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octubre 16, 2013

Carta al defensor del lector: ¿Curación del cáncer? ¿Y las pruebas?

Envío la siguiente carta al Defensor del Lector de El País, (defensor@elpais.es) con no muchas esperanzas después de la anterior ocasión en que le escribimos  y la respuesta que nos propinó acudiendo a la falacia de que ciertos hechos científicos deben ser asumidos como "cuestión de opiniones" sin atender a los hechos, datos y evidencias.

Por supuesto, más esperanzas habrá si usted, lectora, lector, manda su propia carta a don Tomás Delclós pidiéndole una reacción ante este desaguisado.

El País, 14 de octubre de 2013.


Estimado señor Delclós,

Me vuelvo a dirigir a usted con relación a la inquietante entrevista titulada "Mi cura del cáncer fue un milagro muy currado", publicada el pasado 16 de octubre en la sección de S moda y bajo las etiquetas "Alimentación Bienestar Cáncer Dietas Salud". La autora de la entrevista es una adepta del budismo y profesora de yoga, Natalia Martín Cantero, que entrevista a Odile Fernández, que se presenta como médico y que ofrece al público ni más ni menos que una "cura del cáncer" absolutamente caprichosa, especulativa y ausente de pruebas, pero cuya eficacia afirma con el evidente objeto de vender su libro Alimentación anticáncer, junto con Mis recetas anticáncer y  Guía práctica alimentación anticáncer (sic), de conseguir clientes para sus Cursos Online de Alimentación Anticáncer (vídeos de 74 euros) y sus conferencias, todo lo cual configura cuando menos el aspecto de un negocio bien engrasado, basado en su totalidad en las afirmaciones de la Doctora Odile Fernández y en cierto respeto gratuito por su calidad de médico.


Tanto en los libros como en la entrevista, la afirmación principal de Odile Fernández es que en 2010 padeció un cáncer con metástasis y se curó mediante una dieta que inventó sobre la marcha, sin conocimientos especiales de nutriología y oncología. Asegura que pese a que fue sometida a un tratamiento oncológico (ese tratamiento que hoy, demostrablemente, salva cada día más personas y cura cada vez más casos de cáncer), lo que la curó fue una mezcla asombrosa de cambios en su dieta y una "actitud positiva". Por ello, dejó de practicar la medicina y se dedica a comercializar su terapia mágica.

Lo que parece extraordinario es que El País no haya acudido ni siquiera (y hay mucho más), ni siquiera al oncólogo tratante para que éste diera su versión de cuál fue el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de Odile Fernández, y que diera su opinión sobre la influencia de la dieta imaginada por la entrevistada. Después de todo, ella es médico de familia, y su opinión sobre el curso de tratamiento es necesariamente menos informada que la del especialista que día a día combate al cáncer en sus muy diversas formas.

Porque la realidad es que, hasta la fecha, ninguna de las curas milagrosas de cáncer ha demostrado curar el cáncer. De hecho, la Doctora Fernández no ofrece como sustento a su esfuerzo de márketing, ningún estudio. Quiere, y la entrevistadora le ayuda dejando de lado cualquier pretensión de ética periodística, asegurarnos que su interpretación sesgada de su caso particular es modelo a seguir para todos los enfermos de cáncer.

Le remito a usted al indignado y sólidamente fundamentado blog del reconocido investigador español José Manuel López Nicolás, especialista precisamente en bioquímica, biotecnología, nutrición y tecnología de los alimentos, que en la entrada Las 13 asombrosas recetas anticáncer de una médico y el papel de los medios de comunicación pone los puntos sobre las íes respecto de la escandalosa falta a la verdad y a la ética que implica esta publicación. Porque no se trata de que alguien "demuestre" que Odile Fernández se equivoca, no. Se trata de que ella, en su proceloso esfuerzo de negocios, no ha demostrado saber cómo se cura el cáncer. No ha demostrado tener conocimientos de los que no dispongan los oncólogos y los investigadores del mundo entero, no ha demostrado disponer de secretos que no está compartiendo con las víctimas del cáncer la Asociación Española Contra el Cáncer.

No se ha contrastado nada de lo que afirma la entrevistada. Simplemente se le ha hecho publicidad en desmedro de la verdad, de los interesados, de los pacientes de cáncer y del lector en general. Cuando mucho, entrevistada y entrevistadora se regodean en la falacia del "a mí me funciona", donde una persona asegura, sin tener medios para constatarlo con certeza, que la causa de su curación fue uno solo de los miles de factores que podrían serlo. En este caso, la autora desprecia la quimioterapia, otros factores ambientales, las remisiones espontáneas, las características específicas de su cuerpo y literalmente miles de cosas más para asegurar que la causa de su curación fue su dieta. La base de la ciencia (y del periodismo, claro) es saber que correlación no es causación.

Y que para hacer afirmaciones así de contundentes, nuestra sociedad exige que se aporten pruebas igual de contundentes: de laboratorio, clínicas, controladas, rigurosas, autorizadas por comités éticos y verificadas independientemente que nos permitan saber con razonable certeza que una terapia es eficaz y segura para su aplicación. El método normal de la ciencia y la medicina se lo salta a la torera Odile Fernández, y El País, en lugar de denunciar, aplaude y promueve.

Como cualquier periodista más o menos informado sobre temas de salud debe saber, lo que vende Odile Fernández es un pastiche de las más comunes y bastas supersticiones del new age y la pseudomedicina relacionadas con el cáncer, que pretenden simplificar una afección extremadamente compleja, ofrecer esperanza y curaciones milagrosas, y depredar a las víctimas de cáncer con vocación carroñera y absoluta falta de respeto a su vida y su dignidad, ya no sólo a los hechos que sí conocemos sobre esta clase de enfermedades, según nos dicen todos los que se dedican a ella profesionalmente.

Piense usted si fuera cierto cuanto afirma esta persona: el cáncer se abatiría, simplemente tomando gazpachos podríamos combatir a una clase complejísima de enfermedades muy distintas agrupadas genéricamente bajo la denominación de "cáncer" y que matan a más de 370 mil personas en España todos los años, según datos del Centro Nacional de Epidemiología. Sería la más grande revolución científica desde Pasteur, sería un Premio Nobel para Odile Fernández y la salvación de millones y millones de vidas. En cuyo caso la señora Fernández estaría siendo objeto de celebraciones en las agrupaciones y revistas profesionales dedicadas al cáncer y no estaría vendiendo libros y cursos como cualquier gurú.

