el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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sábado, 21 de abril de 2018

SABADO SETENTOSO

Sigo en mis mini-vacaciones de historieta argentina, pero este país tan maldito y tan querido me persigue a todas partes.
Me fui a 1975, cuando DC toma la extraña decisión de darle su propia revista a un villano, y nada menos que al Joker. Por supuesto, el experimento duró poco (apenas nueve episodios), y el resultado es previsiblemente mediocre, pero bueno… leí estas historietas de pibe en las ediciones mexicanas y me sedujo la idea de tenerlas todas en un lindo TPB. La verdad que, leídas con ojos de adulto, es un material que deja gusto a poco.
De los nueve episodios, hay cuatro escritos por Denny O´Neil. Uno es catastrófico (el del actor que se cree Sherlock Holmes), uno es bastante flojo (el de Creeper) y los otros dos, mal que mal , son entretenidos. O´Neil hace que el Joker hable con un vocabulario florido, sofisticado, tal como harían con el Penguin los escritores de la serie animada de Batman de los ´90. Y por supuesto, para que el yosapa se banque mejor el rol protagónico, le amplía el arsenal de trucos, la habilidad para pelear, y hasta intenta armarle un elenquito de personajes secundarios. También hay cuatro episodios firmados por Elliot S! Maggin, todos bastante olvidables, aunque es este el guionista que se anima a darle al Joker un puñado de esbirros fijos, a los que -de a poquito- intenta desarrollar. Y la historia más aceptable, la que más me atrapó, es la que escribe Martin Pasko, contra la Royal Flush Gang. No hay joyas en este libro, pero es interesante ver los malabares que hacían los guionistas setentosos de DC para que el protagonista de la serie sacara en cada episodio aunque sea un empate, después de tantos años condenado a la derrota simplemente por ocupar el lugar de “el malo”.
El dibujante titular de la serie era Irv Novick, un dibujante ya veterano en los ´70, que en esa época tenía a su cargo también la serie mensual de Flash (The Joker era bimestral). De chico me gustaba mucho Novick, y hoy me resultó un poco soso, un poco aburrido. Por suerte hay un episodio en el que lo entinta el glorioso José Luis García López, que lo levanta muchísimo. Y dos episodios en los que el propio García López (nacido en España, pero criado y formado como profesional en Argentina, de ahí la referencia ineludible a la historieta nacional) se hace cargo del dibujo y la recontra-rompe. Incluso con páginas muy cargadas de texto, incluso con los colores estridentes y espantosos de aquella época, el dibujo de García López ostenta sublime majestad y casi justifica por sí solo la compra de este broli.
Me voy a 1986, cuando el sensei Takao Saito se decide a publicar en inglés cuatro libros de Golgo 13, para lanzar su editorial (Leed) en Estados Unidos. El primer tomo reúne una historia larga y una corta. La larga le da el título al libro, y es Into the Wolves´Lair, la historia escrita y dibujada por Saito en la segunda mitad de los ´70 (no encuentro el dato exacto). En esta misión, el implacable mercenario es contratado por el Mossad para liberar a un agente secreto israelí, prisionero del Cuarto Reich, un ejército nazi que planea la conquista del mundo desde su guarida… en los subsuelos del aeropuerto de Ezeiza, acá en las afueras de Buenos Aires. Man, es un karma: autor ponja, edición yanki… y la trama sucede acá en Argentina.
Y está bastante bien, dentro de todo. El dibujo es magnífico y Saito se toma el trabajo de explicar todo muy bien, de reforzar mucho el verosímil para que no te cagues de risa cuando Golgo triunfa en una misión absolutamente imposible, en la que tiene que zafar de peligros extremos, uno atrás del otro, sin parar. Obviamente esto no alcanza para compensar la excesiva simpleza del argumento (hay un solo giro sorprendente, y llega a siete páginas del final) ni la nula empatía que me generan Golgo 13 y su accionar.
La segunda historia es mucho más breve (46 páginas) y tiene la enorme ventaja de funcionar como una crónica de algo que en su momento (fines de los ´70, principios de los ´80) era noticia en todos los diarios del mundo: la invasión soviética en Afganistán. Esta vez, la intervención de Golgo tiene que ver con un contexto político y económico absolutamente real, que Saito explica coherentemente y que ofrece aristas polémicas: no hay un villano claro, ni una víctima clara, tampoco. En ese terreno gris, la misión de Golgo tiene mucho más sentido. Saito la remata rápido, sin perder tiempo en boludeces, y sin que el protagonista transpire una sóla gota. De nuevo, el ancho de espadas está en el dibujo y en la construcción de las secuencias, que es un roller coaster infernal, violento y adictivo. Si sos fan de Golgo 13, contratá un mercenario que te rastree estos cuatro libros editados por Leed en los ´80, que hoy son muy jodidos de conseguir.
Y hasta acá llegamos. Vuelvo pronto con más reseñas (seguro volveré a leer material argentino reciente), y atenti que el martes hay función de prensa de Avengers: Infinity War.

