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martes, 6 de octubre de 2015

A 15 años de la renuncia de Chacho Alvarez


En la pag 299 de "Clarín, la era Magnetto", se lee este párrafo que de alguna manera sintetiza la visión y la práctica política de Chacho Alvarez. Recuerdo que en 1994, para las elecciones de constituyentes, con un grupo de amigos queríamos fiscalizar para el FREPASO y nos costó horrores hallar un local en toda la zona norte de capital, finalmente encontramos uno en Villa Urquiza. Recuerdo también la renuncia de Chacho, gran conmoción en los medios y nada de impacto en la calle.

Con esa renuncia, de la que hoy se cumplen 15 años, aprendí que la construcción política, apalancada exclusivamente en los medios, no tiene destino.

La renuncia me empezó a doler de manera creciente con el paso de los días, hasta que comprendí el motivo: Chacho nos había traicionado. Muchísima gente lo acompañó para que diera la pelea. Para que metiera las manos en la mierda y construyera, no para escapar ante la primera gran confrontación dentro del palacio.

Pero hoy observo que esa experiencia fue útil, porque a muchos "progres" nos demostró que así no se disputa poder, que hay que ir por otro camino. El resto de la enseñanza nos lo proporcionaron Néstor y Cristina.

martes, 24 de diciembre de 2013

¿Para esto renunciaste, Chacho?


La pregunta en realidad debe ser ¿Para esto hiciste la Alianza? ¿Para perder una interna abierta que se sabía de antemano que se perdía, para ser minoría de un gobierno que por ende sería más de lo mismo y huir en el 12, con la cara en alto y la responsabilidad política por el piso?
El honestismo es la fase superior de la antipolítica. Irrumpe cuando a un pueblo le han quitado esa herramienta vital para operar sobre su presente y su futuro. Una sociedad sin política está destinada a elegir Ceos que recurrirán a cualquier metodología con tal de llevar adelante el programa de los mercados, como sin ir más lejos coimear para sacar la “flexibilización” laboral, y ante esto no hay defensa, el honestismo es apenas un consuelo para almas puras que no incide en el curso de los acontecimientos y por ende termina operando como una suerte de complicidad por el absurdo. Chacho se fue y salvó su ropa, pero los argentinos que votaron a De la Rúa por él y las banderas del Frepaso quedaron engrampados hasta las manos y padeciendo un gobierno que el vicepresidente había convocado a votar.

sábado, 16 de marzo de 2013

"Nunca estuvimos tan desunidos"

Días atrás escribí este post donde desarrollaba la idea de que la norma Iram de la democracia la daba el acatamiento al estado de cosas que dejó el neoliberalismo. Algo similar está ocurriendo con el concepto de "desunión" y más fuertemente a partir de la unción de Jorge Bergoglio como Papa. El discurso que promueve el dispositivo mediático opositor es que "nunca hemos estado tan desunidos como en este tiempo" y que el reponsable de ello es, por supuesto, el kirchnerismo. Acá tenemos otro buen filón para analizar: ya no sólo será un demócrata hecho y derecho quien desde la izquierda o la derecha no atente contra la estructura neoliberal sino que ahora se suma la noción de que aquél que busque trastocar el estado de cosas desune y promueve la discordia entre los argentinos. Subirle impuestos al campo ya no es una reparación social sino un ataque artero a la "unidad" de la sociedad.

La "unidad" significa el retorno al país previo al 2003 y no es raro que esto sea así, no debería extrañarnos que muchos argentinos anhelen la "normalidad" de los noventas. Fue muy fuerte la avanzada de aquella década, fue voraz el lavado de cerebros. Basta recordar que el conjunto de los medios de comunicación avalaban por completo el proyecto político-ideológico del menemismo y que a lo sumo se criticaban aspectos formales. A los 7 años de dictadura y neoliberalismo feroz, sucedió un interregno de 6 años de zozobra y luego sobrevino la década de los 90, que llegó para "poner orden y previsibilidad" en una sociedad que andaba a los tumbos.

Luego, esa "normalidad" se vio afectada por la falta de pericia del radicalismo y casi nos disgregamos como nación, pero siempre las usinas de las minorías repitieron incansablemente que si bien nos habíamos ido a la banquina, el problema fue del conductor, no del vehículo. Por ende siempre estuvo subyacente la noción de que con un buen volante, se podía seguir avanzando con el mismo rodado. Esa idea es la que astutamente han venido vendiendo bajo el packaging de "unidad" y "democracia". Estará por la unidad y la democracia aquél que no confronte con la noción de que el vehículo (el neoliberalismo) todavía puede dar respuesta. Dentro de este bloque hay que incluir a sectores del progresismo y la izquierda que, aunque sueñen con cambiar el estado de cosas del neoliberalismo, por sus escasas posibilidades de acceder al poder terminan siendo visualizados y utilizados por los medios dominantes como aliados. La derecha ha crecido en este aspecto y toda fuerza política menor, por más que tenga un discurso antisistema, será apañada y utilizada en la acumulación de masa crítica contra el enemigo principal, que no es otro que el populismo.