Quiero por tanto expresar mi reproche y desagrado por esta pieza, que da a quienes padecen cáncer, y a quienes les rodean, la promesa de soluciones mágicas y sencillas, como lo han hecho desde tiempo inmemorial los vendedores de pócimas milagrosas, bálsamos de Fierabrás y panaceas de cartón piedra. Que un medio como El País nuevamente se convierta en cómplice de este engaño debería ser motivo de vergüenza, y espero que usted así lo comprenda y lo exprese públicamente en una disculpa a quienes viven día a día combatiendo el cáncer en laboratorios de investigación y en la práctica clínica con pacientes reales, y a estos mismos pacientes por tratar con tanta frivolidad, irresponsabilidad y falta de ética los asuntos de los que dependen su salud, su bienestar y, en última instancia, sus vidas.

Atentamente,
Mauricio-José Schwarz

enero 22, 2013

Pseudociencia y demagogia

Los problemas del mundo son tan claros, sus consecuencias tan inmediatas y sus daños tan evidentes, que la rebeldía es una reacción casi inevitable. Rebeldía ante un reparto de la riqueza tan inequitativo que la pobreza y el hambre siguen existiendo pese a que tenemos las herramientas para erradicarlas. Rebeldía ante la corrupción, que aunque entendamos que es inevitable y consustancial al ser humano, nos ofende cuando se institucionaliza junto con la burla descarnada al ciudadano que pone los dineros con los que se vuelven acaudalados los delincuentes. Rebeldía ante un sistema económico a todas luces imperfecto y que promueve la inequidad. Rebeldía ante el ensañamiento contra los más desprotegidos. Rebeldía ante la inequidad aún más aguda entre sexos. Rebeldía ante la destrucción caprichosa del medio ambiente. Rebeldía contra el racismo y otras discriminaciones. Y súmele usted los disparadores de su rebeldía que le parezcan correctos.

Cartel en la Acampada Sol, 2011
Fotografía CC de José María Mateos @rinze
Nuestra justa indignación, sin embargo, le abre la puerta a veces, y sin que nos demos cuenta, a demagogos que nos ofrecen la idea de que las causas de todos los problemas son sencillas (o incluso que existe una sola causa de todos los distintos problemas del planeta y del ser humano) y que para resolverlos hay una respuesta sencilla (que tienen ellos, claro, en exclusiva).

El sólo hecho de afirmarse como rebeldes, como opositores "al sistema" (entendido así, en un abstracto donde cabe todo pero también puede no haber nada), les da cartel, credibilidad y entrada en ciertos sectores sociales que buscan, lógicamente, compañeros y aliados en su rebeldía.

El mismo abordaje de la rebeldía desde el simplismo demanda un manejo eficaz de eso que se llamaba "demagogia" y que ahora se llama "populismo" (aunque, en justicia, originariamente el populismo buscaba hacer políticas beneficiosas para el pueblo, verdaderamente populares y que satisficieran las necesidades de las mayorías; sin embargo, desde que los partidos que más detestan a las mayorías populares se hacen llamar a sí mismos "Populares", en su propia versión de la demagogia, las definiciones de las palabras se han visto difuminadas cuando no dinamitadas).

¿Qué pasa? Preguntarán los cuatro lectores habituales de este blog. ¿Nos pasamos directamente a la política mientras los charlatanes siguen a lo suyo? No se preocupe. O preocúpese mucho, porque en primer lugar toda lucha contra el pensamiento irracional tiene una dimensión política, y si en este blog no se ha notado que así lo vemos, que la ignorancia es dominación, oscurantismo y autoritarismo mientras que el conocimiento es libertad y democracia, no será por falta de ejemplos; y, en segundo lugar, estamos hablando de charlatanería. Charlatanería política basada en charlatanería preternatural o descabellada, supersticiones, creencias irracionales, falsedades patentes, mentiras sobre la realidad, paranoia, pánico y pseudociencia. Charlatanería que en tiempos de crisis se multiplica ferozmente.

Los conspiranoicos más diversos gustan de posicionarse entre los "rebeldes" que están luchando por las mejores causas de la humanidad. Si para ello tienen que inventarse enemigos malévolos y aterradores, lo hacen sin problema. Crearse peligros inexistentes es propio de todos los populistas, de izquierda o de derecha, pero que ciertamente no son rebeldes honestos. Los comunistas, los judíos, los masones, son tres ejemplos que el nazismo en sus diversas formas amalgamó en una sola "amenaza" más bien imaginaria pero que alentó dictaduras atroces, genocidas y de negra memoria hasta bien entrada la década de 1970. "Los burgueses" en una acepción de la burguesía bastante incierta y vaga, fueron el enemigo contra el que Mao lanzó a sus guardias en la Revolución Cultural, con resultados atroces no sólo por la cantidad de muertos, sino por el retraso científico-tecnológico al que condenó a China durante las décadas siguientes al haber barrido con su intelectualidad humanística y científica.

El conspiranoico más estridente de Estados Unidos, Alex Jones, gusta de presentarse como un defensor de los principios democráticos básicos con los que se fundó su país en 1776, pero apenas se rasca la superficie se encuentra uno con un sujeto delirante, antisemita, aislacionista, excluyente, proviolencia, religioso y anticientífico... vamos, algo totalmente opuesto al pensamiento y vida, por decir algo, de Thomas Jefferson o Benjamin Franklin.

Ir contra "las grandes empresas" sin matizar está tan bien visto (pues no es del todo absurdo considerando algunos hechos) y tiene tanto cartel en el espacio de la rebeldía que muchas veces se admite como cierta, sin someterla a la mínima visión crítica, cualquier barbaridad sin pruebas que se pueda lanzar contra cualquier empresa o grupo de empresas, como las telefónicas, las empresas textiles, las farmacéuticas, las petroleras o las telefónicas. Para este extremo hay que dejar de considerar, claro, otros muchos hechos.

Pero si bien esto es preocupante (porque realmente sería deprimente que los millones y millones de personas implicadas en esas industrias directa o indirectamente fueran todas parte de una conspiración perfecta para aniquilar, enfermar, contaminar, destruir y hacer sufrir a todos los demás seres humanos, que ningún médico salvo los conspiranoicos tuviera un honrado interés por beneficiar a sus semejantes, por ejemplo), más lo es la falaz conclusión que suelen ofrecer con entusiasmo: si las farmacéuticas se comportan de modo inadecuado (y lo hacen, pese a la compleja normativa a la que están sometidas sobre todo en los países opulentos), entonces no es verdad ningún postulado de la medicina basada en la ciencia. Si las telefónicas son abusivas y deshumanizadas (y lo son cuando pueden), entonces la física que nos dice que las microondas no causan cáncer es mentira. Si las textiles subcontratan empresas en el Tercer Mundo que explotan a sus trabajadores, entonces nos envenenan con sustancias atroces en su ropa y casi tenemos que empezar a plantar e hilar nuestro algodón al estilo Gandhi (en vez, digamos, de legislar para que las subcontratas al Tercer Mundo de todas las empresas de los países opulentos se ciñan a unos requisitos básicos y que de no hacerlo haya consecuencias económicas serias, multas de verdad, etc.)

