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4/9/13

Lincoln

 
 
Un clásico en el buen sentido
En estos tiempos convulsos lo mejor es refugiarse en las películas, en las que todo parece ser real pero es mucho más sencillo que en la realidad. Un ejemplo: la negativa del parlamento británico a apoyar el ataque a Siria (ya veremos a ver dónde queda todo éso…) me ha recordado a la última película de Spielberg, y a la aprobación de la treceava enmienda. Parece ser que, en algunos países y en algunas épocas, los políticos toman decisiones independientemente del grupo al que pertenecen. Y con un cierto sentido de la justicia. Algo que desgraciadamente no se da en la España actual.
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Volviendo a Lincoln: Steven Spielberg está empeñado en educarnos, en servirnos lecciones de historia y ética, en reivindicar a las minorías. Algo que siempre se le critica, pero que desde Tururú apoyamos. Es cierto que a veces su cine es sensiblero, quizás manipulador, no siempre enteramente fiel a la verdad. Pero, frente a otras películas vacías, descerebradas o ultra violentas, el cineasta se ha mantenido fiel a su espíritu de superación, no exento de cierta propaganda pero siempre de mimbres sobresalientes: técnica impoluta, planificación milimétrica, producción superlativa, y, en general, calidad muy por encima de la media, incluso en sus películas más mediocres.

 
Lincoln es ante todo Daniel Day-Lewis. El mejor actor de nuestro tiempo se transforma en el presidente de los Estados Unidos y da un auténtico recital. Pero su interpretación se ve aupada por el cariño con el que el director nos muestra al personaje, por cómo ilumina su silueta o cuida sus movimientos. El éxito de esta recreación de Lincoln se debe a un tándem actor-director como pocas veces se ha visto. Los demás actores de la cinta también están impresionantes: Tommy Lee Jones, Sally Field y, a destacar, un irreconocible y brillante James Spader.
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Lincoln es, también, una de las mejores películas de Spielberg. Una auténtica lección de historia, sí, pero también un film de diálogos interesantísimos, complicado, que trata al espectador como a un adulto y no como a un adolescente medio idiota, que requiere de atención constante y que recompensa sobremanera tras su visionado. No hay nada que objetar a la narración, no hay finales lacrimógenos e impostados (al igual que ocurre en La Lista de Schindler, en Salvar al soldado Ryan o en A.I). No hay apenas fisuras en una cinta seria, de guión robusto, clásica en el mejor sentido de la palabra.


 
La victoria de Argo en los últimos óscars, y el premio al mejor director para Ang Lee por la mediocre La vida de Pi, son un insulto para una de las mejores películas de este siglo, seguramente la mejor de Spielberg desde su obra maestra absoluta, La lista de Schindler. Se demuestra así que los premios del cine están directamente en manos de imbéciles o sobornados (o ambas cosas). Se demuestra también, con esta cinta, que en el cine de Hollywood todavía hay espacio para las sorpresas, y que aún puede ofrecernos obras maestras como este Lincoln.
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Lo mejor: actores, guión, dirección, fotografía, producción…
Lo peor: Joseph Gordon-Levitt, y la escena que abre la cinta. Nada es perfecto.




 
 

6/3/13

Parque Jurásico

 
 
El Tiranosaurio cumple años
Se cumplen los veinte años de este clásico moderno, la que fuera durante un tiempo película más taquillera de la historia (desbancando a otra gran película de Spielberg, E.T.). Parece ser que se planea un re-estreno en 3-D, lo cual se antoja bastante gratuito teniendo en cuenta que la película no se pensó para ese formato. Aunque ya veremos. Por cierto que la que es de momento la única incursión de Spielberg en las tres dimensiones, Tintín, es seguramente la película que hasta la fecha mejor ha hecho uso de esa tecnología (ni Hugo, ni Avatar… pero es solamente mi opinión claro).
 
Rodeado de un merchandising tremebundo y una inagotable promoción, Parque Jurásico recaudó el dinero suficiente para que Spielberg rodara su obra más personal (y la que es una de sus obras maestras), La Lista de Schindler, que se presentó ese mismo año. La capacidad para rodar dos películas tan distintas y con esa maestría es sencillamente apabullante; ningún otro director puede acercarse a dos géneros radicalmente opuestos de manera tan exitosa.
 
 
Gran parte del éxito de Parque Jurásico se debe a sus efectos digitales, pioneros para la época, y a una sabia dosificación de los mismos; porque en las dos horas de metraje los dinosaurios solamente aparecen unos seis minutos en total. Su realismo consigue que, vista hoy, después de todo el chaparrón de efectos especiales que nos ha caído, la película no haya envejecido en absoluto, y que sus efectos aun funcionen a la perfección.
 
Otra gran baza es la novela de Michael Crichton en la que se inspira. La novela es incluso mejor que la película, y, si os gustan ese tipo de best-sellers, es un imprescindible. Es curioso también como anticipaba el dilema ético de la investigación genética, un aspecto que también aparece en el film como telón de fondo.
 
Conviene acercarse a Parque Jurásico, como siempre, en versión original. El doblaje de la película en España coincidió con una huelga de dobladores y le hace un flaco favor a las voces originales, pero sobre todo a los efectos de sonido. También es interesante aproximarse fuera de ese estigma de blockbuster, que lo es, pero Parque Jurásico es algo más. Sin ir más lejos, Joe Johnston realizó una patética tercera parte, con mejores medios, pero sin habilidad ninguna, demostrando lo difícil que es esto del cine y la diferencia entre un buen director y uno del montón.
 
