La curvatura de la córnea

30 abril 2022

Letterism: Patrimonio tipográfico

 


El pasado 28 de abril se celebró en el CaixaForum de Zaragoza un encuentro con el diseñador Ausias Pérez y el rapero y mucho más Dano que, unidos por las letras y la fotos, celebran diez año de Letterism, un proyecto que nació para conservar el patrimonio tipográfico mediante documentación fotográfica.

La iniciación de Ausias en el mundo de la tipografía comenzó desde el grafiti y su preocupación formal para pasar a la pintura como paso previo al mundo digital. De formación autodidacta y frankenstein desde sus inicios tuvo una relación muy estrecha con la música urbana y el hip-hop en una historia de intercambios mutuo hasta llegar a la profesionalización de su actividad.

Dano es un músico que estudió diseño gráfico y, mientras grababa un video en un garito a las cuatro de la madrugada, conoció a Ausias pintando un cartel a mano en una perfecta caligrafía gótica y así, unidos por las letras y las fotos.

Ausias afirma que su trabajo de diseño se debate entre la relación con artistas como la parte más visible y un trabajo con marcas comerciales que siempre están dominadas por la funcionalidad en un mundo en el que se percibe una clara tendencia de aumento de la cultura visual contemporánea. Buen ejemplo es el último disco de Dano que contiene todo un desarrollo estético en torno al diseño gráfico y una tipografía especialmente diseñada para la ocasión.

Las biografías de Ausias y Dano son esenciales para comprender la pasión que ambos ponen en un proyecto que les permite ver el mundo de una manera muy especial, porque han terminado por educar sus mirada para convertir la cotidianidad de la ciudad en un viaje al diseño, gracias a un bagaje cultural que les permite tanto encriptar mensajes en sus trabajos que requieren descifrar determinados códigos creativos para su completa comprensión, pero esa mirada también les ayuda a encontrar motivos de comprensión en una tipografía que habitualmente pasa desapercibida porque, entre otras cuestiones como la baja intensidad cultural y una escasa valoración del patrimonio, son trabajo tipográficos de autores anónimos que Letterism saca del congelador del olvido para darle una pátina de valoración sentimental, emocional y académica con la pátina suficiente para guardar memoria de esos rotulistas sin formación académica de diseño, se desatienden de normas y modas para conseguir unos resultados estéticos muy interesantes. Letterism es un proyecto que pone el valor a los rotulistas que añadieron valor creativo a comercios bares, mercerías o talleres para embellecer el barrio.

Letterism se ha conformado gracias a los viajes de sus precursores, pero también gracias a un gran número de colaboradores desinteresados que fotografían la tipografía de su ciudad para generar una comunidad en la que convive mucha gente con la misma inquietud, y que se materializó en 2013 con una cuenta de Instagram. Todo este material es filtrado por el criterio de Ausias y Dano que estudian todas las aportaciones atendiendo al material de construcción que puede ir de la forja al metacrilato, letras pintadas a pincel o carteles retro iluminados de neón. En este punto hicieron un homenaje a Vicente Almazán, un zaragozano que fotografío la ciudad desde un punto de vista muy particular y que tenía su propia sección sobre tipografía porque, al parecer, Zaragoza es un oasis tipográfico con un patrimonio que abarca un periodo artesanal muy interesante que va desde los años 20 a los 89 del siglo pasado. Algo que constató Doble H que, calidad de colaborador habitual de Letterism, contó como su experiencia a bordo de una bicicleta para ir a la caza tipográfica, una actividad que  ha cambiado su forma de conocer la ciudad para constatar que lo underground no está reñido con lo exquisito.