Y, por contra, siguiendo el retorcido razonamiento, a todas luces peleado con la lógica, se considera verdad cualquier ocurrencia no comprobada que el demagogo en cuestión quiera vender. Así sea que "todo cura el cáncer menos la medicina basada en hechos" o cualquier propuesta alternativista, paranormal y disparatada.

Y así sucesivamente.

Las pseudociencias y posiciones anticientíficas, especialmente las tomadas como bandera o palanca propagandística por la demagogia conspiranoica (terapias alternativas, "energía libre",  pseudoecologismo, HAARP, antivacunación, chemtrails) se van convirtiendo poco a poco en una amenaza no sólo a nuestra salud, a la educación, a la solución de problemas urgentes como el hambre y la satisfacción de las necesidades energéticas de la sociedad, sino que también se erigen como nuevas inquisiciones en las que es tremendamente difícil, aterrador incluso, expresar opiniones impopulares.

Tenemos casos de científicos expertos que aquí, en España, en 2011, se han negado a decir en los medios de comunicación "no hay pruebas de que las antenas de telefonía móvil puedan causar cáncer, y es implausible que lo hagan según lo que sabemos con certeza sobre la radiación electromagnética", porque saben que algunos que lo han hecho han sido hostigados, amenazados e insultados como si en vez de estar enunciando hechos demostrables fueran no sólo cómplices de las telefónicas, sino genocidas despreciables (la acusación infaltable es "te paga tal o cual empresa o grupo o industria que yo odio a muerte"). Lo mismo ocurre con quienes quieren informar al público sobre la realidad de la medicina, las vacunas, la biotecnología (hace una semana leíamos en Facebook amenazas directas de "destruir" a un científico que se atreve a ser crítico con los pseudoecologistas), la medicina científica, la energía nuclear y otros temas políticamente candentes donde la demagogia lucha desesperadamente por anular toda aproximación seria, imparcial, científica y objetiva, a cambio de miedo, incertidumbre y duda que le puedan dar seguidores fieles.

Si los demagogos han vendido eficazmente una solución simple a un problema simple, es lógico que sus seguidores no quieran a quien les diga "las cosas son bastante más complicadas que eso" o, peor, "los monstruos que tú odias no son tan fieros como te los pintan, aunque no sean hermanitas de la caridad". El único antídoto es no comprar soluciones simples.

Es allí donde el pensamiento crítico debe ser también parte de una acción política sólida para la lucha colectiva por resolver los problemas más acuciantes de nuestra sociedad.

El riesgo es claro: que las opciones políticas que en un momento dado puedan hacerse con el poder implanten por decreto prácticas, terapias, persecuciones y prohibiciones sin atender a los datos más certeros que nos puede ofrecer la ciencia y el conocimiento en cada momento. Con el pretexto de que la ciencia "no es perfecta" y "podría cambiar", se puede implantar cualquier tontería.

Resulta verdaderamente temible que un partido promueva oficialmente una superstición tan grosera como el "reiki", según el cual unas "energías" indetectables corren por unos "canales" que nadie ha visto y se pueden alterar para curar enfermedades con unos pases mágicos inventados por un ascético monje japonés zen que dejó el ascetismo para forrarse embaucando inocentes con su invento.

Captura de pantalla del 22 de enero de 2013.

¿Qué diferencia tiene esto con la intención del Tea Party ultraconservador estadounidense (y algunos sectores de la ultraderecha más jurásica en otros países, como Juan Manuel de Prada en España) de abolir la enseñanza de la evolución y todas las evidencias científicas que la sustentan para sustituirla por el creacionismo porque lo dice un libro? ¿O respecto de la "ciencia racial" del Tercer Reich (entendida en su dimensión pseudocientífica y no política, no se trata de hacer acusaciones extralógicas ni de llamar "nazi" a nadie, especialmente si es un demagogo)? ¿O con el lysenkoísmo que destruyó los avances de la genética en la Unión Soviética durante 35 años y colaboró a la hambruna del Gran Salto adelante de Mao?

En nombre de una creencia mística promovida institucionalmente por los partidos políticos se puede llegar a jugar con la salud de la gente diciendo que se deben utilizar métodos no probados por encima de otros sobre los cuales tenemos abundantes y sólidas evidencias. Por eso dan miedo los políticos que exhiben su ignorancia sin pudor.

Decreto "científico" que autoriza el uso de
pirámides de juguete para atender enfermedades
de verdad en Cuba.
Esto ya se hace en distintos países independientemente de la ideología, sistema político o modo de producción y distribución. En Cuba, la acupuntura y la piramidología son "terapias oficiales" por decreto. En Alemania, en parte con el asnal pretexto de que Hahnemann era alemán, las aseguradoras y mutuas pagan la homeopatía (con el dinero de primas de todos sus asegurados, sean o no creyentes). En el Reino Unido, parte del dinero público se tira en terapias indemostradas ya que el máximo negocio de pseudoterapias de las islas es propiedad del príncipe heredero, el impresentable Carlos. Y en Francia se promueve desde gobiernos de derecha e izquierda el florecimiento de la mayor multinacional homeopática, Boiron. Todo ello sin dar pruebas de la eficacia terapéutica de tales prácticas, sólo porque "muchas personas están satisfechas con ellas". Como si se implantaran en la sanidad pública ya de por sí agónica los rezos a Santa Lucía junto a la oftalmología basada en conocimientos porque "muchas personas están satisfechas con los milagros de Santa Lucía" y, claro "a ellos les funciona".

Los problemas que vive nuestro planeta, decíamos al principio, son tan claros que la rebeldía es una reacción natural e inevitable. Pero cuando esa rebeldía es parasitada por sectores desorientados y desorientadores, ignorantes, paranoicos, movidos por el odio, desinformadores, ocultadores de datos o directamente negociantes que viven de vender miedo, debemos aprender a ser tan críticos con ellos como lo debemos ser con la parte del mundo que despierta nuestra rebeldía natural más inmediata. El demagogo siempre utiliza a las pseudociencias para ser convincente, palabras impresionantes no sustentadas en hechos.

