¡BIENVENIDOS!

BIENVENIDOS. Gracias por la visita y por los eventuales comentarios, que serán contestados con la mayor prontitud posible. Las películas se irán añadiendo a la clasificación progresivamente. También se añadirán al listado alfabético.
Mostrando entradas con la etiqueta Batallas aéreas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Batallas aéreas. Mostrar todas las entradas

domingo, 27 de noviembre de 2011

ESCUADRÓN 332 (THE TUSKEGEE AIRMEN)



SINOPSIS. 1943. La Segunda Guerra Mundial llega a un año clave en el frente africano y occidental. Los Aliados precisan un impulso en sus ofensivas, lo que les lleva requerir de todo su potencial en material y personas. Es en este último punto que, para mantener la fuerza de sus ofensivas, reclutan a hombres de sectores tradicionalmente vetados a sus Fuerzas Armadas. Por ello, ya desde 1942, en el campo de aviación de Tuskegee comienza su entrenamiento un grupo de hombres de color, los primeros pilotos de color de las Fuerzas Aéreas Americanas (USAAF), entre los que destaca el soldado Lee (Lawrence Fishburne). Es, en suma, la vida de unos hombres que se incorporan al Ejército para luchar contra sus enemigos pero también para combatir los prejuicios convencionales, precisamente en el bando que luchaba, en teoría, por la libertad y la igualdad; pero no todos resisten la presión.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. “Escuadrón 332” es una película cuyo contenido basta para colmar sobradamente los  requisitos de la suficiencia en los aspectos esenciales de una película decente. Sin embargo, de ahí a que podamos hablar de una gran película media un buen trecho. Pero lo que si es debido es reconocer las virtudes de esta producción, punto en el que destaca el esfuerzo realizado en cuanto a medios técnicos, escenografía y ambientación que, aun considerando sus errores, logra pasar dignamente para el espectador medio para convertirse en algo más que una película de domingo por la tarde. Si se entra en otro tipo de disquisiciones o en un análisis más riguroso quizá no dé la talla, pero pese a eso habría que persistir en aquel reconocimiento.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. Es debido indicar que el hecho de que la mano de la productora HBO esté detrás de esta película no lo consigue todo. La factura general se empapa del cariz propio de las películas en las que aquella interviene, pero la tara más considerable está en la trama. La perspectiva del reconocimiento a los soldados de color en el ejército americano, y los pilotos en particular, es un justo tributo y, a la par, un afirmación de las dificultades internas con las que por su condición se les afligía. El problema surge cuando ese tributo que se les rinde empieza a degenerar , y sin mucha creatividad, en una suerte de endiosamiento de estos hombres, especialmente el teniente Lee, lo cual hace que la verosimilitud de la película empiece a difuminarse. Los dilemas internos de tono elevado, el tono de superioridad del que se impregnan y su prácticamente nula infalibilidad potencian esa deificación que distancia a los personajes de la realidad que reflejan. Tanto es así que el tema principal, la causa de su lucha por la igualdad en el seno del ejército, pasa a un segundo plano a favor del tan repetitivo heroísmo patrio empapado de prototipismos y arquetipos.


COMPARACIÓN. Hay que decir que los hombres de Tuskegee no tenían hasta la salida a escena de “Escuadrón 332” ninguna película íntegramente dedicada a ellos como homenaje en el cine, punto en el que esta película supone una novedad cinematográfica. Es cierto que aparecen ocasionalmente en otras películas como en “La guerra de Hart”, en la que se muestran los mismos dilemas desde la perspectiva de los campos de prisioneros. Hay destacar aquí que, presumiblemente a comienzos de 2012, saldrá al mercado la moderna versión de la aquí comentada, con el título “Red Tails”, en alusión al signo distintivo de esta fuerza aérea. A la luz del trailer, las impresiones a nivel técnico parecen buenas, si bien con el mismo aspecto patriotero. Veremos qué nos depara.


HISTORIA. Obviamente, “Escuadrón 332” es una recreación de las vivencias de este grupo de pilotos que, además de con el enemigo, tuvieron que luchar contra las constantes trabas que sus compañeros les ponían.

En términos históricos resulta evidente que los miramientos hacia los soldados de color, y no sólo negros, han sido una constante en el ejército americano, tan amigo de enarbolar la bandera de la tolerancia. De hecho, el proyecto de su ingreso, tal y como refleja la cinta, venía constituyendo un experimento: el experimento Tuskegee, dirigido por el Coronel Benjamin O. Davis Jr. En marzo de 1942 se integró la primera tropa de pilotos negros, el 99º Escuadrón de combate, destinado al frente africano. El número iba aumentando con el tiempo y a finales de ese año varios escuadrones fueron fusionados en el Grupo de Combate 332. Sin embargo, ya sumidos en plena contienda, la desconfianza generada por su condición les relegó a funciones secundarias atacando bases de abastecimiento o nudos ferroviarios mediante ataques en superficie. Pasaría un tiempo hasta que pudiesen verse las caras con pilotos de la Luftwaffe alemana. Una vez lograron acceder a los combates con pilotos alemanes se les destinó a funciones de escolta de los bombarderos B-17, ganándose la fama por el hecho de que ningún bombardero escoltado por ellos hubiese sido derribado. Los alemanes los denominaron “Pájaros negros de cola roja”.


Sin embargo, los resultados arrojados por sus estadísticas (como su pseudo-imbatibilidad o su destreza en el combate) precisan ser pasados por el tamiz de la realidad de las circunstancias. Aun siendo cierto, hay que tener presente que le grueso de los aviones del 332 fue destinado a los frentes menos relevantes en términos tácticos y allí donde la Luftwaffe carecía apenas de efectivos. Así, por ejemplo, fueron destinados a Italia, donde el mariscal Pietro Badoglio buscaba la rendición de los italianos ante los Aliados, los alemanes se hallaban en pleno repliegue (aun a pesar de las reticencias de Kesselring) y las fuerzas aéreas del Eje no tenían apenas efectivos. Nunca llegaron a combatir en los puntos de combate más duros ni se enfrentaron a los ases de la Luftwaffe como Erich Hartmann o Gerhard Barkhorn.