 
Alejados de esos prejuicios, el tiempo, y las películas del género que han llegado después, han colocado a esta cinta en el lugar que le corresponde. Parque Jurásico no es, ni por asomo, tan buena como Tiburón, ni pretende serlo, pero sí debería considerarse a la altura por lo menos del Aliens de James Cameron, por ejemplo, un film bastante apreciado por la crítica. Tampoco es una película fácil de rodar en absoluto, como en general el buen cine de aventuras o de ciencia ficción, generalmente minusvalorado.
 
Pero lo mejor de Parque Jurásico es su impresionante precisión. Su montaje milimétrico, sus planos diseñados con corte de cirujano. Escenas como la vibración del vaso de agua con la aparición del tiranosaurio, o la persecución de los velocirraptores en la cocina, entran por derecho propio en la historia del cine. Una película vibrante y consistente, excepcional.
 
Lo mejor: su aparente sencillez, que esconde una planificación milimétrica
Lo peor: Laura Dern, no es su estilo.
 
 
 
Y Spielberg que cada vez se parece más a mi amigo Francisco...
 

13/10/12

War Horse




Equino y guerrero
War Horse es una de las pocas películas del Spielberg de las últimas dos décadas que empieza bastante mal y termina bastante bien. El bueno de Spielberg se ha hecho famoso por –casi- arruinar obras maestras del calado de La Lista de Schindler, A.I. o Salvar al Soldado Ryan con estúpidos epílogos, de intención muchas veces moralista y bastante innecesarios. Y, sin embargo, sus películas han comenzado muchas veces como bien recomendaba Cecil B. DeMille: con un terremoto, para, a partir de ahí, ir in crescendo (las entregas de Indiana Jones, el prólogo magnífico de Parque Jurásico, Munich, Tiburón, en fin, tantas y tantas). Pero la primera parte de War Horse es blanda y anodina, machacada por una banda sonora desacertada (con un John Williams pillado a contrapié - nadie es perfecto) y envuelta en un aroma de serie B bucólico y cursi (aunque con una muy acertada recreación de la Inglaterra rural de principios de siglo).

Pero he aquí que, con las esperanzas perdidas y ya medio dormidos, llega la Primera Guerra Mundial, y con ella lo que mejor sabe hacer el maestro Spielberg: meter la cámara dentro de la acción como un personaje más, ya sea en la terrible escena de las duchas de La Lista de Schindler o en el celebrado desembarco de Normandía de Salvar al Soldado Ryan. En esta de War Horse, la cámara arranca en las trincheras con un travelling hacia atrás, para después asomarse a la acción y seguir alejándose para mostrar un inmenso campo de batalla. Yo personalmente he agradecido el uso suavizado de la violencia, lo que aleja War Horse de la crudeza gore de otras de sus cintas. El horror y la estupidez de las guerras siguen presentes, sin ser en todo caso el tema principal, lo que le quita hierro a la cinta sin que olvidemos el mensaje de fondo: una fórmula también acertada, y que invita a nuevos visionados de la pelicula a los que, como yo, no soportamos la crudeza de algunas escenas de Salvar al Soldado Ryan.



War Horse es una película irregular, basada en una obra de teatro extraña, empezando por un protagonista nada habitual (y de expresividad, como es obvio, limitada) y siguiendo por una galería de personajes inevitablemente planos debido a su escasa participación. Pero, al mismo tiempo, el viaje de este caballo excepcional tiene el encanto de una aventura que tarda en arrancar, pero en la que, una vez en marcha, lugares y situaciones se suceden provocando que el interés aumente sin darnos cuenta. No es de las mejores de Spielberg, pero la producción y la narración (esta vez no tan acertada pero aun así sobre la media) aseguran la calidad de una cinta cuyo principal enemigo es a la vez su mejor baza: el equino protagonista, que, esta vez, no habla. Si Disney levantara la cabeza.

Lo mejor: las escenas de batalla y el final emocionante, breve y contenido.
Lo peor: la pompa y circunstancia, grandilocuente y cursi, de sus primeras escenas, impropias de su director.



Como decían en Tiburón: vamos a necesitar un caballo más grande...

14/9/12

Tiburón




La revista Empire, toda una institución, le dedica un imperdible apartado online al lanzamiento en Blu-ray de la enésima versión coleccionista del clásico de Steven Spielberg Tiburón. Raro es que todavía no hubiera pasado por Tururú una de mis películas favoritas, así que, aprovechando que voy a pasar unos días en la playa, ilustremos el fondo negro de este blog con una ración de dientes afilados y caras de pasmo.

El especial online no tiene desperdicio, como tampoco lo tiene la cinta: dos horas de cine de aventuras mayúsculo, una de las cimas de la carrera de Spielberg y del cine moderno, aunando éxito de taquilla y calidad. El dominio del ritmo y de la narrativa es apabullante, como lo son la música de Williams o el tour de force del trío de actores protagonista. Las comparaciones (evidentes pero odiosas) con una pelicula muy similar como el Moby Dick de John Houston dejan claro el salto morrocotudo que supuso para el cine películas como este Tiburón, Star Wars, El Padrino y otras cintas de los setenta destinadas a cambiar para siempre la experiencia cinematográfica.

Si no la habéis visto ya, que lo dudo, ya estáis tardando. Nada sobra y nada falta en una pelicula casi perfecta, que cuenta en su realismo y aparente sencillez con su mejor baza. Vamos a necesitar un barco más grande, dice Brody, o, en este caso, de una pantalla más grande, capaz de contener la calidad desbordante de una obra maestra. ¿Se nota que me gusta?

Lo mejor: todo
Lo peor: el susto submarino que se lleva Hooper. Infalible pero barato.





Mi escena favorita: el monólogo de Quint. Aunque ésta de la foto también es inolvidable.