Quizá tenemos que ser más rebeldes, y atrevernos a ser críticos ante los demagogos que quieren instrumentalizar nuestra justa indignación para promover supersticiones, afirmaciones dudosas o, directamente, falsedades y desinformación. Preguntarles cómo saben las cosas que dicen, qué pruebas tienen y si las creencias que nos quieren endosar han sido verificadas independientemente o son sólo un sistema de creencias de un grupo cerrado, marginal y oscuro?

septiembre 02, 2012

Respondo a un correo electrónico

Nota: Recibí este correo hoy, al parecer referido a la entrada sobre Triodos Bank y la secta antroposófica de Rudolf Steiner. En todo caso, es un ejemplo de los correos que suelo recibir, de las opiniones que este blog produce en muchas personas emocionalmente comprometidas con creencias irracionales pero tiene la particularidad de que no está movido por la furia casi asesina que ha caracterizado a otros como los defensores del Bio-Bac (que sigue sin curar a nadie), de Osho y de Jodorowsky, y por tanto da más espacio para el diálogo y el intercambio de ideas más sereno. Lo reproduzco porque el intercambio me parece relevante, manteniendo la confidencialidad de la corresponsal (salvo que solicite lo contrario).

On 9/2/12 9:55 AM, Xxxxxx wrote:
> La verdad es que el tema del que hablas en tu blog es bastante
> controvertido porque no solo hablas de opiniones, sino de lo que son
> para muchos sus creencias más profundas y las pautas que dirigen su vida
> cotidiana y su camino personal.
Hola, Xxxxxx,

Me obligas a adivinar a qué tema te refieres, considerando que he tratado cientos de asuntos en estos ocho años y medio.
> Entiendo perfectamente tu crítica hacia las personas que aprovechan la
> debilidad y, a veces, la ignorancia de la gente para sacar provecho; a
> mi esto también me parece vergonzoso.
Generalmente quienes comentan esto hacen excepción con su creencia, y las pautas que dirigen su vida y su camino personal. Pero precisamente es eso lo que cada persona tiene que aprender a cuestionar y ver objetivamente y con actitud crítica. Como humanos, solemos ser muy críticos con otros que hacen lo mismo que nosotros, pues.
> Sin embargo te tengo que reconocer que el tono general de tu blog me
> parece bastante exagerado, me parece que abusas de la crítica y a veces
> utilizas un tono ofensivo, sarcástico y cínico para hablar de temas que
> para muchas personas han significado mucho en su vida personal.
No creo que sea exagerado. Los temas que toco son temas que a muchas de sus víctimas les han costado la vida, la salud, la libertad, la familia, etc. Desde fuera puede parecer que las creencias no son dañinas en sí, pero basta entrar un poco en el delirante mundo de lo irracional para ver los daños que producen en las personas las creencias que se difunden sin evidencias, sea el tarot, la homeopatía, el islam, el miedo al fin del mundo o los ovnis.

Cuando alguien habla de "abusar de la crítica" precisamente suele querer decir que está muy bien ser críticos pero no con lo que a esa persona en particular le gusta o lo que cree. Pero es imposible "abusar de la crítica". ¿Qué quiere decir eso? ¿Que para no abusar sólo debemos criticar la mentira, el engaño, el abuso, la irracionalidad el 93% de los casos y en el 7% restante vamos a aceptarlos sin chistar? ¿Que podemos criticar a un tipo que manipula a la gente diciendo que tiene sueños reveladores pero cuando dice que consulta en directo el registro akáshico ya no se puede criticar? ¿Con qué criterio?

Así no se puede funcionar y además resulta poco riguroso e injusto con nosotros mismos. La crítica debe ser la misma y con los mismos requisitos hacia cualquier afirmación: ¿es plausible?, ¿tiene evidencias?, ¿afirma ser la verdad absoluta?, ¿es paranoica y dice que todos lo que no la aceptan son malévolos, inferiores, no iluminados, herejes, infieles, malas personas y seres despreciables?, ¿se basa en interpretaciones fantasiosas?, ¿muestra rechazo, odio y furia cuando se le pide que demuestre alguna de sus afirmaciones? La misma actitud y posición crítica se aplica a las leyes de la hidráulica y a las creencias de cualquier secta. Si la hidráulica depende de evidencias y no de argumentos ni de gurús, y además funciona y puede ser verificada independientemente de las creencias, y la secta resulta que no tiene evidencias, si tiene gurú y además no funciona, lo absurdo es atacar a quien sólo usó las mismas herramientas y la misma vara de medir para analizar todas las afirmaciones.

Veo, dime si me equivoco, la idea de que no debería ser sarcástico con algunas creencias idiotas porque "para muchas personas han significado mucho en su vida personal". Casi me pides que "respete" las creencias sólo porque tienen un significado importante para sus creyentes. El argumento es frecuente, sí. Pero inaplicable. Te doy un ejemplo.

Para muchas personas en África, por ejemplo, significa mucho la creencia de que el clítoris de las mujeres, si no se corta, les crecerá hasta la rodilla y les imposibilitará casarse, tener hijos y ser felices. Para ellas significa muchísimo la idea de poderles dar a sus hijas las mejores oportunidades para el futuro realizándoles una pequeña intervención quirúrgica que las salvará del horror: la ablación del clítoris. ¿Esa creencia merece algún respeto o debe estar exenta de críticas sólo porque significa tanto para quienes la creen? No. Ni esa creencia ni ninguna otra. El valor que una persona le dé subjetivamente a sus creencias irracionales no tiene por qué normar mi forma de actuar, de hablar, mi crítica y mi difusión de los datos de la realidad (por ejemplo, que no es verdad que el clítoris de las mujeres les crezca hasta las rodillas si no se corta en la niñez).

Así el hecho de que la gente pueda tener creencias que subjetivamente le resulten muy importantes no es relevante. Es tan respetable -o no- como que a mí me parezcan creencias ridículas, absurdas, que merecen ser enfrentadas con datos, y evidencias, sarcasmo y cinismo. Salvo que mi subjetividad sarcástica y cínica es ligeramente distinta: se sustenta en datos y evidencias. Que un sujeto que se cree sobrehumano diga que los indios americanos son evolutivamente inferiores a los arios no es algo que pueda aspirar a ser tomado en serio y sin sarcasmo, que es una imbecilidad monumental demostrable y no hay vuelta de hoja.
> Llegas a conclusiones inflexibles ridiculizando el trabajo de algunas
> personas basándote exclusivamente en tu propia visión del tema, así que

> me da la sensación que en esos casos están haciendo lo mismo que

> criticas. Además, le cedes toda tu credibilidad al sistema impuesto, que

> parece que no llegas a cuestionar nunca, precisamente en este momento en
> el que nos están demostrando día a día que llevan toda la vida

> engañándonos. Criticas fuertemente las medicinas alternativas, y parece

> que no eres consciente de las barbaridades de la medicina convencional y

> la crueldad de las empresas farmacéuticas. Eso no lo criticas, pero es
> una verdadera y vergonzosa realidad.
¿Conclusiones inflexibles? No, no es verdad. Si mañana me demuestras con hechos, datos, evidencias, estudios bien realizados y contrastados, con una metodología correcta que nos ha visitado un extraterrestre y tenemos muestras de tejidos que nos dicen que ciertamente es vida que no existe en nuestro planeta, o que se puede hablar con los muertos, que la homeopatía cura, que se puede levitar, que los preparados biodinámicos de Steiner sirven para mejorar los cultivos y evitar las plagas, que las hostias se convierten en carne humana o cualquiera de todas las irracionalidades sobrenaturales que he comentado en este blog o en otros lugares, de inmediato y sin excusas proclamaré a los cuatro vientos que sí hay datos y que esa creencia ha dejado de serlo para ser un hecho probado, asombroso y digno de estudio. Pero no antes.

