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domingo, 14 de agosto de 2011

Titán

Cuando comencé a manejar, temí por el fin de las crónicas de colectivo en este blog. Luego, la realidad me demostró que mi idiotez bregaba por la escritura sobre este tema, dado que por segunda vez dejé la luz interior del auto encendida y, oh sorpresa, cuando quise poner en marcha el auto estaba carente al 100% batería. En consecuencia, cerré todo, insulté con fervor y me dirigí a la parada de colectivo.
Ya en viaje, descubrí un especimen más que, a bordo, se vuelve particularmente irritante cuando no llevás libro, tejido, comida ni ningún otro elemento que facilite mis actividades supra 80 años que tanto me gustan durante un viaje en transporte público. Ese perfil humano es el del protogalán que comienza "la previa"* ya desde que pide $1,25. Solito y en medio de una muchedumbre de señores con bigotes, abuelas y una embarazada sin glamour, él se ubica en una posición privilegiada y mueve hombros y cuello a la vez que pone al máximo el volumen de su celular; tan alto y riesgoso está, que se puede escuchar la música a través de sus auriculares. Entonces, la rutina es: mueve hombro izquierdo; mueve hombro derecho; oscilación de cabecita; gesto de asentimiento y de aceptación de la música; mirada panorámica para ver si lo están mirando; desvío a la ventanilla para indicar que, si lo estás mirando, no le interesás; por último, chequeo de su aparato celular. Una secuencia-moebius de 7 pasos que se repite incesantemente, y a través de la que "el que hace la previa" se siente cada vez más atractivo y ganador. Su ropa nueva, nuevísima, da cuenta de su vida de oficinista full time, donde no puede utilizar ninguna de esas prendas que esperan, inmaculadas, hasta el viernes a la noche: sólo así esas zapatillas blancas pueden serlo tanto y, esa campera de cuero, parecer encerada. Sin embargo, la tecnología le regala una mala pasada y toda esa combinación de estrategia, apariencia y seguridad de cazador se desmorona en segundos, a pasitos del Abasto:

—Hola, qué hacés, soy yo.
—(habla otro)
—Sí, boludo, mirá, estoy a 4 cuadras de tu casa, ya llego. Te llamo para que vayas bajando a abrirme, así no me quedo en la puerta.
—(habla el mismo otro)
—¿Seguro, boludo? Mirá que no me gusta esperar en la calle, por eso te llamo. Andá bajando, en serio, no quiero esperar, no me gusta.

Cobarde, caprichoso y ñañoso. "El que hace la previa" desde el colectivo tiene más posibilidades de largarse a llorar por el daikiri de durazno de su ninfa nocturna que de acompañarla, valiente y despreocupado, por las calles de Palermo a las 5 de la mañana. Chicas, si ven a uno que bailotea solo en el colectivo, tranquilo por sus presuntos triunfos, salgan corriendo; yo, que en estos meses no suelo correr y a partir de ahora siempre voy a llevar el tejido en la cartera, voy a mantenerlo a raya con mis agujas hasta que ustedes se hayan perdido de vista.

* Se refiere a las mil horas que suceden antes de ingresar a una discoteca, donde uno ya salió, ya comió, bebió, miró, conquistó y perdió, y aún así decide pagar para entrar a un lugar mal ventilado, multitudinario y en el que se permanecerá menos tiempo que en "la previa".

sábado, 19 de febrero de 2011

Flit

Semana, gudbái.
San Valentín cae como las empanadas fritas a las 10 de la mañana.

En estos gráciles días, me vi carcomida por el vértigo, me sumí en un episodio de nervios, me olvidé del último escalón de la escalera y me hice un moño con el pie, me dio por el ostracismo justo cuando más tareas outdoor tenía, escribí poco y nada, me levanté tardísimo y dormí pésimo. También suspendí las cosas que más me apaciguan de mi rutina, vi cómo los días pasaban volando pero mal, la wi-fi que aligera mi trabajo se fue para volver sólo con un técnico bien dispuesto, y me di cuenta de que en febrero no podré hacer todo lo que tenía planteado. Que, siempre, es mucho o demasiado.

Supongo que estas épocas de tempestad sirven para que la semana siguiente llores de emoción sólo porque el colectivo te hizo esperar menos de 15 minutos. Es decir, para que tengas la alegría tonta regalada y/o bonificada.