27/3/12

Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio



Piruetas y piratas
Steven Spielberg y Peter Jackson son dos pesos pesados del cine actual, y el hecho de que hayan decidido unir fuerzas para traer a la pantalla al bueno de Tintín (toda una garantía de éxito) da una pista de cómo están las cosas en la industria cinematográfica. Los riesgos que se toman son cada vez menores, tal vez con razón (tremendo porrazo el de John Carter de la Disney, sin ir más lejos). Por otro lado, ambos son directores de narrativa clásica, y, aunque el uso de las 3D ya no sea exactamente tecnología punta, sí es cierto que no me lo esperaba de Spielberg (sí de Peter Jackson, que de hecho está rodando El Hobbit en 3D).

La película tuvo una acogida bastante fría y unas críticas no demasiado ilusionantes. Mejor será no dejarse influír por ellas, porque esta de Tintín es una de las mejores películas de aventuras de los últimos años: cine clásico con un envoltorio deslumbrante, en el que lo más destacable no es el motion capture ni las 3D, sino el abigarramiento de sus escenarios y la continua serpentina visual que nos ofrece. Son cien minutos que trascurren sin estridencias, sin valles ni puntas, salvo, tal vez, al final, que pierde fuelle anunciando una secuela (la que correspondería al álbum El Tesoro de Rackham el Rojo) que probablemente no sea realizada. Basta, sin embargo, comparar con otros personajes de cómic trasladados al cine en la actualidad (hay ejemplos a docenas) para apreciar la calidad de la película. Quienes piensen que es infantil, seguramente no hayan disfrutado nunca con el cine de piratas clásico. Los que piensen que es como Indiana Jones, van en la senda correcta, aunque las diferencias son evidentes.


Lástima que Andy Serkis (seguro que impuesto por Jackson) no de la talla en un desdibujado Capitán Haddock. Tintín, sin embargo, no ha cambiado. El personaje es, en sí mismo, un McGuffin sin demasiada personalidad, simple pretexto para una colección de aventuras llenas de imaginación por los rincones más recónditos del mundo (en una época en la que viajar no era tan sencillo como lo es ahora). Seguramente los fanáticos de Tintín no estarán de acuerdo, pero el principal problema de esta película (a menudo en el filo de la excelencia, que no alcanza) es que sus protagonistas no llevan un látigo y un sombrero, y que su música no se mueve al ritmo de la Raider´s March que Williams compuso para Indiana Jones. Aun así, una buena película, entretenida, familiar, y con algunas escenas estupendas. No es decir poco.

Lo Mejor: su barroquismo visual y el pulso narrativo del mejor director de nuestro tiempo.
Lo Peor: un descafeinado Capitán Haddock.



Por cierto, aunque imagino que el Sr. Jackson ya conoce el guion de la próxima aventura, desde Tururú pedimos Las 7 Bolas de Cristal, el más oscuro y misterioso de los álbumes de Tintín. Y que vuelva el Profesor Tornasol ipso facto.

25/3/12

Spielberg y los aliens

Sobre Indy IV...
Quién lo diría: el bueno de Steven ha metido extraterrestres en la mitad de sus películas, pero en esta, casi mejor que no. Lo mejor es la vuelta de tuerca de George Lucas: sabio donde los haya, su razonamiento es aplastante. No me extraña que se haya echo mega-millonario.
Me he encontrado en el DVD de Indiana Jones y la Calavera de Cristal con este video, imperdible sin duda. Me dice el Maestro Tururú que es graciosísimo. I agree.

10/2/12

Tres, Dos, Uno, Cero (tururús)



La Cueva de los Sueños Olvidados
Werner Herzog firma este documental, bastante correcto, que resulta ser uno de los primeros, que yo sepa, que aprovecha las supuestas virtudes de las 3D. En teoría, dichas 3D mostrarían los relieves de la cueva y las pinturas rupestres en todo su esplendor. Como yo no he visto la película con las dichosas gafas, no sé si será verdad o no, pero me permito añadir (como yo ya estoy muy mayor y muy cascarrabias) que dudo mucho que esta tecnología pueda reproducir la sensación de adentrarse en tamaña maravilla. Aunque se aprecia el intento, lo cierto es que el film se hace un poco largo, las explicaciones de los paleontólogos son bastante rústicas (muy apropiadamente, claro) y las pinturas un pelín decepcionantes. Aunque, si tienen 20.000 años como dicen, bien valen una hora y media de tu tiempo, amado lector.

Lo mejor: el (albino) epílogo.
Lo peor: demasiado sosa y aséptica. Un poco de alma no le hubiera venido nada mal.






El Origen del Planeta de los Simios
Los productores de esta mediocridad deben de haber visto la serie de El Equipo A y habrán pensado "seguro que si en nuestra película no muere nadie, nos bajan la calificación a NR-12 o menos". En realidad, nadie con más de doce años (de edad mental, corrijo) debería arrimarse demasiado a estos monos de ordenador, en la precuela de una película digna aunque un tanto sobrevalorada como es El Planeta de los Simios (de las secuelas mejor no hablemos). El principio parece que no está mal, pero el film enseguida pierde fuelle y se pierde en una imposible relación paterno-filial entre mono y hombre, para continuar con algunas incongruencias de guión y rematar atropellándose con un desenlace chusco, como si ya tuviéramos ganas de irnos para casa. Y muy ciertas que son, por cierto.

Lo mejor: la idea. Y la dirección, bastante firme.
Lo peor: personajes mal construídos y la sensación de tomadura de pelo que provocan algunas escenas y giros de la trama.





