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16/3/13

Argo




Thriller de baratucho
Argo es la flamante ganadora del Óscar a la Mejor Película de este año, y también de otros premios de relumbrón, Globos de Oro incluidos. Ha sido tan exitosa que en las salas del Reino Unido, por ejemplo, está volviendo a exhibirse, aprovechando el tirón. En realidad, no es la primera vez que un actor de recursos limitados, como Ben Affleck, consigue el éxito que no había conseguido con la interpretación dirigiendo una película. Me vienen a la cabeza otros casos, como los de Mel Gibson o Kevin Costner. Esta tendencia no puede ser casualidad, demostrando que seguramente, en las votaciones, hay más afinidad por los actores metidos a director que por los directores mismos.

En todo caso, la pregunta sería: ¿cuántas fiestas y comilonas han pagado George Clooney (productor) y el propio Affleck para conseguir tanto éxito?. O más aún, ¿con cuánta gente han tenido que acostarse para “promocionar” su película? Si estamos hablando de miles, tal vez así encontraría este humilde espectador la explicación para semejante despropósito.

Argo no es una buena película. Tampoco es rematadamente mala, pero sí una de las peores películas que se ha llevado el óscar, junto a otros plomos del calibre de El Artista o Shakespeare in Love. La historia ha sido convenientemente edulcorada, pero eso ya nos lo suponíamos. Lo que no nos esperábamos son los recursos baratos que desatan la adrenalina de la última media hora. El montaje resuelve con habilidad unas escenas dignas del peor telefilm de sobremesa, pero es que además la primera parte de la cinta roza la somnolencia, con personajes poco carismáticos y producción de serie B.
De remate, por encima de estos otros problemas está el principal, la prolongada sombra del Ben Affleck actor, un tipo enamorado de sí mismo que no se inmuta durante las dos horas de la cinta, pero que, sin ningún complejo, nos obsequia con primeros planos de su inexpresividad continuamente. De juzgado de guardia.
Lo mejor: la histérica traca final. Barata y tramposa, pero vibrante
Lo peor: casi todo, la verdad. Un insulto a otras buenas películas que se hubieran merecido el óscar, pero, sobre todo, un auténtico insulto al llamado buen cine. Y al espectador. El consejo llega tarde, pero es bien válido: no perdáis el tiempo.



Madre mía qué guapo soy! Y lo poco creído que lo tengo...
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