Me voy tras el abismo de tu nombre,
y mi boca devora tus sentidos.
De tu concavidad me siento esclavo
que aguarda las mareas
que estrellarán espumas
en los acantilados del deseo.
Tus muslos se me escapan temblorosos
mientras se difumina en los espejos
la desvelada miel de la caricia.
Me desnudo de ti
y me convierto en sombra de tu piel
cuando la noche cómplice
se viste de nosotros y en silencio
pudorosa nos cubre con su manto.
(c) Mayusta 2011