Lluvia de Albóndigas 
Hoy en día le llaman película a cualquier cosa.  Lo malo no es la calidad, a medio camino entre los dibujos de El Inspector Gadget y Pocoyó –vamos, de puro telefilm-. Lo malo es que, aunque la idea de partida es interesante, el tratamiento casi obsceno y estrecho de miras resulta aberrante -con el hambre que hay en el mundo vaya-. Pese a algunos aciertos, da la impresión de que se han agitado una serie de tópicos dentro de una cocktelera un pelín gamberra, así que el resultado no hay por dónde cogerlo. Así las cosas, estirando, estirando, llegamos a los ochenta minutos en una película que a lo mejor entretiene a los niños de tres años. No sé, digo.

Lo mejor: los detalles absurdos, y los imperdibles títulos de crédito finales.
Lo peor: que se nos queda una cara como al de la foto de abajo.





Cowboys & Aliens
Película de la que se pueden decir muchas cosas, y ninguna buena. El argumento ya asusta, pero el film, en lugar de hacer broma y convertirse en cómplice del disparate, se posiciona en una postura chulesca y se convierte en un caza-monstruos más, ya sean vaqueros, starship troopers o troll hunters. Yo no sé qué hacen Daniel Craig, Harrison Ford, Spielberg o el director de la más que correcta Iron Man en este engendro. Lo peor no es que el resultado sea infame, es que nos gastemos el dinero en hacer películas así. Tremenda.

Lo mejor: los paisajes.
Lo peor: que es muy mala.




Pues nada, una vez perpetrado este engendro, vamos a por la segunda parte... ¿Cowboys and Aliens vs. el espectador de buen gusto? Ahorrando eufemismos vaya.


1/9/11

8 Super Preguntas Super 8




¿Es verdad que Super 8 homenajea las películas de los ochenta?

Super8, más que un homenaje, es un refrito, una copia descarada de películas de Spielberg ( Encuentros en la Tercera Fase, Parque Jurásico y, sobre todo, E.T.) y de otros clásicos de los ochenta como Cuenta Conmigo o Los Goonies.

Pese a esa inspiración, ¿aporta algo nuevo Super 8?

Absolutamente nada. Películas como Los Goonies o E.T. hacen de su ingenuidad bandera. La actualización de Super8, destinada a la nueva generación –que necesita de los efectos especiales por ordenador y de explosiones y ruido constante (o eso parece)- fracasa en su imitación de los clásicos de los ochenta de la mano de un Alien computerizado que se parece sospechosamente a los extraterrestres de District 9. La calidad técnica se sobreentiende en una superproducción como ésta, pero el calco de situaciones manidas -incluído los abrazos de telefilm de sobremesa- es imperdonable.
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¿Merece la pena ir a ver Super 8?
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Ir a ver Super 8 es como ver por quinta vez el mismo episodio de Friends: te sabes los diálogos de memoria, pero sirve para pasar el rato. Eso sí, conviene ir con pocas expectativas: el que quiera ver una obra maestra, mejor que invierta el dinero de la entrada en la versión DVD 35 aniversario de Tiburón – una auténtica lección de cine de aventuras -.

¿Se parece Super 8 tanto a E.T.? (Ojo, SPOILER)

Sólo falta que las bicis vuelen. No sólo la historia de la película, igual que la subtrama del niño protagonista, es igualita que en E.T., sino que el final es clavadito. Se parece tanto, tanto, el final, que resulta precipitado, seguramente porque se decidió recortar la duración para que las comparaciones fueran menos evidentes. Sin embargo, el final de E.T. es infinitamente mejor, arropado por la música de John Williams y gracias a la conexión del espectador con los personajes, que en Super 8 no llega a producirse.

¿Es J.J.Abrams el nuevo Spielberg?

Será difícil que ningún director llegue nunca a la categoría de Spielberg y su larga lista de obras maestras. Abrams domina la narrativa clásica, lo cual es una buena noticia frente a tanto movimiento enloquecido de cámara y tanto montaje frenético, señas de identidad de muchas películas de ahora. Le daremos un voto de confianza, más por su lenguaje que por la –nula- originalidad de esta película

¿Triunfará Super 8?

Ya lo ha hecho, claro está. Es uno de esos éxitos anunciados, arropados por una campaña de marketing brutal, pero en este caso también por el boca a boca de un público que está deseando menos violencia y más fantasía. Esperemos que nos traiga una nueva oleada de películas con menos efectos especiales y más imaginación.

¿Qué es lo mejor de Super8?
El descarrilamiento del tren, bastante exagerado pero espectacular. El retorno a las películas de chavales de los ochenta. El casting, con unos actores jóvenes muy expresivos. Y la película de los títulos de crédito finales, que es genial.

¿Qué es lo peor de Super8?
Una trama mil veces vista. Pese a algunos aciertos, previsible hasta la saciedad y muy decepcionante en general.




La pandilla al completo, de una pieza tras el descarrilamiento del tren. Maravillas del cine.

29/6/11

Taxi Driver

Mi problema con Scorsese
Nadie discute que Scorsese es uno de los directores americanos, ya clásicos todos ellos, que renovaron el cine allá por los años setenta (recordemos el famoso cuarteto completado con Spielberg, Coppola y Lucas, aunque un servidor excluiría a este último, añadiendo a Brian de Palma). Estos cuatro directores se aproximan a la violencia en el estilo de Sam Peckinpah, aunque lógicamente de maneras distintas: Coppola y Scorsese de forma más ambigua, De Palma y Spielberg de forma más heroica (o menos ambiciosa en general, con excepciones), pero todos ellos se sitúan a medio camino entre la glorificación y la crítica, entre el heroísmo y el terror puro. Tema interesantísimo, afirmo, para desarrollar en mi tesis (quizá algún día, cuando me decida a estudiar cine, hacerme vegetariano y vivir en Australia).