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04 marzo 2017

Conferencia: La España Vacía



La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País organiza un ciclo de charlas y conferencias en el Patio de la Infanta de Ibercaja bajo el título “Despoblación y desvertebración regional” El pasado 2 de marzo se celebró la jornada inaugural a cargo del escritor y periodista Sergio del Molino que, como autor del libro “La España vacía. Viaje por un país que nunca fue” ha construido un relato entre el ensayo y la road movie cuyo eje se sitúa, en el Gran Trauma, o en palabras de Antonio Muñoz Molina, “la migración tremenda que en muy pocos años dejó vacíos pueblos y campos para multiplicar la población de las grandes ciudades. Hijos de campesinos nacidos en barriadas de aluvión afirmaban una identidad desafiadora dejándose el pelo muy largo y abandonándose al éxtasis de los guitarreos del heavy metal. En la conciencia de los españoles que en los años ochenta abrazaban a toda prisa la modernidad había una sombra casi siempre inconfesada que era la de un origen en la España vacía, un pasado escindido entre la abjuración y la nostalgia, entre la arrogancia de una mundanidad demasiado reciente para ser sólida y la perduración de lealtades íntimas alimentadas por un sentimiento de culpa.”
Sergio del Molino comenzó la conferencia autodefiniéndose como un juntaletras asombrado por el éxito editorial de su último libro y que tal vez se explique en una sola oración: La España vacía explica la España ocupada. El autor se reconoce zaragozano y se extraña cuando le citan como un escritor madrileño afincado en Zaragoza, por eso le gusta que después de un año recorriendo España con su libro debajo del brazo, sea en Zaragoza donde se cierre el círculo, la culminación de un libro que ha causado un creciente impacto y que ha puesto en la palestra de la actualidad el concepto de una España vacía que, más allá de las necesidades materiales, veía como su discurso nunca era prioritario, y esa negación se vivía como un segundo, y quizás más doloroso abandono. Pero el reproche del abandono, recordó Del Molino, es viejo y se ha tocado con anterioridad, el cambio fundamental está relacionado con el centro urbano y la reacción de la España llena cuando sintió el aguijonazo de la responsabilidad por el abandono de una España vacía que la nutrió. Ese abandono se ha criado al calor de la mitología familiar hasta generar una catarsis para comprender que las ciudades son, en realidad, la España vacía.
La musculatura narrativa de Del Molino se ha ejercitado en la práctica del periodismo y tal vez por eso se confiesa un intruso en un terreno más cercano a la Geografía y la Historia, sin embargo afirma que las visiones desde la periferia aplicadas a un discurso establecido ofrecen una nueva frescura, en ese sentido recordó sus tiempos de alumno universitario en las clases de Filosofía del profesor Liria y como se sintió fuera de ámbito hasta que la calificación final de la asignatura fue de Matrícula de Honor, ante tamaña sorpresa preguntó al profesor y el filósofo le contestó que su mérito había sido salirse del discurso de carril para aportar una visión original y fresca; y es precisamente en el atrevimiento del neófito dónde Del Molino sitúa sus investigaciones en torno al fenómeno de la despoblación.
Cuando Del Molino trabajaba en la redacción del Heraldo de Aragón todos los días se encontraba con una enorme reproducción de la primera página del primer número de un periódico que recogía problemas de 1895 que, para sorpresa del periodista, todavía estaban presentes: Ferrocarril de Teruel, el paso de Canfranc y los regadíos. Cien años  para seguir anclados en el día de la marmota de un abandono por parte del Estado porque, con todo lo que ha cambiado la sociedad, es muy significativo que las preocupaciones sean prácticamente las mismas. Esta percepción coincidió con su interés en la búsqueda de historias tangenciales que no habían sido contadas, y en ese sentido el desierto que rodea Zaragoza es un semillero de gentes de las que nada se habla al menos hasta que una escopeta sale a la calle y regresa lo atávico para alimentar el rechazo y las  suspicacia. Del Molino confesó que, desde su trabajo de reportero, aplica una mirada exclusivamente personal a la despoblación que construye por comparación con viajes más allá de los Pirineos en los que era muy fácil comprobar que aquellos territorios estaban poblados por granjeros con la posibilidad de vender sus productos en mercados locales. Ese choque entre un campo vivo y la España despoblada de pueblos muertos dejaba de ser percepción sensorial cuando Del Molino apuntaló la percepción con una batería de datos que relacionan Francia y España a través del binomio de parecidos Kilómetros cuadrados y muchos menos habitantes en el territorio peninsular, que además están concentrados.