El modelo de "democracia" y "unidad" son los noventa, el punto más alto de la hegemonía de los grupos económicos, aquella etapa en que la oposición a Menem la articulaba Mariano Grondona los jueves en "Hora Clave" y donde Chacho Alvarez y Cía planteaban que la estructura estaba bien, que sólo faltaba una gestión más transparente, sin corrupción. Los tiempos en que lo que se buscaba eran "buenos administradores"...

No es casual, entonces, que todo intento de alterar ese estado de cosas será señalado como disolvente y antidemocrático. A este análisis hay que recurrir para confrontar con la noción, cada vez más instalada, de que "los argentinos estamos más desunidos que nunca". En realidad no estamos más desunidos, lo que sucede es que se quebró la hegemonía del discurso neoliberal, o sea, se quebró la "unidad"...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Argentina: Un fin de año distinto (Escrito en 2001)



Pensé que este texto era inhallable pero por suerte lo acabo de encontrar. Lo publiqué el 16 de diciembre del 2001 en Rebelión.org. Es una descripción mordaz de lo que estaba pasando en 3 días antes a la caída del gobierno de la Alianza. La verdad, lo leo hoy y me estremezco pero al mismo tiempo me alegro de comprobar que en esos días tuve clara conciencia de lo que estábamos viviendo.

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El fin de año argentino registra un inusitado incremento de la "Ola de inseguridad". Según fuentes inobjetables, el "modus operandi" de los saqueos presenta razgos novedosos: Mientras decrecen los robos en las barriadas y comercios pequeños, se percibe un altísimo incremento delictivo en otras esferas. La actividad del hampa barrial se ha visto resentida por la ausencia casi total de circulante. Se estima que muchas bandas del conurbano están pensando en viajar a Universidades de USA para realizar cursos intensivos de Economía.

 Lo curioso es que esta nueva situación económico-social genera "saudades" en la clase media. Una señora típica del barrio de Belgrano le cuenta a este redactor que "estaba mejor cuando los robos me los hacían jóvenes de 16 años" "En esos tiempos - prosigue la blonda belgranense- una podía perder 80 pesos que llevaba en su cartera, pero iba al cajero automático y extraía más dinero. Ahora no tengo alternativa" Son varios los testimonios de comerciantes que están empezando a visualizar que la delincuencia más temible y devastadora no es precisamente aquella que denostan Hadad y Feiman (Eduardo), sino la encarnada en personas otrora consideradas dirigentes esenciales para conducir los destinos del país. Un kiosquero de Saavedra que ya no sabía dónde esconder 3.500 pesos que conservaba como un fondo para cubrir eventualidades como robos semanales decidió a fines de noviembre transformarlos en un Plazo Fijo. El 3 de diciembre Eduardo comprobó que los había perdido para siempre. Eso sí. No hubo violencia, armas ni rehenes. "En todo caso -comenta Eduardo- ahora el rehén es mi dinero". A Eduardo le robaban un promedio de 65 pesos por semana. Ahora le robaron $ 3.500 en 48 horas.

 La clase media argentina, esa que tanto creyó beneficiarse con "las reformas" de Cavallo y Cía, esa que aplaudió el retorno de mediterraneo al Palacio de Hacienda, esa que pensaba que la mudanza a Countries o la seguridad privada era la única solución para su creciente inseguridad, se encuentra en estas horas desconcertada. El agresor no parece provenir de las clases pauperizadas, sino del mismísimo corazón de los sectores medios y medios altos vernáculos. Las casas están cubiertas de rejas, con reflectores que se activan al paso del transeunte por la vereda y -en menor medida- con cámaras filmadoras que registran cualquier movimiento extraño en la acera. Las 4 X 4 con sus vidrios polarizados están más seguras, pero con el tanque vacío.

Por otra parte, curiosa es la encerrona en que se encuentran ciudadanos que habitualmente veraneaban en Punta del Este u Orlando. El presupuesto sólo les alcanzaría para una quincena en Las Toninas [playa cercana a Buenos Aires]. Estos son algunos pocos casos que retratan el presente de la otrora portentosa "Clase Media Argentina". Creyó en las privatizaciones, apoyó a pie juntillas el desguase del Estado y le dió puntos de rating a los medios más amarillos y discriminadores. Y ahora se encuentra con que "sus amigos", "sus dirigentes", son el enemigo más temible. Los "malvivientes" se presentan de saco y corbata, con postgrados en Londres y Boston.

