Si esta empresa sigue burlándose de las leyes laborales y amenazando con retirarse del país; Si se van acumulando sobradas pruebas de que incumple la legislación argentina y de la OIT; Si esta actitud incendiaria sólo va aseguir provocando una estampida de protestas, cortes y por ende un buen caldo de cultivo para la metralla del Dispositivo Mediático, el gobierno debería tomar el toro por las astas, y ello significa ni más ni menos que exigirle a la empresa que cumpla con la ley y si no se la expulsa del país.
Esto, que puede sonar a chavismo loco, no sólo es lo que haría cualquier país que se precie ante una prepoteada como la que estamos padeciendo, si no una medida que a la larga es menos riesgosa que dejar crecer los muchos conflictos que están latentes y que son potenciados por actitudes como la de esta patronal.
Porque esta actitud de Kraft se enmarca en una escalada del empresariado para imponer nuevas reglas de juego y que, como siempre, la crisis la paguen los trabajadores, con despidos y achicamiento del poder adquisitivo del salario.
Es inescindible este accionar de Kraft de ciertos movimientos de la UIA y de emblocamientos como AEA que claramente están expresando que el país debe retornar inexorablemente a los noventa.
Aunque la figura de la expropiación pueda parecer una medida que genere demasiada turbulencia, no creo que haya otra salida para el gobierno.
Sólo obligando a Kraft a cumplir con la legislación vigente -y si no lo quiere hacer que se vaya del país- el gobierno podrá posicionarse en el centro de la escena y lograr cierto oxígeno para seguir teniendo juego. De lo contrario, la imagen de grupos cortando calles por todos lados y los medios enloqueciendo a la clase media se tornará insoportable.
El gobierno debe dar una muestra de autoridad lo antes posible pues sino quedará aprisionado en un escenario donde el "kaos" termina siendo, como siempre, funcional a las corrientes más reaccionarias.
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