Del Molino lanzó una pregunta, ¿qué ocurre si miramos al país contando con esa dicotomía que, preocupando mucho, no se visibiliza ni en los medios ni en los parlamentos? El autor confiesa que, sin pretender analizar o responder a esa pregunta, su pretensión es cambiar la mirada sobre el país para ayudar a modificar la visión del mismo y, a partir de ahí, generar un debate que, por la experiencia que ha tenido en su larga gira de presentaciones, siempre termina con la misma pregunta ¿Cómo podemos solucionarlo? una interrogante que apunta a lo material pero también atisba lo sentimental.
El conferenciante admitió que él no puede dar soluciones pero su convicción es muy clara: La España vacía es irreversible. Su pensamiento parte del planteamiento global de que en occidente es evidente el declive de las áreas rurales mientras la mayoría de la población está buscando el hábitat de la ciudad pero, si somos capaces de admitir la imposibilidad de recuperación, tal vez podemos encontraremos un nuevo punto de vista. Un punto de vista muy diferente del expresado por Joan Clos (Exalcalde de Barcelona, exministro de Industria Comercio y Turismo, exembajador en Turquía y Azerbayán y que en la actualidad es Director Ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos) que en una entrevista de Manuel Jabois para la contraportada de El País y ante la pregunta de ¿por qué se vacía España? La respuesta fue: “Vivir aislado en pequeñísimas comunidades es caro. Si las quieres dotar de la misma calidad de servicios que tienes en la ciudad, el coste se encarece muchísimo. Sólo los países muy ricos vuelven a poder ser rurales. Suiza, Suecia. Estas sociedades, que están por encima de los 60.000 dólares per cápita, pueden plantearse vivir en comunidades de mil, dos mil o tres mil habitantes. Esto es carísimo en términos de provisión de servicios. Hay razones objetivas que explican por qué la población toma las decisiones que toma.”
Este discurso político, que para Del Molino muestra un escaso de tacto y sintetiza la negación de la identidad del otro, de este modo, el espacio de construcción se aleja de nosotros y se instala en el mito del paleto, del monstruo que vive en el campo y, aunque la sociedad ha cambiado, el mito pervive en el desprecio y por lo tanto sus problemas dejan de existir porque, aunque es cierto que la diversión con respecto al paleto es universal, en España se ha dramatizado gracias a que la diferencia entre los ámbitos rurales y urbanos es mucho mayor que en otros países. Por eso la primera tarea, continúa Del Molino, es cambiar tanto el discurso victimista de los políticos que no aporta un discurso alternativo más allá de las inversiones al desarrollo local de zonas despobladas cuyos logros, aunque evidentes, también son anecdóticos porque el resultado final es que se sigue perdiendo población en el ámbito rural de Aragón, las dos Castillas y Galicia.
En ese cambio de mirada, Del Molino propone dos ejemplos que se están desarrollando en Canadá y Gran Bretaña. En el país norteamericano se trata del Rural Lens, un programa estatal que obliga a que cualquier proyecto incluya una óptica rural que lo involucre. En el caso británico el Rural Pathfinders promueve unos planes de desarrollo conformados por la cooperación público-privada con una proyección de veinte años vista y enfocados para cubrir las necesidades locales a través de microindustrias. Lo interesante de estas propuestas es que abren un camino original en el intento de contener la sangría de habitantes, que la población rural no se sienta de segunda categoría para vertebrar un país más allá del supuesto maná del turismo rural que al final no ha sido para tanto. En este sentido el autor está muy contento porque su libro La España Vacía ha producido un cambio de chip en algunos ámbitos y, en fin, quien sabe si en el futuro…

