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jueves, 9 de agosto de 2012

Pávlov

Hace unos días, un padre futbolero me siguió tres veredas al grito de "¿cuánto tiene tu pibe?", para ver si podía hacerse "amigo" de su nene, otro bebé que saltaba al compás del trote paterno. Este buen hombre se vio intensamente confundido al saber que se trataba de una niña, y me contestó: "ah, pero entonces, claro, yo creí que era un varón por la manta celeste", aludiendo al abrigo que ese día llevaba Malena. Por supuesto, el tema de la amistad dejó de interesarle en ese mismo instante y sólo se encargó de la equivocación que yo le estaba llevando al mundo. Algo parecido nos pasó ayer, cuando mi hija portaba un hermoso gorro turquesa que una señora decodificó como perteneciente, de manera inequívoca, a un varón. En ese momento descubrí el desperdicio de haber asociado el color celeste y sus derivados al sintagma "es un varón", porque parece ser el único elemento del código social y urbano al que todas las personas hacen caso sin dudar, sin tergiversar, y sin ninguna demora, tal vez como un homenaje a los años dorados del conductismo. Si hubiéramos sido medio vivos, el celeste y sus derivados podrían haber asumido los siguientes sentidos:

Celeste y sus derivados = saquen la basura el día en que pasa el camión recolector, y en el horario indicado.
Celeste y sus derivados = lleven una maldita bolsa de nylon para la caca de sus perros.
Celeste y sus derivados = si quieren hacer una protesta en serio y provocar un gasto a sus jefes, levanten los molinetes y no suspendan el servicio de subtes, manga de siomes.
Celeste y sus derivados = por una vez, no voten a zombies y refritos de la derecha, ¿quieren?

De manera evidente, por asignarle un significado bobo y machista como "ah, debe ser varón", hemos perdido una oportunidad de transformación potente y duradera basada en el código cromático. Si seremos lentos.

lunes, 15 de febrero de 2010

Cine

La música en espera del interno de doctorado de la UBA, sede Santiago del Estero, remite indudablemente a una película de Olmedo y Porcel. Mientras aguardo a que me atiendan, siento cómo se posesiona en mí una bikini violeta y rosa que se calza arriba de la cadera, el pelo se me vaporiza inmediatamente con algunos reflejos rubios y se me acomoda sauvage con una vincha de tela. Justo cuando estoy por maquillarme súbitamente, con mucho rubor y sombra oscura, y me preparo para salir de fiesta con moria, reina reech y otras así, me dicen que el interno no atiende, así que mi sueño de cenicienta ochentosa se disuelve al instante. Ufa.

jueves, 11 de febrero de 2010

Parrilla

Quiero avisar que la lluvia me abandonó y que ahora tengo un furibundo color acamaronado y chocolatado, depende de la zona a la que se aluda. Por otra parte, como enero se terminó hace rato y hay un viejo post que pide pista y sigue estando vigente en sus referencias, lo suelto aquí porque no estoy en días de pensar mucho. En breve regresaré con más idioteces recién horneadas, pero Insolada está de vacaciones todavía. Au revoir.

No hay caso: en enero, la vida pasa por las pantallas y casi nada por la calle. Por lo menos, eso es lo que me está pasando a mí. Debo decir que Martín Caparrós escribe de un modo que me da mucha, pero mucha envidia. Devoro sus libros y siempre pienso que me encantaría ir de viaje pensando crónicas para el papel. Pero este blog no está para desvaríos jipis, así que vamos a lo de siempre. Puse en el buscador "Martín Caparrós" porque ya me terminé su último libro. Sé que tiene algunos devaneos europeizantes, que su ejercicio de pensar lo minúsculo a veces se parece mucho a un regodeo aburguesado palermitano y demás, pero yo me la aguanto. Así que navegué para ver si tenía alguna web con escritos. Pero no, parece que todo lo que publica lo cobra y, en lugar de esos textos esperados, me encontré con un blog inaudito, escrito por una argentina en Miami (= leopardo, dorado y caniche), cuya primera entrada tenía como título:

"Alguien me dijo que escribo como Martín Caparrós..."

De más está decir que la señora declaró que no conocía al autor —aunque lo curioso de la comparación la motivaría a leer algo suyo, como prometió—, que no hay certezas de que alguien más además de ella haya hecho esa comparación y, por supuesto, que su escritura no tenía nada que ver con Caparrós. Nada de nada. Pero eso no es todo. Un seguidor le dejó un comentario que, en forma y en contenido, lo hace merecedor de la hoguera. Se los transcribo de manera textual:

"Eso de escribir como alguien es tipo de las personas q leen demaciado y han borrado las sutilesas q cada ser humano tiene al sentir. Nos encanta tener todo controlado, este se parece a este, porque lo nuevo, lo diferente, asusta he intriga...cada uno escribe/siente/piensa diferente...he ahi el valor de ser personas....saludos..."*.

Que alguien le borre la supuesta elegancia a patadas y lo haga un poco bruto a fuerza de libros y más libros. Eso parece algo urgente y vital.

