el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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lunes, 25 de junio de 2012

25/ 06: THE COMPLETE ALAN MOORE FUTURE SHOCKS

Hora de retomar los posteos, con un libro gordito y poderoso, que siempre quise tener y que ahora tengo gracias a la gente de Rebellion. Este libro reúne todas las historias cortas que realizó Alan Moore para la 2000 A.D., por afuera de sus tres series (The Ballad of Halo Jones, D.R. & Quinch y Skizz), todo entre fines de los ´70 y principios de los ´80.
Básicamente, las historias cortas del Mago de Northampton para el popular semanario británico son la versión cool, ingeniosa y a veces zarpada de aquellas historias cortas de ciencia-ficción que publicaba DC allá por fines de los ´50 y principios de los ´60 en revistas como Mystery in Space y Strange Adventures. En poquitas páginas y sin personajes recurrentes, Moore planteaba un argumento, lo desarrollaba y lo resolvía, casi siempre partiendo de los tópicos más trillados del género. Con elementos ya familiares para el lector, Moore armaba pequeñas historias que rápidamente se descontrolaban y desembocaban en finales casi siempre sorpresivos, que te descolocan y que –sobre todo- demuestran que incluso los tópicos muy gastados de la ci-fi resisten una vuelta más de tuerca si el que se las da es un autor inteligente, afilado y sin miedo a innovar.
Las historias englobadas bajo el título Tharg´s Future Shocks generalmente se basan en el contacto entre los humanos y distintas razas alienígenas, o entre varias razas no humanas. En todas hay naves espaciales. Las que aparecen con el rótulo de Time Twisters son historietas en las que los viajes en el tiempo o las distorsiones en la corriente temporal cobran invariablemente el protagonismo. Después hay cuatro historias medio inclasificables (aunque dos de ellas tienen viajes en el tiempo y las otras dos están repletas de alienígenas) y finalmente, llega Abelard Snazz, el único personaje importante del libro, el único que reaparece en varias historias cortas, que por supuesto involucran contactos con razas extraterrestres y viajes temporales. Como en todo el resto del libro, lo importante son los argumentos, no los personajes, o sea que el Mago desarrolla a Abelard Snazz sólo lo indispensable. No esperes encontrar en él la profundidad de una Halo Jones o un Swamp Thing, porque no da ni ahí.
Entre tanta mezcolanza, hay algunas historietas bastante pavotas, guiones cuasi-en joda que terminan como chistes predecibles, apenitas graciosos, y algunas obritas maestras, de esas que ningún fan de Alan Moore puede dejar de leer. Las cinco paginitas de The Last Rumble of the Platinum Horde son brillantes. Si te gustan las paradojas temporales, vas a flashear con The Disturbed Digestions of Doctor Dibworthy y sobre todo con su magnífica “secuela”, Doctor Dibworthy´s Dissapointing Day. Hay un gran tributo/ gaste al origen de Superman en Bad Timing, una brillante exploración de las realidades alternativas en The Startling Success of Sideways Scuttleton y entre las historias de Abelard Snazz, una menciona la palabra “RoboCop” años antes de la primera película y otra (The Double Decker Dome) se cae un toquecito al final, pero es demasiado graciosa y original para ser real.
¿Y los dibujantes? Hay un par gloriosos: bastante Dave Gibbons, y una o dos joyitas de Alan Davis. También hay próceres que acá recién empezaban y que llegarían a la cima años más tarde, como Brendan McCarthy, Steve Dillon o Bryan Talbot.; otros que acá pelan grossitudes que nunca los había visto pelar en otros comics, como John Higgins o el español Jesús Redondo; un par de mediocres que zafan con lo justo y dos o tres muertos de hambre, más ineficaces que la seguridad del Arkham Asylum. Y es medio injusto, porque algunos guiones realmente inspirados del Mago caen en manos de los más crotos, mientras que Brendan McCarthy, por ejemplo, se fuma una de las historias menos interesantes del tomo.
Lo cierto es que –pese a algunos altibajos- este es un libro interesantísimo, voluminoso, muy bien editado y con una portada de Henry Flint realmente majestuosa. Un merecido tributo a la época en la que Alan Moore era un obrero del guión, que se ganaba el morfi semana a semana con sus trabajos para un mercado británico que pronto le quedaría chico, pero en el que le daban bastante libertad para divertirse, explorar conceptos limados y afianzar su sociedad creativa con animalitos como Gibbons, Davis o Ian Gibson, con los que después (o al mismo tiempo) colaboraría en sus obras más importantes. Si te gusta el comic británico, si sos fan de la ciencia-ficción con un twist irónico y sarcástico, o si simplemente te cebaste tan mal con Moore que querés tener todo lo que escribió en su vida, con este libro la vas a pasar bárbaro.