En esta cinta se rinde un homenaje al mítico P-51 Mustang que destacó en los años finales de la guerra y del que, como no podía ser menos, también dispusieron los “Pájaros negros de cola roja”. Sin embargo, es un tributo más acogido al convencionalismo que a la realidad dado que el Mustang, siendo uno de los mejores aviones de la contienda, carece del aspecto mítico de haber combatido desde el inicio de la contienda y en batallas decisivas como habían hecho otros contemporáneos suyos como el Supermarine Spitfire, el Hawker Hurricane, el Thunderbolt P-47 o el Messerschmitt Me-109.


APARTADO TÉCNICO. Sin duda alguna, el valuarte técnico de “Escuadrón 332” viene constituido por la aparición en escena del Mustang P-51, punto en el que esta película supone una buena oportunidad para su contemplación. A este lo acompañan los biplanos de entrenamiento así como un avión de entrenamiento AT-6 y unos cuantos bombarderos B-17. Por lo demás, algo que provoca cierta desazón es la notoria ausencia de elementos técnicos del bando alemán, lo cual daría un empuje considerable a la trama en cuanto a verosimilitud y apego a la realidad. Resulta destacable, si bien es disculpable dado el contenido de la película, la ausencia de elementos de combate de tierra, muy limitados y con circunstanciales apariciones. Son sobresalientes las escenas en las que puede verse desde la cabina del piloto la fila roja de balas trazadoras.


ERRORES. Es sorprendente que, tratándose de una producción de la HBO, en este punto existan errores e incongruencias a raudales. Nadie está libre de pecado, pero el hecho es que sorprende.

El primero y más evidente es el uso, y abuso, en lo que toca a la presencia del Mustang P-51, cuya ubicación en el frente africano y, lo que es peor, en los años 1942-1943 es absolutamente errónea. Su uso generalizado no se produciría hasta el año 1944 (últimos días de 1943, a lo sumo) en labores de escolta de la diezmada 8ª Fuerza Aérea. En este sentido, en lo que toca al film, sería mucho más acertada la presencia del Thunderbolt P-47, sin que la película perdiese espectacularidad por ello.

Otro error fácilmente perceptible reside en las imágenes de los cazas americanos pilotados por los pilotos negros atacando los puntos neurálgicos del Eje en el norte de África. Sin dificultad alguna pueden verse los paisajes de árboles y vegetación que nos indican que probablemente se trata no del norte de África, sino de los ataques sobre Normandía.

Pueden notarse serias incongruencias, como el hecho de que en las explicaciones teóricas en ningún momento los novatos pilotos plantean alguna suerte de duda, toda vez que lo más habitual en esas sesiones, de no ser explicado, eran las cuestiones sobre cómo afrontar a los aviones enemigos según el modelo.

Mayor atención requieren los siguientes errores. Así, a su llegada al campo de Tuskegee, vemos como uno de los pilotos negros inicia la lectura de “Stick and Ridder”, libro de Wolfgang Langewiesche que constituye uno de los manuales de referencia históricos en cuando a monoplanos y aviones de ala fija. El problema es que este libro fue escrito y publicado en 1944, dos años más tarde del tiempo en que se ubica en la trama.


En lo que toca a los aeroplanos, se incurre insistentemente en el error de poner en combate al Mustang con bombas en las alas; no supone un error tanto el hecho de que las portasen sino desde el momento en que combaten con los cazas alemanes portándolas, lo que supone una pérdida de sus mayores ventajas comparativas: la velocidad y capacidad de maniobra. Además, por momentos aparecen con dichas bombas en ciertas escenas para, en la siguiente toma, aparecer sin rastro de ellas.

Además, a lo largo de la película destruyen en cuatro ocasiones al mismo Messerschmitt Me-109, el cual, además, no lleva el número de identificación de su escuadrilla. También, en un arreglo de una escena histórica e inverosímil, se puede ver cómo el teniente Lee acomete con su Mustang a un crucero alemán disparando con las ametralladoras del aquel, escena tras la cual el barco estalla.

LA FRASE. “Su privilegio será vivir en el aire y morir en el fuego”. (Coronel B. Davis). Esta sentencia, que da curso al inicio de su formación, constituirá la fuente de motivación de los pilotos a lo largo de la película, tanto para combatir al enemigo como a las circunstancias que a ellos mismos les afligen. En otro orden de cosas, no tienen pérdida alguna de las frases que sus compañeros les dedican: “Este no es su país. Su país está lleno de monos, de gorilas, de malaria y de misioneras. (…) No hay gorilas en Harlem”.


PARA QUIEN. Como se ha mencionado más arriba, para los fans del Mustang P-51, aunque sea fuera de sus circunstancias históricas reales, es una película que brinda muy buenas imágenes de este señero aeroplano. Por lo demás, en lo estrictamente histórico, resulta aceptable para conocer algo la historia de los hombres de Tuskegee pero, teniendo presente y quedando supeditada, a lo que ofrezca el análisis de “Red Tails” que, de buenas a primeras, promete (aunque en el mismo trailer se advierten errores).


VALORACIÓN. No cabe duda de que se trata de una película de impronta novedosa en cuanto a la temática, pero prototípica y hagiográfica en el desarrollo, circunstancia que provoca que la trama vaya perdiendo fuelle y que el interés se centre más en la espera de combates aéreos que en la propia lucha y reivindicación de los pilotos negros. Sin embargo, la película tiene buenas escenas en las que, insisto, la mano de HBO es perceptible, razón por la que “Escuadrón 332” no desmerece un visionado.

lunes, 21 de marzo de 2011

DE DUNKERQUE A LA VICTORIA (CONTRO 4 BANDIERE)


SINOPSIS. Es 24 de agosto de 1939 y en una cafetería parisina se reúnen un grupo de amigos que, in situ, se comprometen a reunirse allí de año en año en conmemoración de la amistad que los une. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial trastoca sus planes y conduce a cada uno de ellos por caminos inesperados a través de diversos episodios de la contienda hasta la caída de París. El alemán Jurgen se alista en la Werhmacht; el norteamericano Brett (George Peppard) comienza a trabajar para la inteligencia militar americana. Maurice (George Hamilton), evacuado en Dunkerque, ingresa en el ejército británico; Rick se une a la RAF; Fabienne (Anne Duperey) se une a la resistencia francesa y Ray se hace corresponsal de guerra.

LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Dentro de la mediocridad general del film puede llegar a salvarse el interesante punto de partida que plantea, aunque sea un tema bastante manido ya en el cine bélico: las paradojas del destino. Es curioso ver cómo el unido grupo de amigos se ve afectado por el estallido de la guerra y cómo asumen con resignación y más o menos éxito las circunstancias del tiempo que les ha tocado vivir. Sin embargo, este aspecto se ve trastocado por la forma en que se desarrolla la historia, con saltos en el tiempo y sin una estructuración lógica de la trama.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. Casi cualquier punto de la película tiene cabida aquí. Un aspecto muy destacable a este respecto bien podrían serlo las escenas de combates aéreos en las que se observan los aviones de juguete empleados para su realización. Pero, por su constancia y peso a lo largo de la cinta, puede reseñarse lo tedioso del guión, acompañado de la escasa tensión y flojedad de las actuaciones. En muchas escenas se hace notoria la faltad fuerza interpretativa; a título de ejemplo pueden observarse en la carrera de barcas, que da comienzo a la película, unos rostros inexpresivos en un momento de máximo esfuerzo, o en los combates de aviones, cuyos pilotos parece que más que entrar en combate van a tomarse un café. Y si a ello sumamos un guión en su mayor parte sin creatividad alguna y con historias demasiado vistas y prototípicas como el animadversión padre-hijo o las relaciones amorosas imposibles, el resultado no augura nada bueno.


COMPARACIÓN. Resulta difícil encontrar películas que resulten tan pretenciosas en cuanto al objetivo que se proponen dado que es evidente que no se puede abarcar tantos episodios de la guerra sin saltarse determinados avatares o sin incurrir en imprevisiones. Y eso es algo que se nota en términos generales en la película y en cada detalle en particular. No obstante, las secuencias de los bombardeos y ataques aéreos, así como las escenas de la bolsa de Dunkerque, pueden asimilarse a lo que vemos en “La batalla de Inglaterra”; las acciones de sabotaje de los franceses pueden verse con mejor factura en películas como “El día más largo” o “Espías en la sombra”; las misiones tras las líneas alemanas recuerdan mucho a “Doce del patíbulo” o a “El desafío de las águilas”, salvando las diferencias, claro está. El carácter transversal que adopta el film, hace que se puedan realizar toda suerte de comparaciones en casi cualquier escena.


HISTORIA. El discurrir poco lineal y anárquico de las escenas históricas hace que todo resulte confuso e inconexo; las escenas históricas se mezclan con imágenes de época y con las historias de los personajes sin seguir un criterio lógico. Lo mejor que nos da esta película son precisamente esas imágenes originales que contribuyen, por poco que sea, a dar una mayor credibilidad a ese corte histórico que intenta mantener.



Tienen reflejo en la cinta momentos trascendentales como la caída de Dunkerque y la consecuente huida de la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF), aunque los episodios de ataques aéreos son habitualmente exagerados dado que la orden expresa de Hitler y del alto mando era de no atacar al remanente expedicionario, en un gesto de amistad hacia los derrotados.

Asimismo vemos como se recrean los ataques sobre la capital británica, pero no se hace sino de un modo muy superficial, sin entrar en lo que supuso ni en su desarrollo, lo cual deja mucho que desear en términos históricos pero que resulta entendible dada la carestía técnica y presupuestaria de los productores.

Lo más destacable en términos bélico-históricos es la supuesta batalla de Saint Nazaire que se recrea. No es equívoco ubicar el enfrentamiento de las tropas aliadas con los blindados alemanes en esa zona del país galo. De hecho, aunque en la película nada se dice, bien podría tratase de uno de los combates entre las fuerzas del Tercer Ejército del general Patton (aunque en la película carecen de efectivos blindados) y el séptimo ejército del general Dollman, luego sustituido por el genial Paul Hausser. Pero había cientos de contiendas que pudieron recrear en territorio Francés, como Bastogne, Carentan o Saint Lo, para detenerse en una batalla en Saint Nazaire, donde sí tuvo lugar una importante batalla, pero naval, que sí sería digna de incluir, en la que los ingleses, para dañar el puerto de Normandía no dudaron en violar la normativa acerca de abanderamiento de buques so pretexto de introducir al Campbelltown lleno de explosivos en el puerto francés y hacerlo explosionar.


APARTADO TÉCNICO. Siguiendo la tónica general de toda la película, este apartado no puede ser más tedioso. Es aquí donde, en muchas ocasiones, puede verse la desidia en términos cinematográficos. El material salvable se reduce a unas cuantas ametralladoras MG 34 y MG 42 alemanas, sin muchas luces en sus apariciones, una ametralladora Vickers inglesa, unos correctos subfusiles Schmeisser y Thompson y las imágenes de los bombarderos Heinkel He111, particularmente efectistas en sus apariciones con sus tomas aéreas sobre Londres que elevan un punto lo decadente en términos técnicos de “De Dunkerque a la victoria”. El resto no merece sino figurar como errores, como los M24 y los M26 americanos con los signos de la Wehrmacht.

ERRORES. Como el catálogo de errores es interminable, en este apartado serán mencionados sólo aquellos que merezcan ser dignos de mención dado que se trata de una película cuyo metraje va de error en error sin el menor pudor.

