Tragedias cotidianas
En
Tururú, la multipremiada y aclamada película de Haneke nos ha dejado bastante
fríos, la verdad. Otras versiones de la misma historia (desde Million Dollar
Baby a Mar Adentro, muy dispares pero con muchos puntos en común) nos han
gustado más. Tal vez los premios hayan venido porque se necesita atraer la
atención hacia este tipo de historias, para que, al menos legalmente, cambie el
futuro de muchas de esas personas que, por desgracia, están en la misma
situación que la pareja de ancianitos protagonista. Amour se empeña en
demostrarnos, por si no lo teníamos demasiado claro, que la vida es una mierda.
Recordatorio éste que ciertamente sobra para los que ya lo sabíamos.
Amour
es una buena película. Las interpretaciones son de aúpa, con un trío de actores
en estado de gracia. La dirección es sobria, sabia, mostrando los
acontecimientos con crudeza y distancia. A mí, sin embargo, me ha parecido
lenta, estirada, y, en algunos momentos, demasiado “barata” (en particular, la
metáfora con la paloma resulta de una simpleza decepcionante). Y añado ( y esto
ya es seguramente muy personal) que me hubiera gustado un final más elaborado,
que solucionara los interrogantes legales o simplemente entre los personajes, más
allá del drama personal que adivinamos en el rostro magnético de Jean Louis Trintignant.
Amour es una película triste que huele a otras historias, de visionado difícil,
y que desde Tururú nos hubiera encantado recomendar. Pero no.
Lo
mejor: los actores, magníficos
Lo
peor: haber vivido de cerca el drama que se nos narra. Ver la película entonces
debe de ser atroz, masoquismo puro.