Taxi driver se edita ahora en Blu Ray en versión restaurada y limpita, pero sin añadidos ni montajes del director ni demás gaitas. Considerada una obra maestra, la película retrata el Nueva York de los setenta y en particular la noche y sus fantasmas. Manhattan hoy en día es otra cosa, pero por entonces, esa ciudad llena de basura –como dice el personaje de De Niro- tenía tanta fuerza que se convierte en un personaje más. Por la película circulan también Cybill Sheperd y una inolvidable Jodie Foster, aparte de un pequeño papel para el siempre reconocible Harvey Keitel. Buenos mimbres.

Pero, aún así, no me gusta Taxi Driver. No le negaré que sea una película formalmente correcta, pero el guión de Schrader me parece muy sobrevalorado. No comprendo a este Taxi Driver, no entiendo su giro hacia el suicidio: me parece precipitado y un tanto absurdo. No es verdad que la película no se posicione respecto a la violencia y a los hechos: se demuestra una simpatía constante por De Niro -sobre todo al final, por si no quedaba claro-, se glorifican las paredes cubiertas de sangre. No es verdad que Taxi Driver sea una película sobre el terror y la locura de su personaje psicótico: es una película sobre un héroe en un mundo de locos.

Es ese bamboleo entre el horror y el heroísmo el que, en mi opinión, Scorsese no controla (o no controla a mi gusto, será mejor decir). No me gustan Infiltrados, Uno de los Nuestros, Casino. Solamente en Gangs of New York, entendida como momento histórico, las batallas sangrientas y su glorificación tienen algo de sentido. Es el acercamiento de Coppola en El Padrino el que, a todas luces, resulta vencedor, y me quedo con ganas de comentar los Cohen y su Fargo o Muerte entre las Flores, o la postura tan exitosa de Eastwood en Sin Perdón y su personaje 50% corazón, 50% asesino, con su final brillante -con muchas similitudes con Taxi Driver, por cierto-. Scorsese no se ha acercado nunca a las cotas de todos ellos, o de Apocalypse Now o Salvar al Soldado Ryan, por citar algunos ejemplos más. Y la lista seguiría. Por eso siempre se quedará, en mi opinión, a las puertas del grupo de los más grandes.

Remato diciendo que la ambigüedad es imposible en la mirada del artista, por eso tal vez, el gusto por la tortura y el disparo a bocajarro de Mr. Scorsese nos revelaría a un artesano de la dirección traumatizado por un hecho violento, pero cuyas paranoias mentales resultan ser mucho menos estimulantes que las de, por ejemplo, David Lynch o, en otro orden de cosas, los cuadros de Francis Bacon o Salvador Dalí. No recomiendo a nadie que pierda el tiempo viendo Taxi Driver, aunque suene a blasfemia, aunque sea una película famosísima.

Lo mejor: esa primera cita que comienza y termina en un cine X. A eso le llamo yo ir al grano. En todo caso, gran escena.
Lo peor: el salto, para mí no bien expresado, de reprimido-mojigato a asesino-héroe, que parte la película en dos mitades bien distintas. Y la violencia del final, claro.



Anda que...

24/5/10

La semana y media de Indiana Jones (IV)

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

Savia nueva
Indiana Jones ha cumplido los cincuenta y es un veterano de la Segunda Guerra Mundial. Su hijo es un motero rebelde que da clases de esgrima, y su madre es una mujer peleona que, entrada en años, sigue conservando en la mirada esa chispa de la Marion de En Busca del Arca Perdida. En la época de la guerra fría, los enemigos han de ser los rusos y el McGuffin algo más relacionado con la bomba atómica, con el Área 66 tal vez. Con estos mimbres sencillos se recuperaba hace un par de años al personaje, con un Harrison Ford mayor, pero aún en forma, y un casting un poco dispar (incluyendo a un gran malvado, interpretado por la gran Cate Blanchett). Hubo muchas críticas para esta película, a la que se considera indigna sucesora de la trilogía original. Lo cierto es que, sin llegar a la brillantez de esas películas (no es tan fácil redondear una obra maestra como En Busca del Arca Perdida), la cuarta parte contiene suficientes escenas memorables, guiños a la saga y a sus personajes y, en general, buen hacer, para ser considerada un film más que decente. A todos nos hubiera gustado que fuera mejor, las expectativas eran grandes, pero lo cierto es que el nivel se mantiene excepto en algunos momentos, más cercanos al universo Lucas tal vez que al Spielberg oscuro que arranca en los 90 y culmina en Munich (una película tremenda y valiente sobre el odio, de indigesto visionado). Quizás para limpiarse de tanto mal rollo como desprende Munich necesitaba Spielberg esta continuación, lo mismo que Harrison Ford para relanzar su agonizante carrera o Lucas para seguir haciendo caja con las figuritas de Lego. Lo cierto es que los extraterrestres pegan bastante con el universo de búsquedas mitológicas de Indy (porque para un ateo lo mismo da el Santo Grial que la Caja de Pandora), y no me molesta demasiado el personaje de Shia Lebouf ni el viaje atómico en el interior de una nevera (es más, creo que es tan divertido como la caída en balsa desde el avión de El Templo Maldito). El espíritu se mantiene, la calidad técnica sigue estando (con algo menos de garra, pero sigue ahí). Somos nosotros los que, en estos veinte años desde La Última Cruzada, hemos ido cambiando, viendo cine, volviéndonos más exigentes. Habrá tal vez que esperar otros veinte años para, vista con el tiempo, colocar esta Calavera de Cristal en el lugar que le corresponde.



