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viernes, 16 de octubre de 2009

Hay una Argentina de mierda


El tema es complejo y hay mucho escrito al respecto, no obstante expondré algunas ideas que se amontonan en el zapallo por estas horas a propósito del grifo de hipocresía apestosa de la Argentina que Maradona reabrió con sus dichos.


Hoy escuchaba una edición de los dichos del Diego con las bestialidades que lanzó Reutemann, pero claro, el Lole es al fin y al cabo "gente como uno", un pobre y atormentado señor acaudalado que sin ninguna necesidad sufre por la patria y al que la suciedad de la política lo sobrepasa...


¿Porqué no se van un poquito a cagar?


Hay un desprecio por lo argentino, por lo nuestro, por nuestra música, por nuestra cultura, por nuestra forma de ser. Hay oficinas donde se prohíbe tomar mate y hasta hogares donde no hay una bombilla. Hay un desprecio al tango porque es llorón y al folklore porque es anticuado. Tanto asco no puede venir de otro lado que no sea de la ideología de la oligarquía y de esa cobardía tan especial del cipayismo vernáculo, esos que se creen "ciudadanos del mundo" porque trabajan en una agencia de turismo o porque varean a contingentes de viejas cacatúas australianas por las Cataratas y Bariloche una vez por mes.

Son los que terminan gozando con la vejación de que son objeto siempre y cuando el que los empome venga de afuera. Pero eso sí, después, en el cabotaje cotidiano, son unos machos que dan miedo...

Son siempre los mismos, observelos, señora.


Observe la geta que ponen cuando hablan de "este país", es la misma que cuando se refieren al "negro de mierda" o "la conchuda". Sus padres y abuelos también seguro que ponían la misma geta cuando pintaban "Viva el cáncer" o cuando despotricaban contra la Industria Nacional y aplaudieron la fiebre importadora de Martínez de Hoz, ni hablar de cómo gozaron con el 1 a 1 de Cavallo.


Una sola vez salieron a la calle, fue para clamar por la liberación de su guitita, retenida por el republicanismo de la Alianza Cívica y Social en el corralito cavallista, y en ese frenesí propio del "hacé la tuya" no se dieron cuenta de que llegaron a cagar a patadas a un anciano llamado Roberto Alemann ¡Justo él! que no hizo otra cosa en su vida que no fuera militar a favor de los de afuera y los ricos de adentro.


Era enero del 2002 cuando lo corrieron como vándalos por la city porteña, pero eso sí, expresándole su disgusto con frases del tipo "Disculpe señor, pero sospecho que usted tiene algo que nos pertenece"... nunca una palabrota...


Hay una Argentina de mierda que chorrea tipos de esos que viven pensando en emigrar, que abominan el haber nacido acá, que sienten que el país no los merece. Esos que quieren comer como en Belgrano pero pagar como en Lugano, esos que comen mortadela y eructan pollo, esos son, vaya sorpresa, los que se indignan con Maradona.


Ha calado muy hondo el asco oligarquico. Ha penetrado muy adentro esa noción de que esta tierra sólo sirve para la siembra y el engorde de ganado de modo que los suculentos dividendos que se obtengan se quemen en suntuosas orgías parisinas


Y ha causado mucho daño porque los que han tomado esa noción son, como siempre, un montón de nabos de ciertas clases medias que terminan siendo más papistas que el papa.


De ahí es que viene esta preocupación por el "qué dirán" en el exterior, por cómo nos ven...De ahí que a diario aparezcan en los blogs un montón de comentarios de pelotudos sublimes que reproducen notas previsiblemente pobres de El País de Madrid (España de charanga y pandereta / de espíritu burlón / y de alma quieta)


Si siempre nos vieron como una colonia, como una factoría, como un granero enorme ¿Quién les ha hecho creer a esta caterva de tilingos que el mundo se horroriza por las palabrotas de Maradona?


Pero como tienen la cabeza y el alma puesta allá, en Europa o en Chile si fuese necesario -con tal de nunca tenerla acá- se desangran por lo que puedan pensar de ellos, son como ese negro cubano que le dice a su negra:


"No negrita, no


no bailes más la Conga así


No negrita, no


mira que soy de sociedad


y si a mí me ven bailando como en el Manglá


toda mi argumentación de negro fino


se me va a caer..."







Así son. Una verdadera bosta.

miércoles, 17 de junio de 2009

El problema no es de modales


Joaquín Morales Solá escribe hoy:

“Kirchner mantiene un debate soterrado, en voz baja, con sus asesores políticos y de opinión pública. Estos le recalcan que el hombre peleador y crispante espanta a la gente común. Kirchner se pregunta, y pregunta, por qué debe abandonar un modo que le fue útil durante tanto tiempo. "La gente me sigue cuando soy como soy", repite.”

Tengo muy claro que no me cuento entre “la gente” porque precisamente una de las características que más me cautiva de Kirchner es cómo sale a menudo con los tapones de punta contra la gran prensa y sectores de poder a los que aborrezco.
De la misma manera que me encanta ese perfil de Kirchner me dan definitivamente asco esas poses tipo Cobos, esos que ponen cara de buenos, cara de nada. Pero soy yo, lo tengo claro, que no soy como “la gente”

Es probable que lo que diga Morales Solá sea cierto porque generalmente los asesores de imagen dicen eso y es muy probable que el ex presidente haya dicho que la gente lo sigue cuando es como es.
El problema no es de modales.

