Mi alma, herida abierta,
suturada con las desdichas
de tus oscuros abrazos y fulgurosas caricias.
Mi cuerpo, manual cerrado,
censurado con las miradas
de brillantes mentecaptos que son velas apagadas.
Estos versos, mi ventana:
oquedad escondida
de las risas y lamentos de una vida que es un cuento
y de un cuento que es poesía.