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jueves, 27 de septiembre de 2012

¡Más madera! (Los Hermanos Marx en el Oeste) 1940



Receta para hacer una película de los Hermanos Marx: gags hilarantes llenos de humor absurdo pero inteligente + algún número musical donde cante Groucho + Chico tocando el piano + Harpo tocando el arpa  + frases para la posteridad de Groucho + mímica de Harpo + Chico urdiendo algún tipo de timo + alguna que otra chica guapa + (en ocasiones) historia de amor totalmente prescindible, y que pase desapercibida, impuesta por la productora de cine.


Quizás pueda parecer fácil, pero no lo es. Los Hermanos Marx no fueron simplemente cómicos, crearon un tipo de humor: el humor de Los Hermanos Marx, totalmente intrasferible a nadie que no fueran ellos mismos.  

Tenían su propio sistema cómico: el de la liberación de los impulsos elementales, casi infantiles; las persecuciones tenaces y locas de las mujeres que les gustaban; la eterna destrucción magnifica (para muestra la de la escena del tren de ésta película); el frenesí del movimiento sin sentido; el convertirse porque sí en centro de animación sin objeto.


Pero vamos a la película que nos ocupa, porque Los Hermanos Marx en el Oeste marcaría un punto y aparte en la carrera de los Marx: fue el comienzo del declive. Pondría de manifiesto los primeros síntomas de fatiga de los Hermanos Marx. Sin Zeppo, sin Margaret Dumont (la llamada "hermana Marx") y con una clara imposición del estudio, la Metro Goldwyn Mayer.


La cara de Groucho parece decir: "Con lo que ha "sío" una."


Los Hermanos Marx en el Oeste fue la décima película de los Marx y la segunda con la Metro.

Dirigida por Edward Buzzell nos cuenta la historia de Quentin Quayle (Groucho) un hombre del Este que va hacia el Oeste para hacer fortuna. En la estación de tren se cruza con dos hermanos, Joe y Rusty Panello (Chico y Harpo) Primer gag cómico al más puro estilo Marx.

Una vez en el Oeste, los hermanos Panello trabajarán para el viejo Wilson, que les dejará, a modo de préstamo, las escrituras de propiedad de "La Cañada del Muerto."

Mientras, "Red" Baxter intentará por todos los medios conseguir dicha escritura para que la compañía de ferrocarriles a la que representa pueda abrir un paso hasta el Pacífico. Y entre todo este sindios, Terry Turner, el prometido de Eva, la nieta de Wilson, pide ayuda a Joe y Rusty para recuperar la escritura de La Cañada del Muerto, pues es el único medio para la reconciliación de las familias de los prometidos.


Cuándo se está viendo la película hay algo que no cuadra: la patética historia de amor entre Eva y Terry. En el ritmo vertiginoso del sistema cómico de los hermanos Marx no hay cabida para un romance que no sea absurdo por sí mismo. Y a esto es a lo que me refería antes cuando dije que se notaba una clara imposición del estudio, de la Metro.

El argumento de la película podría haber cuajado mejor si lo hubieran dejado en un simple pulso de la codicia entre los personajes de la película: los personajes que interpretaban los Marx y la compañía de ferrocarriles.





La película deja una sensación agridulce, pues es una película de las que podríamos denominar "flojas" (para ser) de los Hermanos Marx y sin embargo contiene varios de los mejores gags de los mismos y una de las mejores escenas que he visto en una película de Groucho, Harpo y Chico: la escena del tren es simplemente genial. Sólo los Marx desmontarían la propia madera de la que estaba hecho el tren para echarle madera al tren. Escena que tenemos que atribuir a su creador, Buster Keaton, que traía mucha experiencia de El Maquinista de la General.





Está considerada como un western/comedia/musical aunque yo creo que es una parodia de los western.

Tiene frases y diálogos realmente brillantes; como aquella escena en la que Chico quiere hacer una llamada de teléfono y Groucho con indignación le dice: "Estamos en 1870 y Bell aún no ha inventado el teléfono". Y su cara de "que idiota es".


