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jueves, 20 de enero de 2011

Clases de no conversación

Los miércoles voy a clase de conversación en inglés, al centro de idiomas. Me apunté a la modalidad de conversación porque no quería ir a la clase típica de inglés, tal y como se dan en este país; lo que quería era hablarlo, darle uso.

El año pasado aprobé el CAE, por lo que me apunté al nivel más alto (creo que hay 4); como no salió grupo me pusieron en el inmediatamente inferior. Acepté, pensando: "mejor esto que no hablar nada de inglés en todo el año".

En realidad, ni se habla inglés, ni nada. La clase está en silencio sepulcral. La profesora es una erasmus americana, de Pittsburgh, Pennsylvania. No sé qué carrera hace exactamente, pero estudia para ser una English teacher. Anyway, ella prepara sus clases, cada día pone un tema, habla sobre ello, pregunta, pide opiniones, crea debates, nos pide que hablemos entre nosotros, etc; lo normal, me atrevo a decir que es bastante alegre y lo que es, sobre todo, es animosa, porque para sonreír durante tres horas intentando llevar una clase en absoluto silencio ya tiene agallas.

Yo no tuve que hacer examen gracias al CAE, pero el resto sí lo hicieron, de lo que deduzco que lo aprobaron, o aprobaron el curso anterior. El hecho es que, si dividimos el conocimiento de inglés conversacional en 4 niveles, se supone que deberíamos estar todos, más, menos, en el tercer escalón.

Me pregunto a qué aspiran en el centro de idiomas de la universidad -oh, cuna del conocimiento-, cuando un grupo bastante amplio de personas logra sin dificultades alcanzar el penúltimo curso de inglés conversacional sin saber hablar inglés. Es decir, la culpa no es de los alumnos, evidentemente, si no de la burocracia educativa.

En los descansos se comentan cosas más o menos así: "yo me he sacado hasta el último curso sin problemas, y ahora me pasé a conversación porque es lo que peor se me da, y claro ¡no entiendo nada ni sé decir nada!".

Así es: de las 15-18 personas que somos, pongamos que inglés fluído hablan tres, otros tres se expresan bien, algo más despacio, y luego el resto no sabe prácticamente nada. O si saben, no dicen ni una palabra. Es muy frustrante tener que hablar con un compañero que realmente no sabe comunicarse. El penúltimo nivel de algo no puede ser para aprender de 0.

Si mezclamos el desastre educativo de nuestro país (al menos en términos de lengua extranjera) con nuestra característica vergüenza a hablar en otro idioma, a hablar en público, a participar en clase, a ser considerado un "empollón", un "pelota", un "sabelotodo", ...el resultado es desastroso.

Yo, por si acaso... enjoy the silence.


miércoles, 21 de julio de 2010

El inglés macarrónico: ¿por qué?



Empiezo con este video porque me avergüenza enormemente que el presidente de un país (el nuestro concretamente) no tenga unos conocimientos básicos del idioma universal en la actualidad. Qué tenemos que exigir a un dirigente de un país, si ni siquiera podemos pedir esto. En fin.

Hace unos días tuve el gusto de encontrarme este artículo de Fernando Galván en el periódico, "Por qué a los españoles se nos da mal el inglés".

Disfruté de su lectura porque explica muy bien las razones de que aquellos españoles que hemos tenido la posibilidad de viajar al extranjero, hayamos tenido siempre esa incómoda sensación de que ciertamente, el inglés no es lo nuestro.

Por resumir brevemente el artículo, Galván explica que esta sensación en efecto es cierta, y que no se debe a ninguna cosa congénita (vamos, que no tenemos el gen recesivo del inglés, ni somos más cortitos). Indica tres razones principalmente:

Las primeras son de origen lingüístico: el español no pertenece a la misma familia del inglés (lenguas germánicas), y es obvio que a cualquiera le parece más fácil aprender (o incluso entender, sin más) el italiano, por ejemplo.

Algo más peliagudo es el problema que parte de nuestro sistema de cinco vocales, cuando en otros idiomas manejan diez, once sonidos vocálicos... o incluso más. Somos un poco más simples que todo eso, reconozcámoslo.

Y ahora llega la última, mi preferida: nuestro entorno socio-cultural no facilita las cosas. En este artículo he descubierto que fue el franquismo lo que obligó a todas las series y películas que se proyectasen en nuestro país a doblarse al castellano (ya sabéis que el pobre don Paco no era un doctor en lenguas extranjeras, ni maldita la gana que tenía de serlo).

Pues sí, amigos, así es. No quiero escuchar a nadie ahora lo típico de "dicen que el doblaje español es de los mejores del mundo", porque me da la risa. Podría discutirlo ahora, pero mejor me da para otro post.

Niños, ved todo en versión original. Aprenderéis idiomas, y daréis por saco al caudillo en su tumba.