdo. Bien, lo primero, este fin de semana me escapo a Barcelona. Así, sin haberlo pensado demasiado, sin habérselo comunicado a mis padres de manera oficial, habiendo pillado la primera oferta de hotel cojonuda que he visto por internet (¿alguien sabría explicarme por qué me sale más barato pillar una habitación doble que una individual, que de hecho, es lo que he hecho?) y cogiendo el primer bus que sale el viernes y el último que sale el domingo desde allí. Y remitiéndome al enigmático amigo Andrés, al que de tanto referirme le estoy empezando a coger cariño, sustituidle por Adsi Demelki, un chico del youtube, que se me ofreció hace no sé cuánto a hacerme compañía por allí y a soportarme un poco (¿os habéis fijado con qué sutileza os cuelo spam sin que os déis cuenta?). Y como aprovechado que soy, dije que sí.

Sé lo que estáis pensando, sí. Que puede que cuando vuelva lo haga convertido en Batman. Pero ya os advierto que yo soy más de destruir cosas, así que no. Y que vale, que lo de Londres se va a demorar al menos hasta el año que viene, pero bueno, el objetivo era salir dos o tres días de Madrid en septiembre, que a esta gente le va a venir bien descansar un poco de mí.

Aprovecho también esta entrada para rebozaros a todos aquellos que empezáis las clases el hecho de que yo no empiezo hasta el 15 de octubre. Los artistas somos así, que para empezar las cosas nos tomamos nuestro tiempo. Y aprovecho también para recordaros a los más despistados que ya empecé mi vlog y que como no lo visitéis os reviento. Palabra de princesito.

18 de julio de 2012

Réquiem por mi coche.

He perdido la virginidad en cuanto a quedarse tirado en el arcén de una carretera secundaria se refiere. Que yo iba tan tranquilo conduciendo camino al trabajo, con los Wolfmother a toda hostia en la radio, conmigo vociferando "New Moon Rising", feeling wild and free, y de repente dentro del motor sonó algo así como "ññiggggkkñaaajódetejjjkgjjjk", el coche se paró, y el cuadro de luces se convirtió en una puta discoteca. Mis dos reacciones inmediatas fueron gritar "JODER, JODER, JODER" y luego pensar "¡TOMA! ¡QUE HOY ME VOY A AHORRAR UNAS HORITAS DE TRABAJO!".

Una horita bien rica a la interperie, sin agua, desayunándome todo el solecito, sin aire, junto a unas yeseras y a un pueblo que recuerda a Silent Hill o a la Texas profunda, que me tiré esperando a la grúa, que le tuve que acabar guiando yo por teléfono tanto para llegar a donde me quedé como para ir al taller. Taller donde el tallerista (o mecánico, allá vosotros con vuestra mierda de lenguaje) me miró con cara de "con este me saco un sobresueldo" y después me dijo "van a ser 2000€". ¡Venga, chacho, que valor sentimental tiene, pero con ese dinero tengo tres coches como el mío! 

Sí, ahora subo fotos de cadáveres al blog.
La verdad es que esto de quedarme sin mi coche penita me da. Ha dejado un cadáver precioso, con el tensor de la correa partido, los pistones hechos puré y las valvulas reventadísimas,... ¡y eso lo he hecho yo solito! Ha sido un coche en el que me he encontrado cosas asombrosas, como un calcetín que no era mío en la parte trasera (¡ay, esa parte trasera!), con ambientador de bolitas en los ceniceros que parecía droga, que lo tenía con la cantidad de mierda suficiente como para decir que era mío, que pasaba la ITV con las luces de freno desconectadas, que tenía una alarma instalada sin que yo lo supiera y que se chupaba la batería, que tenía un neumático que había que meterle presión cada 15 días, que perdía aceite,... ¡Pero yo le quería!

Pero, ¡eh! Que yo salgo aliviado de esta experiencia, que me he puesto a hacer cuentas y casi que sin coche me hago rico, o por lo menos me llega para invertir en Nueva Rumasa o en Bankia. Que si me ahorro 800€ anuales de seguro (putos vampiros hijos de perra, os aprovechais de los jovencitos menores de 26 años con menos de 5 años de experiencia), que si me ahorro 25€ semanales de gasolina, los dos cambios de aceite anuales a 70€ cada uno, los 40€ de ITV, los 65€ de impuesto de matrícula, los 2€ de lavado mensual, más parquímetros, gastos puntuales,... Mira, que le den por culo al coche. Que eso de que da libertad es publicidad engañosa, que yo con ese dinero que me ahorro tengo para hacerme dos viajes, o para pagarme cómodamente los estudios, o para subirme a las torres esas tochas de Madrid y tirar billetes de 100€ desde ellas y ver cómo la gente se pelea por ellos.

Mi consejo: no os compréis un coche si con el transporte público os podéis apañar. Compráos un tren.