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21 octubre 2016

Los radicalismos políticos en Europa: una charla entre Daniel Innerarity e Íñigo Errejón


“T. W. Hutchinson, en un libro ya casi viejo, nos recordaba una frase de Popper que el Gobierno debería tener presente a la hora de formular su política económica para 1979: «El progreso depende de la claridad con que concibamos nuestros fines y del realismo con que los hayamos elegido.» Claridad y realismo en los objetivos.”

(Ernest LLuch. 21 de octubre de 1978. El País)


La Fundación Ernest Lluch en colaboración con el Caixa Forum de Zaragoza han organizado unas jornadas bajo el título “Los radicalismo políticos en Europa”. La primera de las sesiones se celebró ayer jueves 20 de octubre de 2016.
La presentación corrió a cargo de Joan Majó i Cruzate que, en su condición de Presidente de la Fundación y por ser la primera vez que esta institución celebraba uno de sus actos en Zaragoza, recordó que la pretensión de estas jornadas pasaba por ser una herramienta útil en la actualidad dentro de los campos que interesaban a Ernest Lluch antes de su asesinato por la banda terrorista ETA y que van desde la economía, la política, la sanidad y lo deportivo, momento que Majó aprovecho para hacer un guiño a la pasión barcelonista de Lluch y al resultado de la Liga de Campeones del día de ayer con un victoria culé de 4-0 sobre el Manchester City entrenado por el ex jugador y ex entrenador barcelonista Pep Guardiola.
El formato de las jornadas es el del diálogo que no pretende ni debatir ni enfrentar, tan solo busca el intercambio de ideas sin la participación de un moderador. En esa tesitura se invitó a los dos participantes a una charla que contenga los conceptos de amenaza, radicalismo y sociedad.
Los participantes en el diálogo son Daniel Innerarity (Catedrático de Filosofía Política de la Universidad del País Vasco) e Iñigo Errejón (Doctor de Ciencias Políticas y número 2 de la formación política Podemos)
El comienzo del diálogo dejó en penumbra las butacas del público, así que las notas que pude tomar es posible que sufran de esa venda y, como diría Serrat, de algunos lapsus en los que quedé colgao en las alturas de una nutritiva conversación y sus peripecias.
Innerarity rompió el hielo situando la cuestión en un escenario donde encontramos sociedades exasperadas y perplejas sometidas a unos procesos brutales de transformación de las condiciones de vida en los que tienen poco poder de intervención. Una irritación social que debería se transformadora y entonces acudió al ejemplo de Estados Unidos cuando, ante la crisis financiera del 2008, surgieron dos reacciones de marcada diferencia política: Por un lado el movimiento de izquierda "Occupy Wall Street" y por la derecha la aparición de “Tea Party”. Movimientos sociales nuevos frente a los dos actores tradicionales que pululan por la política en los países occidentales bajo una de estas dos premisas: O administrar sin entusiasmo el sistema, o cabalgar sobre promesas incumplidas, posiciones que en el marco de la política francesa, Innerarity situó con ironía en los países de Hollandia y Lepenia
Errejón aceptó el reto y, tras defender el diálogo frente a la dictadura de los titulares, vino a decir que los grandes males que amenazan nuestra democracia no tiene que ver con el radicalismo, sino que parten de la incertidumbre como colectivo, de la dificultad de saber cómo va a ser el futuro a la que se añade la carencia de un relato que nos cuente como vamos a hacer ese camino hacía una mejora colectiva. En definitiva, del vaciamiento de la democracia donde las cuestiones importantes no se dirimen en los Parlamentos, las grandes decisiones se toman por élites que no se presentan a las elecciones, por lo tanto, la amenaza y lo verdaderamente radical es que la situación siga como hasta ahora: Con el común cumpliendo con sus obligaciones mientras los de arriba viven en una orgía de poder que pretende la cancelación de la soberanía popular y de paso, amenazar la cohesión social. De esta manera, si además de que las grandes cuestiones se plantean en ámbitos muy alejados de los ciudadanos, le sumamos el factor de la desigualdad en las rentas, el resultado ha sido unas sociedades fragmentarias sin el pegamento de un relato común que haga frente a unas instituciones débiles con los poderosos y que no se sienten deudoras de la emancipación de los pueblos. Esta deriva nos lleva hasta la oligarquía de un autoritarismo liberal con votaciones pero sin democracia. Porque la democracia es mucho más que introducir una papeleta en la urna, no es posible la democracia si sientes miedo en el trabajo, o frente las multinacionales o ante los medios de comunicación. Si sumamos la falta de pegamento en el relato social y unas instituciones débiles, el resultado es la llegada del radicalismo.
