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miércoles, 30 de octubre de 2013

Uno, treinta años después



Hace treinta años creía que el peronismo había cumplido su etapa y que ese "peronismo pueblo" del que nos hablaba Oscar Alende debería confluir con nosotros, el partido que con raíces en la intransigencia radical era portador del proyecto que lo conduciría al triunfo. Hoy veo que esa era una más de las tantas lecturas que se han edificado desde la izquierda gorila. Cierto es que en aquellos años lo que se veía desde afuera en términos de conducción  del peronismo daba cosita, digo Robledo, Luder o Taccone. Pero bueno, en ese error andaba uno. Uno que abrevaba en Jauretche y toda la teoría nacional-popular que, naturalmente, tenía al peronismo como centro. Uno que se devoraba los ejemplares de "Unidos", uno que siempre pensaba que muchos tipos que tenía como referentes eran peronistas. Qué se yo: Dolina, Verbitsky, Favio, Nebbia...

Uno que en 1987 hasta perdió el trabajo en la cámara de diputados de la provincia por haber jugado a fondo por el frente con Cafiero y depender de un diputado muy gorila que no pudo con sus pelos y le calzó un puntín en el orto de aquellos; uno que luego apostó al Tony fuertísimo y en el 88 se tuvo que comer la derrota con Menem y entender que de todas maneras había que seguir en el FREJUPO, y lo hizo contra viento y marea, cuando muchos compañeros se abrían (qué bárbaro, el turco nos pagó con la Subsecretaría de Acción Cooperativa para Horacio Viqueira y la embajada pocala para Mario Burkum. Eso valíamos para él -y quizá no se equivocó-)

A esa altura ya estaba claro que uno iba a estar siempre en torno al peronismo. Hoy, uno se declara "peronista de Manolo" y celebra que su sino político sea el que es. Hoy uno no sable si es peronista o no, pero canta de memoria y con emoción la marcha y siente en sus entrañas político-ideológicas el reacomodamiento de miradas y concepciones. Durante veinte años, en cada aniversario de Evita uno pasó  el poema "Eva", de María Elena Walsh en versión de Susana Rinaldi y se emocionaba, pero hace un tiempo captó algo en esa obra que es muy difícil de explicar pero es más o menos así: Está hecha como homenaje y desde el respeto, pero también desde la clase media antiperonista, pero "eso" no está en las palabras ni en la interpretación vaginal de la tana, "eso" se lo percibe sólo desde el peronismo.

Uno entendió la lógica de este subsistema político y ya entrando en la madurez canosa y panzona siente que al menos ha llegado a entender cómo late esta complejísima maquinaria política y social.

Uno no sabé qué carajo es, pero tiene muy claro que de acá no se mueve.

miércoles, 29 de octubre de 2008

25 años del 30 de octubre de 1983

Seguro que los radicales van a intentar apropiarse de los 25 años que se cumplen del 30 de octubre de 1983. Por un lado está bien, pero sólo por un lado: el que se refiere a su triunfo electoral.
El resto de la fecha se refiere al retorno a la democracia formal, retorno que como grita la memoria quien la escuche, estuvo altamente influido por la debacle política de la dictadura, principalmente por Malvinas.
Es feo escribirlo, pero las elecciones no le fueron arrancadas a los milicos por un pueblo en lucha, movilizado y decidido a entregar su sangre por la causa.

¿Será ese el sino de esta democracia?

Hubo sin dudas sectores que lucharon. Cómo olvidar, por caso, la movilización de la CGT reprimida con dureza horas antes de la aventura malvinera. Cómo olvidar la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y del resto de los organismos de Derechos Humanos.
Pero hubo también compatriotas que llenaron la plaza de Mayo de Galtieri.
Cómo olvidar que al calor de la más sangrienta dictadura un puñado de empresas construyó un poder colosal que hasta el día de hoy sigue condicionando los destinos de la patria y que nada menos que un hijo de uno de esos empresarios es presentado ahora como la alternativa política de la derecha.

Este cuarto de siglo de vida democrática llega flaco fané y descangallado.
Pensé en poner punto y seguido y escribir que somos un poco injustos con nosotros mismos si no le damos a estos 25 años un poco más de importancia.
Pero no, puse punto y aparte porque al fin y al cabo habrá que asumir que si no se quiere celebrar es porque en el fondo se debe estar sintiendo que no sobran los motivos.

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