Dos niños se acercan a su madre y preguntan con curiosidad:
- Papá, papá, ¿a qué se dedica el abuelo
Es director de cine.
- Podemos ver alguna de sus películas
- No, no son para vosotros.
La madre se dirige a su padre, al abuelo:
- Ya podrías hacer algo bonito para los niños que
no intervengan elementos mafiosos, ni palabrotas, ni muertes.
- Pero… pero hija, llevo años dedicándome a eso y
siempre me ha ido bien.
- Papá, siempre haces lo mismo.
- Que no, que también hago dramas, películas de
época, documentales…
- No querrás que tus nietos vean tus películas y
les influencie ese mundo lleno de mala gente.
El abuelo agacha la cabeza, pensativo.
Así es como el bueno de Scorsese
se dejó engañar para dirigir La Invención de Hugo (Hugo Cabret). Tras un avance
que parecía una versión mágica de Oliver Twist, llegaron las buenas críticas de
forma unánime, aunque en Estados Unidos había fracasado en taquilla. No sabía
que pensar… y después de ver la película puedo decir que se acercan a mis
pensamientos tras el primer tráiler dickensiano.