Empezando por los combates aéreos, y obviando las imágenes de los aviones de juguete, resulta de lo más curioso ver cómo en el rodaje de la escena del ataque aéreo sobre Dunkerque se utilizaron aviones americanos Vultee Vengeance como cazabombarderos de la Luftwaffe y en el resto de la película se utilizan aviones Messerschmitt Me 109 haciendo las veces del Spitfire y el Hawker Hurricane ingleses. Nótese que tampoco se trata del modelo Me 109, sino de la versión española del mismo, los HA 1112 vulgarmente conocidos como “Buchones”. Al respecto de la escena de Dunkerque puede verse cómo la carga de bombas de los aviones no se termina nunca.


Otro error, por seguir con el análisis “aéreo” del film, si se me permite la expresión, resulta de la escena en que, habiéndonos situado en el año 1943, se anuncia un bombardeo masivo sobre Londres que, posteriormente, podemos contemplar. Ello supone un clamoroso error de documentación por cuanto los bombardeos alemanes sobre Londres ya habían cesado un año antes al menos.

Ya en tierra, un clamoroso traspié se comete cuando al coronel Jurgen de la Wehrmacht aparece repentinamente al mando de un blindado con un uniforme de comandante de blindado de las Waffen SS. Algo inexplicable. Más aún cuando, quizás por la facilidad de obtención del material, dirige una división de Panzers americanizados como el M24 Chafee o el M26 Pershing.

Por lo demás la plaga de errores se percibe, quizás más en el pequeño detalle. Así podemos ver cómo unos pocos soldados aliados destruyen una fuerza de entera de blindados alemanes, de los que algunos incluso se rinden sin entrar en combate; también observamos cómo en ese mismo combate, un pequeño contingente de paracaidistas salta en medio del fuego cruzado (algunos con coloridos paracaídas) y no sólo salen indemnes sino que dan un giro decisivo a la batalla (¿con qué armas?).

LA FRASE. “Perdóname, señor, pero ¿qué es una pequeña mentira en estos tiempos?” (Prelado parisino). Creo que es una frase que, sacada de su natural contexto eclesiástico, nos debe llevar a una honda reflexión para separar lo que en la Segunda Guerra Mundial fue fruto de la propaganda y lo que no, siempre obviando todos los prejuicios. Es algo que en los tiempos actuales sigue siendo válido y vigente. Pensar por uno mismo siempre ayuda a evadirnos de esas pequeñas mentiras que, de piadosas, tienen poco.


PARA QUIEN. Después de todo lo dicho es de esperar que el ávido lector crea que no se recomienda a nadie esta pseudo-película bélica de un pseudo-trasfondo histórico. Se salvan las escenas de los bombardeos aéreos con las vistas desde los He 111 para los que gusten de este tipo de escenas y la traca final de los blindados a duras penas, para los aficionados a los tanques. Casi dos horas de película que apenas ofrecen cosas que ver.


VALORACIÓN. Estamos ante una producción típica setentera cuyo pretexto era realizar una visión acerca de diversos episodios de la contienda bajo la excusa de una reunión de amigos, objetivo que a su equipo de producción le vino un poco grande de talla a todas luces. Como nota curiosa puede señalarse la presencia de George Peppard, más conocido en el mundo del cine por su papel de Aníbal Smith. Por lo demás poca originalidad en lo creativo, mediocre en lo técnico, baja calidad en las actuaciones y un resultado tosco en general; sería este un buen resumen de los que “De Dunkerque a la victoria” ofrece al espectador. Tiene un poco de todo pero no tiene nada.

lunes, 7 de marzo de 2011

LA BATALLA DE INGLATERRA (BATTLE OF ENGLAND)


SINOPSIS. Corre el año 1940. Tras la caída de Bélgica y la eminente derrota de las fuerzas francesas ante el avance alemán, la Real Fuerza Aérea inglesa (RAF) junto a todos los efectivos terrestres, deciden huir precipitadamente del territorio galo hacia su país antes de ser aplastados por la Luftwaffe. Los diplomáticos alemanes intentan evitar el enfrentamiento, a lo que los ingleses se niegan. Está a punto de comenzar la Batalla de Inglaterra.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Se trata de una película con muchos puntos plausibles, pero por encima de todos sobresale el gran trabajo en el aspecto fotográfico y escénico. Buena muestra de ello lo constituyen las increíbles grabaciones aéreas de los combates, de los campos de aterrizaje de la RAF bajo ataque y de las escuadrillas de aviones en formación así como las tomas subjetivas desde los aeroplanos de uno y otro bando que, en conjunto, hacen que el espectador pueda ver la batalla desde el propio centro de la misma. Y si a ello sumamos la calidad del material bélico con que se trabajó y su carácter documental bastante objetivo con que se hizo no hacemos sino redondear un resultado ya de por sí sobresaliente. No puede pasarse por este punto sin hacer mención de las últimas escenas de combate en las que los sonidos de las ametralladoras, explosiones, gritos y aviones de ambos bandos cayendo en barrena son sustituidos por música clásica; sencillamente genial. Y todo ello sin aderezos digitales, hecho de un modo artesanal pero que, sin embargo alcanza un resultado de lo más logrado y que no ha de guardar ningún tipo de envidia a las más modernas producciones sobre las batallas aéreas. No cabe duda: una de las mejores películas sobre este tipo de combates.


LO PEOR DE LA PELICULA. Al margen del buen resultado que en general, su director, Guy Hamilton, no fue capaz de cerrar la película sin dejar cabos sueltos, lo que, dado lo cualitativo del film, se hace notorio. Un buen ejemplo de ello es la historia de amor entre el oficial de la RAF y su esposa, oficial sanitaria, y ello no sólo porque no termina de encajar ni en el carácter documental de la película ni en su trama, sino porque su relación no resulta creíble y no consigue llegar al espectador, ni mucho menos emocionar desde el punto de vista de las penurias de la guerra, lo que se advierte claramente que era el fin de su inclusión. Otro ejemplo de que el resultado no está del todo pulido es el final que, después de todo lo mostrado a lo largo de las dos horas de película, resulta inconcluso y ciertamente decepcionante, aunque se compadezca bastante con su impronta documental.

