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19.10.08

Siempre fui yo


Me quiere dócil como un Cadillac del 58

discreta como los pasos de un sospechoso

tan fiel como una escama a su serpiente

y hambrienta como un vampiro sin dientes


Me quiere cautiva como la sangre en el corazón

Tan maniatada como María en la anunciación

Amordazada como un disparo con silenciador

E inmaculada para el veneno de su aguijón


Me quiere sin importarle quién sea

Todo se piensa y luego se crea

Me quiere en blanco, pincel en mano

Once minutos para inventar mi pasado

Y pasa de largo pasando por alto

Que solo existo en el óleo de su cuadro

Que nunca me quiso, que nunca me vio

Que siempre fui otra, que siempre fui yo


19.9.08

Practicidad?

Abajo en la plaza, bajo las varas grises de un paraguas pequeñito, dos personas se abrazan; la pelirroja se deshace sin mirar en besos cien y caricias con miel, y el bombero en libertad condesciende ocultando entre las llamas la distancia de sus ojos fríos que se marchan con ternura oteando más allá.

La imagen se multiplica viceversada, polarizada, rematizada a lo largo y ancho de esta plaza, y en lo profano de cada plaza propiedad del placer más complacido del amor.

Uno ama menos y otro más, y si fuera distinto, quizás, al compartir por largo y por igual la ceguera dulce del dulzor, tal vez, no podría nadie ver lo que acecha más allá de este pacto intercraneal que en el fondo no es más que un equipo sin prisas por ganar.