11 de julio de 2012

Dolor de muelas.

Soy de esas personas que tienen la fortuna de sufrir migrañas, pero este año han faltado a su habitual cita de junio. A cambio, me ha venido un dolor terrible de muelas. Yo le llamo cariñosamente migraña de muelas, porque echo tanto de menos esos dolores de cabeza y he compartido tantos momentos especiales con ellos que tenía que hacerles un homenaje o algo.

Pues bien. Llevo tres noches seguidas en las que no duermo porque a eso de las 2 de la madrugada me empiezan a palpitar la encía y la muela que intuyo la tengo picada. Me estoy drogando con el ibuprofeno para ver si me sirve de placebo, pero qué va, lo único que hace es dejarme es estado letárgico y amébico. Estos dolores son como el gobierno de Rajoy, que les pides piedad y clemencia y a cambio te dan un poquito más por culo para ver hasta dónde puedes aguantar. Claro, como el dolor es bucal, lo de comer o beber lo llevo un pelín mal. Mi vida actual es "los juegos del hambre" en el amplio sentido de la palabra.

Que podría ser inteligente e ir al dentista, que hay tres clínicas en mi barrio. Hay más dentistas que panaderías, vamos. Pero que eso no se paga solo. Que yo quiero ir, lo juro, y quiero con toda mi alma que me hagan un empaste, un desgarramiento de encía o un ataque nuclear al nervio, lo que sea que me alivie, pero es que no tengo un jodido euro, y morir de dolor es mucho más económico, mucho más poético y me permite el gustazo de estar quejándome todo el puñetero día.

Yo no sé qué es lo que he hecho mal, si me cepillo los dientes por puro placer rigurosamente después de cada comida, compro chicles sin azúcar y me enjuago con Listerine marca Hacendado sabor menta. Que lo único que me falta para salvaguardar del todo mi higiene bucal es rezar a la vírgen de las muelas. Estoy tan desesperado que gustosamente cambiaba yo este dolor por, yo que sé, halitosis.

Y mis experiencias con el dentista no son precisamente placenteras. Que una vez fui a dar los buenos días y me arrancaron los dos colmillos de leche. Es una experiencia que le recomiendo a todo el mundo. Además luego te llenan la boca con algodones, y se te mezclan con la saliva y la sangre y la anestesia, y tu boca pasa a ser un chocho masturbado por una batidora. Rico, rico.

Y bueno, que creo que mi único día libre de la semana lo voy a amortizar en ir al dentista.

25 de junio de 2012

I wish and I will.

Tengo el caprichito de viajar a Londres en septiembre, cuando las Olimpiadas ya hayan pasado y los españoles estemos tan orgullosos de haber recolectado 20 medallas (2 de ellas de oro). Quisiera y desearía que tal campaña llegara a materializarse y no se quedara en una frustración más en mi larga lista de frustraciones que previamente fueron caprichitos, como cuando quise meterme tres donuts en la boca y no pude, puta impotencia, de verdad. Es que llevo sin tener unas vacaciones dignas de llamarse vacaciones desde hace un par de años, y como que ya apetece.

Pero hay un problema gordo: con quién cojones voy. Porque no todo el mundo está dispuesto a dejarse 400-500€ que es lo que costaría el viaje. Hay varias personas que me han dejado constancia de que quieren hacerlo, pero de querer a hacer hay un trecho. Llevar a mis amigos a Londres rivaliza con la hazaña de salir de unos Juegos del Hambre mejor de lo que entraste.

Que yo el viaje me lo planeo rapidísimo, pero claro, la gente un día te dice "sí, venga, vámonos, con dos cojones, que la vida está para vivirla y yo estoy muy loco", para luego a los tres días decirte "es que no sé...Londres...está como muy lejos...y yo soy muy muy antiamericano, ¿no es mejor ir a la casa de mi primo de Cuenca, que nos la deja gratis un fin de semana, y llevamos alcohol?".

Esto es lo que no acaba de entender esta gente. Que yo no quiero alcohol, que de eso ya tengo todo el puto año, que lo que quiero es irme fuera de este país, a Londres, y cantar el God "shave" the Queen, ir a The London Dungeon, comer bocadillos de albóndigas, sentirme timado pagando un billete de metro con mi brazo derecho, hacerme fotos para Instagram en una cabina de teléfono roja, hacer explotar el Parlamento, y esas cosas que los turistas hacen cuando van a Londres.

Pero ya os digo que encontrar compañía va a ser dificil, y como mis amigos son indecisos, muermos, y poco impulsivos, acepto ir con quien sea siempre y cuando me lleve bien con él/ella/ello/whatever. Bueno, llevarse bien conmigo es fácil. Pero por mis cojones que en septiembre estoy meando en el puto Támesis desde la cima de The Tower Bridge.

8 de mayo de 2012

Rutina.

