Así se llama en España una prenda interior femenina, usada también por los niños, que cubre la parte inferior del tronco y tiene dos aberturas en las piernas. Esta palabra, cuyo primer registro en nuestra lengua data de 1191, proviene de braca, del bajo latín céltico; en sus comienzos designaba el calzón ideado para uso exclusivo de varones. A pesar de tan antiguo origen, lo cierto es que la braga es una pieza relativamente reciente en el vestuario femenino.
Las pioneras fueron las bailarinas del famoso cabaré parisién Moulin Rouge –frecuentado con asiduidad en las últimas décadas del siglo XIX por el pintor impresionista Henri de Toulouse-Lautrec–, las que recurrieron a las bragas para cubrirse el vello púbico durante la danza.
Por eso, para las mujeres francesas del siglo XIX, usar bragas era cosa de mujeres de vida alegre, hasta que, a comienzos del siglo pasado, la pieza se tornó prenda obligada en el vestuario femenino. Al menos hasta 1992, cuando Sharon Stone decidió revivir la moda antigua en la celebrada película Instinto básico.
En el Río de la Plata, las bragas se llaman bombachas.
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