Otro error que cometes, espero que no te moleste, es que no pareces haber leído con atención cuanto escribo. No me baso "exclusivamente en mi propia visión del tema", que sería bastante bobo porque yo sólo soy periodista científico, es decir que informo sobre ciencia y por tanto algo conozco de ciencia, pero en modo alguno eso me convierte en científico. Yo me baso en lo que la ciencia, los científicos, la evidencia, los datos, los hechos y nuestro conocimiento del universo saben. Es un poco distinto. Así como hemos visto que hay opiniones que no son respetables (como la de la clitoridectomía), no todas las afirmaciones son opiniones. "Los aviones vuelan" es una afirmación no opinable, porque es real. Muy distinta de "los niños pueden convertirse en clarividentes", que es una mentira.

No sé de dónde sacas que le cedo mi credibilidad al "sistema impuesto" del que hablas. No es así, pero tu comentario es una conclusión aventurada muy común y lo recibo con frecuencia (deberías haber leído la entrada "Quizá este blog no es para usted" y quizá te habrías ahorrado este correo, e incluso la lectura de las entradas que han ofendido tu visión religiosa o tus creencias, porque no es mi intención ofender al creyente, ni convencerlo, como digo allí). El caso es que no puedo criticar todo lo criticable del mundo en este blog, así que me remito a la charlatanería más o menos paranormal. En otros espacios comento otro tipo de asuntos, pero seguramente siempre se me podrá criticar por omitir una u otra cosa. Eso por supuesto es una falacia, el que no critique a un ladrón en concreto no invalidad el que denuncie a otro.

No es razonable que concluyas que por criticar a las pseudomedicinas defiendo las prácticas comerciales de las grandes farmacéuticas. Creo que hay una grave confusión entre los productos de las farmacéuticas (que funcionan y salvan vidas) y sus prácticas comerciales. Yo entiendo la diferencia. Muchas personas caen en una crítica facilona que rechaza los productos porque los hace una empresa desagradable. Sería como afirmar que los aviones de Boeing no vuelan porque esa empresa construya armamento. O pedir que prescindamos de las vacunas corriendo el riesgo de matar a miles de niños porque las farmacéuticas son negocios capitalistas. Son dos cosas independientes en general (criticables cuando el negocio se impone a la ciencia, claro). Hay que saber diferenciar, matizar y profundizar en los asuntos complejos de lo que nos parece obvio a primera vista.

No hay nada sin defectos, y nunca, en ningún momento de este blog ni de mi vida he dicho que la medicina o la farmacología o el capitalismo sean perfectos. Simplemente son nuestra mejor oportunidad para vivir más tiempo y con más calidad de vida. Hay mucho que mejorar en estas disciplinas, por supuesto, pero tirarlas a la basura en su totalidad para entregarse a la superstición de salvamundos que también cobran lo suyo (como Boiron o Weleda o los profesionales de todas las vudumedicinas) no es "rebeldía", es estupidez.
> Mi conclusión general es que tienes opiniones demasiado radicales y 
> cerradas, y que la sabiduría se alcanza, principalmente, dando una 

> oportunidad a todas la teorías, sin dar ni un si ni un no rotundo a 

> ninguna de ellas. La crítica exagerada solo puede tener una 

> consecuencia: la ignorancia ignorada.
Si yo estoy completamente dispuesto a cambiar de opinión y hacerlo público si se me dan pruebas, evidencias, hechos y estudios, y tú sin embargo no estás dispuesta a poner en cuestión tus creencias (insisto, creo que hablas de la secta antroposófica y las tonterías sin fin de Steiner, pero no lo sé porque no lo dices), ¿yo soy radical y cerrado? A mí es sencillísimo convencerme, a los creyentes que se basan en la emocionalidada, la irracionalidad y el rechazo del conocimiento es imposible hacerles cambiar su visión del mundo.

Para darle "oportunidad" a una hipótesis (que no teoría, son cosas distintas en el mundo del conocimiento) debe partir al menos de un hecho de la realidad. No es lógico darle calidad de "teoría" a cualquier ocurrencia. Supongamos que yo digo que los espíritus me dicen que diabetes se cura dejándose morder por una serpiente mamba negra porque su veneno es buena medicina. ¿Le darías una oportunidad llamándolo "teoría" y jugándote la vida de alguien o la tuya propia? Difícilmente, porque sabes, gracias al conocimiento de verdad, que la mamba negra es una de las serpientes más venenosas del mundo y su veneno mata en casi el 100% de las ocasiones entre 15 minutos y 3 horas después de la mordida.

Así que, si no podemos darle la oportunidad a "todas las teorías" y sí podemos darle un "sí" o un "no" rotundo a muchas de ellas basados en nuestros conocimientos previos y en lo que sabemos que funciona, porque no andamos a ciegas en el mundo, necesitamos un criterio de verdad, ¿no te parece?

Y eso contradice tu conclusión general. Quizá la sabiduría, o al menos el conocimiento razonablemente certero, se alcanzan partiendo de las mejores bases que tengamos en cada caso y no en una visión que iguale la basura con el alimento. La crítica tenaz, constante, rigurosa y sin excepciones, que a ti te parece exagerada, por tanto, sólo ha tenido una consecuencia a lo largo de la historia humana: el conocimiento.
> Con esto te animo a que sigas con tu blog, pero que, si estás palabras 
> te han llegado de alguna manera y te han hecho pensar, te plantees una 
> visión más global de las cosas, que contemples cada aspecto de la vida 
> desde todos los prismas y que no radicalices tanto, en aras de acercarte 
> aún más a la verdad.
Te agradezco tu ánimo. Tus palabras me han llegado, probablemente no del modo en que quisieras, y por supuesto que me han hecho pensar. Por ello comparto este diálogo en mi blog, por supuesto sin dar tu nombre (si quieres que lo dé, dímelo y con gusto lo señalaré)

A lo sí que me llevan tus palabras es a confirmar que la idealización de las "visiones globales" o la idea de que hay que verlo todo "desde todos los prismas" dándole igual valor a todos son graves errores que están eternizando barbaridades, mentiras y fuentes de sufrimiento para muchos seres humanos, y todo con la mejor de las intenciones por parte de los creyentes, no de modo malévolo y cruel (cosa que no se puede decir de los mesías, que saben perfectamente cómo engañan a sus víctimas). Por cierto, te agradezco que hayas omitido la falacia de ataque personal que presupone que estoy recibiendo dinero de las farmacéuticas, de Monsanto, de las operadoras de telefonía móvil, de la CIA, del Mossad, de las petroleras y de los criadores de hamsters, que también es muy frecuente entre quienes se enfurecen al ver cuestionadas sus creencias y no tener argumentos para defenderlas.

