Se puede no ser niño y tener la misma ilusión, viendo bailar en sus ojos, la chispa de alegría, en nuestros hijos, nietos o sobrinos, al recibir o descubrir, bajo el árbol, que sus sueños, envueltos con cariño, se hacen realidad.
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Con qué poco se puede hacer felices a ellos y a mí.
Los detalles, los pequeños detalles,-un simple delantal-, llenan de magia los días y el corazón. ¡No tiene comparación lo que valen con lo que cuesta! ¡Qué gran recompensa!