 Si es cierto aquello que sostiene que "los sectores medios se mueven por sus intereses" podríamos concluir que quizá nuevos vientos soplen en la vida política argentina. Los plazos fijos, los ahorros solo podrán ser "visitados" una vez al mes. Ya no serán mujeres de Fuerte Apache [barrio marginal de Buenos Aires] las que irán una vez cada treinta días a visitar al familiar preso. En lo sucesivo, serán señoras y señores bién vestidos quienes podrán, sólo cada treinta días, visitar ese dinero que los hacía "diferentes" y "ganadores". Ese dinero que los enorgullecía por vivir en un país donde, salvo los negros y los villeros, todo andaba fenómeno...
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martes, 1 de marzo de 2011

Hay un discursito...

Hay un discursito de algunos compañeros peronistas que da para pensar y es ese razonamiento que banca a Scioli diciendo que estuvo en el peronismo mientras Sabbatella, por caso, estaba con De la Rúa.

¿Y?

¿Cuál es el problema?

O dicho desde otro lado

¿Cuál es el problema de no haber estado con el peronismo cuando éste jugaba en contra de los sectores populares?

Está bien, lo de la Alianza fue un cachivache ¿Pero lo otro?

¿No seremos capaces algún día de comprender que en el marco de la derrota todas las opciones fueron erradas?

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jueves, 16 de septiembre de 2010

Gran post sobre la Alianza y el progresismo


Pesqué este post de Alejandro Turner que me encantó y quiero compartirlo. Les dejo, como para que piquen este párrafo espectacular.


"El problema pareció ser que esas supuestas diferencias se resolvieron a partir del alineamiento reverencial de las fuerzas autodenominadas progresistas detrás del sector más reaccionario de la UCR. No hubo peleas que impidieran avanzar. Hubo silencio cobarde. Roto sólo para denunciar un caso de corrupción, gravísimo, cierto, pero no una disidencia de fondo."


Sigan leyendo acá:

miércoles, 30 de junio de 2010

López Murphy admite que el ajuste del 2001 fue "moderado" en relación a lo que están haciendo en Europa



En este audio (que dura un minuto) el ex ministro de economía la Alianza reconoce que los descuentos a jubilados y trabajadores, tanto como el intento de reducir el presupuesto de la UBA fueron "extremadamente moderados" en relación a lo que están haciendo ahora Grecia, Portugal, España y la mismísima Gran Bretaña.

¿Cuál es el meta mensaje de López Murphy?

¡Que se quedaron cortos!!


¿Y cuál es el anticipo de estas declaraciones?


¡Que ya saben qué hacer si llegan al gobierno!


No por nada Cristina le discute a Sarkozy y el presidente de Francia acusa el impacto. Porque nuestra presidenta les dice lo que ellos saben muy bien. Son plenamente conscientes que así como van, chocan. Pero no quieren que nadie se los diga públicamente.

Ricardo López Murphy, el gran rebajador de precios. Una de las eminencias intelectuales del Acuerdo Cívico y Social nos está anticipando que lo que se viene es el modelo europeo.


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Mención especial al perro que mete cuando dice "Fuimos a enfrentar los problemas del país como se hizo en el 2003, en el 2005 y en el 2007" ¡Como si la matriz de las medidas tomadas desde el 2003 en adelante fuese la misma que la que guió y guía su visión de la economía!!



(Audio extractado de un reportaje realizado anoche en el programa "Ahora ss nuestra la ciudad", que se emite por Radio Cooperativa de 21.30 a 22.30)

viernes, 26 de febrero de 2010

Condenados al Exito


Maestro de la perogrullada política, Eduardo Duhalde es un compilador de “Grandes Exitos” del discurso dominante en el país. Ahora plantea que hay que armar un proyecto que incluya hasta los seguidores de Videla…

Causa gracias

Y mete miedo

Lucas Carrasco es quien mejor ridiculiza el discurso duhaldista, quien con una gracia singular le saca jugo a máximas del hincha de Banfield como aquella de que “tenemos que ponernos de acuerdo en cuatro o cinco temas”

Hace días, Duhalde pidió que las Fuerzas Armadas se sumen para combatir “la inseguridad”, ahora lo menta a Videla. Está juntando votos de la derecha dura, de esa argentina agazapada, profundamente golpista, que sigue vivita y coleando.

No preocupa Videla, ni preocuparía tanto Duhalde sino existiese un bolsón reaccionario de tal tamaño.

Hay, en efecto, un núcleo duro embanderado con lo peor del terrorismo de estado. Y ojo que es más numeroso de lo que pueda suponerse. Excede y por mucho a los grupetes que junta Cecilia Pando.

