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martes, 19 de marzo de 2013

Maldita Finlandia



Esta semana hemos vuelto a comparar la cosa con Finlandia, como de costumbre. La dichosa Finlandia. Pero en Finlandia los maestros cobran una pasta, se les respeta, y se les exige una altísima cualificación para ser maestros. 
En Finlandia no hay exámenes ni oposiciones para trabajar de profesores. Es inimaginable ese sistema. En Finlandia los colegios seleccionan mediante entrevistas a los candidatos más preparados. Se presentan con el prestigio por delante. Allí se les supone la competencia, como a un militar se le supone el valor y a un gestor la eficacia. Y los padres juzgan. En Finlandia, ser maestro es una profesión de élite. Selecta. No un recurso laboral fácil en tiempos difíciles. No es la Legión.

De 12.197 maestros, casi 9 de cada diez suspendieron la prueba. Muchos, con faltas graves de ortografía, gramática, cultura general. Algunos, y no pocos, con una desvergüenza y una frivolidad aterradora en quienes pretenden dedicarse a la docencia el resto de su vida. Y ojo. De esos 9 de cada 10, buena parte trabaja ya como maestros interinos en otros lugares. Educando a niños. Educando a chicos que, como se ve, tienen conocimientos superiores a los que tienen algunos de ellos.

Pero sería injusto, como dije antes, aplicar esos resultados al común de los maestros en España. O a todos los supendidos en ese examen. La mayor parte de los maestros que conozco son competentes. A menudo tuiteamos en el bar de Lola sobre ellos. "Gracias, Grecia" y demás. 

Otra cosa es que les permitan serlo, con una sociedad (ciertos papás) y un Gobierno que los desprecia, humilla, maniata y empobrece.

Cada vez más horas, menos sueldo, menos dinero público. Menos apoyo. Más política por decreto y menos debate inteligente.

De todas formas, cabe plantearse una pregunta perversa...

¿Cuántos españoles superaríamos esos resultados si nos enfrentaran al mismo examen?

¿Hasta qué punto los mas infames entre esos 12.197 no son reflejo exacto de la situación general en una España mal educada e inculta?

¿Qué esperaban en ese examen? ¿Nebrijas? ¿Montaignes? ¿Cervantes? ¿Newtons? ¿Erasmos de Rotterdam? ¿En una España que ni lee ni escribe, que ni sabe ni desea saber?

¿En una España donde cuatro millones de fascinados ciudadanos están pendientes del bañador de Falete?

Una España donde cada vez que oyes expresarse en público a un político se te cae la cara de vergüenza.

Una España donde la ex ministra M.A. Trujillo afirma que estudiar Geografìa, ríos y cosas así, es educación franquista.

Una España donde se impide a los profesores suspender por faltas de ortografía. Y si lo hacen, un juez les quita la razón.

Una España donde telediarios y titulares de periódico parecen redactados, a veces, por gañanes analfabetos.

Una España donde hasta Iñaki Urdangarìn, duque de Tal, en correos a su suegro, escribe con faltas de concordancia y taras expresivas. "Tendría interés en que pudiese mediar en la medida de la que fuera posible", escribe el yernísimo. "Invitar a ciertas personalidades que nos haría mucha ilusión su participación", también escribe el yernísimo.

Y de ahí para abajo.

Pero es que la sintaxis es cosa de fachas, que diría la ex ministra. Y la ortografía. Y la gramática. Y todo.

Lo comenté hace unos días, los políticos (ahora, esos profesores incapaces) sólo son el síntoma. La enfermedad somos nosotros.

Así que no me hablen más, por favor, de la maldita Finlandia.




@perezreverte

miércoles, 3 de febrero de 2010

Qué le voy a hacer...





LITTLE YELLOW SPIDER
Devendra Banhart

Little yellow spider, laughing at the snow
Well maybe that spider nows something that I don´t know
´Cause I´m goodam cold.




Amo a los animales. Por no matarlos, ni pesco. Tengo un asunto personal con los que exterminan tortugas, delfines, ballenas o atún rojo. También prefiero una piara de cerdos a un consejo de ministros. Creo que no hay nada más conmovedor que la mirada de un perro: mataría con mis propias manos, sin pestañear, a quien tortura a un chucho. Sostengo que cuando muere un animal el mundo se hace más triste y oscuro, mientras que cuando desaparece un ser humano, lo que desaparece es un hijo de puta en potencia o en vigencia. Eso no quiere decir, naturalmente, que caiga en la idiotez de algunas sociedades protectoras de animales que dicen que cargarse a un bicho es un acto terrorista. Incluso, como apuntaban mis comunicantes, cada año voy un par de veces a los toros. Cada cual tiene sus contradicciones, y una de las mías es que me gustan el temple de los toreros valientes y el coraje de los animales nobles. Es una contradicción -tal vez la única, en lo que tiene que ver con los animales- que asumo sin complejos; y sólo diré, en descargo, que nunca me horroricé cuando un toro mató a un torero. Al torero nadie lo obliga a serlo; y a cambio de jugarse la vida, gana dinero. Si no murieran toreros, cualquier imbécil podría estar allí. Cualquier cobarde podría dárselas de matador de toros. Cualquier mierdecilla podría justificar por la cara, sin riesgo, su crueldad y su canallada.
[...]



Arturo Pérez Reverte.



Saiman Chow






(Tengo el paraguas preparado.)