Semana, gudbái.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Toplesslip

Un extraño designio del destino hace que, en forma periódica, me encuentre rastis por la calle. Hace varios meses, tal vez el año pasado, me encontré uno cuadrado y rojo, y después bastantes cosas raras pasaron de las que no me quedó el recuerdo pero sí la impresión de que sucedieron. Ayer un rasti rectangular, verde manzana, me esperaba en la esquina de J. B. Alberdi y Mariano Acosta, colgado del cordón de la vereda, inclinado en diagonal hacia el empedrado. Por supuesto lo agarré, le dije que iba a tener un compañero en casa (?) y me pregunté qué cosas extrañas me sorprenderían a continuación. 100 m. de caminata me alcanzaron. En un primer piso, saliendo de un balcon antiguo a través del que se podía observar un departamento tan amplio como delirante, un señor mayor en slip azul marino y haciendo topless* —dado el volumen mamario que la flaccidez le había dado— sacaba fotos a la obra en construcción de la esquina.
Raro, dije. No lindo, agradable, alegre o estimulante.


* Previendo la llegada de las situaciones de playa, pileta, plaza con cierto grado de exhibicionismo, quintas de amigos, asados familiares, limpieza de auto en la vereda, ingesta de mates en jardines o patios a la calle y otras situaciones donde estos señores suelen adoptar esta tendencia en moda, propongo utilizar el término "toplesslip" —aunque en lugar de slip, gracias al cielo, usen shorts— para evitar el remanido "me duelen los ojos, un octogenario está en tetas en la esquina de mi casa". Queda mejor "cruzate de vereda y no mires de reojo, que un señor está practicando toplesslip y vos recién almorzaste".

domingo, 22 de agosto de 2010

Objetivo

—¿Pero vos qué querés, entonces? ¿Qué te gustaría?
—Y, mirá, a mí me gustaría estar con alguien que me quiera, y que resulte.

Con diversas palabras, esta síntesis perfecta del objetivo amor es lo que más he escuchado en boca de mis amigas en el último tiempo. Hombres, a ver si se ponen las pilas.

sábado, 3 de julio de 2010

Lujo

(Post espejo que se completa en Se acabó lo que se daba)

— Lau, yo te diría que duermas sin almohada. Y yo me acuesto con la campera puesta.

No había sido suficiente con los "eh, eh, chicas, cómo están, nos estamos viendo", emanados de las bocas de los 30 hombres (sólo hombres) que poblaban el hotel; tampoco había bastado con el agua semifría que brotaba de la ducha pegajosa del baño; mucho menos con las sábanas gastadas en lugares imprudentes, que "tapaban" un colchon en espuma viva. No. Además, la almohada tenía la funda rota, la guata en franca retirada, y pelos enredados en su extensión. Por eso, una de mis copilotas, cronista espejada de esta situación, me dio ese sabio consejo.
Dormidas vestidas y tan abrigadas como si estuviéramos acostadas en la plaza, sin poder tocar las frazadas y, una de nosotras, tapadas con una toalla —porque entre tanta inseguridad sanitaria, una toalla por lo menos tenía el gen de la pretendida limpieza. Entre sueños y ascos, barajamos la posibilidad de que haber confiado en una habitación quíntuple a 120 pesos la noche no había sido algo atinado.
Casi en la madrugada, un pedido ahogado interrumpió nuestras meditaciones. Esta vez, la que solicitaba una segunda opinión era Magui, la otra cronista:

—Lau, decime de qué puede ser esta mancha, por favor.

La latitud de la impresión amarillenta evidenciaba otras señales, pero no había más remedio que mentir:

—De grasa, Mag, de grasa. Por eso no se salió con el lavado.

En esa etapa de nuestras reflexiones, Gabriela —la otra copilota que, por no hacer crónica, avala nuestras declaraciones—, empezó a hacer agujeros en los puños de su buzo para pasar los dedos, así como estiró al infinito sus pantalones pijama con el fin de que sus pies quedaran a salvo. Estuvo en lo correcto. Al amanecer —pues nunca nos habíamos levantado con tanta prisa como esa mañana, en que un nuevo hotel nos esperaba—, las que habíamos tomado con liviandad la longitud de nuestras prendas sufrimos las consecuencias:

—¿Uy, qué tengo acá en la muñeca?
—¡Pulgas, son pulgas! ¡Yo también tengo acá, en el agujero del jogging! Y fijate acá: ¿qué tengo?
—Una roncha rectangular bien roja. Rara, che.
—¡Chinche, seguro que es chinche!
—A mí también me pica. ¿Tengo la misma roncha?
—Sí, alargada, ¡qué asco!

