Llueve un mar de silencio en mis cristales
que quiebran con sus gotas el vacío
de un mundo en soledad y desengaño
anegando las aguas el amor
Amenazan los grises nubarrones
desgajarse en tormenta tenebrosa
y el rayo cruza el cielo y rasga el alma
que a su alma me tiene aprisionado.
Si apagada su voz, vivo es mi anhelo,
por nadar en la fuente de su río,
que cuanto más me olvida más la evoco
en las horas que añoro su calor,
mas, la repudio en horas como estas
que hiere sin piedad con su silencio.
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