el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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domingo, 19 de julio de 2015

19/ 07: A1 Vol.4

Me quedaba sin reseñar este tomito de A1, que también recuperé tras haberlo perdido como un subnormal. Lo voy a repasar de atrás para adelante, para joder.
Alan Moore y Steve Parkhouse ofrecen un episodio de The Bojeffries Saga totalmente indescifrable, narrado en forma de ópera. Los personajes en vez de hablar, cantan… pero vos no escuchás la música. Y encima hablan de temas totalmente acotados a la vida cotidiana en los suburbios de Londres (creo). No me aportó nada.
Graham Marks y John Bolton vuelven con sus historias cortísimas en las que juegan a homenajear a artistas plásticos reconocidos. Esta vez se meten con la obra de Giuseppe Arcimboldo y no les sale perfecto, pero tampoco está mal. El dibujo, fastuoso como siempre.
Bill Sienkiewicz aporta una breve historia con guión propio, en la que busca una onda poética, en la que la belleza estética le gane al contenido e incluso a la narrativa. Lo logra, pero como pierde la narrativa, no me convence ni aunque el dibujo sea majestuoso.
James Robinson cuenta una historia familiar fuerte, jodida, mezclada con un toque de ciencia-ficción y bastante de política latinoamericana. Pareciera ser el prólogo a una historia más larga, pero así como está, funciona. El dibujo de Phil Elliott está bastante bien.
Glenn Fabry vuelve a dar cátedra de dibujo realista en una nueva entrega de Bricktop, la historia que continuaba de número a número de A1. Andrew Stickland y Richard Barker (a los que nunca había oído nombrar) aportan una historia muy cortita (apenas dos páginas) que tampoco me cerró, ni a nivel guión ni a nivel dibujo.
Alan Martin y Jamie Hewlett, los creadores de Tank Girl, ofrecen una historia titulada Hell City, que tiene 10 páginas… pero texto para 24. Esto mismo, contado en más páginas con los diálogos y bloques de texto mejor repartidos, sería excelente. Así como está, es difícil de leer. De todos modos, el dibujo de Hewlett la rompe.
Una tradición de A1 era la de incluir historias cortas de personajes que tenían su propia serie en otra editorial, material extra, que de alguna manera conectaba con sagas más ambiciosas y con muchos fans. Esta vez no hay una esas, sino TRES.
La primera es brillante. James Robinson y el grossísimo D´Israeli se mandan una historia corta de Grendel muy fiel al espíritu de Matt Wagner y ambientada en una etapa poco explorada del fascinante ciclo grendeliano. Jan Strnad retoma a Dalgoda, su personaje de principios de los ´80, para una historia en tono de comedia, muy divertida, con mucha acción, buenos chistes y los magníficos dibujos del ídolo Kevin Nowlan.
Y además, por primera vez en idioma inglés, acá aparece In the Heart of the Inexpugnable Meta-Bunker, la historia corta de Jodorowsky y Moebius que se desprende del Incal y da pie a lo que luego sería La Casta de los Metabarones. Un clásico instantáneo, que además forma parte de un dossier dedicado a Moebius, donde aparecen otras dos rarezas del genio eterno: ocho páginas de dibujos bastante inconexos (casi todos maravillosos) extraídos de uno de sus cuadernos, y Moebius Circa ´74 que no es otra cosa que una “historieta” de ocho páginas en las que el autor adapta al comic un fragmento de una entrevista que le concede a Numa Sadoul. Un Moebius todavía joven y bastante hippón contesta casi todo en joda y lo bardea al pobre periodista, pero entre toda esa payasada hay respuestas interesantes, que sumadas a los dibujos del maestro (hechos medio a los pedos, pero bue) dan un resultado positivo.
Como siempre, la combinación de papa fina, sorpresas, rarezas y nombres muy power hacen que cada tomito de A1 sea un clásico. Y un tesoro que vale la pena buscar y capturar, cueste lo que cueste.

