domingo, 20 de diciembre de 2015

Felicitación navideña



El Minotauro os desea unas felices fiestas 
y que los "Reyes Magos" os traigan muchas cosas, 
sobre todo libros, paz y felicidad.


Nota:
Dibujo especial para esta ocasión de Leal Galera, ilustrador oficial de esta casa.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Cuestión de higiene


Por sugerencia del amigo Nando Bonatto.

A lo largo de la historia, la realidad ha impuesto una obligación poco agradable pero necesaria, como es limpiarse el trasero de una u otra manera. 
En los baños públicos de la antigua Roma la gente se limpiaba y refrescaba el "asunto" con una esponja "colectiva" atada a un extremo de un palo y metida en un balde o cubo de agua con vinagre o sal. Lo de la esponja atada al palo sería seguramente para que nadie se llevara semejante “trofeo” como recuerdo. 
Entre las gentes del campo que no tenían otra cosa a mano, las piedras también eran de uso frecuente en cualquier época y lugar. 
Hace décadas, en muchos pueblos de la geografía española, era costumbre ver un gancho o un alambre con hojas de papel de periódico preparadas para su última misión en la Tierra. Ningún periodista, ni publicación alguna, debería sentirse ofendido porque las noticias que escribió, luego de ser leídas, iban a parar a tal fin, porque, si bien es cierto que hay libertad de prensa para que cada cual comente lo que le venga en gana, no es menos cierto que también existe libertad para que el lector haga el uso que crea conveniente con lo que acaba de leer. 
Volviendo a tiempos pasados, señalar que la gente fina de antaño, como por ejemplo la aristocracia europea, usaba paños de algodón humedecidos en agua de rosas como instrumentos de limpieza tras hacer sus necesidades. 
Luego estaba esa fea costumbre regia de los que defecaban rodeados de toda la corte. Era un privilegio para la nobleza asistir al acto de la evacuación real de su majestad con todo el ruido del mundo y sus correspondientes olores. 
Como comentaba el amigo Javier Sanz

“Sólo el rey podía permitirse el lujo de disponer de un Groom of the Stool. Su labor consistía en la limpieza de las partes íntimas del monarca después de defecar y, aunque pueda parecer extraño, era motivo de disputas entre las familias de los nobles el hecho de que uno de sus miembros ocupase tan “distinguida” tarea. Compartir momentos tan íntimos llegó a convertir al “limpia culos” en un confidente real y, en algunos casos, secretario personal del rey.” 


En la Edad Moderna, como parece insinuar La Trinca en su célebre canción, aparece en Francia el bidé, donde el chorro refrescante de agua, dirigido convenientemente, reemplazaba a otros artilugios.
Hasta llegar al moderno rollo de papel, suave al tacto y a veces ligeramente perfumado, la humanidad ha tenido que experimentar con multitud de utensilios y artilugios para su limpieza diaria: trapos, papeles de periódico, hojas de lechuga, mazorcas de maíz, ramas, hojas de árbol, conchas marinas, cortezas de coco... A mediados del siglo XIX el empresario neoyorquino Joseph Gayetti sacó su "papel terapéutico", hojas humedecidas especiales para el baño. Tuvo poco éxito: el invento era algo caro para la época. Unos años más tarde, los hermanos Scott generalizaron y popularizaron el papel higiénico ya en rollos. Aunque les daba vergüenza que asociasen su apellido al invento y por eso no aparecía escrito en el paquete. A partir de entonces y ya en el siglo XX se extendió el uso del papel en rollo, primero en los EEUU y después por otros países. 
No obstante, no todas las culturas del mundo comparten la costumbre del papel higiénico. En muchos países árabes la consideran sucia y poco apropiada, prefiriendo la mano izquierda, usada directamente para tal menester, enjuagándola después. De ahí la costumbre de comer con la derecha o de saludar con la misma mano. Usar la otra se consideraría un agravio.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Regalar libros




Regalar libros es una buena solución cuando se acercan estas fechas tan dadas a obsequiar a los familiares y amigos.
Os propongo diversas opciones, muy diferentes en cuanto a temática, número de páginas, etc.


1
Para los que gustan de las anécdotas y las curiosidades históricas… 

"Los inventos de los antiguos"


Para los que aman la poesía



"Ya nadie lee a Pentti Saaritsa"
De Alba Sabina Pérez.

   

 3

"Deshojando amapolas"
De Arantza Guinea.




4

Para los que gustan de los relatos y los microrrelatos:


Algunas colaboraciones de Cabopá en proyectos colectivos.