Pero hay otro sector, mucho más numeroso aún y es esa asociación sin fines de lucro que nuclea al boludo tipo argentino, esa troupe de “vivos” funcionales que siempre tienen la oreja preparada para recepcionar las guarradas de Duhalde. Esos son realmente peligrosos porque son muchos. Son los que votan a Macri y después cacerolean porque se les inunda la cuadra y se quejan ante las cámaras porque “nadie hace nada” o que en estos días saldrán a putear porque el gobierno porteño les aumenta los impuestos para subirle el sueldo a los docentes (que tienen dos meses de vacaciones, etc, etc) Son los adalides del “no me jodan”, una rara especie de pseudo anarquistas de derecha. Son los cancheros, los piolas de la cuadra, los que permanentemente la tienen re pero re clara, los que repiten a cada instante que “siempre fue así y no va a cambiar”. Entraron al Estado por su padre, se patinaron el retiro voluntario con Menem, recorrieron todo el espinel del cuentapropismo y ahora le están sacando el jugo al Renault 21 vetusto que funge de remis.

Esa es la clientela de Duhalde y al mismo tiempo un contrapeso para todo proyecto que intente cambiar alguito la realidad, porque como dice el dicho popular, siempre es más complicado el equivocado que el ignorante. El equivocado cree que sabe, cree que tiene la posta, y en su fracaso personal proyecta el fracaso colectivo. Estos tipos que se las saben todas pero cada vez están peor terminan finalmente adhiriendo a las opciones más ramplonas por la sencilla razón de que les fue horrible en todo lo que emprendieron y total ahora, “perdido por perdido”… vocé me entiende ¿no?

Pero en su discurso nunca hay un reconocimiento de errores, una pizca de autocrítica. Ellos siempre hicieron las cosas bien, los que hicieron todo mal fueron los gobiernos. Los gobiernos que ellos mismos votaron pero jamás lo confesaron. Nunca votaron ni a Alfonsín ni a la rata ni a la Alianza. El mismo Duhalde que les dijo “El que depositó dólares, recibirá dólares”, ese mismo caradura al que tanto putearon, ahora los vuelve a convocar y estos especímenes, ejemplares del boludo tipo argentino, le vuelven a creer y vuelven a fantasear con que regresando a los tiempos idos de los noventa finalmente le encontrarán el agujero al mate.

Ahí anda Duhalde con sus 20 Grandes Éxitos de la mano de Terragno prentendiendo hacerle creer al país que la solución a todos nuestros problemas pasa por la entente radical-peronista del pacto de Olivos y el derrocamiento a De la Rúa. He aquí un discurso insostenible que no resiste el mínimo cotejo con nuestra historia reciente, pero apto, muy apto para los oídos de esta tribu.

Duhalde y Terragno plantean que sin tensionar el status quo, sin tensar ninguna de sus contradicciones, el país retomará la senda del crecimiento y la redistribución. Este discurso sólo puede tener anclaje en cabezas tomadas por la desmemoria, en mentes dominadas por ese hábito de proyectar la vida a través de los titulares de TN. Antes no había tantas teles en los kioscos, en las sala de espera, en los bancos y en cada lugar habitado por argentinos (sólo falta que pongan algunos LSD en las salas funerarias) Entonces ahora la coyuntura se reduce al “minuto a minuto” y la perspectiva histórica a media hora cuando lleguen los nuevos titulares, que son en un 90 % los mismos de la media hora anterior. Esto limpia cabezas, higieniza cerebros. La gente pierde la memoria, pero además se suma un actor nuevo que pinta para disputarle seriamente el control del Movimiento del Boludo Tipo Argentino a los que se fueron del Estado con Menem. Son sus hijos, los que crecieron con la revista Caras y con el Gomazo de Tinelli y el bilardismo de Torneos y Competencias. Esos a los que la inventiva sólo les sirve para dejar comentarios anónimos en los blogs, repitiendo titulares de Perfil.

Duhalde y Terragno operan sobre esas cabezas vaciadas prometiendo que volver a lo que nos llevó al borde del precipicio ahora nos conducirá a la gloria.


Lamentablemente, muy lamentablemente por cierto, ese mensaje cala hondo en esas cabezas vacías de ciudadanos que ya no tienen el puesto en el Estado, que ya no tienen la galletitería, ni la pañalera que resultó un fracaso, tampoco el parripollo que funcionó un añito y nada más, mucho menos el “drugstore” (que era muuucho más que un kiosco, vistessss) que en verdad dio pérdida desde el primer día. Ahora sólo queda el alquiler de la casa de la vieja y ese auto avejentado, con gomas lisas, con el que se yuga la diaria.

Lamentablemente hay cosas a las que no se puede volver.

Por eso se ilusionan con retornar a esos tiempos idos, aunque no se dan cuenta que ya no son los mismos y que casi no les queda nada, salvo, eso sí, ese típico envalentonamiento, esa pose, ese aire de superados.

Eso que a veces nos hace sentir unos malnacidos por pensar que en un punto tienen bien merecido que les vaya como les va.


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