viernes, 10 de julio de 2015

10/ 07: A1 Vol.1

Ya habíamos reseñado otros tomitos de esta gloriosa antología gestada a fines de los ´80 en el Reino Unido, pero me faltaban algunos, entre ellos el mítico Vol.1, que tiene fama de Santo Grial inconseguible. Yo lo conseguí allá por el ´91, lo perdí y ahora lo volví a encontrar, un poquito baqueteado, pero no dudé en comprarlo, porque sé que es un comic que escasea muchísimo. Repasemos sus contenidos.
Arrancamos con una breve historia de tres páginas escrita y dibujada por el maestro Barry Windsor-Smith en clave de comedia. Una idea muy sencillita, rematada en pocas viñetas, donde el principal atractivo es, claramente, el dibujo.
Después tenemos una historia de siete páginas de los Warpsmiths, personajes secundarios de Miracleman, escrita por Alan Moore y dibujada por el inmenso Garry Leach. No se entiende cómo después de leer esto, alguien en DC no le metió una patada en el orto a quien fuera que estuviera escribiendo Green Lantern Corps, para dársela al Mago, con contrato por 130 años, mínimo. Una verdadera joya.
Eddie Campbell nos cuenta una historia interesantísima y muy divertida, protagonizada por Bacchus y con la participación de varios dioses griegos, principalmente Hephaestus. Lástima que en vez de dibujarla él se la da a Phil Elliott, que no es malo, pero no sintoniza bien la onda de esta serie. El maestro John Bolton nos regala cuatro páginas de una historia perturbadora y magnífica, sobre un guión del ignoto Graham Marks. Tanto la idea como la realización gráfica son excelentes.
Otro prócer británico, Brian Bolland, aporta tres paginitas de The Actress and the Bishop, con un guión muy limado, por momentos caprichoso, y con el atractivo de estar escrito en rima. El dibujo, obviamente es fastuoso. Un autor al que no conocía, Paul Behrer, cuenta una historia de Jai-Son the Wayfarer, una de espada y brujería protagonizada por un ratón antropomórfico, al que me parece que le deben no poco las actuales Mice Templar y Mouseguard. El dibujo no es malo, pero podría ser mejor.
Alan Moore vuelve a la carga, ahora con Steve Parkhouse y un episodio bastante cómico de The Bojeffries Saga. Mr. X, el clásico personaje de Dean Motter, protagoniza una historia corta escrita por Neil Gaiman y dibujada por Dave McKean (nada menos). No la quise leer porque tengo en la pila de pendientes un recopilatorio de historias cortas de Mr. X en el que está republicada y prefiero leerla en ese contexto. Ted McKeever escribe una historia muy retorcida, breve, delirante, que contrasta con el dibujo sobrio y casi elegante de un Dave Gibbons que se juega con gran éxito al claroscuro. Lo más raro de la antología es la republicación de una vieja historia de siete páginas, originalmente creada en 1942 y protagonizada por el enésimo superhéroe patriótico, prácticamente clonado del Capitán América. No me aportó nada.
También está el primer episodio de Bricktop, la serie de Glenn Fabry que continúa en los otros tomos, dibujada a un nivel alucinante. Bob Burden aporta una historia muy cortita de Flaming Carrot, que apenas llega a escozar el inicio de una trama que andá a saber dónde se resuelve. Se banca por los dibujos. Peter Milligan y Brendan McCarthy se mandan una historia muy experimental, muy drogada, que ya vimos en el tomo que Dark Horse le dedicó a la dupla. Y el limitadísimo dibujante Dom Regan intenta contar una aventura sin palabras y en el sentido de lectura japonés, con resultados poco convincentes.
Me guardé para el final la gema, la hiper-pulenta: las 10 páginas de Survivor, la historieta escrita por Gibbons y dibujada por McKeever (la misma dupla que ya habíamos visto, pero con los roles invertidos) en la que deconstruyen COMO NUNCA el mito de Superman. Esto es de una belleza y unos huevos descomunales, cada texto es brillante y encima está todo narrado en ocho viñetas por página, con cámara subjetiva. Es decir que sólo vemos lo que ve el protagonista, siempre de frente y desde la misma distancia. Una auténtica gloria, que creo que nunca se reeditó en ningún lado.
A1 fue genial en su momento y hoy se la re-banca. Si podés capturarla, no lo dudes un segundo.