Como por ejemplo...
Varias aportaciones suyas:
Maridaje, ¡Mírenla!, Crónica de otro verano más y El Sobre.


5

Para los que aman las historias truculentas:

"La leyenda de desconsuelo"

De J. R. Laguna

"Fantasmagoría de amor y muerte en el escenario de un pueblo maldito
durante la revolución mexicana."
Uno editorial

6


Para los que les gusta la narrativa con fondo histórico:


"La corte del diablo"
De Montserrat Suáñez.
Intriga y aventura en la Francia de Catalina de Médicis


7

Para los aficionados a la vida y a la obra de Gaudí:


"Gaudí. De piedra y fuego"
De Ana María Ferrin.
Con prólogo de Fernando Chueca Goitia


8

Para los que gustan de las metamorfosis, del surrealismo y de esa simbiosis mágica que a veces se produce entre la imagen y la literatura.


"Sa ximbomba"
De Francesc Cornadó
Con imágenes de Beneyto y prólogo de
Jorge Cela Trulock. 

9

Para los que quieren conocer los entresijos y maquinaciones de los que rodean a los poderosos:

"Manual y espejo de cortesanos"
De Carlos Martín Pérez.
“Simula, disimula, no ofendas a nadie y de todos desconfía: antiguo consejo para un joven Rey Sol que te servirá para desenvolverte y medrar en la Corte en la que todos sobrevivimos. Te guste o no, ya estás metido de lleno en la Corte y es mejor que domines sus reglas. Despierta, otros ya te llevan ventaja. Es hora de medrar.”


10

Para los amantes de la historia, de la época de Cervantes y del mundo de los renegados:

"Uchalí. El calabrés tiñoso o el mito del corsario muladí en la frontera."
De Emilio Sola Castaño.




11


Y para los que gustan de los relatos de ficción, de las locuras y laberintos y de los libros de corta extensión. 

"Desde el laberinto"
Del autor de este blog.

Sinopsis de la obra:
Enlace a mi blog.


Nota informativa: tenía previstos algunos títulos más; pero estaban pendientes de conformidad y/o concreción por sus autores vía email.

domingo, 6 de diciembre de 2015

A modo de "Making of"

Os presento el material fotográfico mío -y de  colaboradores desinteresados- que me sirvió de apoyo para las ilustraciones de "Desde el laberinto", así como para la realización del vídeo casero promocional.


La estación de Gibaja (Cantabria). 
Foto hecha este verano.
Lugar apropiado para embarcarse en un viaje tan solo de ida.




Hendidura en la parte exterior de la cueva de Covalanas (Cantabria).
También de este verano.
Un sitio de lo más apropiado para iniciar una aventura.




La hendidura se convirtió en cueva...




Una de las muchas cuevas naturales 
que se forman en el parque del Monasterio de Piedra (Zaragoza).




Y la cueva se tranformó en laberinto.




Me vino al pelo esta especie de cueva galería
de la "Foz de Lumbier" (Navarra)



 La lluvia en la ventana.
Una bonita foto de Carmen AG.



Y este estupendo dibujo de Leal Galera para ilustrar
un capítulo del libro dedicado a los juegos de la vida.
***

En el libro hay referencias musicales a Pink Floyd, a Al Stewart y a  los Creedence. 
Como también hay alguna escena tórrida (exigencias del guión), algo de whisky (poco), antidepresivos y ansiolíticos, podemos hablar de "sexo, drogas y rock and roll."

En cuanto a la banda sonora, he usado un tema libre de derechos de autor de la biblioteca de audio de youtube: 
https://www.youtube.com/audiolibrary/music

El tema elegido por mí fue "Lost in the Forest",  de Doug Maxwell


y
geaberca@gmail.com

(Nota: esta entrada no tiene activada la opción de comentarios. Si alguien quiere comentar alguna cosa puede hacerlo a través del facebook o de mi correo electrónico)



martes, 1 de diciembre de 2015

La peste negra y el tema de la muerte como motivo estético en la Baja Edad Media


El triunfo de la muerte, Pieter Brueghel el Viejo.
Museo del Prado.


