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viernes, 1 de noviembre de 2013

My fair lady (George Cukor. 1964)

Audrey Hepburn como Eliza Doolittle. Francamente, nunca se ha visto mejor que como pordiosera. 
My fair lady se encuentra definitivamente entre mis musicales favoritos si bien no es el que más me gusta. Y es que ingredientes tiene de sobra para que sea una de las mejores y más simpáticas películas que se han rodado. En primer lugar, porque es difícil encontrar mejores temas musicales, uno detrás de otro que, más tarde, se convirtieron en clásicos populares que interpretaron los mejores cantantes de la época. En segundo lugar y más que por la actriz que encabeza la entrada, por el magnífico Rex Harrison que, incomparable, da vida al ya mítico Profesor Higgins. Y en tercer lugar, por la misma historia. Para buscar los orígenes de My fair lady hay que realizar varios pasos atrás en el tiempo. Esta película, más allá de las luces y la espectacular fanfarria musical , nos cuenta la obsesión del Profesor Higgins por crear a una criatura perfecta, partiendo de una base tan sumamente débil y simple como Eliza Doolittle, una pobre chica de barrio que se gana la vida vendiendo flores. Higgins tendrá la intención de crear, a partir de la nada más absoluta, a un ser perfecto, hacer pasar a una pordiosera de barrio por una dama de la alta sociedad londinense. Esto es, prácticamente, jugar a ser dios. Y Higgins modela esta escultura del mismo modo que Pigmalión crea a Galatea, en Las Metamorfosis de Ovidio. Ahí está el principio del profesor Higgins, en Pigmalión. Porque la película de George Cukor fue previamente una obra de teatro de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe que, a su vez, basaron su adaptación en la obra Pigmalión, de 1913, creada por George Bernard Shaw
Rex Harrison, el Profesor Henry Higgins
Rex Harrison como Profesor Higgins, tiene la perfección que da el haber representado la misma obra en Broadway durante varios años. Curiosamente y como recordara Hildy Johnson en esta entrada, el personaje de Rex Harrison vuelve a verse obligado aquí a renunciar a su amor, como ya le ocurriera años atrás en El fantasma y la señora Muir (Joseph L. Mankiewicz. 1947) Recordemos que en la película de Mankiewicz, Rex Harrison encarna a un espíritu que se enamora de la nueva inquilina de la casa donde siempre ha habitado. La huésped es Gene Tierney y el fantasma debe renunciar a ella, al final de la película, para dejarla libre y que así pueda llevar la vida que le corresponde. Pues bien, en My fair lady, Rex Harrison también representa a un hombre que, finalmente, debe dejar marchar a "su creación", a Eliza Doolittle. Y hay cierta fascinación que la señorita Doolittle manifiesta hacia el profesor. Y hay cierta devoción de Higgins hacia esa chica que él ha moldeado. Pero todo queda ahí. En algún momento, Pigmalión debe dejar que Galatea siga su camino.
Para comprender la película, también hay que comenzar por la obra de teatro que la precede y que se representó con gran éxito en Broadway y en West End. Rex Harrison también fue en aquella ocasión el Profesor Higgins. Pero el papel de Eliza Doolittle fue encarnado por la magnífica voz de Julie Andrews. Al trasladar la obra al cine, el productor Jack Warner rechazó a Andrews por ser una actriz totalmente desconocida en el cine (posteriormente sería Andrews la que rechazaría a Warner, por la oferta para el papel principal de Camelot). Y eligieron a Audrey Hepburn, entre otrras candidatas como Elizabeth Taylor, Vanessa Redgrave o Angela Lansbury. Pero lo cierto es que, para un papel musical Audrey Hepburn no contaba con la mejor voz. Estudió canto y se preparó durante varios meses para llevar a cabo una obra musical pero poco antes del estreno fue doblada en todas las canciones por la cantante Marni Nixon. Este hecho enfadó profundamente a Hepburn. Para más inri, aquel año 1964 se llevó el Óscar a la mejor actriz la propia Julie Andrews por su papel protagonista en Mary Poppins. Y Audrey Hepburn se quedó fuera de las nominaciones.