 COMPARACIÓN.La comparación más obvia es con su homóloga del frente del Pacífico “Tora! Tora! Tora!”. Es cierto que las diferencias temáticas son marcadas dado que no se trata del mismo frente pero la impronta documental de ambas, su calidad técnica en cuanto al material usado y la belleza de sus imágenes de combate son de lo mejor que ha dado el cine. Pueden considerarse, sin temor a equivocarse, que en lo que a la recreación de los combates y modelos de aeroplanos se refiere las dos mejores obras jamás hechas. No obstante la versión del Pacífico está un punto por encima en lo técnico dado que roza la perfección no sólo en los aviones utilizados sino que la diversidad cualitativa se hace extensiva a todo tipo de material (acorazados, portaaviones, carros de combate, etc). “La batalla de Inglaterra” está en cuanto a diversidad y calidad de los materiales un escalafón por detrás de aquella del mismo modo que en el carácter documental de la misma. Sin embargo el modo de estructurar la trama y el guión hacen que sea un punto más entretenida puesto que tiene un grado cinematográfico más que “Tora! Tora! Tora!” en detrimento del detallismo histórico del que ésta hace gala. Si nos ceñimos estrictamente al tema de la Batalla de Inglaterra, el parecido más resaltable es el que guarda con “Un mundo azul oscuro” en el que se relatan los sufrimientos y la desconsideración sufrida por los pilotos checos de la RAF, hasta que fueron necesarios, algo que, por otro lado, vemos reflejado en la escuadrilla de pilotos polacos en la película de Guy Hamilton.


HISTORIA. La Batalla de Inglaterra es uno de los episodios que resulta más controvertidos de la contienda. De facto, suele argüirse que su resultado supuso para Reino Unido la no invasión por parte de Alemania y la salvación del país. Constituyó, a causa de un error alemán, el inicio de la saga de bombardeos sobre civiles.

Cabe señalar que, en lo que toca al orden cronológico de los hechos iniciales, la cinta yerra y, como consecuencia, trastoca los hechos. En la secuencia real, Hitler nunca tuvo el propósito de invadir Inglaterra y sólo ante la persistente y reiterada negativa de Inglaterra a pactar un armisticio, decidió iniciar la ofensiva sobre Inglaterra. No obstante, el axioma de que “Hitler quería invadir Inglaterra” repetido hasta la saciedad, no es cierto. Es verdad que la Wehrmacht tenía unas fuerzas superiores, toda vez que Inglaterra había perdido mucho material en Dunquerke y tenías las fuerzas dispersadas por su basto imperio. De hecho, el propio Montgomery afirmó que en aquel momento “sólo había material para equipar a una división”. No obstante, los ingleses tenían una baza en su favor, curiosamente, del lado alemán, ya que el almirante Wilhelm Canaris, al mando del servicio secreto alemán (la Abwehr) y uno de los mayores traidores de la Historia, exageró deliberadamente los informes acerca de las fuerzas inglesas.Pero, en sentido estricto, la real intención de Hitler nunca fue el atacar Reino Unido, ni mucho menos el invadir este país. Tres hechos son los que muestran esta circunstancia.


En primer lugar, la orden que dio expresamente al impetuoso Guderian (a pesar de los deseos de éste) de no aplastar a las fuerzas que quedaban de la BEF en la bolsa de Dunquerke y permitir su reembarque como un gesto de buena voluntad hacia el pacto de no agresión que buscaba con los ingleses (un oficial inglés en la película manifiesta no entender el porqué Hitler detuvo el avance alemán), hecho que la historia ha disfrazado de error militar u otras falsedades similares. Hitler buscó la paz hasta la saciedad, ya fuere por vía gestual (como el episodio de Dunquerke) ya por vía diplomática (como de modo anecdótico vemos en la película la negociación a la que el embajador británico en suiza no accede). El propio Hitler afirmó en su día que, pese a ser el vencedor, se puso a Inglaterra unas condiciones tales que parecía que la derrotada hubiese sido la propia Alemania. De la búsqueda de la paz hace fe el viaje suicida del secretario de Hitler, Rudolf Hess, para negociar un pacto de no agresión con el Conde Halifax; sin embargo, fue detenido en Escocia y, acabada la guerra, condenado como un criminal de guerra. Churchill, mientras los nacionalsocialistas buscaban parar la guerra para evitar muertes innecesarias, sin embargo, persistía en el aniquilamiento de Hitler y el nacionalsocialismo con sus famosas “lágrimas y sangre” y su “combatiremos en las playas”, al tiempo que la BBC emitía reportajes propagandísticos rechazando la paz con Alemania.

En segundo lugar, las altas instancias alemanas y el propio Hitler consideraban a Reino Unido y su gran imperio un contrapeso elemental en la estructuración del mundo, y esperaba que, ocupada toda Europa por sus ejércitos, adoptase una posición razonable y ecuánime. De caer Reino Unido, caería el imperio y si caía el imperio, la India quedaría absolutamente a merced de Stalin y las fuerzas soviéticas.

Tercero, que, como se puede observar en la película, la Luftwaffe no tenía bombarderos adecuados para atacar Reino Unido dado que los Heinkel He111, por ejemplo, apenas tenían un rango operacional suficiente como para alcanzar más que una pequeña fracción de Inglaterra, lo que hace poco creíbles las tesis que defienden un bombardeo masivo del país. Eran, sencillamente, inadecuados para tal propósito. Además, por ende, es manifiesto que al poco de invadir Francia, comenzaron los preparativos de lo que años después se llamaría el Muro del Atlántico, esto es, un perímetro defensivo (subrayo, defensivo) que iría desde Noruega hasta la frontera francesa con España. Un medio defensivo tal no tendría sentido si se tiene el objetivo de invadir Reino Unido.