Aquí la música también forma parte importante, como siempre, de las películas de los hermanos Marx; Groucho cantando y tocando la guitarra, Chico tocando el piano y Harpo tocando el arpa y la armónica.



Siempre me ha llamado la atención la destreza de Chico Marx al piano con la mano derecha. Cuando leí que  la profesora de piano que tuvo a los 10 años sólo sabía tocar el piano con la mano derecha el misterio se resolvió.




"En cuánto toco las cuerdas del arpa dejo de ser un actor." (Harpo Marx)





Soy totalmente consciente de que mi entrada sobre esta película es realmente ambigüa y ahora viene el dilema: recomendar o no recomendar, esa es la cuestión. Así que para quitarme responsabilidad sólo os diré una cosa: Es la mejor película de las peores de los Hermanos Marx y la peor película de las mejores de los Hermanos Marx. 


Saludos, gente.

lunes, 5 de julio de 2010

Groucho y Yo.


"Estaba paseando por State Street de Chicago cuando una pareja de mediana edad, se acercó y empezó a dar vueltas a mi alrededor. Pasaron ante mí dos o tres veces, examinándome como si yo fuese un ser extraterrestre.
Finalmente, la señora, vacilante, se acercó y me preguntó:

-Es usted, ¿verdad? ¿Es usted Groucho?
Asentí con la cabeza.
Entonces ella me tocó timidamente en el brazo y dijo:

-Por favor, no se muera. Siga viviendo siempre.
¿Quién podría pedir más?."


Así termina la entrañable, ingeniosa, divertida y original autobiografía de Groucho Marx. Una manera muy entrañable y, a la vez, muy adecuada de terminar porque una recuerda esa frase de la mítica canción Dalí, de Mecano, que dice "los genios no deben morir".

Groucho y Yo, es decir, Groucho y Julius Marx, salió a la luz en 1972. El propio Groucho admite al principio que le cuesta a su edad, escribir este libro y que su editor le ha sobornado con 50 dólares y una caja de puros baratos. Y admite que por cada compra debería regalar con el libro cincuenta kilos se semilla de maíz. Y a continuación nos relata la historia de los problemas que tienen los productores de maíz en Estados Unidos. Esto es sólo un ejemplo de como a ti, que estás leyendo el libro, y no tienes ni el más mínimo interés por los problemas que pudiera tener el Gobierno de Estados Unidos por solucionar los problemas del excedente de maíz de los años 70 (ni siquiera te interesa este mismo problema en el 2010) incluyendo posibles soluciones, no pierdes el interés en absoluto por la historia, e incluso te estás riendo.

Tampoco puede decirse que se trate de una autobiografía al uso. Más bien se trata de una recopilación de pensamientos, reflexiones, anécdotas tanto personales como de los Hermanos Marx, más o menos ordenadas en el tiempo, con grandes saltos, y que en la mayoría de los casos, resultan tan disparatadas que parecen (y quizás fueran) de ficción. Pero siempre, contadas de manera ingeniosa y divertida, donde se entremezclan el Groucho familiar, el actor parte de los Hermanos Marx, el incómodo, insumiso, insolente, el Groucho sin pelos en la lengua que todos temían en los clubs en los que dimitía si le admitían como socio.


Pero mejor que siga yo escribiendo es que leais una carta que escribió Groucho a los Warner Brothers tras amenazarles estos últimos con denunciarles si utilizaban el nombre de "Casablanca" en su pelicula "Una noche en Casablanca", pues evidentemente los Warner habían tenido mucho éxito con una pelicula llamada, ¿lo adivinais?, "Casablanca". No tiene ningún desperdicio.

"Queridos Warners:


Aparentemente, hay más de una manera de conquistar una ciudad y de conservarla en propiedad. Por ejemplo, hasta el momento en que nos dispusimos a hacer esta película, no tenía ni idea de que la ciudad de Casablanca perteneciese en exclusiva a los hermanos Warner. Sin embargo, sólo pocos días después de hacer público nuestro proyecto, hemos recibido vuestro largo y amenazador documento legal, advirtiéndonos que no usemos el nombre de Casablanca. Por lo visto, en 1471, Ferdinand Balboa Warner, vuestro tatarabuelo, mientras buscaba un atajo para ir a Burbank, fue a parar a las costas de África y, alzando su bastón de alpinista (que más tarde trocó por cien acciones de la compañía), las llamó Casablanca.