martes, 29 de marzo de 2011

29/ 03: LOS MEJORES 13 EPISODIOS DE GOLGO 13 Vol.2


Bueno, por fin una cuenta regresiva que funciona! Se suponía que las seis historias de este segundo tomo iban a ser mejores que las siete del primer tomo, porque era una especie de ranking, una cuenta regresiva hacia el episodio que –según los lectores japoneses- es el mejor de la longeva serie creada por Takao Saito a fines de los ´60. Y la verdad es que acá vemos un par de obras maestras del gekiga, que se podrían contar tranquilamente sin meter en el medio a Golgo 13 y aún así nos emocionarían por su potencia y su dramatismo.
La primera historia del libro (o sea, la que ocupó el sexto puesto en el ranking) está entre mis favoritas: El Testamento de Mao Zedong (de 1981) es un thriller apasionante, en el que Saito tira una increíble cantidad de data acerca de la infancia de Duke Togo, más conocido como Golgo 13. Por supuesto, no es muy verosímil que a un chiquito de sólo 3 años le pase en tan poco tiempo todo lo que –según esta historia- le pasa a Golgo, pero la trama del presente es tan atrapante y la resolución tan impactante, que se puede dejar pasar un poco de fruta en el flashback. Esta historia además retoma puntas de una del tomo anterior, la de la novelista inglesa que quiere convertir a Golgo 13 en protagonista de uno de sus libros.
La segunda es decididamente menor: el rol de nuestro francotirador favorito es chiquito, casi intrascendente, y todo el énfasis está puesto en un drama humano medio pavote: la obsesión y la envidia de un violinista genial que se está volviendo loco y quiere ver fracasar al nuevo capo del violín, que además es ruso y comunista. El dibujo es excelente (al igual que en la historia anterior), pero el guión es lineal y predecible.
La tercera es otro thriller sorprendente, esta vez más orientado a lo científico. Son casi 120 páginas en las que no podés respirar. Y lo más grosso: acá Golgo es el bueno! O mejor dicho, para salvarse a sí mismo, termina por salvar miles y miles de vidas humanas! Y algo más grosso aún: Saito rompe totalmente la fórmula. Acá nada se resuelve cuando Golgo mata a alguien. El mercenario resuelve a la Batman, con intelecto, con habilidades científicas que –por ser él- sospechamos que siempre tuvo, pero que nunca había pelado. Una vuelta de tuerca muy, muy interesante.
La cuarta historia es una joya del gekiga, un relato tenso, repleto de obsesiones y traiciones, en el que Golgo virtualmente no aparece. El protagonista es un viejo policía que investiga un asesinato misterioso, que lleva décadas sin resolverse y que también podría estar vinculado a la infancia de nuestra máquina de matar. Una verdadera novela gráfica (más de 140 páginas), realmente terrible, compleja y asfixiante.
La quinta pareciera ser una de las muy, muy primeras historias creadas por Saito. Es del ´69, año en que se empezó a editar la serie, y el dibujo está mucho más crudo que en los otros episodios. El guión tampoco es gran cosa, con lo cual supongo que el atractivo debe pasar por el valor histórico de la historieta.
Y la elegida como la mejor de todas, es la excelente Kensaku Azuma, el Japonés. Otro relato centrado en la investigación y en datos borrosos acerca del pasado de Golgo 13, esta vez con el periodista estadounidense Mandy Washington (que volverá varias veces) como hilo conductor de la trama. Acá el dibujo, especialmente en los flashbacks, brilla como pocas veces, y –de nuevo- Duke Togo tiene un rol menor, casi más de testigo que de protagonista. Como en todas las novelas de investigación, a veces los datos clave aparecen medio traídos de los pelos, pero esto no llega a hacer ruido, ni a empantanar la fuerza dramática de la trama.
Golgo 13 es la nada misma. Es un chabón sin onda, ni sentimientos, ni conflictos internos, ni nada. Casi no habla, casi no se agarra a trompadas, en algunas aventuras casi no aparece. Negocia tarifa, cobra en efectivo y boletea a quien haga falta, o a quien lo moleste/ persiga/ cuestione. Se me ocurren pocos personajes tan unidimensionales. Y aún así, no sé cómo, funciona a la perfección, como vehículo para que el sensei Saito cuente, década tras década, un montón de historias alucinantes. Ojalá haya Golgo para rato.