El despertador suena a las 6.50 y vuelve a hacerlo 10 y 20 minutos después.

Me levanto, bostezo, me estiro, tiro a mi perro de la cama, arrastro los pies descalzos hasta el baño para echar la primera meada. Está ocupado porque tengo una familia a la que le entran ganas de cagar según se levantan.

Me arrastro hasta la cocina mientras sigo bostezando. Me preparo el nesquick y con un poco de suerte programo el microondas a un minuto y no a 10. Si la suerte está de mi parte, consigo no derramármelo encima mientras me lo tomo.

Miro el reloj. Ya salgo tarde.

Me visto tan rápido como puedo. ¿Qué boxers me pongo hoy? No me convence ninguno. Al final cojo los primeros que pillo. Me pongo el pantalón del revés y en el proceso casi tropiezo tres veces. La camiseta de ayer está bien. Arrugada, pero bien.

He conseguido vestirme y corro al baño, que huele a mierda por su reciente uso. Logro no respirar durante los tres minutos que me tiro meando. Me lavo. Me cepillo los dientes con tanta fuerza que me hago sangre en la encía. Escuece.

Cojo la bandolera y salgo corriendo de casa. Bajados dos pisos me doy cuenta de que se me olvida la cartera. Vuelvo a subir. La cojo. Otra vez para abajo. La vecina del primero ocupa toda la escalera. Salto por encima y a correr a la estación. El semáforo está en rojo y mientras veo cómo se me escapa el tren de las 8. Cruzo, cojo un par de diarios gratuitos mientras cuatro señoras se pelean conmigo por hacer lo mismo. Llega el tren. Una docena de personas se pelean por pasar los primeros.

No consigo asiento. Media hora hasta Atocha de pie.

Llego a Atocha. A correr a la línea 1 de metro. La gente se acumula en los tornos porque no saben meter el puto billete. Pierdo el metro. A los dos minutos pasa otro. Me meto y me siento como una sardina enlatada. Huele asquerosamente mal. Lo twitteo.

Llego a Tribunal. En la calle llueve y yo sin paraguas. De camino a la escuela casi me atropella el camión que provee bebidas a la Pachá.

Llego a clase justo a tiempo para que no me pongan falta. Toca teoría. Me aburro. Lo twitteo. Me echo una siesta. Alguien dice que hay que hacer trabajos por la tarde. Se nos informa de que hay clase por la tarde.

Terminan las clases. Bla bla bla con los compañeros a la salida. De regreso a casa. Músicos peruanos en el metro. Odio. Lo twitteo. Me duermo en el tren. Me paso una estación.

Llego a casa. El perro se ha comido mis zapatillas de andar por casa que nunca uso. Le saco a dar un paseo. Ladra a las palomas y un gato le asusta. Subo a casa. Almuerzo. Mi hermano pequeño no me deja ver Los Simpsons porque quiere ver Lizzy Town.

Me lavo los dientes. Cojo de nuevo la bandolera. Corro a la EOI. Pierdo el bus. Me recorro Fuenlabrada de una punta a la otra en 10 minutos. Llego tarde. La profesora me hace hablar sobre cosas que no sé expresar ni en español durante media hora. Me echo una siesta. Termina la clase.

Corro a la estación. Regreso a Madrid. Tres horas de clase con actores. Hoy están poco inspirados.

A la salida, apartamos un aula y nos ponemos a hacer trabajos. Tengo hambre. Bajo a la cafetería. No quedan bocadillos. Me cojo un café de la máquina. Dos cafés.

Empieza a anochecer. Regreso a casa. Me duermo en el tren. Los seguratas me regañan por apollar un pie en el asiento frente al mío.

Entre la estación y mi casa me cruzo con ese chaval al que conozco de no se qué y que es un pelma. Me cuenta no se qué. Hago como que me importa. Adiós.

Llego a casa. El perro corre a verme. Salta sobre mí y casi me tira al suelo. Tiro la bandolera sobre la cama. Bajo al perro. Le asusta una sombra y caga blandito porque mi padre le dio por la tarde a relamer su yoghurt activia.

Me ducho. Me quedo dormido. Me preparo algo de cenar. Me quedo dormido. Enciendo el ordenador. 20 e-mails de la escuela. Información de las prácticas. Horarios de mierda. Información de los exámenes. Fechas de mierda. Lo twitteo.

Alguien me habla por el chat. Le sigo el rollo. No contesta. Adiós. Me vienen ideas para escribir guiones. Las escribo. A lo tonto me han dado las 2.

Programo el despertador. Me peleo con mi perro para traerle a mi habitación. Me tomo un nesquick. Le echo sal sin querer. Vomito.

Me meto en la cama sufriendo porque aún quedan 4 días más de la semana. Pienso "el finde no me levanto en todo el día".  Mentira, el finde curras, pringao. Quiero morirme.