Hoy he estado hablando con Rafael Chirbes. Me ha contado que escribe para conocerse a sí mismo, para conocer el mundo en el que vive y el tiempo en el que habita. Que así intenta explicarse.
Yo también escribía para eso. Para lo primero, digo, porque desistí hace mucho de apresar el mundo. A mí me educaron tarde en palabras gastadas (participación, colectividad, dignidad, honor, clase social) y a muchas de ellas se las ha comido el mercado. Veo a gente cinco años más joven y no me reconozco. Ni siquiera sé si me reconocería en los de mi generación. Martín Gaite le dijo un día: "Escribimos para salir limpios del fondo de lo peor". Qué se cuenta, por qué se cuenta, a quién va dirigido, si el trabajo (el trabajo por el que cobras) influye -claro que influye, siempre-, por qué se construye un personaje y para qué. Si sería posible un trabajo colectivo. Si cierta vida elegida no significa decidir estar en el limbo. Si realmente decidimos y qué decidimos y con qué armas. O si estamos viviendo la vida que queríamos. Si conocíamos qué vida queríamos. Si criticar sin afirmar es válido. Si esta sensación de que tú no diriges va a seguir siempre así.
Cernuda: "Estoy cansado del estar cansado, entre plumas ligeras sagazmente".
Escribí para conocerme, el cambio no es posible sin violencia y siempre habrá partes de mí sobre las que ya no quiero volver. A pesar de que tengo 33 años y de que, cuanto más medito, más lo constato.
Estoy perdida en mí.
(Sí: la etiqueta está bien: éste es un texto político. Aunque no lo parezca. O sí).
Momento crucial
-
Hemos abusado tanto de calificar todo como acontecimiento histórico,
partido del siglo o mejor concierto de todos los tiempos, que estamos
perdiendo nues...
Hace 1 semana