Independientemente de todas estas historias que rodean la película, la pareja Harrison-Hepburn en pantalla es fantástica.
La primera aparición de Audrey, en aquella tarde lluviosa de Covent Garden, es inolvidable. Como inolvidable es la reacción del Profesor Higgins y el Coronel Pickering (Wilfrid Hyde-White) al encontrar un espécimen tan extraño, con ese acento tan cockney (habitante de los bajos fondos del East End londinense). Según ell profesor, la manera de hablar de una persona condiciona su estatus social. Pickering no parece estar de acuerdo y el profesor le asegura que puede aleccionar a aquella chica para pronunciar el Inglés tan bien que pasaría por duquesa en el baile anual de la Embajada. Resulta una comedia fresca e irresistible, con unos números musicales sobresalientes y unos golpes de humor excelentes. La ironía de Rex Harrison con la innata simpatía de Audrey Hepburn convierten este musical en una película encantadora. Mención aparte merece Stanley Holloway en el papel del señor Doolittle, padre de Eliza, basurero y excelente bebedor de las cantinas londinenses que, después de tres días sin saber nada de su hija, decide ir a buscarla a la casa del Doctor Higgins, para proteger la dignidad de Eliza, ya que el doctor es un hombre soltero.
El señor Doolittle (Stanley Holloway) se entrevista con el profesor Higgins

La prueba de fuego para Eliza (y para Higgins, como profesor de fonética) será el encuentro con la alta sociedad londinense en Ascot
El apartado musical, por otro lado, sostiene un nivel altísimo durante toda la película. Uno de mis temas favoritos está al principio del metraje y se titula Wouldn't it be loverly? Quiero mostrar aquí el video de la película, con Audrey Hepburn actuando, no cantando (recordemos que está doblada) y acto seguido la misma canción por Julie Andrews, tal y como la canta en Broadway, en una grabación procedente del Ed Sullivan Show, en 1961. Al menos, es un documento curioso. No pretendo sugerir que Julie Andrews era más indicada para el papel pero, al menos, no necesitaba ser doblada. Es más, su voz superó a la de Marni Nixon con creces. Sin embargo, la virtud de Audrey Hepburn como Eliza Doolittle, más allá del innato encanto que tenía esta actriz, reside en la cómica y exagerada pronunciación que hace del Inglés, en sus primeros encuentros con el profesor Higgins. Por eso y por muchas otras razones (como, por ejemplo, no aguantar la tonta frasecilla de La lluvia en Sevilla es una auténtica maravilla) es necesario ver My fair lady en su sonido original. Ahora sí, vamos con los videos.



El trabajo de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner para la banda sonora de My fair lady tuvo tal resultado que las mejores voces del momento no dudaron un segundo en escoger algunos de los temas para grabar sus propias versiones. A continaución escucharemos a Nat King Cole y veremos a Frank Sinatra interpretando sus versiones sobre algunos temas de la película:




Frank Sinatra cantó Get me to the church on time y I could have danced all night



Y después de esta jazzística interpretación de I could have danced all night (es importante advertir que la versión de Frank Sinatra data de 1962, dos años antes de que se estrenara la película de Cukor. Es decir, Sinatra solo tenía la referencia de Broadway, cantada por Julie Andrews) doy por terminado este artículo sobre una de mis obras musicales favoritas. Todavía no sé cómo he terminado en Sinatra, habiendo empezado en Ovidio y su Pigmalión, pasando por George Bernard Shaw, Mankiewicz, Cukor y Rex Harrison, pero el caso es que aquí me encuentro, de nuevo. Bien, entonces, que Sinatra os bendiga y disfrutéis de My fair lady cuando queráis pasar una tarde agradable.