Llora como una centolla…
de corral,
cuando pica una cebolla
con un casquete en la boya,
cual igual,
que un solideo purpurado
en nuca de cardenal.
Siendo sal lo que tomó
por molienda de costal,
quiso la malaventura
que probara con premura
un guindilla del cabal,
que al apreciar el sabor
dijo: “¿cuál?”,
solo sal,
y, salió del lugar.
¿¡Dónde va!?
Por la prisa que lleva
derecho a su muladar,
por ver si puede arrojar:
con el agua salada;
una estrella de mar.
Al final, una vihuela del ejército tahalí
que permanecía callada
desde los tiempos del Cid
respondió en la madrugada
con un “mi”
que preludió la noche,
como si,
la salmuera
devolviera
a la vihuela
sonidos de flor de lis.
Realmente bueno !
ResponderEliminarPoesía que, sin duda, hace llorar....
Un cordial saludo
Mark de Zabaleta
Muchas gracias, Mark, es un honor verte por aquí. Ya lo ves, solo es una jitanjáfora, que, como mucho, sirve para provocar una media sonrisa. Tú, como eres tan inteligente y tan perspicaz has dado enseguida con la intencionalidad, y, sí, sin duda, hace llorar.
ResponderEliminarUn abrazo muy agradecido de tu amigo Primitivo