Amigo del alma, ante todo, no llames caridad a lo que es acendrada ternura. Tratándose de ti no distingo de acciones, y lo mismo que te abro los brazos te velaría enfermo o te ayudaría en el trabajo literario. Bien sé, ¿y por qué me lo dices? que nada premeditaste ni en ningún agravio pensaste. En ti no cabe nada malo, ni te alcanza responsabilidad alguna, ni necesito yo otra cosa que esa dulce frase "he dormido bien".
"Miquiño mío" Cartas a Galdós. Edición de Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández
Ed. Turner
Carta desde París. 1889
La casualidad hizo que llegara a este libro hace unos días por una reseña en un periódico, que me fijara en su autora y la reconociera como una antigua compañera de trabajo con la que hace tiempo había perdido el contacto, y que una vez restablecido este me diera cuenta de que tenemos amigos comunes en la blogosfera -de distintos puntos del país- a los que conocemos personal o virtualmente desde hace años.
El mundo es un pañuelo...y pequeño.
Felicidades, Isabel.