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jueves, 11 de junio de 2015

Ha muerto Drácula, que pasó sus últimas décadas haciéndose llamar Christopher Lee


Tenía 8 años y le insistí tanto a mis padres que me dejaron ir a ver “Pruebe la sangre de Drácula”. El cine estaba a una cuadra de casa y era de mi tío. Ni la entrada pagaba. Recuerdo que la vi en el palco del Dr. Palo junto al Dr, su esposa y un sobrino de ellos que era amigote mío y venía los veranos a pasar dos o tres semanas. La verdad es que no recuerdo de dónde era, pero cuando sos de un pueblo, casi todo lo que viene de afuera, viene de Buenos Aires.

Todo era felicidad y gozo, hasta que empezó el film. Lo recuerdo como si lo hubiera visto ayer. Un carruaje surcando un bosque típico de toda película de terror y un joven que es lanzado a empujones, que queda solo en medio de la espesura. Al rato, comienzan a sentirse unos alaridos estremecedores. Ya quería volverme a casa, pero no podía. La única defensa era bajar la cabeza para no ver. Cuando en una de las tantas agachadas saco el jopo por encima de la pared de palco veo al muchacho frente a un espectáculo horrible: El Conde Drácula con una estaca clavada en el corazón que lucha y lucha, hasta que muere y queda reducido a cenizas. El muchacho recoge algunas de ellas en un frasco y luego con otros conocidos hará el ritual de embeber esas cenizas con sangre de una joven tenona (las minas de las películas de Drácula nunca pudieron estar mejor) para lograr que el monstruo reviva y haga de las suyas.

Regresé a casa acompañado por mi hermano Oscar ya que mamá, en un rapto de lucidez le dijo “andá a esperarlo a la salida porque va a salir muerto de miedo”. Resulta que en casa mis hermanos dormían en el cuarto y yo en una camita que habían colocado en el comedor. Ya esa noche dormir ahí, solo, se puso desde el vamos cuesta arriba. Ni hablar cuando, con el correr de las horas, se desató una tormenta de aquellas. Los relámpagos iluminaban los muebles y como que los movían. Un balde de chapa sólida y pesado (porque antes los baldes eran resistentes y para toda la vida) cayó en el patiesito de cemento, junto a la bomba y empezó “tac tac, tac tac”, para un lado y para otro. Yo, desesperado con mil y una imágenes de ese Drácula que me atormentaría toda la vida.

La nota completa , acá

domingo, 16 de enero de 2011

Dos mundos


Se ven tan claramente las diferencias en esta película.

Da tanto asco el mundo careta, gorila, falso, autoritario.

Y conmueve hasta las lágrimas la simpleza de un tipo del pueblo que al fin y al cabo sólo buscaba un pedacito de sol...
.

martes, 23 de marzo de 2010

La fiesta de todos



Sergio Renán ha sido distinguido como "Ciudadano ilustre de Buenos Aires".

Sería injusto calificar trayectoria haciendo eje en este panegírico del Mundial de 1978, Renán es mucho más que eso. La pregunta, en todo caso, sería porqué lo hizo ¿no?

Diego Jemio le preguntó hace unos años sobre este film y Renán respondió:

"En torno a esa película, hay miradas profundamente parciales e injustas. Esa gente no tiene clara la alegría colectiva que se vivió en el Mundial 78 y que yo admito haber compartido. En cambio, nadie habla de Crecer de golpe, la película que hice sobre un texto de Conti, muerto por la dictadura. Crecer de golpe es mi película más querida".

Se me ocurre que lo más cómodo es pensarlo como un vendido a los milicos, pero ¿sabés? a veces la comodidad me incomoda y quiero ir un poquito más allá.

Pensar que todo fue una gran complicidad es, ante todo, un error de análisis. Pensar que el apoyo civil que sin dudas tuvo la dictadura incluye el aval al terrorismo de estado es un desaguisado.

Mis viejos se enteraban de lo que pasaba en el país a través de La Nación y cuando mi hermano venía al pueblo se trenzaban en arduas discusiones que en rigor casi siempre se estancaban en el cuestionamiento de las fuentes de información del otro. Mientras mis padres exponían una visión de lo que pasaba sustentada en lo que leían en La Nación y escuchaban en Radio Continental y Rivadavia, mi hermano les contraponía informaciones, rumores y trascendidos sobre lo que él vivía como estudiante universitario nada menos que en La Plata.

No recuerdo que se hayan puesto de acuerdo en esos días. Es difícil lograrlo cuando se manejan fuentes de información tan dispares. Recuerdo que uno de los debates era que mis viejos le hablaban sobre enfrentamientos armados y Oscar los desmentía. Eso era lo central. No decía claramente qué era lo que estaba pasando porque tampoco lo sabía. No militaba pero vivía el clima del comedor universitario y todo lo que fue La Plata de 1974 en adelante, algo que le bastaba para tener un punto de vista distinto al de nuestros padres.

Y concretamente en lo referido al Mundial, recuerdo haber tenido una discusión fuertísima. Yo andaba por los 17 años y a pesar de que sus debates con los viejos me habían servido para hacerme a la idea de que las cosas no eran como decía La Nación, el día en que dijo que el Mundial era una gran mascarada me puse del tomate como pocas veces, sentí que no tenía derecho a estropear la felicidad que sentía por la obtención de la copa del mundo.

No podía venir así por que sí a escupirme el asado.

Con el paso de los años las cosas se fueron aclarando y un buen día comprendí que lo que tanto me había ofendido era la verdad. Cuando estás en una nube de pedo y te bajan de un hondazo generalmente te las agarrás con el que cartero...

Todo esto vino a mi memoria cuando leí la respuesta de Renán al colega Jemio.

Pensaba llegar a otro final y terminé acá por escaparle a la comodidad.



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