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lunes, 10 de junio de 2024

 UM PASSEIO PELO CAVO VERDE


Regresso das ilhas de São Vicente e Santo Antão, no Barlavento de Cabo Verde. Terra dura e vulcânica, onde a luta pela vida é difícil. Muita beleza nos seus picos imponentes, nas suas falésias, nos seus vales basálticos, calcários efusivos, fluxos calcinados...


Todo um deserto em S. Vicente; quase tudo também em S. Antão, excepto o noroeste e outros pontos ligeiros, com água abundante, que desce da serra e ajuda na fertilidade dos vales íngremes, aproveitada em socalcos de culturas tropicais, que têm a pouca água doce de as ilhas: a maior parte do que é necessário deve ser dessalinizado para consumo humano


Muitas cabras e algumas vacas e porcos são o seu principal gado. A pesca é abundante. A agricultura é para autoconsumo e ainda assim eles têm de importar uma grande parte do que necessitam. Completam o difícil equilíbrio da Balança de Pagamentos com receitas turísticas (mais nas ilhas de “praia” de Sotovento), alguns investimentos estrangeiros e remessas de emigrantes (cerca de 500 mil habitantes vivem no arquipélago, e estima-se que sejam 1.500.000 entre emigrantes e seus descendentes). E muitos mais continuam tentando! No Mindelo (capital de S. Vicente) pude observar como se reunia um grande número de pessoas em busca de visto para sair do país, suportando o calor húmido e o sol do dia enquanto esperavam, abrigadas com guarda-chuvas e panos nas mãos.

Sai com um contrato de trabalho (emigração legal), de difícil obtenção, ou como turista (geralmente “camuflado” para ficar na Europa ou na América do Norte), embora para este último seja necessário comprovar que possui pelo menos 3.000 euros em uma conta corrente e uma passagem de volta em pouco tempo (embora depois continuem ilegais lá fora).

A população tem um problema habitacional crescente (o turismo faz subir os preços, pois há muitos apartamentos dedicados a ele, bem como casas compradas por reformados estrangeiros); também a oferta alimentar (mais uma vez o turismo faz subir os preços, para além do facto de grande parte dos produtos ter de ser importada); as bebidas alcoólicas têm “preços europeus”. E os salários médios mal ultrapassam os 300 euros por mês.


Beleza surpreendente, sim, a destas ilhas, tranquilas, balsâmicas, acolhedoras, onde a música “explode” com força aos fins de semana e as praias se enchem de alegria. Onde caminhadas de todos os graus de dificuldade são uma tentação contínua. É uma pena que a terra não permita que os seus nativos também desfrutem deste pequeno paraíso!


 

UN PASEO POR CAVO VERDE

Regreso de las islas de São Vicente y Santo Antão, en Barlovento de Cabo Verde. Tierra volcánica, dura, donde la lucha por la vida es difícil. Mucha belleza en sus imponentes picos, en sus cortadas, en sus valles de basalto, calizas efusivas, coladas calcinadas…

Todo un secarral en S. Vicente; casi todo también en S. Antão, menos el noroeste y otros ligeros puntos, con abundante agua, que baja de las montañas y ayuda en la fertilidad de los empinados valles, aprovechados en terrazas de cultivos tropicales, que tienen el poco de aguas dulce de las islas: la mayor parte de la que se necesita hay que desalinizarlas para consumo humano


Muchas cabras y algunas vacas y cerdos son su ganadería principal. La pesca sí es abundante. La agricultura es de autoconsumo y aún así tienen que importar gran parte de lo que necesitan. Completan el difícil equilibrio de la Balanza de Pagos con los ingresos turísticos (más en las islas “playeras” de Sotovento), algunas inversiones extranjeras y las remesas de los emigrantes (dentro del archipiélago viven unos 500.000 habitantes, y se estima que hay 1.500.000 fuera entre emigrantes y sus descendientes). ¡Y siguen intentándolo muchos más! En Mindelo (capital de S. Vicente) pude ver cómo se agolpaba gran número de personas procurando un visado para salir del país, aguantando en la espera el calor húmedo y el sol del día, resguardados con sombrillas y telas cogidas con las manos.

Se sale con contrato de trabajo (emigración legal), difícil de obtener, o como turista (generalmente “camuflado” para quedarse en Europa o Norteamécia), aunque para esto último hay que demostrar tener al menos en cuenta corriente 3.000 euros y billete de vuelta en breve tiempo (aunque luego se continúe como ilegales fuera).