Una familia tradicional americana de los años cincuenta (bazooka incluído)

21/5/10

La semana y media de Indiana Jones (III)

Indiana Jones y La Última Cruzada

Ocaso
La tercera entrega de la saga es una gran película de aventuras que deja un regusto extraño a lugares ya visitados y a una cierta infantilización del personaje. Se buscaba volver a la temática de la primera parte, y repetimos tanto enemigo como un McGuffin de tradición cristiana, que a fin de cuentas es más familiar para el gran público de occidente, pero que no es tan original como la Secta Togi y las piedras mágicas de El Templo Maldito. Tenemos además la aparición de uno de los personajes más emblemáticos del universo Indy, que es en mi opinión un error mayúsculo: un actor del carisma y las tablas de Sean Connery le roba a Harrison Ford todo el protagonismo, con lo que el personaje principal de la película pierde fuerza, y con él, el resto del film. Algunos no estarán de acuerdo en que la aparición de Sean Connery sea un punto negativo, pero para mí lo es, y en especial las escenas de humor que protagonizan él y Delhom Elliot (Marcus Brody), que rebajan la categoría unas décimas. Tampoco la fotografía de Slocombe me parece demasiado acertada, y es extraño, porque en las dos entregas previas la ambientación y la luz son prodigiosas. La chica es bastante sosa, un error de casting, y la muerte del malo final se produce por su codicia y de manos del objeto mágico a buscar (como siempre en la saga) pero es más flojita que en el resto de las películas (y aquí incluyo a la cuarta parte, ya que Irina Spalko sí está a la altura de los malos de la saga, no como Donovan en esta La Última Cruzada).

Aparte de todo esto, que no es poco, la tercera parte es un digno colofón a la trilogía. El comienzo con River Phoenix es brillante, así como la tensión de las pruebas finales. Es cierto que el listón estaba muy alto, pero, ya sea por el agotamiento de la fórmula, o porque Lawrence Kasdan es un guionista muy caro y Lucas andaba flojo de dinero (¡!), el caso es que, vista con un poco de distancia, es la película de las cuatro que menos me interesa. El conflicto psicológico de Spielberg con sus padres divorciados y su obsesión por las relaciones padre-hijo, que hemos visto en tantas de sus películas, deja muy tocadas ésta y su continuación. También Lucas empezaba a perder fuerza, no en vano ya en el 86 había dado el gran patinazo como productor con las aventuras de Howard el pato... Afortunadamente el carisma del personaje (difuminado en las dos últimas, inmenso héroe en las dos primeras) y el firme pulso de Spielberg en la dirección (que aunque no trabaja tan en serio como en otros proyectos más personales, siempre tiene algún detalle de la casa) consiguen que todas sean buenas películas. La escena final de La Última Cruzada, con sus cuatro jinetes cabalgando hacia un inmenso sol poniente, simboliza el ocaso de un cine de aventuras que ha desaparecido, en función de los efectos especiales por ordenador, de los cambios de planos continuos y mareantes, de los ruidos y de las explosiones sin ton ni son. Es un punto final estupendo a una trilogía soberbia, sólo superado por la escena final (entrañable, magnífica) de La Calavera de Cristal.

20/5/10

La semana y media de Indiana Jones (II)

Indiana Jones y El Templo Maldito

Trepidante
Tres años después de la primera parte, Spielberg y Lucas entregan un salto mortal con tirabuzón: una película excesiva, gamberra, en dura pugna con En Busca del Arca Perdida por el podio de mejor película de aventuras de la historia. Harrison Ford es más Indiana Jones que nunca: camisa rota, bíceps de gimnasio, barba de cuatro días y viaje al lado oscuro incluído. Su aparición en las minas, con esa fotografía en rojo, látigo en mano y postura chulesca es sin duda la mejor presentación de un héroe desde la vuelta de Winchester de John Wayne en La Diligencia. Para muchos, es la peor entrega de la trilogía original, lugar que yo reservo para la (más flojita) tercera parte. Escenas como el número musical de apertura, el descenso desde el avión en balsa hinchable, el pasillo inundado de insectos (reales, por cierto), la operación a corazón abierto sin anestesia de Mola-Ran, la persecución de vagonetas, o la escena final en el puente, están grabadas en la retina de muchos que, como yo, asistimos hace veinticinco años a un espectáculo cinéfilo que nunca habría ya de repetirse. Hay quien tacha la película de oscura o de desagradable, quien se queja de que el personaje de Kate Capshaw está mal construído (el mismo Spielberg, sin ir más lejos) o a quien le parece todo un disparate increíble, un juego de niños, una aburrida sucesión de trompadas sin sentido. Porque no se dejan soñar, tal vez. Pero no es así, hay algo indescriptible en ese celuloide de rojo y humo. Algo que es mejor disfrutar como niños -otra vez- en la butaca. Indy busca fortuna y gloria por medio de las Piedras Sankhara, y nosotros, por el camino, nos lo pasamos pipa. Una montaña rusa poderosa e inmortal, mil veces imitada sin acercarse de lejos a su estilo, encumbrada a cine clásico por méritos propios.