“Oficialmente”, el 1 de diciembre de 1347, la “peste negra” entra en Europa a través de los puertos de Génova, Messina y Venecia. 
Llamada indistintamente “peste negra” o “peste bubónica”, para diferenciarla de otras calamidades que solían azotar nuestro continente y que normalmente recibían el calificativo genérico de “peste”, nos referimos a la mayor y más devastadora epidemia que afectó a Europa durante el siglo XIV, llegando a aniquilar a una tercera parte de la población del viejo continente, aproximadamente a unos 20 millones de personas. 
Generalmente se la suele calificar como la peste de 1348, pues fue en ese año cuando se asentó con toda su virulencia. La principal forma de contagio era a través de las picaduras de las pulgas que portaban las ratas que ya traían la enfermedad. 
La epidemia se agravó porque no vino sola. Se dio la confluencia de las denominadas en demografía “las tres parcas”, causantes de hipermortalidad: peste, hambre y guerras. Una época de malas cosechas y baja productividad, con la consiguiente carestía del pan, un alimento básico en la dieta europea, unido al conflicto que enfrentaba básicamente a Inglaterra y Francia: la llamada Guerra de los Cien años. La peste fue la puntilla sobre una población doblemente debilitada. 
La epidemia vino de Crimea, de la ciudad de Caffa, a orillas del Mar Negro. El ejército mongol asediaba la ciudad. Al parecer ya llevaban en sus filas la enfermedad. Y parece ser que arrojaban con catapultas sus propios muertos para contagiar a los de dentro del sitio asediado. Tal vez hubo ratas que se colaron dentro y ya llevaban las pulgas infectadas con la bacteria. 
Cuando los mercaderes genoveses que andaban por allí tuvieron noticia de la epidemia salieron de estampida con sus barcos y se llevaron la enfermedad a Italia. Y desde allí se difundió por todo el resto del continente. 
Y, como siempre que ocurre una desgracia de estas proporciones, había que buscar un culpable, un chivo expiatorio. A los judíos se les culpó de ello, extendiendo el infundio de que habían envenenado los pozos. Hubo persecuciones por este motivo. También hubo quien echó la culpa de todo a los gatos, por lo que alguno se dedicó a cazarlos, con lo que aumentaba el número de ratas y se provocaba el efecto contrario que se quería conseguir.


Danza de la muerte


El arte y la literatura no podían quedar al margen de este hecho. En "El Decamerón", de Boccaccio, un grupo de jóvenes huye de la epidemia que se desató en Florencia y en el campo se dedican a pasar el tiempo contándose historias y ocurrencias donde no faltaba ni el buen humor ni el sexo, dos maneras gratas de aferrarse a la vida en un entorno de muerte.
La fugacidad de la vida: un tema recurrente en la literatura.  Las obras más famosas de la llamada Baja Edad Media llevan el sello de su impacto. 
Así nos encontramos con “las danzas de la muerte”, un género artístico escrito en verso en forma de diálogo y susceptible de ser representado. La muerte llama a importantes personajes de la sociedad y les recuerda cuál va a ser su destino final:

“Yo soy la Muerte, que a todas las criaturas 
 que hay en el mundo destroza y arrasa… 
 A la danza mortal venid los nacidos 
todos del mundo, de cualquier estado. 
 Los que no quisieren, con fuerza impelidos 
 haréles venir muy pronto al llamado”

También nos encontramos con “Las coplas por la muerte de su padre”, de Jorge Manrique. 
Nadie se libra de su abrazo letal. Todos acabamos en el mismo lugar, nobles y plebeyos, ricos y pobres. La vida es breve y hay que prepararse para el momento crucial. Por ello conviene andar por esta vida sin errar. 

"Los placeres y dulzores 

de esta vida trabajada 
que tenemos, 
no son sino corredores, 
y la muerte, la celada 
en que caemos." 

El Arcipreste de Hita, en "El libro de buen amor", increpa a la muerte que se llevó para siempre a su personaje Trotaconventos: 


"¡Ay muerte! ¡Muerta seas, muerte, ë malandante! 
Matásteme mi vieja, matasses a mí ante! 
Enemiga del mundo, que non as semejante; 
de tu memoria amarga non es qui no se espante." 

Juan de Mena, poeta castellano del siglo XV, en un poema titulado "Razonamiento con la muerte", también hace mención a ese momento en que la vida es arrebatada junto a la grandeza y a la gloria: 

"So la tierra dura yazen
 para siempre sepultados, 
desnudos todos, robados, 
caídos son en pobreza, 
no les vale la riqueza 
ni tesoros mal ganados." 
 
Algo posterior, pero llena de esa sensibilidad, es archiconocida la obra pictórica de Pieter Brueghel el Viejo, "El Triunfo de la muerte" (ilustración del principio), con ese escenario apocalíptico donde un ejército de esqueletos, al más puro estilo de las películas de "muertos vivientes", acaba con la vida sobre la faz de la Tierra no respetando ni edad ni posición social.