Marcas de hotel barato que nos siguen hasta hoy, para demostrarnos lo bueno que puede ser invertir en el negocio hotelero y dejar atrás las sugerencias de viajantes ignotos y amigos del TC Resistencia. Ojo con el Luxor, porque sólo cuando pasamos una noche ahí nos dimos cuenta de que lo de "Luxor" era una amarga ironía. Mi amiga podrá brindar más detalles sobre esta aleccionadora situación: ¡el camino sigue por allá!

lunes, 21 de septiembre de 2009

Primamerda*

(Comienzo con una fórmula trillada de Insolada)

En días como hoy, me pondría a llorar en el medio de Av. Rivadavia.
Odio todos los "Día de...", porque siento que obligan a que uno la pase genial con un montón de gente en el mundo que se esfuerza para lo mismo, pero de diferentes maneras, todas contradictorias y contraproducentes. El resultado, obvio, siempre es horroroso:
  • Me puse la polera que niega mi descenso de peso. Polera, además, en un día primaveral.
  • Me miré en los espejos de baños de tres puertas, que multiplican el reflejo, y observé cuan poco me gusta mi perfil, poco anguloso y demasiado redondeado.
  • Mi hermana consideró que podía des-tratarme bien sin demasiadas contemplaciones; me enojé (tal vez de más) y renuncié al recital de una de mis bandas favoritas que, por supuesto, habrá sido genial.
  • El negocio de comida para La Negra, que no cierra jamás, esta vez no me abrió la puerta.
  • Por filantropía, le prometí a mi profesora de gimnasia que iría al nuevo horario de las 20 hs. para hacer el aguante y llenar con más adeptas el curso nocturno, pero cuando llegué 20:05, no había ido nadie y el salón estaba cerrado y apagado. Me había tomado un colectivo por 6 cuadras, para hacer más rápido.
Sin embargo, cuando volvía derrotada a casa, encontré la señal:

Si usted muere hoy, ¿dónde pasará la eternidad?
Si usted no está seguro, sintonice la emisora cuya frecuencia está indicada al otro lado de esta tarjeta.
(y al dorso...)
91.1 FM
¡Sintonícenos! EMISORA TOTALMENTE CRISTIANA

Eureka.


* El primer título que se me ocurrió es "Primaverga", pero me pareció un poco guarango.

lunes, 20 de octubre de 2008

Suplicio

Y da la casualidad que, cuando una se ha peleado con su palenque de manera tan extraña que no sabe cuánto durará ni si el presente es un nuevo estado de situación, se sube a un colectivo para hacer un viaje de una hora, de pie y con (frente a) una pareja de novios melosos.

Con ellos que no cuidan la distancia interpersonal para hablarse y tener un panorama del rostro completo de su amante.
Con él que se ríe de las opiniones de ella como si diría "qué chiquita" y usa una chomba horrible, digna de principiantes en el mundo laboral.
Con ella que se enoja y se reenamora 8 veces en todo el trayecto.
Con ellos que debaten sobre si a ella le quedan mal los shortcitos o es él es que la boicotea para que no los use y exhiba sus piernas y aledaños.
Con ella que le recrimina que, si está confirmado que pasó "algo" con Cintia, con Fabiana, con Mariana y con noséquienmás, por qué las saluda con un efusivo abrazo cuando las ve.
Con él que se defiende diciendo que si olvidó que con Facundo también pasó "algo" alguna vez.
Con ella que le pregunta si supo de alguna vez que haya vuelto a ver a Facundo o que lo tenga en el msn.
Con él que le sigue hablando a una microdistancia exasperante, como si le hiciera respiración boca a boca con buena puntería.

Por suerte, ella tenía una hermana mayor que no sólo me dejó colocar mi mochila debajo de su asiento, sino que me legó ese preciado trono cuando se bajó. Espero que le hable lo suficientemente mal del novio como para que yo no tenga que volver a verlos.

martes, 16 de septiembre de 2008

Promoción

— 8 por 2, vendido entonces al señor. ¿De dónde es, me dice?
— De la estancia blablabla, de Quitilipi, Chaco.
—Muy bien, los toros Braford se van para Chaco a hacernos competencia fuerte en Palermo el año que viene.