* Le dejo pasar los "q" y los puntos suspensivos en exceso, que me dan urticaria en los ojos. Pero esto también suma al irritante espanto.

miércoles, 24 de junio de 2009

Embajadora

Cuando querés conectarte con lo más terrenal del mundo, suelen suceder las conexiones cósmicas que te llevan para otro lado. Algo así como esperar el 180 (x155) durante 3 horas y media y, luego de evaluar que tal vez no venga jamás, tomarse un colectivo para el lado opuesto y enganchar el tren con destino a una estación por la que pase otro ómnibus adecuado para el destino elegido.
Algo así me pasó cuando sintonicé mi programa favorito de Crónica, el que conduce Anabela Ascar, y la entrevistada era Susana Romero (ex chica Olmedo y actual cultora del new-age cristiano, con página web y todo). En pocos e invalorables minutos, aprendí muchas cosas, a saber:

"En el tercer mensaje que recibí de Jesús*, me dijo que un cuarto de la población iba a desaparecer del planeta. La gripe porcina y las tragedias como la del Airbus me están dando la razón".

"Si la gente leyera y se informase, se enteraría de que tenemos que prepararnos para una mudanza cósmica**. Si bien muchos afirman que tendremos que trasladarnos en serio a otro planeta, yo, por lo menos, creo que tendríamos que hacer una mudanza álmica".

"Hay otros mensajes que me llegaron, pero no puedo decirlos".

Si van a la web, el hit es la experiencia sobrenatural con el cantante meloso Jesús A. Romero, pero no hay mucho más para entretenerse. Iba a escribirle para preguntar si en el próximo planeta que habitaremos hay panaderías, pero decidí que quiero sorprenderme cuando ya sea demasiado tarde.

* Es decir, tuvo otros dos mensajes previos y ninguno le avisó de la importancia de la medicación psiquiátrica a tiempo.
** Justo ahora que instalé la salamandra.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Subrepticio

—... A propósito, ¿quién es el verdadero autor de Deteneos?
Frensic meneó la cabeza.
—Eso ya no te lo puedo decir. Hay cosas que es mejor que no sepas. Digamos que el desaparecido Peter Piper.
—¿El desaparecido? —dijo Geoffrey con un escalofrío—. Curiosa expresión para referirse a los vivos.
—También es curiosa para referirse a los muertos —observó Frensic—. Parece dar a entender que podrían volver a aparecer. Mejor tarde que nunca.
—Me encantaría compartir tu optimismo —dijo Geoffrey.

Tom Sharpe, La gran pesquisa (1977).
Debo reconocer que me estaba reprochando la sobredosis de Sharpe de este año, porque ello implicaba —creía yo— una búsqueda de literatura llevadera en lugar de investigaciones más minuciosas. Me equivoqué.

domingo, 5 de octubre de 2008

Franz

Cuando encuentro una chica hermosa y le ruego: "Sé buena; ven conmigo", y ella sigue de largo, muda, con eso quiere decir:
"No eres ningún duque de apellido rimbombante, ni un fornido americano con porte indio, con ojos de equilibrada tranquilidad, con una piel masajeada por el aire de las praderas y por los ríos que las atraviesan; no has visitado ni navegado los grandes mares, que yo no sé dónde quedan. Entonces, vamos a ver; ¿por qué yo, una chica hermosa, tengo que ir contigo?".
"Olvidas que ningún automóvil te pasea balanceándose en largas acometidas por las calles; no veo ceñidos en sus vestiduras, a los caballeros de tu séquito, que, en perfecto semicírculo, van detrás de ti murmurándote bendiciones; tus pechos han sido puestos en orden dentro del corpiño, pero tus muslos y caderas se desquitan de aquella continencia; usas un vestido de tafetán plisado, como los que tanto nos gustaron el último otoño, y no obstante sonríes —¡y ese peligro mortal en el cuerpo!— de tanto en tanto".
"Sí. Los dos tenemos razón; y para no darnos cuenta irrevocable de eso, mejor... ¿no te parece?... cada uno se va solo a casa".

A pesar de que me despabilaría a patadas en regiones recónditas de mi cuerpo con sólo mencionar la idea, creo que el maravilloso Kafka sería un gran blogger.

sábado, 16 de agosto de 2008

Veranodel88

Mientras con el maldito 114 paso por la puerta de una peluquería masculina que, de puro entusiasta, ostenta un afiche gigante de Antonio Banderas debajo del nombre del coiffeur florense dueño del emporio —tal vez la asociación equívoca pueda obrar milagros—,

me doy cuenta de que los gimnasios de barrio —aquellos que no terminan en "tlón" ni tienen nombres en inglés— presentan una extraña afición por bautizarse con nombres de locaciones de la costa bonaerente o bien con apodos para perros masticahumanos. La erotización para estos personal trainers —que, como sabemos, siempre se encuentra en el circuito de aparatos y en los espejos que reflejan sus atrofiados y venosos músculos— parece discurrir por extrañas aficiones de despedazamiento o se remontan a vacaciones adolescentes en las que todos los días se hace prácticamente lo mismo.

Todo este post es una forma de vengarme del regente del gimnasio al que yo asisto, que me impuso la portación de un carnet de cartón insulso con una advertencia: "si lo perdés, el costo de reposición es de 5 pesos, ¿sabés?".

¿Qué nos importan estas bobadas?, dirán ustedes. Yo contesto: agradezcan. Son las 4 y media de la mañana y estoy reanudando las escrituras en este blog desmadrado.

domingo, 19 de agosto de 2007

AntiLinks

Si tan sólo pudiera sacar esos malditos links de mis entradas...
¿Cómo se hace para evitar la publicidad involuntaria?
Estoy siendo víctima de estos vericuetos de Internet, a través de los que, los más conocedores, pueden entrometerse en mi camino virtual.
Realmente molestos.
No clickeen en ninguno de los vínculos de hipertexto que han sido aplicados en algunas palabras.
Ya veré cómo se desactivan esas porquerías.