Por último, es importante tener claro que "la verdad" no existe. Es una abstracción filosófica usada por los promotores de creencias varias (todos tienen "la verdad", pero la de cada uno es distinta a la de los otros, cosa que siempre me ha llamado mucho la atención). Lo que en realidad ha hecho avanzar a los seres humanos son los conocimientos certeros, los datos que son verdaderos. "La verdad" es como "el bien" o "la justicia", son abstracciones útiles para la poesía y la metáfora pero sin olvidar que lo importante es conocer datos verdaderos, hacer las acciones buenas y buscar una mayor justicia constantemente.

Saludos,
Mauricio

noviembre 26, 2011

Las mágicas constelaciones familiares

Sesión de constelaciones familiares
(imagen de Wikimedia Commons)
Al hilo de la cancelación (aún no confirmada) del curso de lectura de auras, zahorismo y fengshui de la Universitat de Girona (véanse las tres entradas anteriores de este blog), la facultad de psicología de la Universidad de Granada tomó la loable decisión de anular el reconocimiento oficial (y la concesión de créditos) a la especialidad "Enfoque de soluciones sistémicas" como resultado de una denuncia de Granada Laica.

Es bastante sencillo demostrar que los zahoríes no encuentran nada con varitas de fresno (o avellano, ni en eso se ponen de acuerdo) o pendulitos. Y es muchísimo más sencillo demostrar que los que dicen que "ven el aura" no la ven... bueno, es sencillo si usted consigue que alguno de estos desvergonzados acepte participar en un pequeño experimento, cosa que no suelen hacer porque se les cae el negocio.

Pero lo de las "constelaciones familiares" suena más extraño para el público en general. ¿Qué es?

Bert Hellinger

Bert Hellinger
(imagen de Wikimedia
Commons)
Según su propia biografía, Bert Hellinger es un ex-sacerdote que se interesó por el psicoanálisis y luego se empapó en toda la panoplia de psicoterapias de moda que hoy ya casi nadie recuerda (como la "terapia del grito primario", la "terapia Gestalt" –no confundir con la teoría gestalt de la percepción–, el "análisis transaccional" y otros muchos enfoques) y que comparten dos características cuando menos inquietantes: son todos contradictorios entre sí, y todos se presentan como "la verdad" en la comprensión del comportamiento complejo sin aportar pruebas científicas de sus aseveraciones.

A partir de esto, Hellinger desarrolló su propia terapia, distinta de todas las demás y presentándola... como la verdad en la comprensión del comportamiento humano complejo: las "constelaciones familiares".

Lo curioso es que si uno revisa el apartado de "constelaciones familiares" de una organización como la Asociación Española de Constelaciones Familiares Bert Hellinger o va al sitio de la autoproclamada experta Vedanta Suravi (que estudió esta especialidad en la "Universidad Osho" además de ser médium y otras monadas), a constelaciones.org o incluso al sitio de Constelaciones México que es la empresa encargada del curso en Granada, apenas encuentra explicaciones vagas del tema y un poco de los mecanismos que emplea la terapia sin que quede claro cuál es la hipótesis de las constelaciones familiares y cómo sabemos que son ciertas.

Probablemente no lo explican porque temen que hablar claramente sobre lo que propone Hellinger les ahuyente algo de clientela.

Las constelaciones familiares

Segun Hellinger, las familias están formadas por "energía" que conecta a los miembros del grupo (no dice qué energía ni cómo lo sabe). Según él (a partir de sus años como misionero entre los zulús, probablemente) los grupos "primitivos" conocen el orden de ese sistema, pero nosotros, los modernos tontos, hemos olvidado ese conocimiento ancestral que él ha redescubierto y que ayuda a darle salud y resistencia a todos. La terapia de "constelaciones familiares" pretende reinstalar en la red energética a los miembros que se han excluido y restaurar el "orden natural".

Todo esto suena, cuando menos, altamente cuestionable. Pero Hellinger ha decretado que esto no se puede estudiar científicamente, de modo que tenemos dos opciones: le creemos porque es convincente y simpático o no le creemos, pero no podemos saber nunca si dice la verdad. Es la gran coartada del mentiroso, y muy frecuente en el mundo de las pseudoterapias y el esoterismo en general.

Pero las propuestas de Hellinger se vuelven más delirantes y estrafalarios al profundizar en ellos. Según Hellinger, estas misteriosas energías que vinculan a los miembros de la familia son capaces de hacer cosas muy extrañas. Todos sabemos que los menores tienden a imitar a los mayores (por eso las sociedades buscan establecer "modelos de conducta" adecuados, aunque luego a los jóvenes les parezca más emulable Marilyn Manson que Justin Bieber), pero Hellinger asegura (sin decirnos por qué) que esa emulación o imitación, debida a la tremenda energía misteriosa, puede llegar a cosas como que una niña desarrolle la misma enfermedad que una tía suya que fue excluida de la familia, o que uno puede incluso estar afectado por una desgracia juvenil secreta de un abuelo al que ni conoció porque murió antes de nacer uno. Esto se parece, por supuesto, mucho a tonterías similares que emplea Alejandro Jodorowsky en lo que él llama "psicogenealogía" para embaucar a la gente con sus indemostrados "poderes curativos": el "destino" se hereda como se pueden heredar los ojos verdes o la tendencia a la calvicie.