Los pequeños productores —ésos que se agolpaban en las rutas litoraleñas y pampeanas, con sombreros gamuzados de varios cientos de pesos, arguyendo pasar hambre a pesar de su espíritu laborioso— habían llegado en sendas camionetas japonesas, alemanas y de otras nacionalidades, al remate anual realizado por la gran estancia La Pelada (provincia de Santa Fe), deseosos de obtener buenos ejemplares y disfrutar de un asado con gente como uno.
Sólo que, por la módica suma de $30, se habían visto obligados a convivir con crotos como uno, que habíamos pagado la entrada pero no teníamos dinero ni para comprar el pasto apisonado por los animales nerviosos al entrar al predio de exhibición.
Vale aclarar que el "8 por 2" equivalía a "2 toros comprados por 8000 pesos cada uno", lo que redondeaba una suma de 16 mil pesos en una sola oferta de subasta. Muchas más promociones habrían de aceptar o ganar ese día. Mientras tanto, sus peones continuaban con las labores en negro del tambo y la faena en sus lugares de residencia, las verdaderas carencias de todo el país continuaban como siempre y el look rural-top contrastaba con el terror del ganado al darse cuenta de que esos cientos de hombres de bien estaban dispuestos a transformarlos en un excelente negocio con futuro de semental o de asado con cuero.

martes, 15 de julio de 2008

PuñaladaTlapela

Los hice escenario de mis observaciones yerbateras,
soporto con estoicismo sus elecciones radiales, que van desde el predicador evangelista hasta el insoportable Arjona, pasando por cumbias villeras cuyos localismos nos hacen poner colorados a los lugareños, pero a ellos no se les mueve ni un pelo,
hasta me animé a comprarles crema y margarina, teniendo en cuenta la leyenda urbana sobre el apagado diario de heladeras,
hago la vista gorda frente a esas ofertas inexplicables de ultratumba,
sé que son mi única opción en el barrio y por eso me muestro cordial y simpática,

¿era necesario que el supermercado chino de la vuelta de mi casa me vendiera —sin ticket, offffcorssssse— un vino picado como un contagiado de viruela, asqueroso y con un color de jarabe que arruinó mi sábado a la noche, en una reunión donde yo era la única bebedora?

La falta de alcohol cuando nadie más podía proveérmelo me asestó un golpe al corazón. Todavía no volví a esa proveeduría oriental. Aún no he logrado sobreponerme.

domingo, 29 de junio de 2008

Subterráneo

Sábado 28/6, 14,30 hs.
Línea E (Plaza de los Virreyes - Bolívar), Capital Federal, Buenos Aires.

Subió tapándose la cara con las manos y llorando a mares. Se sentó en el piso, junto a la puerta, y dejó a su lado una caja de cartón ablandado con señaladores y otras chucherías. Tendría unos 7 años, los ojos algo demacrados y era flaquito, flaquito.
Fue una mujer la que primero se acercó para preguntarle qué le pasaba. Acostumbrado a lo que viene de parte de los adultos, el chico no le quiso decir nada.
Mientras seguía llorando, se tapaba el rostro con los dedos entreabiertos, como cuando una escena de película de terror parece que va a calar tan hondo en nuestra mente que creemos no poder soportarlo. Curioso, él se tapaba para no ver y nosotros éramos los que observábamos. Traté de seguirle el juego y, empañando el vidrio de mis anteojos, entreabrí los dedos frente a mi pupila para hacerle alguna zonza y efímera gracia.
Un muchacho se le acercó y, en cuclillas, le habló durante un ratito. Se sacó la gorra, se la puso, lo intentó convencer de sentarse en un asiento y contar qué le había pasado, pero nada.
Con la excusa de correrlo porque, en cuanto la puerta abriera, la gente lo iba a pisar, yo también me aproximé al chico y le pregunté si podía ayudarlo en algo. Una vez. Dos veces. Tres.

—¿En qué? —me respondió.
—¿Cómo? —arrimé mi oído a sus palabras, metiéndome así en camisa de once varas.
—¿EN QUÉ?

¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
¿EN QUÉ?
—En lo que quieras: recién estabas llorando —respondí, con franca incoherencia, a lo más inteligente que escuché en todos estos días.
...
...
...
Hizo una leve negación con el rostro, se enjugó los mocos con la camiseta y agarró la caja maltrecha. Una vez más, la respuesta que esperaba se esfumó, como una fórmula alquímica que, por otra parte, tal vez dejó de buscar hace mucho.
El subte llegó a Independencia, las puertas se abrieron y yo creí salir primero: hoy, al escribir esto, siento que todavía no me fui de ese vagón.

viernes, 6 de junio de 2008

Migajas

Rodriguez Peña, a mitad de camino entre Córdoba y Viamonte (Capital Federal, Buenos Aires).
19:00 pm aprox.

Un coche negro —de esos que son muy lujosos y se encargan de ese color porque parece más sofisticado— estaba mal estacionado en uno de los tramos del cordón de la cuadra por la que yo caminaba.
La patrulla de control vehicular hacía mucho ruido de metales, para indicar "estamos trabajando", pues se aprestaba a colocar el cepo al superauto.
El dueño del superauto —chico-bien de Barrio Norte, con chalina de ésas que si un hombre se las pone en Lanús se tiene que mudar de distrito— le hablaba bien cerca al hombre que hacía la multa y, en un momento, hasta le puso la típica carita de argentino de:

"Papá, ¿cómo me vas a hacer esto a mí? ¡Mirá qué lindo chiche te dejé estacionado en esta calle apestosa! ¿Viste qué lindo queda? Si te hubiera encajado un Torino*, vaya y pase, ¿pero vos viste a esta belleza?".

El inspector ponía cara de:

"Así son las leyes, yo no puedo ser flexible con vos".

Yo terminé la cuadra, doblé una vereda hacia la izquierda y dejé un sobre en un edificio. Volví por la misma cuadra, casi segura de la decepción.
El chico-bien estaba en su auto, al que había puesto en marcha, continuaba en el lugar prohibido y arreglaba un próximo llamado telefónico con una chica. Debido al depósito de unas minucias financieras a un hombre débil y fácil de confundir en su posición subordinada, posiblemente no se pueda comprar otra chalina esta semana.
A veces espero que la ciudad me sorprenda alguna vez, pero aún las terminales multidireccionales de ómnibus siguen siendo mi meta.

* Aguante el Torino.

domingo, 25 de mayo de 2008

Desazón

Ayer terminé, no sin algún nudillo en la garganta, el libro Amor y anarquía (Martín Caparrós). La protagonista, Soledad Rosas, que se suicidó en Italia, con 24 años, por su amado y por su causa (en ese orden o a la inversa, qué más da), tuvo como texto guía para su final a El Manual del Guerrero de la Luz, del milesdeepítetos Pablo Coelho. Lo que me hace pensar dos cosas:
1. Adónde ha ido a parar el anarquismo (especialmente en su cuna italiana) que los luchadores toman como referente a este autor: ningún Bakunin, ningún texto libertario de esos que exudan energía; ¡en la cárcel se prestan y se recomiendan El Manual del Guerrero de la Luz! ¿Qué está sucediendo?
2. Este episodio, que data de 10 años ya, demuestra una afirmación que sostengo sin pausa: Coelho hace mal, muy mal, mucho peor que lo que parece a simple vista. Y escribe horrible.

viernes, 2 de mayo de 2008

Rapiña

(Supermercado Eki, barrio de Flores, Capital Federal)

Cajera: ¿Querés donar tus 8 centavos a Cáritas?
Laura: No, no me cae bien Cáritas.

OK, me iré al infierno, ¿pero por qué razón deberíamos financiar la parafernalia de las viejas aristocráticas que hacen uso de los supermercados de (falso, falsísimo) descuento para lograr un dinero que ellas pueden aportar multiplicado por millones?
La caridad empieza por casa, mas nunca por las mansiones ni por los pisos de Libertador.

sábado, 19 de abril de 2008

Superhéroes

LA UB INVESTIGARÁ LAS CAUSAS DEL DELITO
Se inauguró el Centro de Estudios para la Prevención del Delito que analizará el delito y la violencia.