La población tiene un creciente problema de vivienda (el turismo hace subir los precios, al disponerse de muchos apartamentos dedicados a él, así como casas que compran jubilados extranjeros); también de abastecimiento de alimentos (una vez más el turismo hace subir los precios, aparte de que gran parte de los productos han de importarse); las bebidas alcohólicas toman “precios europeos”. Y los sueldos medios apenas suben de los 300 euros mensuales.

Belleza sorprendente, sí, la de estas islas, tranquilas, balsámicas, acogedoras, donde la música “estalla” con fuerza los fines de semana y las playas se llenan de alegría. Donde el senderismo de todos los grados de dificultad es una tentación continua. ¡Lástima que la tierra no dé para que sus nativos disfruten también de este pequeño paraíso!

lunes, 18 de marzo de 2019


RUTA SENDERISTA-CULTURAL POR LOS GLACIS Y FOSOS DE LAS FORTIFICACIONES DE ELVAS
Moisés Cayetano Rosado

Que Elvas tiene uno de los conjuntos de fortificaciones abaluartadas más extensos, íntegros y auténtico del mundo, con un valor universal y una significación histórica y patrimonial que representa una de las etapas más significativas de nuestra historia moderna y contemporánea, está fuera de toda duda. No en bajo fue así reconocido por la UNESCO al darle la calificación de Patrimonio de la Humanidad en 2012, habiendo profundizado aún más en su puesta en valor desde entonces para acá.
Miles de personas de todas partes visitan de continuo su impresionante Forte da Graça, “donde se culminó el genio creativo y constructivo militar del siglo XVIII”. No menos son los que admiran el conjunto patrimonial de las construcciones defensivas de la Plaza, así como se acercan a esa otra joya del siglo XVII: el Forte de Santa Luzia, sin olvidar sus fortines de S. Mameede, S. Pedro y S. Domingos, aparte de su admirable serie de cuarteles, polvorines, cisternas, hospitales y otros edificios militares.
Sin embargo, muy pocos se han dado el gusto de realizar una ruta a pie por buena parte de este conjunto, que es lo que alguna que otra vez he realizado con amigos, grupos asociativos, y ahora con nuestros buenos amigos los “Caminheiros da Casa do Povo de Freixo (Redondo)”. Más de 60 personas que en la maña del 16 de marzo partimos del Forte de Santa Luzia, lo rodeamos por sus glacis (1 kilómetro), pasamos después por su camino cubierto hasta la Porta de Olivença de la Plaça Forte (otro kilómetro), iniciando el recorrido de la misma por sus glacis, para penetrar en los fosos a partir de la Porta de S. Vicente y culminar el recorrido periurbano en el final de los fosos de las naranjas (5 kilómetros más). Antes nos detuvimos, a la altura de la Porta da Esquina, en el actual Mercado Municipal (la antigua Casa das Barcas, levantada entre 1703 y 1705 para construir y almacenar barcas que servían para hacer “pontes de barcas” y atravesar los ríos Caya y Guadiana durante nuestros enfrentamientos), un lugar privilegiado para compras de productos hortofrutícolas, pescados, quesos, aceites, pan, dulces, “farturas” y tomar un buen café.
No está demás, desde ahí, bajar siguiendo la línea del Acueducto de Amoreiras en el valle de San Francisco y acercarnos hasta el fortín de S. Domingos (el más grande de los tres que se conservan, pues se eliminó el de S. Franciso al hacer el cementerio), construido a principios del siglo XIX con la finalidad defenderlo. Ida y vuelta añaden 2 kilómetros más a nuestra caminada, pero merece darse el gusto de deambular bajo las arcadas de 31 metros de alzado y 850 arcos en cuatro órdenes, y ver esa otra perspectiva de todo el conjunto fortificado, tan fotogénico desde allí.
Es de admirar la pulcritud, la limpieza de la pradera verde de los glacis, de las sendas de tierra de los fosos, caminos cubiertos, paseos de ronda, escarpas y contraescarpas. La extraordinaria grandeza de los baluartes y revellines. La belleza de sus tres puertas principales, espectacularmente ornamentadas tanto en las primeras entradas -de los revellines- como de la cortina principal. La perfección geométrica del conjunto. Las siluetas que se nos dan desde los distintos puntos del recorrido de su caserío, en el que se vislumbran las dos cercas musulmanas y algunos vestigios de la fernandina, solapada por la íntegra y de preservada autenticidad que constituye la abaluartada.
Desde allí, tras esos 7 o 9 (si nos acercamos al fortín de S. Domingos) kilómetros, nos desplazamos en vehículo hasta la entrada del Forte da Graça. Las vistas desde allá hacia la Plaza Fuerte, el acueducto en el valle de San Francisco, el Forte de S. Luzia al fondo, los cerros y valles de los alrededores, y al fondo norte Campo Maior, así como al este Badajoz, son magníficas. Y el recorrido de 1’5 kilómetros alrededor de la empinada fortaleza, un pequeño desafío a nuestra destreza al caminar, pues si los tramos anteriores eran relativamente horizontales (excepto el trozo en cuesta entre la Puerta de S. Vicente y la base del castillo medieval), ahora iremos “subiendo y bajando” por veredas y rampas que para salvarlas es aconsejable que nos ayudemos de un bastón o palo consistente.
Esta visión del Forte desde fuera, “como si fuésemos a conquistarlo”, es un privilegio: pasar al lado de las “covas de lobo”, de los inmensos fosos…, salvar terraplenes, asomarnos a las poternas, incluida la que conduce al interior por las escaleras desde donde se subía el agua desde la Fonte do Mariscal, contemplar la inmensidad de los paisajes, compensa el esfuerzo de la caminada.
Y también lo compensa tomar un refuerzo alimentario en los aparcamientos de la entrada, antes de realizar una visita al interior, tan grandioso, tan fabulosamente perfecto como maquinaria defensiva y ofensiva, tan bien acondicionado en las estancias de tropa, oficiales, Casa del Gobernador… ¡Historia, arte, deporte y convivencia unidos en una visita, una ruta senderista-cultural que no se olvidará fácilmente!