Adicionalmente, en su creencia de un "orden natural", Hellinger establece jerarquías basadas en quién llegó antes a la familia, lo que llama "órdenes del amor". Para que "el amor fluya" (¿el amor fluye?) debe darse de los superiores (padres, hermanos) a los menores, en vínculos desiguales. El padre es la cabeza de la familia y los demás deben someterse y responder ante él, en un patriarcalismo trasnochado que gusta a quienes se pueden beneficiar de él, tiranos porque "lo dice Hellinger", quien sólo exalta el derecho de todos a pertenecer a una familia. Pero en las "constelaciones" dedicadas a tratar problemas de pareja, habitualmente la culpa recae sobre la mujer, como señalan algunos críticos (ver nota al final) y la resistencia a la autoridad "natural" puede ser incluso causante de cáncer. En todo caso, está convencido de que todo problema actual de toda persona tiene sus causas en el pasado, así sea remoto, de su familia. Una reformulación del bíblico "castigaré los pecados de los padres en los hijos" del libro del Éxodo, o una recreación del pecado original, dos cosas muy adecuadas en el entorno de la creencia religiosa islamojudeocristiana, pero que no tienen ningún sustento contrastable.

Sobre esta base de suposiciones místicas, ocurrencias sin bases y una visión mágica de la vida, Hellinger construye una terapia en la cual se reúne a un grupo de personas que en sus grandes shows pueden ser de varios cientos de entusiastas, y una de ellas designa al azar a algunas de las demás como representantes de cada uno de los miembros de su familia inmediata y se desarrolla un pequeño psicodrama sobre el tema del conflicto. Entonces se genera la energía mágica llamada "Campo del conocimiento" y la víctima descubre la verdad guiada por el terapeuta y resuelve sus conflictos emocionales y sus problemas de salud.

Con la enorme carga mística que tiene, su idea de energías extravagantes y su neoprimitivismo, Hellinger se convirtió pronto en uno de los iconos del New Age y sus creencias más delirantes, y su pseudoterapia fue adoptada por los creyentes en el new age con enorme pasión. Las constelaciones familiares se estudian en organizaciones aprobadas o propiedad de Hellinger  Como creencia es respetable, mientras no perjudique a nadie, pero el caso es que sí puede perjudicar a personas al ofrecerles algo que no puede entregarle (si pudiera, lo demostraría en condiciones satisfactorias) y en el proceso sacarles dinero. Pero como ciencia, como algo digno de ser enseñado en las universidades como si fuera verdad, es inaceptable. A menos que se enseñe también la astrología, la lectura del tarot y la comunicación con los espíritus, con lo que el objeto esencial de la universidad, difundir el conocimiento, se convertiría en la difusión de creencias irracionales, falsedades demostrables y supersticiones descabelladas. Algo así como una religión.

Nota: Muchas posiciones de Hellinger en concreto han resultado repugnantes para muchas personas, como su simpatía hacia Hitler, su idea de que los victimarios en casos de incesto (los adultos) no deben ser perseguidos por la justicia (porque esto daña a sus víctimas mediante el vínculo energético misterioso e invisible, de modo que deben darle al victimizador "el debido respeto"), que es capaz de "curar" la homosexualidad (causada por tías solteronas en el árbol genealógico del paciente) y la aceptación de la autoridad descalificando toda forma de rebeldía. La crítica más detallada la publicó Herman Nimis en la revista antifascista holandesa "Alert" y se puede leer en inglés aquí.

junio 08, 2004

Los imanes mágicos (no, usted no es un clavo)

En el mundo de las tonterías médicas, merece lugar aparte la sublime estupidez que quiere cobrarle a usted por acercarle imanes, por la infundada superstición de que los imanes pueden tener un efecto sobre su salud.

(Foto GFDL de Oguraclutch,
vía Wikimedia Commons)
Si usted no es un clavo, los imanes poco pueden hacer por usted. Pero si usted sí es un clavo, los imanes pueden atraerlo con una fuerza que responde a determinadas leyes de la física (disciplina que desprecian a lo tarugo los médicos brujos), pero no curarle nada.

El hecho de que no haya una sola demostración de que los imanes tengan algún efecto beneficioso sobre la salud humana, el que los que proponen esta brujería no tengan ni una investigación para apoyarse, no quita que haya salteadores de caminos vendiendo colchones con imanes, plantillas para zapatos con imanes, fundas de silla con imanes y, a poco que nos descuidemos, nos recetarán supositorios con imanes.

Por supuesto que para desarrollar adecuadamente el negocio del curanderismo, debe buscarse un nombrecito que termine en "terapia", ya que tenemos:

  • la "aromaterapia" (curarse oliendo cosas, generalmente florecitas),
  • la "cromatoterapia" (curarse viendo colorcitos, aunque nos seduce mucho la pretenciosidad bestial de cierto sitio que asegura que tal "disciplina" es un método terapéutico que utiliza unidades vibratorias de referencia llamadas "colores"; la mamonería de disfrazar el tema con extravagentes "unidades vibratorias de referencia" es de campeonato),
  • la "hidroterapia del colon" (es lo que mi abuela llamaba "lavativas", algo por lo que nadie pagaría, pero cambiándole el nombre, por una salvaje "hidroterapia del colon" de 30 minutos, le mondan 45 euros o más),
  • la "reflexoterapia podal" (forma del vudú absolutamente sin bases que asegura a los ingenuos que el cuerpo está "representado" en las plantas de los pies y que hacerle masaje a la parte del pie que representa "el hígado" es como hacerle masaje al hígado, taradez inmunda que no explica por qué no se hace el masaje directamente al hígado, ni explica por qué el hígado se podría curar con masajes; es exactamente el mismo razonamiento mágico que supone que clavarle agujas a un muñeco que representa a alguien le causará dolores a ese alguien),
  • la "auriculoterapia" (la misma salvajada de vudú, pero ahora con el cuerpo "representado" en la oreja, sin que nadie lo haya tenido que demostrar para cobrar por ello)
  • y, por supuesto, la "orinoterapia", la cerda, guarra, inútil y potencialmente peligrosa práctica de meterse en el cuerpo lo que el cuerpo echa fuera, es decir, beber la propia orina (y uno tiembla al pensar en que algún cantamañanas de cuarta categoría esté presto a lanzar muy pronto la "mierdoterapia", total ya qué).

Nace así la "magnetoterapia", el tratamiento con imanes.

¿Tratamiento? Me quedo corto.

