By Cristina
Con la
mirada perdida en el horizonte
busco el murmullo de tu lengua salada.
Una caracola gigante duerme en la arena
y el sol se apaga, lento se consume
la vela.
La brisa liviana acaricia el polen de las
amapolas,
entonces comprendo,
que floto,
vuelo,
y a dónde me dirijo.
Descanso unos segundos
en el sitio que beben las gaviotas,
veo el mar casado con el cielo, sin líneas
ni puntuaciones.
Y en cada ola que de nácar viste,
espero me responda,
a este bautizo nuevo,
pero te callas y anclas,
en la orilla de mi playa,
que espera ansiosa tus respuestas de mar!
Cristina
10 de noviembre de 2011