17/5/10

Invasión de buen cine

La Guerra de los Mundos
Es curioso ese sobrenombre de Spielberg, el Rey Midas de Hollywood, y esa etiqueta de director taquillero que recibió hace ya tantos años, aunque sea falsa. Sólo unas pocas películas de su filmografía son fáciles, las menos. En general, es un director oscuro, mucho, con escenas de tremenda violencia muchas veces, de terror, de personajes completamente locos. Spielberg está obsesionado con demostrar la bondad del ser humano, pero a la vez está fascinado por su oscuridad, por todo el mal que el hombre es capaz de hacer. Traicionado por esa fascinación, cada vez se cree menos sus héroes, y éstos van perdiendo fuerza a favor del horror. Bajo “La Guerra de los Mundos” se esconde precisamente éso: con la excusa de demostrar todo lo que un padre es capaz de hacer por sus hijos, se nos muestra un viaje hacia el horror y la locura; no solamente el que reparten las máquinas de guerra alienígenas (con su aparición apabullante, en unas escenas magníficas, seguramente nunca igualadas) sino -y especialmente- el de la gente que trata de escapar: la pelea por el último coche, o el personaje de Tim Robbins (actor que, literalmente, ensombrece al mediocre Tom Cruise, ya que el director se encarga de que Cruise aparezca en la sombra, dejando el protagonismo para Robbins). Las escenas de supuesto heroísmo carecen de la fuerza de la subida al ferry o, por supuesto, de esa puerta que se cierra tras el padre mientras la niña canta una canción ridícula. Cinta con altibajos, con un final bastante flojo, como bastantes más en la filmografía de Spielberg, la película demuestra una vez más varias cosas: que la marca Spielberg no es solamente él, sino también el grandísimo director de fotografía Janusz Kaminski, el oscarizado montaje de Michael Kahn, las soberbias partituras de John Williams, los efectos especiales de ILM siempre soberbios, y la producción de sus fieles. Y eso ya es mucho; pero, por si fuera poco, detrás de la cámara tenemos a un narrador superlativo, cuyo talento visual y su repertorio parece inagotable. Cada una de las escenas de esta película ha sido trabajada con un propósito: el encuadre, la composición, el movimiento de la cámara, la iluminación. Todo huele a la marca Spielberg, no el Rey Midas de Hollywood, sino el creador, el artista del séptimo arte, heredero aún en activo del lenguaje visual del cine mudo y de la narrativa de los grandes directores de la historia del cine.


26/2/10

Danny Glover no era tan malo

El Color Púrpura
Ahora que se acerca la entrega de los óscars, y por estas casualidades de la vida, me tropiezo con el record absoluto e histórico de nominaciones no premiadas. Nada menos que trece de trece, ni un sólo óscar para esta película soberbia de 1985, demostrando lo despistados que han estado siempre los de la Academia (que, como los árbitros de fútbol, compensaron la tarjeta que no habían sacado en faltas anteriores con el premio Irvine Thalberg en el 86, vamos, una total estupidez de premio de consolación para el director que seguramente estaba haciendo el mejor cine de esos años). Spielberg es capaz de arrancar interpretaciones memorables de actrices pésimas como Whoopi Goldberg u Oprah Winfrey, mientras que sigue trabajando cada escena con ese lenguaje que le caracteriza (picados, travellings, cámaras entre la multitud, planos asimétricos, montajes paralelos, en fin, una enciclopedia de lenguaje cinematográfico). Pese a dejar su sello en cada escena, lo más importante siguen siendo los personajes y sus emociones. En un final al estilo de ET, incluso amplificado, pero sobre todo en ese abrazo a ritmo de gospel dentro de la iglesia, residen las claves de un estilo de hacer cine que muy pocos pueden imitar con un mínimo éxito. El Color Púrpura, pese a considerarse su mayor fracaso, es un film adulto y emocionante de un autor en estado de gracia, con una fotografía prodigiosa y una música para el recuerdo. Al año siguiente, Spielberg entregaría El Imperio del Sol, otra película soberbia, fascinante, de las que sirven para acallar las críticas de los que sólo han visto Parque Jurásico de un plumazo.


27/1/10

Libros de Cine (y 4)

Indiana Jones - Historia de una saga
Lo mejor para el final. Una auténtica biblia friki para amantes del personaje de látigo y sombrero, entre los que me cuento, claro. El libro recorre las cuatro películas de la saga, aunque se detiene especialmente en En Busca del Arca Perdida, la creación del personaje y las primeras reuniones Spielberg- Lucas- Kasdan para definir la historia y pulir el guión. Storyboards, diálogos originales, escenas desechadas, dibujos, fotos de las películas, todo tipo de datos sobre la saga, en fin, está todo, todo, con una calidad de reproducción sobresaliente. Un libro ya no sólo sobre Indiana Jones, sino sobre cómo se piensa y se hace una película, desde la idea original a su estreno en los cines. Un auténtico desparrame de información vaya. El acabose. E incluye prólogos de Lucas y Spielberg, para rematar la jugada.



21/9/09

Rendidos al Maestro

John Williams
Rebotando por el Spotify, cual pelota de pinball digna de mejor causa, me encuentro con una pieza de John Williams, creo que de la banda sonora de Hook. Y me engancho otra vez a las composiciones del maestro, y arranco en JFK, paso de puntillas por Harry Potter, me imagino al Halcón Milenario esquivando los asteroides en El Imperio Contraataca, y termino desembocando en mis favoritas, en el tema de ET a piano (Over the moon, sí), en el final apoteósico, casi sinfónico, de Encuentros en la Tercera Fase, en la persecución épica de esos barriles hundidos en Tiburón, o en el que fuera su último óscar por La lista de Schindler. Es verdad que estas últimas son películas de Spielberg, pero también ha sido compositor fetiche de Lucas o de Oliver Stone. No creo que puedan entenderse los unos sin el otro, de hecho, el artífice silencioso del éxito de las primeras películas del bueno de Steven es este viejecillo de aspecto bonachón, este gordinflón redondito de gafas metálicas y batuta en ristre, que sabe, como lo sabe Spielberg, que para que una película funcione la música es uno de los ingredientes más importantes, y que no basta con reunir un puñado de canciones de U2 o Elvis y pincharlas en la escena que a uno le parezca bien. Es cierto que se venden muchos discos (que se lo digan a Tarantino, un tipo sin oído ninguno y ecléctico gusto musical, cuya selección para Kill Bill u otras, de puro chirriante, hasta tiene su punto); pero, de cara a enfatizar los momentos adecuados de la cinta, una banda sonora compuesta a posteriori, como lo hace John Williams, siempre será el mejor resultado. Hay otros grandes compositores de BSO en la historia, especialmente en los últimos 30 años. Jerry Goldsmith, que es bastante parecido, pero para mi gusto peor, que en paz descanse; James Horner, Ennio Morricone (un auténtico artista, aunque sus composiciones funcionan independientemente de la película para lo bueno y para lo malo), Hans Zimmer, Danny Elfman; y antiguamente mi adorado Mizlos Rozsa, el gran Bernard Herrmann que ponía música a Hitchcock, o Leonard Bernstein. Todos ellos son muy buenos, pero John Williams tiene algo especial: su sentido sinfónico que consigue acompañar a la película y coser a la vez los temas principales, y también sus fanfarrias, empezando por los temas de Superman, de Star Wars, y claro, de Indiana Jones. John Williams es un hombre ya muy mayor y el día que se muera me vestiré de negro. Nos deja una colección de bandas sonoras fantásticas, un saco lleno de música para recordar, y eso hace del mundo un lugar mejor, y no hay tanta gente de la que se pueda decir éso.
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16/9/09