Como todos los embustes seudomédicos, la "magnetoterapia" promete todo tipo de orateces, entre ellas rejuvenecer a la víctima, cambiarle las canas por sedoso cabello oscuro sin necesidad de tintes, y curarle algunas pocas afecciones:

Absceso, Cefalea, Gastritis aguda y crónica, Orquitis, Agresividad, Circulación sanguínea, Gota (Artritis úrica), Páncreas, Anemia, Cistitis, Hemorragia, Piel, Angustia, Coágulos de sangre, Hemorroides, Prostatitis, Ansiedad, Colecistitis, Hepatitis, Quemaduras, Aparato respiratorio, afecciones del, Cólicos biliares, Hipertensión arterial, Reglas abundantes, Apéndice, Cólicos estomacales e intestinales, Hipotensión arterial, Reglas, ausencia (Amenorrea) e insuficientes, Artritis, Colitis aguda, crónica y ulcerosa, Impotencia masculina, Reglas con frecuencia o ritmo irregular, Asma respiratoria, Colon irritable, Infertilidad femenina, Reglas dolorosas (Dismenorrea), Atonía del colon o intestino perezoso, Diabetes, Infertilidad masculina, Taquicardia, Atonía estomacal o gastroatonía, Dispepsia e indigestión, Insomnio, Tensión, Bronquitis, Dolor de cabeza, Insuficiencia cardiaca, Tumores benignos, Calambres musculares o espasmos, Fibromas, Insuficiencia pulmonar, Úlcera, Cálculos biliares (vesiculares) o colelitiasis, Fisuras en el ano, Nefritis, Uretritis, Cálculos en los riñones (renales), uréteres y vejiga, Fracturas, Ojos, derrame sanguíneo, Várices, Cáncer, Frigidez, Ojos, dolor de, Vesícula biliar y conductos

Tan asombrosa cuanto evidentemente chapucera lista la sacamos de un sitio dedicado a las más diversas formas de sacarle dinero a la gente con el pretexto de ayudar a su salud.

¿Será posible tanta belleza? ¿Será posible que unos simples imanes puedan tratar con eficacia al msimo tiempo trastornos infecciosos, anatómicos, degenerativos, fisiológicos y sicológicos? Es que curar el cáncer con lo mismo que "cura" una fractura es toda una hazaña... o es un embuste del tamaño de la pirámide de Keops.

A ver: los imanes atraen al hierro, al níquel y al cobalto. Un imán natural es simplemente un mineral con iones de hierro. ¿Cuánto hierro tiene el cuerpo humano? Cuatro gramos, más o menos, el 65% del mismo en la hemoglobina de la sangre (cuatro átomos en cada molécula de hemoglobina).

Cuatro gramos en un cuerpo humano normal de entre 45 y 80 kilos es un porcentaje diminuto, muy importante desde el punto de vista de la química de nuestro organismo, pero intrascendente al nivel físico que es al que operan los imanes.

Y eso sin contar con que el hierro en nuestro cuerpo, los cuatro gramos de los que estamos hablando, no está en estado libre, sino en compuestos, y por tanto no reacciona ante los imanes, del mismo modo que el oxígeno y el hidrógeno no se comportan como tales cuando están en el misterioso compuesto llamado "agua".

¿No nos cree? Haga el experimento que propone Michael Shermer: píquese un dedo con un alfiler (puede alucinar que está haciendo acupuntura tántrica o alguna tontería similar), ponga en un platito unas gotas de su sangre y acérquele el imán más potente que tenga; podrá ver asombrado cómo a la sangre ni le va ni le viene la presencia del imán, ni se siente atraída ni se siente repelida ni se da por enterada, simplemente se empieza a coagular y secar con toda normalidad.

Además de asegurar que "cura" toda la lista de manicomio que reproducimos, el reclamo más común de los mercachifles de imanes es que "disminuyen el dolor". ¿En serio? Los estudios realizados al respecto por el Colegio de medicina podológica de nueva York poniéndole imanes en los talones a personas que sufrían de dolores demostraron que el mismo número de personas que usaron plantillas magnéticas y el de quienes usaron plantillas no magnéticas reportaron que sus dolores se reducían.

Efecto placebo, pues, del que ya hemos hablado en nuestro artículo sobre homeopatía.

¿Le importa eso a los buhoneros de la "medicina alternativa"? Para nada. Ellos son felices vendiendo colchones, somieres, brazaletes (¿se acuerdan de la modita de los brazaletes de cobre de hace unos años, que supuestamente eran lo máximo para la artritis y que al final fueron olvidados?, pues ahora vuelven los mismos brazaletes mamones pero "magnetizados"), anillos, collares y lo que a usted se le ocurra (y quiera pagar) con los "misteriosos" imanes.

Los ingenuos que se creen clavos se imaginan que el magnetismo es algo así como magia y palman con los billetes.

(Vaya y pase que quienes vivían en la ignorancia del pasado se asombraran de los imanes y creyeran que tenían propiedades mágicas. En otros tiempos no se les entendía, y por ello había prácticas mágicas inútiles como no llevar en los barcos cebollas o ajos porque los simples marineros de esos duros tiempos afirmaban que el mal aliento "desmagnetizaba" la aguja de la brújula... hasta que alguien se comió un kilo de ceboollas y medio de ajos y fue a eructarle encima a la brújula, que siguió, pertinaz, mirando al Norte.)

Ni qué decir que los imanes que venden las tiendas de "salud natural" cuestan bastante más que el precio comercial de la magnetita, como suele ocurrir con todo lo que ofertan esos desvergonzados, so pretexto de que "es natural".

Por ejemplo, el sitio del que sacamos la descarada lista de enfermedades supuestamente curables por "magnetoterapia", ofrece desde un "antifaz magnético" para dormir por sólo 120 pesos mexicanos (unos 10 euros), "aretes magnéticos para bajar de peso" por unos 4 euros, un asiento magnético de 22 euros, una "colchoneta magnética" por más de 40 euros, gorras, guantes, parches, pirámides, rodilleras, diademas, cubrealmohadas, chalecos y demás talismanes mágicos disfrazados de "magnetoterapéuticos".

Hay quienes, por no dejar, están haciendo investigaciones para determinar si los imanes tienen algún efecto real. Pero en cierta medida es también verdad que tales investigaciones son muy probablemente una pérdida de tiempo, pues no hay ninguna razón física, química, biológica o simplemente racional para suponer que los mecanismos del dolor, el cáncer (que estos imbéciles no han descubierto que no es una enfermedad, sino varias), las hemorroides, la ansiedad y la apendicitis tengan forma alguna de enterarse de que en los alrededores hay un imán, mucho menos que puedan reaccionar a dicho imán o, peor, que sepan reaccionar de manera distinta a los polos del imán.

Si usted tiene visión de futuro, tenga presente la estupenda videncia que le ofrecemos junto con el asombroso dato de que usted no es un clavo: la moda de la "magnetoterapia" desaparecerá como tantas otras panaceas (o "curalotodos") del pasado, dejando a los enfermos igual de enfermos o mucho peor (sobre todo si los convencen de no ir al médico) y a los dueños de los chiringuitos que venden tales irracionalidades más gordos, más ricos, más rozagantes y más prestos a subirse al barquito de la nueva moda que se le ocurra a otro bandido el día de mañana.