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martes, 30 de septiembre de 2008

Me asusta no creerle a los gurúes

Leo, escucho, busco y revuelvo por todos lados y no encuentro explicaciones que logren indicarme concretamente en qué nos afectará el “Efecto jazz”. Y eso me asusta porque temo estar bailando en la cubierta del Titanic sin darme cuenta ¿Se entiende?
Cierto es que un crack como el que está padeciendo el capitalismo en su ombligo va a influir en el resto del mundo, pero no encuentro mucho más que titulares como el ya antológico de Clarín (“Algunos problemas de Argentina reducen el impacto de la crisis”) o uno muy voluntarista de hoy en La Nación sobre el fin del “Viento de cola”.
La verdad es que el cenáculo de gurúes sigue escribiendo y hablando como lo hizo siempre, pero sus previsiones no se compadecen con la realidad. Cuando nos decían que estábamos “haciendo bien los deberes” (¿Deberes? ¿Para quién? Seguro que no para el pueblo) nos iba como el orto. En otra época nos hablaban de las “Reformas pendientes” (Je, “Reformas”...) Si hasta el padre de la criatura vino luego auspiciado por el icono del progresismo vernáculo del Varela Varelita ha concretar las tareas pendientes y volcamos mal...
Y ahora le están volviendo a poner micrófonos para opinar...
Después nos vendieron un dólar a casi diez pesos...
Y desde que empezó el repunte, cuando los colectivos volvieron a llenarse de trabajadores, cuando empezaron a hacerse más asaditos en el segundo cordón, cuando mejoró objetivamente la situación de una porción interesante los que estaban en la lona, esos mismos jetones arrancaron con el discurso del “veranito” allá en las primeras épocas de Roberto Lavagna.
Cuando al pueblo le empezaba a ir mejor, para estos charlatanes la situación era pésima. Y ahora andan buscando motivos para el sufrimiento y no logran trascender las frases hechas.
La verdad, no logran asustarme.
Es como que cuando estos gurúes anuncian lluvia, salgo en hojotas.
El problema es la cantidad de espacios que tienen para lanzar sus pronósticos. No hay diario que no abras donde no estén opinando, no hay radio que enciendas donde a los pocos minutos no irrumpa alguno de estos bocones a repetir lo mismo.
Sé que esto que escribo es producto de una sensación térmica estrictamente personal, pero a esta altura de mi vida algo me dice que debo darle un poco de pelota a la realidad concreta que vivo.
Sé también que es la cabeza dependiente de estos tipos la que les impide pensar la crisis desde otro lado, tal cual lo plantea Alfredo Zaiat. Es la cabeza de los gurúes y de la dirigencia empresaria argentina la que no llega a evaluar que estas coyunturas pueden ser útiles para salir a jugar distinto en el mundo.
Son incapaces hasta para evaluar, tan sólo eso, si esta crisis no puede favorecernos en algo. No está en su software. Están formateados así, para la dependencia.
Fueron preparados sólo para la rapiña de cabotaje.

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