La Universidad de Belgrano (UB) inauguró oficialmente el Centro de Estudios para la Prevención del Delito (CEPREDE). El acto contó con la presencia de una de las figuras más trascendente a nivel mundial en la prevención del delito y la violencia, el profesor Irvin Waller.
Durante la inauguración disertaron, en primer lugar, el director del CEPREDE, doctor Claudio Stampalija, luego, el presidente de la casa de estudios, doctor Avelino Porto y, finalmente, el profesor Waller.
El primero se refirió a la importancia de que una comunidad educativa cuente con un centro de investigaciones que se sumerja en las causas que generan el delito y la violencia. Señaló que sólo desde esa perspectiva inicial será posible abordar con éxito esta problemática y, desde allí, crear programas concretos para que las instituciones argentinas puedan cambiar un rumbo que siempre estuvo ceñido a la sistemática aplicación del sistema penal.

(...)

Por su parte, el doctor Avelino Porto destacó la trascendencia de contar con un centro de investigación como el CEPREDE. Asimismo, mencionó la gravedad que el tema de la delincuencia y la violencia ha adquirido en nuestro país y las tasas de criminalidad que fueron un 100% mayor que el promedio mundial de los últimos catorce años. Señaló la necesidad de encontrar respuestas al problema de la pobreza y que el centro debe realizar análisis para brindar respuestas a esta problemática*.
(...)
El profesor Waller concluyó su conferencia con una idea central: "El delincuente es responsable por el daño causado, pero todos nosotros también lo somos por no utilizar las mejores prácticas para evitarlo"**.
(...)
Recientemente publicó su libro "Less Law, More Order", que ha tenido gran repercusión a nivel internacional, cuya traducción en español ya salió en México bajo el título "Menos represión, más seguridad"***.

* La asociación de estas palabras, en esta gente, constituye ya un clásico lugar F:

F de "fascistoide"

F de "facilista"


** En el conjunto de las cátedras que se habrían aceptado —que tendrán padrinos espirituales como el porsiempreingeniero Juan Carlos Blumberg, Luis Abelardo Patti y Cecilia Pando— se habría propuesto una línea de investigación que fuera "Robos, estafas y demás pichinchas de funcionarios políticos". El Dr. Avelino Porto, ministro menemista, habría descartado esta propuesta por considerarla poco pertinente.

*** ¿Me parece a mí o la traducción literal del título del sabihondo armado no es exactamente la que salió en la edición en castellano? Por lo poco que entiendo, el experto fromla tierradelmiedo escribió Menos ley, más orden, lo que suena un poco más inquietante que la opción latinoamericana. Por otra parte, los que piden seguridad por aquí no consideran, por lo general, que la represión sea muuuuuuy opuesta a sus peticiones.

Para finalizar con este post sesudo, va una tarea para el hogar, misamigous:
¿Cuándo se dejó de mencionar la palabra "justicia" y se comenzó a gritar "seguridad"?

sábado, 15 de marzo de 2008

Revés

Luego de una semana que abundó en informes fúnebres, recordatorios y demás testimonios llorosos...

¿No odian con todas sus fuerzas a la insoportable de Catalina Dlugi y sus biografías soporíferas?

miércoles, 20 de febrero de 2008

Degustación

Luego de comprobar, horrorizada, que se siguen vendiendo las galletitas que nos daban en el jardín de infantes:
insípidas,
de color mortecino,
con formas de animales redondeados
y con confites de miga
que sólo se podían deglutir con ese jugo de sabor indescifrable
que la maestra repartía en vaqueteadas jarras de plástico,

me di cuenta de que uno se hace grande cuando empieza a elegir galletitas aburridas (pero ricas, eso sí).
Habiendo paquetes surtidos, rellenas, de chocolate y bañadas, me decidí por un mustio pack de "lengüitas" porque son sabrosas para comerlas cuando tomo té. Aunque ahora las estoy sumergiendo en una taza con leche descremada.
Díganme si no hay nada más depresivo.

sábado, 25 de agosto de 2007

Emboscada

Un día verdaderamente agotador, en términos mentales.

El ser inocente hasta que se demuestre lo contrario se revirtió violentamente, y me transformé en una culpable permanente hasta que las pruebas me beneficiaran.

Aunque no tenía nada de culpa, el trabajo de reconciliación fue arduo y siempre incompleto, como sucede en todas las relaciones amorosas.

Eso me hizo doler la cabeza y me dio sueño. Además, me rapiñó el humor para relatar el episodio.

Había pensado en otros temas para escribir, pero el cansancio sólo me deja espacio para la catarsis bloggera.

Y para dejar una foto amable, con la que puedo establecer una correspondencia circunstancial de sentido.