El problema es que hay una porción muy grande de la sociedad que cree que ya no se necesita a Kirchner porque el país recuperó su status, porque “se normalizó” y ahora lo que se requiere son “buenos administradores”. Ya salimos del sofocón del 2001 y ahora retomamos la senda que traíamos y de la que no nos deberíamos haber corrido, de no ser por la tremenda impericia de Fernando De La Rúa y los radicales.
Esa gente que salió a cacerolear en 2001 escondiendo bajo el grito “que se vayan todos” el verdadero sentido de su brote participativo que era “devuélvanme mi plata”, esa misma gente que empezó paulatinamente a manifestar su asco por los piqueteros y poco a poco, en la medida en que mejoraba su situación, la emprendió contra el gobierno y los modales de los Kirchner.
Es cierto, los Kirchner no tienen buenos modales, pero nadie se acordaba de eso cuando hubo que reconstruir una sociedad que había quedado diezmada por las políticas que apoyaron a pie juntillas los mismos que ahora reniegan de los modales K.

Nadie de los que votan a De Narváez pueden sostener la mirada al fundamentar su voto, porque no encuentran otra motivación que no sea echar cuanto antes a los Kirchner del poder.
Hay, por cierto, una fracción que conoce los beneficios concretos de una derrota kirchnerista y un nuevo tiempo liderado por, ponele, Mauricio Macri. Los que siembran mucha soja y saben que se guardarán en el bolsillo el 35 % de las retenciones la tienen clara y saben que tendrán beneficios.
El problema son los otros, los que ,como siempre decimos, creen que su mejoría económica de los últimos 5 años se debió pura y exclusivamente a sus méritos personales. A esos la realidad los golpeará con dureza y quizá esté bien que eso suceda. A veces lo abstracto necesita corporizarse en un despido, en una cruel retirada de los chicos del colegio privado y una penosa reinserción en la escuela pública para que las lecciones se aprendan.
Hay una Argentina de mirada corta que está escupiendo para arriba y no se da cuenta de lo que le espera. Hay una Argentina que endiosó a un traidor que declaró impunemente que si decía lo que pensaba hacer no lo votaba nadie y que luego entronizó a otro tránsfuga que traicionó a su propio gobierno y ahora sigue fiel a su modo de ser cagando a Dios y maría santísima. Es la misma Argentina que ahora se apresta a votar por un tipo sin propuestas secundado por un vampiro político. Una Argentina que se la ve marchando alegremente al cadalso cual estudiantes secundarios en películas tipo Martes 13 o Noche de brujas que no sospechan la pesadilla que los acecha.
Y no sospecha porque sigue respondiendo al formato mental que le armaron, sigue siendo esa imagen de “The Wall” donde los escolares van por la cinta a la picadora de carne. Esa Argentina no sospecha lo que se viene porque está creída que siempre van a existir ricos y pobres, y tienen que gobernar los ricos ya que por algo lo son. Esa Argentina que duda en la existencia de Dios pero no se anima a declararlo, que no se banca la mentira de la Iglesia pero ni se plantea no bautizar a sus hijos. Esa Argentina se quiere sacar de encima a Néstor Kirchner, y es probable que lo logre más tarde o más temprano. Lo que no va a lograr es sacarse de encima su condena a seguir siendo estafada reiteradamente por los que ella cree que son los más capacitados para de manejar el rumbo del país.
Hay una hegemonía en términos ideológicos muy fuerte que renace ni bien se “normaliza” la situación económica (de ellos)
Más allá del accionar del dispositivo mediático, más allá del manijeo de los gurúes, hay como brotes, como chips, hay algo que está en la cabeza de un sector muy grande del país que se está activando. Es una hegemonía muy fuerte, es una forma de ver el mundo, son años de una educación y un formateo que ahora empieza a dar sus frutos.
Este país lleno de vivos, repleto de tipas y tipos que la tienen re-clara, que las saben todas. Este país para el que hasta Maradona es un gil porque pierde dos partidos pero lo endiosó por un gol con la mano. Este país que creyó mojarle la oreja al colonialismo británico con la habilidad del Diego en un Mundial, este país está respondiendo a los mandos naturales, a los de siempre.
Este país no se da cuenta que no son los modales de los Kirchner sino el proyecto global lo que verdaderamente importa. No son las políticas puntuales sino el bosquejo general lo que nos benefició.
No se dan cuenta que lo del INDEC fue una cagada, pero que aún así sus estadísticas siguen siendo más fieles que los de estudios privados.
No se dan cuenta que las cosas mal hechas se pueden corregir.
No se dan cuenta que el mundo que nos vendieron explotó en mil pedazos y que nosotros hubiéramos volado por los aires de no haber existido un dibujo macroeconómico como el que diseñó Kirchner.
Si hasta el mismismo Miguel Angel Broda tiene que reconocer que las cosas no están tan mal.
A veces pienso que hay gente que se merece un sablazo de realidad. Sé que no es correcto escribirlo, sé que es antipolítico, sé que genera veneno, pero sé también que si tengo un blog es para decir lo que pienso y lo que siento.
Y siento esto, siento que el problema no es de modales. El problema es de hegemonía, el problema es que estamos convencidos que lo importante es no perder, el problema es que estamos convencidos que el tango es llorón y que Sarmiento no faltó nunca a la escuela, el problema es que creemos que nosotros somos unos capos bárbaros en lo individual pero el problema lo tiene “este país”. Sentimos como que el país no nos merece o que merecíamos haber nacido en otro lugar. Eso es hegemonía, eso son años de política e ideología en la educación, años de Astolfi e Ibañez. Años de pensar que la materia más difícil es matemáticas porque a las otras las memorizás y listo.
Ya está, ahora que se normalizó de nuevo el país retomemos la senda de lo que siempre quisimos ser.
Suerte.
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