No acabo de comprender vuestra actitud. Incluso aunque proyectéis reestrenar vuestra película, estoy seguro de que el espectador vulgar tendrá tiempo suficiente para aprender a distinguir a Ingrid Bergman de Harpo. Yo no sé si podría, pero desde luego me gustaría intentarlo.


Afirmáis que poseéis Casablanca y que nadie más puede utilizar ese nombre sin vuestro permiso. ¿Qué me decís también de "Hermanos Warner"?. ¿ También lo tenéis en exclusiva? Probablemente, tenéis derecho a utilizar el nombre de Warner, pero, ¿y el de Hermanos? Profesionalmente, nosotros éramos Hermanos mucho antes que vosotros. Realizábamos giras como Los Hermanos Marx cuando la Vitaphone no era más que un sueño en la mente del inventor, e incluso antes que nosotros ha habido otros Hermanos: los Hermanos Smith; los Hermanos Karamazov; y el "Hermano, ¿puede darme una perra gorda?". Originalmente se decía: "Hermanos, ¿pueden darme una perra gorda?", pero esto representaba repartir demasiado una perra gorda, de modo que prescindieron de un hermano, dieron todo el dinero al otro y lo redujeron a "Hermano, ¿puede darme una perra gorda?".


Y ahora, Jack, pasemos a tu caso concreto. ¿Sostienes que el tuyo es un nombre original? Bueno, pues no lo es. Fue utilizado mucho antes de que nacieses. Así, de repente, me vienen a la memoria dos Jack´s; existía el Jack de "Jack Matagigantes", y "Jack el Destripador", que en su época cortó unas cuantas figuras.


En cuanto a ti, Harry, probablemente firmarás tus cheques convencido de que eres el primer Harry de todos los tiempos y que los demás Harry´s son unos impostores. Se me ocurren dos Harry´s que te precedieron. Existieron Lighthorse Harry, de fama revolucionaria, y un tal Harry Appelbaum que vivía en la esquina de la calle Noventa y Tres con Lexington Avenue. Por desdicha, Appelbaum no era demasiado famoso. Las últimas noticias que tuve de él fueron que estaba vendiendo corbatas en los almacenes Weber.


Y ahora pasemos al estudio de Burbank. Creo que así es como llamáis a vuestro feudo. El viejo Burbank ha muerto. Tal vez lo recordéis. Era un gran hombre en un jardín. Su esposa decía a menudo que Luther tenía diez dedos verdes. Debió de ser una mujer muy lista. Burbank fue el mago que entrecruzó esos frutos y vegetales hasta que consiguió que las pobres plantas estuviesen tan confundidas que nunca podían decidir si debían de entrar en el comedor en la fuente de la carne o en la bandeja de los postres.


Eso no son más que conjeturas, desde luego, pero quién sabe... tal vez los descendientes de Burbank no se sientan demasiado dichosos ante el hecho de que una fábrica de películas se haya instalado en su ciudad, se haya apropiado del nombre de Burbank y lo utilice en las portadas de sus películas. Incluso es posible que la familia Burbank se sienta más orgullosa de la patata producida por el viejo que del hecho de que de esos estudios hayan surgido películas como Casablanca o Vampiresas (1931). Tal vez todo esto os parezca una parrafada muy amarga, pero os aseguro que no es éste mi propósito. Quiero a los Warner. Algunos de mis mejores amigos son Hermanos Warner.


Incluso es posible que cometa con vosotros una injusticia y que vosotros, personalmente, no sepáis nada de esta actitud absurda. No me sorprendería en absoluto descubrir que los jefes de vuestro departamento jurídico ignoran esta disputa descabellada, porque conozco a muchos de ellos y son tipos muy agradables, con el cabello negro y rizado, con las americanas cruzadas y con un amor por sus semejantes que supera al del propio Saroyan.