Innerarity subrayó que, precisamente ante esa debilidad institucional frente a los poderosos, las gentes que rodearon el Parlamento lo que de verdad pretendían era, precisamente, defenderlo porque, si bien es cierto que la democracia funciona, lo que no funciona es la política como herramienta para articular un mensaje. El cuerpo social ha demostrado que sabe decir NO y paralizar o disminuir problemas tan acuciantes como los desahucios, minimizar algunos recortes en sanidad, pequeñas intervenciones generadas en torno a una dinámica de protesta, muchos actos puntuales que no terminan de articular una propuesta alternativa más allá de destilarse en una soberanía negativa de saber contra lo que se va a votar, y a las que les falta un discurso político que permita una intervención duradera que vaya mucho más allá del ckicktinismo de ordenador que permite tomar multitud de microdecisiones que terminan por ser irrelevantes,
Errejón tomó el envite para afirmar que la democracia no es un todo o nada, que los criterios clásicos para definir una democracia han cambiado, ya no se trata de democracia si o democracia no, ahora nos enfrentamos a un problema de intensidad y calidad democrática porque, y regresamos al miedo, el miedo ante el capricho del que manda nos extirpa la ciudadanía, mientras los poderosos imaginan una democracia sin pueblo incapaz de ir más allá de su condición de consumidor y votante cada cuatro años. En los países europeos se impone la idea de que se ha alcanzado un estadio de desarrollo que implica el destierro de las pasiones en la esfera de la política, se trata de una elección racional donde operan los mismos mecanismos que en el mercado hasta enlazar con la teoría del fin de la historia de F. Fukuyama, un tiempo de postpolítica cuya única preocupación es gobernar bien mediante una escuela de gestión pública. Este desarrollo político deja fuera la emoción y nos condena a un mismo modelo de sociedad con diferentes formas de administrarla, un mantra ha terminado por reducirlo todo al mensaje de: Las cosas se hacen así porque es lo único técnicamente posible y así, por el camino de las decisiones profesionales, convertir las distintas posiciones del debate político en una simple cuestión técnica: Economistas frente a una pizarra en la pantalla del televisor que, como los curas de las misas en latín, fabrican un lenguaje críptico que el pueblo desconoce y, mientras la alquimia ocupa la franja share de nuestro tiempo, se nos permite grandes discusiones sobre la identidad nacional para que, inmersos en esa deriva sin fin, olvidemos que somos una comunidad de ciudadanos. Y es en estas circunstancias cuando  surgen los radicalismos nacionales identitarios de extrema derecha que, pertrechados de una solución facilona sitúan en el primer plano del debate la defensa de una supuesta identidad nacional. Y es entonces cuando Errejón mostró su orgullo por la aparición de Podemos que, dentro de una fase embrionaria, hablando en términos históricos, ha permitido una propuesta progresista para modificar el país y reequilibrar la balanza hacia un ámbito muy alejado del radicalismo nacional e identitario, para pasar de la protesta a la construcción de un proyecto articulado sobre el concepto "nosotros - ellos" de un grupo que pretende el interés general, y para conseguirlo pone en evidencia la contraposición pueblo-élites, abajo-arriba que ejerce un papel divisorio en la representación del espacio social.
Innerarity tomó la palabra con rotundidad: Plantear la dicotomía social de arriba las élites y abajo el pueblo es simplista. Ese no es el problema porque nos encontramos ante un dilema estructural. No se trata de que las élites nos aparten de las decisiones políticas, lo que ocurre es que hay una contraposición estructural entre lo que hay que hacer y lo que la gente quiere hacer porque, mientras los economistas ponen opacidad para dejar al pueblo fuera de la discusión, es necesario recordar a los nuevos dirigentes al menos dos cosas: que no son el pueblo, que tan solo lo representan, y que plantear unas élites perversas frente a la masa inocente del pueblo es una dicotomía que no funciona porque de un pueblo tan bueno no podría surgir una élite corrupta, y tal vez por eso, algo tan imprescindible como acercar la política y las instituciones al pueblo es una tarea mucho más difícil de lo que parece.
