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25 diciembre 2022

LA PALABRA



 

En el principio, un viento

aleteaba por encima de las aguas,

y se desmoronaron las tinieblas.

 

La luz fue el desencadenante de la vida:

se dividió el caos en el día y la noche,

se cuajó el firmamento de estrellas,

sobrenadando por encima de los mares,

de los valles y de los montes,

y la tierra fue generosa en frutos y especies.

En los ríos y en los mares bullía la vida,

y la tierra se pobló de vegetación,

y de una gama inmensa y variada de animales;

y evolucionó uno de aquellos primates

hasta sustentarse de pie y más tarde vocalizar.

 

Y desde entonces se hicieron tangibles

la luz y la oscuridad, la envidia, la avaricia,

la mezquindad, la rivalidad, el rencor…

 

En el principio existía la Palabra

y la Palabra era la luz verdadera

y la Palabra era Amor;

pero no interesaba al poder establecido

y fue silenciada con la muerte:

y de su vida entregada, el eco imborrable

de la sangre derramada,

la muerte que surte hecha Vida.

19 diciembre 2020

PALABRA ESCRITA


A ti, palabra escrita,

que levantas un muro seco

de sujetos y predicados,

de cantos, sillares y perfiles

cuya impronta dormita la espera

de un duermevela,

aguardando ser presente y bises futuros

en la huella de receptores sensible.

 

A ti, palabra poderosa,

que en la humildad de escasas sílabas

construyes un mundo de silencio

en la confianza de despertar a un posible lector

y mostrarle tu mundo sinfónico

al tiempo que el arabesco significativo.

 

A ti, verbo; a ti acción,

a ti reino de los sentidos,

despierta del oscuro mundo de los silencios

o del anodino bullicioso vacío

y entrégate a leer en los cantos, sillares y perfiles

el mundo onírico del interior

de una hermosa y artística construcción

desde el frontispicio al epílogo.

10 diciembre 2020

LA PALABRA


Primero fue pensamiento,

idea con inquietud de colectivizar,

expresión afónica con rudimentos

de muecas torpes o habilidosas;

fue amasijo, ebullición de conceptos

incorpóreos enfilando la puerta de salida.

 

Ya existía el gesto adusto y el ceño fruncido,

la negación y el alegato gestual

moviendo la cabeza lateralmente;

también se comunicaba el hombre

con la sonrisa y tendiendo la mano,

pero la palabra dormía en el bullebulle

de los conceptos en formación,

como el barro en manos del alfarero.

 

Así también la lluvia

antes de llegar a formar parte

del ciclo en el que se sustenta:

ríos, mares, evaporación,

suspensión aérea, leve ingravidez,

desplome.

 

En aquellos primeros hombres

todo era desnudez, rudimento animal,

gruñidos y onomatopeyas;

pero el hombre destiló las ideas,

probó a suspenderlas de manera ingrávida,

las fue modulando en el crisol de la mente

y fue engarzando cada partícula

hasta que su oralidad fue lluvia generosa

y paladín de las comunicaciones.

 

Luego vendrían las habladurías,

las calumnias, las murmuraciones;

pero eso sería mucho después,

cuando además de a hablar

el hombre había aprendido a medrar.