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domingo, 9 de enero de 2011

El universo tiene un verso cojo


Anoche anduve de versos con David Coll y Carlos por el Café del Espejo, de Madrid. Mis compañeros, fumadores empedernidos, salían de vez en cuando a helarse bajo la lluvia, disfrutando la nueva salubridad. David traía un buen juguete: el esquema de las rimas de las ruibaiyat de Omar Khayyam. Al parecer, en su persa original queda libre el segundo verso y riman en consonante los otros. Como se trata de cuartetas, entre licores y cigarrillos tocábamos a verso por persona, más la coda, que cerraba quien había iniciado el texto. Como todas las improvisaciones, molan más en el momento; pero tienen sus brillos. Aquí van algunas.

Omar Khayyam, guasón, nos guiña el ojo
y un verso flota, ciego, en la escalera.
El universo tiene un verso cojo;
la cuenta del amor siempre está en rojo.

*

El olvido reluce en tu mirada
como un violín de fuego intermitente.
La música reduce la jugada.
Tanto todo, al final, es tanta nada...

*

La noche es una herida interminable.
Bebe la copa de la eternidad
como el encantador devora el sable
de un silencio sin fin, inapagable.

*

Es hora de dormir. Abre las manos
al interior infierno que te nombra.
Monto un circo y me crecen los enanos:
el mismo mar de todos los veranos.

*

No hay día que no traiga la promesa
de un manjar que nos colme sin cebarnos;
que no se marche, negro, sin dejarnos
las manos frías y los dientes largos.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Viejo mundo


Va por Talín:
Omar Khayyam meets Camarón de la Isla.

Viejo mundo,
el caballo blanco y negro
del día y de la noche
atraviesa al galope
este triste palacio
donde cien príncipes soñaron con la gloria,
donde cien reyes soñaron con el amor
y se despertaron llorando.

Poquito de pan,
poquito de agua fresca,
la sombra de un árbol y tus ojos:
no hay sultán más feliz que yo
ni mendigo más probe.

Y el mundo, un grano de polvo en el espacio,
la ciencia de los hombres, palabras;
los pueblos,los animales
y las flores de los siete climas
son sombras de la mañana

Quiero al amante que gime de felicidad
y desprecio al hipócrita que reza una plegaria.