Suma y sigue

Indiana Jones V
Parece ser que los miércoles es el día de las secuelas; y no me refiero solamente a las psicológicas (que las habrá, sin duda) sino a las continuaciones de películas de éxito. Excepto El Padrino II, y la cuarta parte de La Bola de Cristal (¿o ésa no era una película?), la mayoría son inferiores a las originales por alguna extraña ley metafísica, y siempre de acuerdo a la sucesión de Fibonacci (es decir, una progresión geométrica en caída libre y sin frenos). Habrá quien se extrañe de que pueda haber otra película de Indy, con Harrison Ford rozando las setenta castañas y, lo que es peor, conviviendo con Calista desde hace años. Bueno, pues se rodará en cuanto el guión esté listo, aunque para saber éso no necesitábamos de un anuncio oficial. La cuarta entrega recaudó casi 800 millones de dólares, que como podéis suponer es mucho dinero (vamos, que no lo gano yo todos los días). Y aquí los tres mosqueteros Lucas, Spielberg y Ford, que se pasaron con el presupuesto unos milloncejos de nada (que se fueron al doble, vaya, y es que los extraterrestres infográficos tienen unos salarios de aúpa), renunciaron a su sueldo a condición de cobrar un porcentaje de los ingresos si la peli sobrepasaba los 400 millones. Como resultado, dicen las malas lenguas que se embolsaron unos 90 millones de dólares cada uno, lo que haría que Ford sea el actor mejor pagado de la historia. Como lo oís. Así que tendremos Indiana Jones para rato, sea en el geriátrico o con Harrison Ford embalsamado cuan momia de Tutankamon, sombrero en ristre y animado por el espíritu del gran marionetista Jim Henson, que quizá vuelva de la tumba porque, bueno, por 90 millones de dólares, lo que haga falta, ¿no? Si es que me hierve la sangre con estas cosas; yo hoy había pensado hablar de John Williams, como me había recomendado mi psicólogo el Dr. Alce, pero es que el lado oscuro es tan tentador... En fin, tiemblo sólo de pensar en el título de esta nueva película: ¿Indiana Jones y el Tacatá de Oro de Moctezuma? ¿Indiana Jones y La Leyenda Perdida de la Gripe A?, ¿Indiana Jones y el Fantasma de la Gallina Dorada? Se abren las especulaciones de aquí al 2012. Y Cristiano Ronaldo con ansiedad. Malos tiempos, afirmo.

Harrison Ford, echando cuentas

21/8/09

Magia

En busca del Arca Perdida
La primera entrada ha de ser para esta película. Las hay mejores, con mejores actores (mejor dirección lo dudo) y que seguramente tengan mejores diálogos y finales memorables. Pero si el cine, además de ser una sucesión de imágenes proyectadas sobre una lona blanca, tiene algo de mágico, es en esta película donde hay que detenerse. Y sí, en otras también, pero no en todas tenemos a Harrison Ford llevando fedora y látigo. Ahora son iconos, pero no estaba tan claro hace ya casi treinta años, cuando a estos tipos, a Lucas (que desde su divorcio en el 84 no ha vuelto a ser el mismo), a Spielberg (que sigue siendo el mejor narrador de la historia, el mejor director vivo), y a Lawrence Kasdan (que borda un guión magnífico), trazaron esta mezcla perfecta de humor, de aventura, de personajes con carisma, de escenas inolvidables. Dice mi novia (cariño, un beso) que se asustó el otro día un poco comprobando que me sé los diálogos de memoria. Es cierto (no todos, ya me gustaría), pero la verdad es que cada vez que la veo, descubro algo nuevo, algún detalle, o quizá soy yo el que la miro con una perspectiva distinta. Hace poco me di cuenta del mensaje pro-semita que contiene, y que yo, acostumbrado a verla desde niño, no había visto antes. Las tablas de Moisés dando buena cuenta del ejército nazi, en una suerte de venganza anticipada (así que al final le debemos a Indy el que Netanyahu no la monte más gorda todavía, porque claro, el Arca está en manos de "nuestros expertos"). En todo caso, McGuffin propagandístico o no, da igual. Da igual que haya escenas violentas, que los submarinos no vayan por encima del agua, yo qué sé, que sea una película de tiros o que no salga Bogart. Indiana aparece de entre las sombras enrollando su látigo en la selva, y, a partir de ahí, ya sea persiguiendo camiones a caballo, huyendo de las serpientes en el Pozo de Almas o cerrando los ojos en el momento justo, todo es una oleada de magia, una corriente de energía que anticipa el final apoteósico. Habrá a quien no le guste; ya lo siento por ellos.

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