Hay un microclima, una pecera, un coto de caza. Hay una desconexión, una anteojera, un taper. Hay más de lo mismo, hay encierro.
Escucho a todos los premiados y me alegro de verdad por ellos ya que son excelentes profesionales, eso está fuera de toda discusión. Me alegra mucho, incluso, que se premie la programación de Radio Nacional. Pero sería deshonesto conmigo mismo si no advirtiera que si año tras año los premiados son generalmente los mismos profesionales y las mismas emisoras, algo no está del todo bien.
El rating no lo es todo y tampoco le creo a IBOPE, pero cuando voy a la ferretería, cuando paro en un kiosco, cuando oigo la radio sonar en la vida cotidiana, escucho un abanico de emisoras que curiosamente no están reflejadas en los premios ETER.
Una verdadera lástima.
(La sala semivacía lo dice todo)
Si tres de las emisoras que están entre las primeras cinco en todas las mediciones no reciben un solo premio, algo raro está pasando.
Me preocupa porque percibo un creciente aislamiento, porque no logro escindir el clima ensimismado de estas premiaciones de ciertas anteojeras que impidieron ver la necesidad de modificar cuestiones que estaban a la vista de todo el mundo como la modificación del Monotributo o el MNI.
Hay un mundo encantado y un ejército de Liberación que lucha a brazo partido contra el mal encarnado ora en Darín, ora en el gordo Casero y vaya uno a saber mañana en quién.
Ey! afuera están pasando cosas...