jueves, 25 de julio de 2013

25/ 07: A1 Vol.5

Sí, me tuve que saltear el Vol.4. Me encantaría tenerlo, pero no, es de los tres que no conseguí. Tampoco tengo el Vol.6, así que esta es mi última reseña de A1 por un largo tiempo. Por lo menos me tocó un tomo gordito, con casi 100 páginas de historieta. Acá no hay ninguna que te haga decir “Ah, bueno. Esto es la joya superativa y me parece increíble que nunca se haya reeditado, porque merece ser descubierta y reivindicada por las nuevas generaciones de lectores”. Y sin embargo, hay buen material. Veamos.
Arrancamos con grandes ambiciones: ocho páginas en las que se reencuentran Neil Gaiman y Kelley Jones, que acababan de romperla en Season of Mists, una gloriosa saga de Sandman. Acá el guión plantea una compleja ucronía, un mundo bastante distorsionado respecto del real (con Betty Page presidenta de los EEUU!), pero le falta espacio para desarrollar al personaje y a los conflictos. Es el gen de una posible gran historieta a la que no vimos cristalizarse nunca. Y el dibujo es espectacular, con un Jones prendido fuego, que nos recuerda en cada viñeta que en blanco y negro es un tanque demoledor, como su admirado Berni Wrightson.
Glenn Fabry nos trae otro episodio de su Bricktop, con otro argumento medio frutero y un dibujo exquisito, cada vez más puntilloso, más cerca de Arthur Adams que de la cosa anatómico-cabeza de Simon Bisley (que me encanta, aclaro). Peter Milligan forma equipo con Brett Ewins (como en Skreemer) para destripar un relato de Franz Kafka en algo que más que una adaptación parece un ensayo dibujado sobre el cuento en cuestión. Son ocho paginitas, repletas de hallazgos gráficos y de textos brillantes.
Dos personajes creados en los ´50 dicen presente: El maestro Joe Kubert mete una historia de 5 páginas de Tor, sin textos, pero con unos dibujos bellísimos y una narrativa impecable. Y el piloto británico que surcó el espacio exterior, Jeff Hawke, tiene una aventura de 7 paginitas, bien escrita por su creador (Sydney Jordan) y correctamente dibujada por unos autores ignotos, a los que nunca había oído nombrar. El genio neozelandés Roger Langridge mete una de tres paginitas de Knuckles, la Monja Malévola, que combina humor con patetismo y bajada de línea, por supuesto muy bien dibujada.
Dos autores icónicos del comic independiente británico aportan sendas historietas que clavan muy arriba, entre lo mejor del tomo: Illya y Nick Abadzis, dos nombres a los que vale la pena seguir, hagan lo que hagan. El ya fallecido/a Jeff Jones (antes de convertirse en Catherine) aporta tres paginitas muy aburridas, en las que ni siquiera se luce su dibujo. La que escribe Bruce Jones tiene un guión remanido, medio traído de los pelos, y zafa más que decorosamente gracias al excelente dibujo de un tal Jim Sullivan, entintado con jerarquía por William Stout, el autor de la impactante portada.
La historieta más larga del tomo es una adaptación de un cuento. El maestro David Lloyd (a quien manosearemos la semana que viene en Rosario) convirtió en historieta de 12 páginas a un relato de Ramsey Campbell, con un guión que no me terminó de cerrar y unos dibujos que me emocionaron hasta las fibras más íntimas del alma. Magnífico trabajo en el que Lloyd, as del lápiz y la tinta, hace magia con las aguadas. ¿Lo tenías a Steve Leialoha dibujando bien? Acá la rompe en una historia corta y en joda escrita por Bill Mumy y el actor Miguel Ferrer, en la que mete muy buenos enfoques y excelentes tramas mecánicas. Y cerramos con una de cinco paginitas escrita y dibujada por Steve Dillon, que deja la vida en cada viñeta y nos regala un laburo que visualmente le pasa el trapo a TODO lo que hizo para las editoriales yankis en los últimos 25 años. El guión es un slice of life melancólico, con ritmo pachorro, una de “jóvenes a la deriva”, pero con protagonista de 30 ó 35. En cinco páginas está perfecto. Eso mismo, en 8 páginas, era para pegarse un corchazo.
A1 sirve para descubrir historias cortas raras y copadas y además para armarse un mapa mental de quiénes eran los nombres más destacados de la historieta británica allá por 1989-1991. Por supuesto, hay varias colaboraciones de autores yankis y hasta de Moebius, pero el énfasis de los coordinadores (Dave Elliott y Garry Leach) estaba puesto en el gran momento por el que atravesaba en esos años el comic del Reino Unido, en todas sus vertientes: desde los autores más comerciales hasta los más under. Y la mezcolanza les salió tan bien, que los comiqueros del 2013 seguimos tras la pista de esos seis míticos tomos de A1.