Por lo demás, es cierto que las posibilidades de invasión por mar de Inglaterra (denominada Operación León Marino) fueron prontamente desechadas, aunque en “La Batalla de Inglaterra” vemos que se habla abiertamente de la invasión. El estudio realizado por el alto mando de la Wehrmacht, por medio de Franz Halder, teorizaba sobre la posibilidad de desembarcar en diversos puntos (como Kent, Sussex o Dorset); el problema es que el propio Halder afirmaba, ignorante de la inestabilidad climatológica de la zona, que cruzar el Canal de la Mancha era como cruzar el Mosa, pero a gran escala. Pero, el gran almirante Raeder, máximo mandatario de la Kriegsmarine, sabía que ese plan era inconcebible puesto que mantener semejante número de cabezas de playa era impensable, toda vez que la Royal Navy estaba prácticamente intacta. Además, la Wehrmacht carecía de barcazas de fondo plano para el transporte de tropas, y las que se consiguieron necesitaban ser adaptadas para poder llevar blindados y requerían un motor adaptado. Demasiado tiempo para algo que, de requerirse, se precisaría de inmediato. Es por ello que lo más lógico es pensar que la Operación León Marino se llevaría a cabo por aire, y no por mar, dada la larga experiencia de las fuerzas aerotransportadas alemanas (véanse las operaciones en Creta o Eben Emael) y el diseño de aparatos tan colosales como el Messerchmitt 321 al efecto.


Por último vemos en el film como la clave de la derrota de la Luftwaffe está en el cambio del objetivo de las bases aéreas de la RAF por las ciudades desencadenó en la derrota alemana. El coste de doblegar las fuerzas aéreas británicas había sido alto pero, justo cuando la balanza cedía lenta e inexorablemente a favor de los alemanes, dado que los ingleses se quedaban sin pilotos y sin aparatos, un fatal error de un bombardero alemán que se había desviado de su rumbo dejó caer bombas sobre Londres pese a la orden expresa de no atacar las ciudades. El error desencadenó el ataque de los ingleses sobre Berlín. He aquí que comenzaba la masacre indiscriminada de bombardeos sobre las ciudades y los civiles, faceta de la que sería un instigador y pertinaz defensor el criminal almirante inglés Edward Harris. Sin embargo, de estas masacres nada se dijo ni a nadie se inculpó en Nuremberg, ratificando aquello de que “crímenes de guerra sólo era aquello que hacían los alemanes”.

APARTADO TÉCNICO. Realmente sobresaliente dado que es evidente que el equipo técnico hizo un trabajo documental excelente: la calidad de los aviones en cuanto a los modelos y a su decoración así lo prueban. El duelo del Supermarine Spitfire contra Messerschmitt Me109 (respecto al que no era técnicamente mejor) entorno a los bombarderos Heinkel He111 se recrea de una forma impresionante pero que se complementa con secuencias en las que vemos cómo los más noveles pilotos cometen fatídicos errores (“no vuelen en línea recta más de 30 segundos” insiste un oficial inglés). A los mencionados aviones vemos cómo les acompañan en la película algunos aviones Junkers Ju87 (con el mítico sonido de sirena en el ataque), Junkers Ju52 o vehículos como camiones Bedford, algún que otro Kubelwagen o las baterías antiaéreas de doble MG34. Por otro lado se aprecia, como en pocas películas se hace, el papel jugado por los primitivos radares y las trazadoras sin las que la derrota de la RAF hubiese sido segura.


Una curiosidad de la película reside en los Messerschmitt que, pese a su buen semblante y al excelente papel que hacen, no son tal. En realidad el modelo utilizado en la película es el Hispano Aviación HA1112, que presenta notables diferencias con aquel. La historia de este modelo es bastante curiosa. Finalizada en 1936 la Guerra Civil española, el general Franco, vista la eficacia y bajo coste del modelo, decide modernizar la fuerza aérea española, a cuyo efecto compra a Messerschmitt y al Gobierno alemán los derechos sobre el diseño industrial y las guías, comprometiéndose aquellos al envío de las piezas modelo y los manuales de construcción. Sin embargo, llegada la mayoría de las piezas, estalla la Segunda Guerra Mundial, lo que provoca que parte de las piezas del Messerschmitt Me109 Ausf A no lleguen a España. Es por ello que los ingenieros de Hispano Aviación deciden adaptar el modelo a su modo sin esperar las piezas incorporando, entre otras piezas, una toma de aire inferior más acusada que la del Me109; de ahí que las adaptaciónes españolas del Messerschmitt Me109 hayan pasado a la historia popularmente como “Buchones”.


ERRORES. Se manifiestan sobre todo en el aspecto técnico. Es obvio que limitar la Batalla de Inglaterra a una lucha de Heinkel He111, Spitfire y Messerschmitt Me109 es un error. Sobre todo si tenemos en cuenta que el tributo que se le rinde al Spitfire es exagerado dado que, por ejemplo, el modelo Hawker Hurricane, pese a su inferioridad técnica y dada su cuantía, se estima que derribó tantos aviones alemanes como todas las demás defensas aéreas juntas y, sin embargo, su paso por el la película es anecdótico. Por otro lado, la ausencia de ciertos modelos en la contienda como el Me110 o el Ju88 hacen un tanto superficiales e iguales todos los encuentros. Otros errores mencionables son los aviones que despegan para el combate que, en algún caso, no lleva armas puesto que las aperturas para la salida de las ametralladoras están tapadas. Puede mencionarse como error el reflejar a un piloto de la RAF destruyendo a un Ju87 desde la posición de cola de este dado que lo que los pilotos ingleses sabían era que esa era la peor posición para acometer al mítico cazabombardero alemán porque en esa dirección se situaba el artillero de cola que, al no tener que pilotar, únicamente tenía el propósito de destruir a todo aquel que se situase detrás. También podemos ver un semioruga americano M3 como vehículo de la Wehrmacht, lo cual es extraño desde el punto de vista de que los americanos no habían entrado en la contienda aun.