Me da en la nariz que este intento de impedirnos la utilización del título ha sido idea de algún picapleitos tonto que realiza su aprendizaje en vuestro departamento jurídico. Conozco bien el tipo, recién salido de la Universidad, ávido de éxitos y demasiado ambicioso para seguir las leyes naturales del ascenso. Ese individuo siniestro engatusó probablemente a sus jefes, la mayoría de los cuales son tipos muy agradables con el cabello negro y rizado, con las americanas cruzadas, etc., para que trataran de atemorizarnos. Bueno, ¡no se saldrá con la suya! Apelaremos ante el Tribunal Supremo. Ningún aventurero jurídico creará discordias entre los Warner y los Marx. Todos somos hermanos y seguiremos siendo amigos hasta que el último rollo de "Una Noche en Casablanca" acabe de enroscarse en la bobina.


Sinceramente, Groucho Marx. "




Tampoco me puedo resistir a poner el momento histórico en el que Harpo Marx habla



viernes, 9 de octubre de 2009

Tienda de Locos


Tienda de Locos (The Big Store) 1941 (Director Charles Reisner)

Tommy Rogers (
Tony Martin), cantante de éxito, heredero de una parte de los almacenes Phelps, pretende vender su parte del negocio para crear un gran conservatorio. Pero no cuenta con los planes del señor Groover (Douglass Doumbrille), el otro propietario de la mitad de la herencia, que contratará asesinos a sueldo para que asesinen a Rogers y así hacerse con el negocio entero. Pero sus planes se verán obstaculizados por su prometida (y muy rica) señora Phelps (la omnipresente Margaret Dumont) que contratará al detective privado Flywheel (Groucho Marx) para que vele por la seguridad de Rogers. Éste, con la ayuda de su (valga la redundancia) ayudante y chófer Wacky (Harpo Marx) y del amigo de Rogers, el músico Ravelli (Chico Marx) organizará un caos en estos grandes almacenes, más que para proteger a Rogers, para conquistar a la señora Phelps (todo hay que decirlo).

Hay que reconocer que no es una de esas grandes peliculas que una espera de los hermanos Marx. La trama es facilona, el caos es un continuo absurdo, los números musicales excesivamente largos, por no hablar de los efectos especiales. Aunque bueno estamos hablando del año 41, así que tampoco nos pongamos tan exigentes con los efectos especiales.
Yo atribuyo todo este caos de pelicula a que fue la última que los hermanos Marx hicieron con la Metro, un poco como para quitarse un peso de encima...no lo sé. Pero lo cierto, es que a pesar de todo esto, los hermanos Marx siguen siendo los hermanos Marx y los gags y gestos de Groucho siempre acaban convenciendo...un genio es siempre un genio. Así como las escenas musicales de Chico y Harpo, como la escena de piano a cuatro manos de los dos o la escena de Harpo con el arpa y los espejos, que es sublime. Decían de Harpo que cuando tocaba el arpa en las peliculas se olvidaba de actuar, y su cara ya no interpretaba un personaje. Sin duda, las escenas musciales de los hermanos Marx nunca sobraban en las peliculas. Las que si sobraban, en esta en concreto, eran las del cantante Tony Martin, o algunas excesivamente largas en las que también cantaba Groucho.

Aunque, para ser justa, diré que sé que es un error hablar del gusto musical del año 1941 desde el año 2009 y, supongo, que Tony Martin en aquella época sería una estrella o un proyecto de estrella y que las escenas musicales gustarían en la decada de los 40. Como actor, no era destacable, y se hace un poco pedante. Pero lo cierto es que no hay actores muy destacables en esta pelicula, salvo los hermanos Marx y la simpática Margaret Dumont. Groucho y ella formaban una pareja muy pintoresca. Hay que decir también que ésta fue la última pelicula en la que Dumont apareció con ellos.

En definitiva, una de las peliculas más flojas de los hermanos Marx, pero estupenda para un dia de domingo lluvioso, por ejemplo. Pero taparse, que no pilleis un resfriado como el mio.

Achus!