Errejón — tras recordar las palabras de Álvaro García Linera, que fue vicepresidente de Bolivia: En la oposición todo es política y en el gobierno todo economía — se lanzó a exponer la teoría de Ackerman sobre las épocas frías y calientes. En épocas frías prima las instituciones y la estabilidad mientras que en las épocas calientes se acentúa el principio de lo popular que no está bien representado y necesita agitar la política para ganar en representatividad. Con esta premisa, el error tradicional de la izquierda es el de aspirar a que la fase caliente se convierta en permanente sin embargo, afirmó Errejón, la movilización permanente no es posible, o en palabras de Oscar Wilde "El socialismo está bien pero te quita muchas tardes"
Un buen ejemplo de momentos calientes y fríos sería la disposición de la historia cercana entre la transición y la institucionalización. En la actualidad se reclama un nuevo ciclo de este tipo que, si se está repitiendo, no es porque tengamos a unos malvados en el poder político, sino porque se debe conformar una movilización popular en torno a unos mitos, canciones y otros enseres emocionales capaces de construir el relato de una época caliente. Es en esa tesitura donde se puede aplicar la metáfora de la dicotomía arriba/abajo para definir como los pocos que ostentan el verdadero poder se auto representan mientras se olvidan de los intereses de la mayoría. En realidad es una noción política que enfrenta a las élites (“ellos”) con un “nosotros” que puede estar compuesto por diferentes opciones políticas que, para huir del populismo, deberían asumir las limitaciones de lo que se puede hacer una vez alcanzado el poder político y entonces ser conscientes de que, si para  conseguir avances sociales muy pequeños es necesario una ingente acumulación de esfuerzo popular, a los poderosos les es suficiente despolitizar la realidad con el mensaje “esto es lo único que se puede hacer” y con esa facilidad alcanzar sus objetivos con un esfuerzo mínimo. Es una táctica que los conservadores llevan haciendo desde que Thacher en los años noventa acuñó el concepto: "There is not alternative"
Innerarity apuntó que, el incumplimiento de las promesas es mucho más peligroso que la falta de alternativa porque nos lleva hasta un horizonte de frustración que imposibilita la gestación de un cambio. En ese sentido sería importante olvidarnos de esa ley no escrita que tilde de claudicadores a los que buscan un pacto, mientras los que no están dispuestos al pacto se autoproclaman guardianes de las esencias.
Errejón afirmó que el cambio nunca llega si esperamos a que todo se ponga lo suficiente mal para reaccionar, y sin embargo señaló que las herramientas para un cambio son las ideas, la política y dos cuestiones previas: 1 Incapacidad manifiesta de los que gobiernan (Es muy difícil provocar un cambio radical si el gobierno cumple mínimamente con sus funciones) y 2 que los desposeídos sientan que se puede cambiar lo existente mediante un proyecto potencialmente victorioso. Lo importante, teniendo en cuenta estas premisas, no es el punto donde se va a producir el cambio, lo realmente importante es el “mientras tanto” y la capacidad para cambiar las cosas en el presente.
Mis notas terminan aquí, con este canto a una realidad política tangible y transformadora de la sociedad, justo cuando la luz regresó a la zona de butacas de la sala de conferencias y los dialogantes se dispusieron a responder a una batería de preguntas realizadas por el público, entonces guardé la Moleskine para, libre de cabalgar sobre las enrevesadas líneas que trazaba mi bolígrafo, detenerme en el uso de la palabra que no huye, el verbo elocuente que construye frases diáfanas con la finalidad de construir un marco comunicativo por el que circulan la pasión, las ideas y algún chascarrillo para desengrasar.


El diálogo entre Innerarity y Errjeón duró una hora de reloj que se pasó en ese periquete delimitado por las ganas de comunicar y contar una realidad compleja mediante un discurso donde prima la claridad en la exposición de ideas en busca de una verosimilitud que emocione hasta poner en marcha la maquinaria social que haga efectiva la modificación de las relaciones políticas, económicas y culturales propias de este inicio de siglo tan convulso como excitante.

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Gracias a Oscar López Acón por pasarme sus notas, gracias a ellas he conseguido perfilar con mayor precisión algunos de los pasajes de este texto.

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