LA FRASE. “El radar es vital, pero no derribará aviones”. Esta frase, al tiempo que socarrona, en lo que a la película respecta muestra mejor que nada lo que la Batalla de Inglaterra fue: pone de relieve la importancia que para los ingleses supuso el radar pero mucho más la importancia de los pilotos, de los que Inglaterra carecía para combatir a los experimentados pilotos de la Luftwaffe. El sacrificio de cientos de jóvenes y extranjeros, menospreciados por sus compañeros (“un mono pilotaría mejor que ese” afirman dos pilotos acerca de un novato) con beneplácito de Churchill sirvieron para mantener una costosa lucha por no querer firmar la paz. Es lo que se llama una victoria pírrica pese a que “en la historia de los conflictos humanos, nunca tantos habían debido a tan pocos”.


PARA QUIEN. Los aficionados a la aeronáutica tienen en ésta, como en “Tora! Tora! Tora!” una película para enmarcar y de visionado obligatorio pero que, no obstante, dada la buena factura general se recomienda para todos los públicos además de su carácter documental. Un clásico en todos los aspectos, digno de ver salvo para quienes busquen intrigas amorosas de las que, aunque no carece, no acaban de convencer.


VALORACION. Si pusiésemos en una balanza lo bueno y lo malo de esta película es obvio que los aspectos positivos superarían con mucho los aspectos negativos, pero queda la duda de saber si, de haber desarrollado mejor la trama y subsanado los errores mencionados, no estaríamos ante una obra maestra del cine en general. En lo documental no puede discutirse que lo estamos, sobre todo por esa objetividad procurada que se agradece tanto en el cine. Por lo demás, es digno de mención la participación importante que España tuvo en la producción de la película, que no se limita a los HA1112, sino que muchas de sus escenas fueron rodadas en tal país. En general, y para concluir, creo que películas como ésta, por el buen y gran trabajo que se le supone detrás, merecen un sitio importante en la historia del cine bélico bien que el paso del tiempo silencie su nombre. Espero que este espacio sirva, aunque simbólicamente, como tributo.

lunes, 15 de noviembre de 2010

ALMAS EN LA HOGUERA (TWELVE O'CLOCK HIGH)

SINOPSIS. La 918ª Escuadrilla americana de bombarderos de la 8º Fuerza Aérea estadounidense, recién llegada para atacar Alemania y atacar al tercer Reich, sufre graves problemas: pérdida de unidades, el traslado de su adorado Coronel Davenport y, lo peor de todo, la moral de sus hombres está bajo mínimos. Tal es el estado del grupo que son considerados como la “Escuadrilla de la mala suerte”. El general Frank Savage llega al mando para poner solución a estas contrariedades de forma drástica, esto es, poniendo al límite a sus hombres, lo cual no es del agrado de todos.



LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Sin lugar a dudas el punto más sobresaliente de la película es el papel de Gregory Peck como general Savage. Su papel de hombre al mando “duro” y enérgico en el cumplimiento de sus objetivos resulta más que creíble, dado que el guión mantiene su papel de inquebrantable en todo momento, en lo bueno y en lo malo. Ese magnífico papel halla un complemento ideal en el hastío mostrado por los personajes del resto de reparto. No obstante, Savage se muestra amistoso y tolerante con ciertos personajes como su antecesor Davenport (Gary Merrill) o con el mayo Stovall (Dean Jagger). Buena prueba del carácter de Savage puede ser el memorable discurso mediante el que se presenta ante el coronel Gately, al que ordena, tras denigrarle como un cobarde “enchufado”, un cometido acorde con su condición: “Quiero que pinte un nombre en el morro de su avión: “Colonia de leprosos”. Porque en él llevará a todos los indeseables del grupo, a todo aquel que tenga propensión a resfriarse; si hay algún bombardero que no acierte en el plato con su tenedor o algún navegante que no sepa encontrar el servicio de caballeros se lo llevará porque están a su altura”.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. Aunque se trata de algo propio de la época de realización del film (1949), no deja de ser evidente la carestía de medios de rodaje, sobre todo en las secuencias de combate aéreo. La inclusión de imágenes de la época rodadas por los pilotos de la RAF y la Luftwaffe no constituyen una mala solución, pero una película es una película y las imágenes que pueden dignificar la solvencia técnica de “Almas en la hoguera” no son de película y no pueden reputarse en cuanto tal, si bien son de agradecer y son mejores que cualquier “apaño” o estropicio. Tampoco tiene demasiada lógica, desde la perspectiva de lo que aporta al film, el darle una visión restrospectiva a través del mayor Stovall pues nada significa en cuanto a lo que la película muestra.


COMPARACIÓN. Es un hecho que el tema de los dilemas, problemas personales y conflictos técnicos y de mando representados en un personaje está muy desgastado, pero es una fórmula de éxito. El amplio catálogo de películas que se ha producido desde siempre es prueba de ambos aspectos, aunque no siempre con el mismo triunfo: “El ataque duró siete días”, “Patton”, “Cartas desde Iwo Jima” o series como “Hermanos de sangre”. En otro orden de cosas, en lo atinente al cine bélico acerca de la contienda en el aire, si se me permite la expresión, en términos comparativos la terna de filmes es cuantitativamente más reducida pero cualitativamente diversa. Lo cierto es que acerca del bombardeo angloamericano sobre Alemania no abundan las películas pero si ampliamos el rango de búsqueda a otros frentes y otras batallas el resultado cambia; así podemos encontrarnos películas buenas como “La batalla de Inglaterra”, joyas del cine como “Tora! Tora! Tora!” u otras más corrientes como “Un mundo azul oscuro”. Sin embargo la ventaja comparativa de “Almas en la hoguera” en un campo y en otro reside en el hecho de ser, sino la primera, una de las primeras en tratarlos y, desde luego, la originaria en la combinación de ambos.



HISTORIA. Lo que en “Almas en la hoguera” vemos no es más que una parte de una serie de bombardeos que constituyeron la llamada en clave “Operación Gomorra” que integraban la RAF y la 8ª Fuerza Aérea Americana (la representada en el film) dirigida por el general Arthur Harris.

