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viernes, 16 de diciembre de 2011

Nana

Irving Penn

Yo duermo, pero mi corazón vela.
Lo oigo llamar a la puerta.


Cuarto poema salamite. Herberto Helder




DARK WAS THE NIGHT. Marc Ribot









miércoles, 17 de agosto de 2011

Cena de amor

                                                  LATE BLUES. Ida


Mientras la noche arrastraba su cola negra, le di a beber a mi amada vino sombrío como polvo de almizcle.
La estreché contra mí como un guerrero estrecha la espada, y semejantes a tahalíes sus cabellos pendían de mis hombros.


Y, cuando levemente adormeció, la aparté de mí.


La aparté de mi pecho, para que no se durmiese sobre una almohada palpitante.


Herberto Helder.






lunes, 10 de enero de 2011

MIRAR



"Mirar es una forma de crecer en silencio".

Herberto Helder.

HALLELUJAH. Imogen Heap







Dedicado a Lola Garrido.










jueves, 13 de mayo de 2010

Metamorfosis


*Haz clic para dar de comer al pez .
No dejes que se muera de hambre.



Era una vez un pintor que tenía un acuario y, dentro del acuario un pez rojo. Vivía el pez tranquilamente acompañado por su color rojo, cuando en cierto momento comenzó a ponerse negro a partir, digamos, de dentro. Era un círculo negro por detrás de su color rojo y que, insidioso, se extendía hacia afuera, alargándose e invadiendo todo el pez. Por fuera del acuario, el pintor asistía sorprendido a la llegada del nuevo pez.

El problema del artista era este: obligado a interrumpir el cuadro que pintaba y en el que estaba apareciendo el rojo de su pez, no sabía ahora que hacer con el color negro que el pez le enseñaba. Así, los elementos del problema constituían la propia observación de los hechos y se ponían en orden, a saber:


1º- pez - color rojo - pintor, en el que el color rojo era el nexo establecido entre el pez y el cuadro, a través del pintor;

-pez - color negro - pintor, en el que el color negro mostraba la insidia de lo real y abría un abismo en la primitiva fidelidad del pintor.

Al meditar acerca de las razones por las que el pez mudara de color precisamente en el momento en el que el pintor asentaba su fidelidad, él pensó que allá dentro del acuario, el pez, realizando su numero de prestidigitación, pretendía hacer notar que existe solo una ley que atañe tanto al mundo de los objetos como de la imaginación. Esa ley sería la metamorfosis. Comprendida la nueva especie de fidelidad, el artista pintó en su tela un pez amarillo.


Herberto Helder


Alyssa Monks