martes, 8 de marzo de 2011

08/ 03: LOS MEJORES 13 EPISODIOS DE GOLGO 13 Vol.1


En 2002, cuando esta longeva serie se acercaba a los 35 años de publicación ininterrumpida, la editorial Shogakukan propuso un juego: por un lado los lectores y por el otro el autor elegirían los 13 mejores episodios de Golgo 13 para una recopilación especial. En España no se publicaron las dos selecciones, sino sólo la del público y fue Glénat quien reunió esas 13 historias en dos tomos de gran volúmen y gran atractivo para quien no se quiere clavar buscando los más de 160 tomos recopilatorios que tiene este manga en Japón.
El autor (no lo nombré a propósito) es el maestro Takao Saito, uno de los emblemas del gekiga, que aparece a veces como amigo y a veces como rival de Yoshihiro Tatsumi en la fundamental A Drifting Life. Los caminos de ambos maestros se bifurcaron mucho desde la irrupción de Golgo 13 allá por fines de 1968: Tatsumi se dedicó cada vez más a los mangas de temática social y fuerte contenido autoral, y Saito se volcó a historias más comerciales, en géneros más populares como el thriller y los samurais. A Saito le fue tan bien que se convirtió en jefe de Saito Productions, el estudio que lo secunda en la realización de sus mangas, y hasta se da el lujo de auto-editar los tomos recopilatorios de sus obras y de las de sus asistentes a través del sello Leed.
Si te gusta el comic, seguro tenés una mínima idea de quién es Golgo 13. Si no, las siete historias de este tomo te lo pintan de cuerpo entero. La primera (la del aeropuerto) es la más floja, y de ahí en más, agarrate fuerte. La segunda es una típica historia de Golgo 13, de las buenas: tiene un trasfondo socio-político atractivo (la explotación latifundista del pobre campesinado guatemalteco) y por lo menos un giro argumental que nunca te ves venir. Por supuesto, no hay giro que alcance a desestabilizar a Golgo, pero para el lector, la sorpresa está.
La tercera historia es rara, porque el perfecto asesino acá es la presa. Al principio, después se las ingeniará para volver al rol de cazador y cobrarles muy caro a los que osaron provocarlo. Acá Saito rompe totalmente el esquema de la serie, con muy buen resultado. La cuarta es la más breve (39 páginas) y tampoco encaja en el molde de la mayoría de las historias, aunque acá sí, Golgo tiene la misión de boletear a un tipo difícil de boletear. El argumento le da al autor una excelente excusa para esbozar una explicación científica de por qué Golgo se banca las cosas que se banca, y además introduce a un personaje que hubiese estado muy bueno retomar para otras sagas.
La quinta historia también nos muestra a Golgo como co-protagonista: buena parte de la atención está puesta en Railly, un hiper-soldado yanki quien sostendrá un duelo a muerte con nuestro hitman favorito. Acá también ameritaba un giro final que dejara a Railly en carrera, pero para Saito no hay “tu tía”: si le tocás el culo a Golgo, dormís bajo tierra forever. En la sexta historia, Golgo vuelve a compartir escenario con una experta asesina y Saito, en vez de dejarla viva, nos revela en un flashback detalles de historias pasadas (nunca publicadas, claro) entre el ídolo y Eva Cruegman. Y la historia que cierra el tomo es la más extensa (más de 130 páginas) y también la más política y la que le reserva a Golgo un rol más pequeño (de hecho aparece recién en la página 82). Lo que arranca como un thriller financiero se carajea para el lado de una revolución que amenaza con teñir de sangre a Japón y Golgo, hijo de puta y amoral como será siempre, interviene para impedir el conflicto, obviamente por una buena suma de dinero.
La última historia es la única en la que el dibujo se ve medio pedorro, medio sacado con fritas para zafar. En las historias restantes, entre la documentación fotográfica, el laburo a destajo de los asistentes y su propio talento (que no es poco), Saito nos obsequia mangas preciosamente dibujados, largas secuencias construídas para acentuar la tensión, grandes escenas de machaca y explosiones y hasta garches bastante elegantes, aunque sus minitas no sean tan lindas como las de Buichi Terasawa, por ejemplo.
Si te bancás a un protagonista malo, infalible y con menos emociones que esos campeonatos españoles donde el Barcelona siempre le lleva 18 puntos al que va segundo, Golgo 13 te puede hacer pasar un muy buen rato. Pronto vuelvo con el Vol.2.