Arthur Harris decidió iniciar una ofensiva de bombardeos indiscriminados sobre Alemania, no sólo sobre objetivos estratégicos alemanes de corte militar o industrial, sino sobre las ciudades con el objetivo de doblegar, al tiempo que los recursos militares del Reich, la moral del pueblo alemán. Con ese propósito, el 25 de julio de 1943 inició los bombardeos con ataques británicos nocturnos y ataques americanos diurnos. En esa ofensiva se causaron masacres como la de Hamburgo, ciudad en la que en una sola noche perecieron cerca de 40000 personas y gran parte de la ciudad fue destruida. Lo que no se explicaban los alemanes era cómo sus ciudades eran devastadas por un fuego tan voraz y que avanzaba sin parar: la explicación era que los bombarderos aliados no utilizaban sólo bombas explosivas sino también bombas incendiarias, cuando en realidad, el fósforo líquido que componía esas bombas era un arma ilegal. La promesa de Harris de que “el terror de los bombardeos ganaría la Guerra” jamás se cumplió ya que lo que hicieron fue incrementar los sentimientos de odio a los aliados y la legitimidad y lealtad para con la causa alemana. Más aun, tras los terribles bombardeos de 1944 en los que ciudades como Dresde fueron completamente arrasadas con la cantidad de 100000 muertos en una noche.



Pero no sólo causaban temor entre los alemanes los bombardeos. El piloto de bombardero Noble Frankland afirmaba: “Había unos 16 aviones en cada escuadrón, y cada noche perdíamos del orden de cuatro aparatos; si tu rango de operaciones era de unas treinta salidas verías perecer a unas cuarenta tripulaciones”. El hecho de perder tantos compañeros de vuelo sin hacer la mella esperada en los alemanes, desgastó todavía más a los pilotos aliados, hecho que motivó la postergación de los bombardeos.

No obstante, la nota curiosa reside en el hecho de que el Tribunal militar internacional de Nuremberg, en un clamoroso supuesto de denegación de justicia, no recogió ninguna de las acusaciones contra los beligerantes. Quizás la “ejemplar” impartición de justicia de aquel “modélico” tribunal tropezó con algún tipo de sentimiento de culpabilidad de quienes se proclamaron como liberadores.


ELEMENTO TÉCNICO. Lo más reseñable es la muestra de unos todavía primitivos Boeing B-17, tanto en reproducciones como en imágenes de época. Estas “Fortalezas” (“Fortress”), como se les conocía, resultaron en sus inicios muy endelebles frente a las defensas alemanas. Respecto de éstas cabe resaltar la presencia, en las imágenes históricas, de varios Messerschmitt Me-109. Se hecha en falta la presencia de algún avión británico (Lancaster, Handley Page, etc), o elementos de la RAF en general, para dar una visión más global a lo que fueron los bombardeos. Sin embargo, es notorio en términos de la aeronáutica más exquisita el análisis que el general Savage hace, cuando recrimina a un piloto el hecho de que haya salido de la formación, de los puntos de fuerza de las escuadrillas de bombarderos.


ERRORES. Dada la limitación, en lo técnico, y lo acotado, en la trama de la historia, no permiten en términos generales encontrar algún error de calado en alguno de los sentidos. No obstante, siendo estrictos, en las escenas de bombardeos se aprecian errores a la hora de divisar las fuerzas alemanas pues en toda la película el modelo mostrado (salvo en puntuales imágenes que no cabe apreciar) es el Messerschmitt Me-109 y en más de una ocasión los alemanes son identificados como el modelo Focke (Focke Wulf 190). Pero, al margen de este error y desconociendo si existe en la versión original, las imágenes de época constituyen un catálogo de imágenes difícilmente reunible, y hasta tal punto debió ser así en aquel momento que muchas de ellas se repiten a lo largo del film.


LA FRASE. “La 918ª ha conseguido hoy bombardear el objetivo, cosa que ninguna otra ha hecho. Si la providencia pone en mis manos otra oportunidad así para darle el orgullo a esa escuadrilla que debería sentir de sí misma, puede que la radio vuelva a averiarse, señor.” General Savage, cuando es amenazado de sanción por desoír las órdenes dadas por radio de abortar un bombardeo.

La pléyade de frases del personaje de Peck es lo suficientemente amplia como para que cualquiera de ellas sea digna de mención, así como muchos de los diálogos que hay a lo largo del film. Sin embargo, el hecho de no tratarse de una película mediática en exceso y sin alardes creativos hace que no tenga alguna que haya merecido pasar a la historia. Me permito destacar un diálogo entre el general Savage y el mayor Stovall a la llegada de aquel al puesto de mando.
-          “¿Ha bebido Ud., mayor?
-          Sí, señor. Esla primera vez en 20 años que estoy borracho pero quizá no sea la última.
-          ¿Dónde está el oficial ejecutivo?
-          No lo sé señor. Es sólo una opinión pero creo que es posible que también esté borracho, señor.”


PARA QUIEN. No puede engañarse a nadie. Como documental acerca de la Operación Gomorra su interés se ciñe a las imágenes históricas, imágenes que, por otra parte y aunque por aquel entonces eran novedosas, hoy se pueden encontrar en cualquier documental al uso. Sí debe ser un plato de buen gusto para todos aquellos cuyo paladar cinematográfico disfrute de los buenos clásicos. Los modelos de los B-17 son muy simplistas y primitivos pero no por ello deja de resultar recomendable para quienes hallen en este avión un motivo para ver la película.


VALORACIÓN. En general estamos ante una película de buena factura con un trabajo de producción notable, como muestra la buena documentación para la época en que se rodó, y con un más que correcto Gregory Peck. Sin embargo su papel tan genial como preponderante, y la fuerza de su personaje, contribuyen a eclipsar los nada despreciables papeles de otros personajes que, “prima facie”, deberían tener un mayor protagonismo cosa que, a la postre, daría un mayor dinamismo a la película pues dejaría de girar sólo alrededor de la figura de Savage. Es decir, hay un protagonismo por exceso, no obstante lo cual el resultado es excelso y podemos hablar de un clásico que sólo el paso del tiempo ha contribuido a desgastar aunque, a buen seguro, dejó el listón alto en su día.