domingo, 14 de mayo de 2017

DEL CASTELO DE ALMOUROL AL DE AMIEIRA DO TEJO, PASANDO POR LA FORTALEZA DE ABRANTES Y EL CASTELO DE BELVER 

Moisés Cayetano Rosado

Siempre me ha resultado fascinante el Castelo de Almourol, en medio del río Tajo, en una pequeña islita a la que se accede en barca de la Junta de Freguesía de Tancos desde la orilla izquierda, gozándose desde el agua de unas vistas espectaculares del conjunto fortificado. Aunque muy retocado en el siglo XIX y especialmente en los años 40 y 50 del siglo XX, la impresionante Torre del Homenaje de esta fortaleza templaria y las dos cinturas de murallas, con ligeras torres albarranas en sus ángulos dirigidos aguas arriba y abajo del Tajo, forman un conjunto de “ideal romántico” de castillo de Plena Edad Media muy adecuado al ensueño del visitante.
Recorrer su interior, admirar el paisaje acuático y montañoso de los alrededores, pasear por el exterior de su perímetro en buena parte alamborado, siempre es una experiencia relajante, que nos “invita” a seguir una mínima ruta de “castelos vigilantes del Tejo”, cuya muestra más compleja se nos ofrece ligeramente al este, en la orilla derecha del río: la fortaleza de Abrantes y su complejo defensivo.
Abrantes tuvo inicialmente un castillo románico mandado construir por D. Afonso Henríques, reformado en el siglo XIII, con tipología gótica, y gestionado por la Orden de Santiago. De ello apenas resta la Torre del Homenaje, profundamente retocada, tras su destrucción por el terremoto de Lisboa, del siglo XVI.
El protagonismo de esta fortaleza y población en general como “chave da Província de Estremadura” durante los siglos XVIII y XIX (Guerra de Sucesión española e Invasiones francesas, respectivamente), hizo que sus defensas fueran reforzadas concienzudamente, con torres cilíndricas, baluartes y medios baluartes adaptados a las necesidades de la defensa pirobalística, dotándose los diversos cerros cercanos de construcciones adaptadas al empleo de baterías artilleras. Hoy en día, abierto al público libremente, padece cierto grado de abandono que se debería rectificar, pues el conjunto ofrece una interesante “lectura histórica” desde la conformación de Portugal como reino a mediados del siglo XII hasta mediados del siglo XIX.
Desde este emplazamiento complejo seguimos viaje unos cuantos kilómetros más al este, por la misma orilla del río, hasta llegar a Belver (gran sitio, dicho sea de paso, para comer “pernil de porco assado ao forno” o “lucio-perca assado” acompañado de una “açorda como ovos de peixes do río” y regado con vino tinto de la zona).
El castillo hospitalario de Belver es un ejemplo muy interesante de castillo románico, con Torre del Homenaje ocupando el centro del recinto y envoltura ovalada, de torres cuadrangulares, y curiosos refuerzos artilleros, destacando en especial dos protegiendo la puerta de entrada principal, de baluarte entero el occidental, con cortina de unión entre ambos y gran desnivel hacia elTajo, a cuyo mismo borde se alza.
Y de aquí, “saltamos” a la otra orilla, para llegar enseguida a una población privilegiada en cuanto a paisaje montañoso, de gran frondosidad y belleza: Amieira do Tejo, cuyo castillo sorprende al visitante por su magnífica silueta ligeramente rectangular, con torre cuadrada en cada extremo, siendo la que se eleva sobre la entrada principal de la fortaleza la Torre del Homenaje, más alta y voluminosa que las restantes.
El Castelo hospitalario de Amieira está considerado como el mejor ejemplo portugués de fortaleza gótica, de gran capacidad defensiva, con esas cuatro torres bien dispuestas para el flanqueo ya de uso artillero, un amplio y despejado patio de armas en el interior y fuerte barbacana perimetral, a la que seguía un foso actualmente desaparecido.