miércoles, 17 de julio de 2013

17/ 07: A1 Vol.3

Esta vez bajaron un cambio, los muchachos. De las 128 páginas del Vol.2 nos fuimos a 80, sin afectar demasiado a la calidad del material, que es lo que importa. Hay menos diversidad, claro, pero bueno, todo no se puede. Veamos qué se puede rescatar.
Arrancamos con dos historietas que bien podrían haberse publicado en esta misma época (1990) en la revista Dark Horse Presents: primero, un interesante episodio de The American, de Mark Verheiden, con muy buenos dibujos de Dougie Braithwaite. Y después una nueva del Bacchus de Eddie Campbell, que se hace muuuy larga, porque tiene muchísimo texto y le falta fuerza a los conflictos. El dibujo, sorprendentemente bueno.
Vamos con tres paginitas en joda de The Actress and the Bishop, escrita (en rima!) y dibujada como los dioses por el maestro Brian Bolland. Una belleza. Le siguen seis páginas del siempre alucinante Dave McKean (junto a un guionista ignoto), repletas de imágenes espectaculares, pero con dos problemas que la hunden: primero, está clarísimo que era un laburo a color, y pierde mucho en el traspaso a blanco y negro; y segundo, narrativamente no existe, es la nada misma. Es pura paja visual, tan hermosa como intrascendente.
Los hermanos Gary y Warren Pleece se mandan un spaghetti western con sutiles toques de parodia, que también se hace un poquito largo, porque avanza lento. El dibujo de Warren es raro, casi no se ve su estilo habitual. Se parece mucho más al típico comic de Sean Phillips, con algo de Guy Davis y un claroscuro bien extremo. Muy lindo. Tenemos también un nuevo episodio de Bricktop, esa serie que vimos en el tomo anterior, con unos dibujos excelentes de Glenn Fabry. Este es un capítulo lleno de acción y chistes (algunos muy buenos) que no pasan del entretenimiento para adolescentes que la van de rebeldes y contraculturales. Lo salvan la diversión y los dibujos, mejores incluso que la vez pasada.
Otra serie que vuelve es la indescifrable The Bojeffries Saga, esa comedia costumbrista pasada de rosca que escribía Alan Moore y dibujaba con muchísima onda Steve Parkhouse. ¿Y te acordás que en el Vol.2 había una de John Bolton que mezclaba a los crímenes de Jack el Destripador con la locura de Van Gogh? Bueno, esta vez hay una en esa misma línea (también escrita por Graham Marks) en las que se mezclan un asesino siniestro que desfigura a sus víctimas con los cuadros de Pablo Picasso. El arte de Bolton, devastador.
Y me guardé para el final lo mejor de la antología, dos unitarios exquisitos. El primero es uno romántico de Philip Bond, con final triste, dibujos inspiradísimos y unos bloques de texto demasiado bien escritos por tratarse de un dibujante con poca trayectoria como guionista. Y el otro se llama The House of Heart´s Desire y es una joya oculta del hoy tan de moda Grant Morrison. El dibujo es choto, es cierto. Se trata de un tal Dom Regan, del que por suerte no conozco otros trabajos. Pero eso no alcanza para empañar un guión fastuoso, con un montón de ideas y elementos que conectan al universo de Morrison con el de Jorge Luis Borges. Son sólo siete páginas, realmente brillantes, también con muchos bloques de texto trabajados a la perfección. No hace falta ser un morrisonzo, de esos que compran cualquier garcha que lleve la firma del escocés, para babear como un infradotado y decir “lo quiero tener...”.
Me queda un tomito más de A1 para repasar. Prometo entrarle pronto. Y sigo a la búsqueda de los tres que me faltan, aunque el pronóstico indique que tengo menos chances que Gerardo Sofovich en los 100 metros llanos.

