Decían los antiguos que la noche era un manto oscuro cuajado de agujeros; un manto por el que asomaban las luces de hogueras lejanas.
Bien, puede que no sea así, pero no importa.
Me gusta imaginar miríadas de formas de consciencia alumbrando el firmamento, incontables interrogantes vivos. Y hacer sitio entre los luceros, y bailar un vals, mientras desliza tu vestido por los salones del cielo...
Valaf (Jordi)