Para una jornada de visitas no está mal el recorrido, si bien se hace preciso comenzar temprano en la mañana, terminando cuando se anuncia la noche, pues al disfrute de esta red de fortificaciones (que podemos extender al este y al oeste, en esa línea bien protegida del río Tajo desde su entrada en Portugal hasta Lisboa) hemos de unir lo atractivo del paisaje, las muchas rutas senderistas de la zona, otros tesoros patrimoniales que van desde dólmenes, pinturas y grabados prehistóricos, iglesias, palacetes, caserío… indicadores firmes de que se ha de volver para realizar esas otras opciones también de irresistible interés.

jueves, 3 de julio de 2014

EL RICO TESORO GEOMORFOLÓGICO DE LA ROCA DE LA SIERRA, ENTRE CÁCERES Y BADAJOZ
La Roca de la Sierra (pueblo donde he nacido y vivido ¡tantos años!), enclavada en las estribaciones de la Sierra de San Pedro, tiene una situación geomorfológica privilegiada, con un legado natural edafológico que constituye un notable tesoro.
A ello hay que unir su patrimonio histórico-artístico, que va desde magníficos dólmenes de los alrededores, al Monasterio de San Isidro de Loriana -hacia (y de) La Nava de Santiago-, del siglo XV; puente medieval interior e Iglesia Parroquial tardogótica-renacentista de finales del siglo XIV terminada en el XV (ambos poseen bien labrada sillería granítica, aparte de notable portada principal de la iglesia, de magnífica arcada, e impresionante nave-salón de bóveda de crucería y retablos barrocos), casas blasonadas, etc.
Presenta al Suroeste (hacia Badajoz) terrenos llanos, de sedimentos arcillosos miocénicos, con buenos pastizales y tierra de labor, de amplios horizontes visuales.
Al Norte (hacia Cáceres): terrenos montuosos, donde se encuentran afloramientos de pizarra y cuarcitas ordovícicas, densas de vegetación mediterránea: encinas, alcornoques, jara y romero, muy aptas para la ganadería ovina y porcina extensiva.
Al Este y Sureste (hacia La Nava de Santiago y Montijo), roca ígnea, plutónica, en suelos ondulados: se elevan al exterior formaciones graníticas, elevadas y muy erosionadas (“bolos”, “hongos”, “dorsos de ballena”…); amplios berrocales muy aptos  como materiales constructivos. Generosas dehesas, ofrecen asiento a ovejas y cerdos de montanera.
Al Oeste (hacia Villar del Rey), metamórfica pizarra, muy valiosa para tejados, suelos, aislantes, en terreno de cerro y monte (sobresaliendo el de Valdevilano). Abrupto territorio de caza mayor, con algunas zonas de olivar y buen terreno para cabras y ganadería bovina en libertad.
Alrededor, alguna roca ígnea, volcánica: duro basalto, así como  canteras metamórficas, de cuarcitas. Entre ellas, buena tierra de labor.
De todo se han aprovechado siempre los canteros, faenando en medio de sus dehesas de encinas y alcornoques, con rico sotobosque y corrientes erosivas de aguas torrenciales, retenidas en charcas legendarias.
Por cualquier lado, caminos de vistas formidables, que invitan al senderismo y a la contemplación. Con todo, lo mejor, su Dehesa Boyal, de buenos pastizales, regada por la ribera Lurianilla, de extensos y elevados berrocales graníticos, con formas variadas, de espectaculares “dorsos de ballena”, “hongos” y “bolos”.
De allí, las rutas hacia la zona de dólmenes y Convento de Loriana serpentean por su ribera, rica en fresnos y zarzamoras, con molinos de agua que conservan -especialmente recuperado el de su Dehesa Boyal en la zona donde se celebra la Romería de San Isidro-, su estructura central y conducción de agua en arco de ballesta.
Todo un goce para los sentidos, al alcance de las manos de cualquiera.

Moisés Cayetano Rosado