martes, 9 de julio de 2013

09/ 07: A1 Vol.2

A fines de los ´80, cuando el comic británico explotaba con una creatividad y un talento imposibles de contener de un sólo lado del Atlántico, los maestros Dave Elliott y Garry Leach lanzaron seis tomos de una antología llamada A1, que no sólo se convertiría en mito, sino que además pondría en el mapa a la editorial Atomeka, legendaria desde entonces. Por supuesto, no todo el material de A1 era de primera, y por supuesto que había autores yankis y australianos colados entre la horda británica. Lo cierto es que esos seis números fueron un hito y yo, que los tuve todos y como un boludo los perdí, ahora logré recuperar tres. Veamos con qué me encontré en este, editado en 1989.
Arranco por la tapa de Mr.Monster. Ahí me espera una historieta de este personaje creado por Michael T. Gilbert, con un argumento medio boludo, pero dibujado como los dioses, lleno de homenajes a Will Eisner. Una pena el traspaso a blanco, negro y grises, porque visualmente esto era una joya. Le sigue Bricktop, una historieta muy ganchera, escrita y dibujada por Glenn Fabry, que es el primer capítulo de una serie. Ojalá continúe en los otros tomitos que tengo, porque pinta muy bien. Jeepster es un unitario exquisito escrito y dibujado por Philip Bond, perfectamente planteado y resuelto en seis páginas sin el menor desperdicio. El siempre oscuro Al Davison se pasa de vanguardista, así que me voy a la siguiente historia, una joyita de cinco páginas mudas, a cargo del maestro Barry Windsor Smith. Una belleza dibujada en un estilo casi minimalista, cercano al de Moebius.
Otra que sufre el paso a blanco, negro y grises (y que nunca vi a color) es Kyrn, una breve pero intensa historia de un bárbaro onda Conan, escrita por el ignoto Paul Behrer y dibujada con las mega-pilas por el increíble Simon Bisley. Le sigue una historia muy tensa y perturbadora, dibujada por el nunca bien ponderado Shawn McManus y escrita por su hermano Kevin junto a Steve Moore, el hermano de Alan. Papita fina y aterradora. Warren Pleece también trabaja con un guión de su hermano Gary, en una especie de sátira autobiográfica de dos páginas, bastante lograda.
Y este lado de la antología cierra con una historieta muy bizarra (pero demasiado bien dibujada) de Ted McKeever y una de Eddie Campbell, protagonizada por Bacchus, su personaje más conocido. Nunca me terminó de convencer Campbell, pero esto está bastante bien.
Arranco ahora por la tapa de Bill Sienkiewicz (orgía) y ahí me espera la mejor historieta del tomo: una slice of life dramática, escrita por Peter Milligan y dibujada por David Lloyd, ambos en un nivel altísimo. Una verdadera maravilla. Bond regresa en equipo con su amigo Jamie Hewlett para una historieta cómica que satiriza a los fans salames de las bandas de rock. Y un puñado de los mejores dibujantes del universo ofrecen sus versiones de Mr. X, el icónico personaje de Dean Motter.
También tenemos un episodio de The Bojeffries Saga, una de las creaciones más raras de Alan Moore, con muy buenos dibujos de Steve Parkhouse y un guión... medio indescifrable. Phil Elliott pela una historia muy interesante, dibujada en un estilo muy francés, muy de línea clara, con fuertes claroscuros.
Me salteo una muy chota y voy con las dos últimas. Elephants Graveyard tiene sólo tres páginas que le alcanzan a Raymond Ward sólo para tirar un par de ideas atractivas, que no llega a desarrollar. Dibuja un primerizo Dale Eaglesham, que ya se la bancaba muy decorosamente. Y cierro con otra joyita breve: cuatro páginas escritas por otro guionista ignoto (Graham Marks), que mezclan con talento y destreza la locura de Vincent Van Gogh con las atrocidades de Jack el Destripador. Dibuja el glorioso John Bolton, en una línea que rinde tributo al máximo pintor del expresionismo. Muy grosso.
Si te gustan las antologías, seguro oíste hablar de A1. Por ahí porque en las últimas décadas, los editores intentaron relanzarla varias veces. Sin embargo, nunca les fue bien porque nunca se pudo igualar el nivel de estos seis tomitos. Acá hay una magia difícil de repetir. Vuelvo pronto a entrarle a los otros dos tomos que logré recuperar.