el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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miércoles, 29 de diciembre de 2021

NEW AVENGERS Vol.7

Se me cae la cara de vergüenza de la poquísima historieta que estoy leyendo en estos días, y de lo que me cuesta encontrar un rato para sentarme a escribir reseñas. Pero bueno, tengo toda la concentración puesta en mudarme, más algún temita de salud, más el hecho de que vivir con 36º o más tampoco ayuda. Estoy leyendo otro libro (voy por la mitad) y en una de esas lo reseño antes de fin de año, pero la verdad que no quiero prometer nada, por las dudas. Este tomo de New Avengers tiene como principal atractivo los dibujos de un Leinil Francis Yu que en un punto te puede llegar aburrir, pero hasta ese punto resulta muy, muy vistoso, dinámico, expresivo, sin dudas un upgrade muy logrado del estilo que impuso Jim Lee a principios de los ´90. Por ahí no tiene toda la variedad de enfoques que a uno le gustaría ver, ni todos los fondos, pero el dibujo cumple sobradamente con la función de llevar adelante la historia y estéticamente está muy logrado. Los guiones de Brian Michael Bendis son raros. En los tres primeros episodios que compila este TPB, los personajes básicamente hablan. Sopesan las consecuencias de la Civil War, de la muerte del Captain America, y desconfían los unos de los otros porque saben que hay un montón de skrulls infiltrados entre los superhéroes de ambos bandos de la grieta. Cabe aclarar que los New Avengers son los del bando rebelde, los que no cedieron a las presiones del gobierno de EEUU para registrarse y trabajar solo bajo las órdenes de los políticos. Y dentro de todo, el bla-bla-bla se me hizo bastante llevadero, pensé que me iba a aburrir muchísimo y no fue así. Por suerte en esos episodios hay un subplot que cobra fuerza en la segunda mitad del tomo: el clásico mega-cónclave de villanos (segundones y tercerones) que deciden organizarse para lograr objetivos comunes, esta vez bajo el liderazgo de The Hood. Era obvio que el Dr. Strange solo tenía poder de sobra para darles una paliza a los 25 ó 30 malvivientes que junta The Hood, pero hasta que llega ese desenlace, la historia se me hizo entretenida, porque a mí siempre me enganchan fácil con la idea de “villanos que se deciden a colaborar y trabajar en equipo”. Por supuesto que todo se podría haber contado en la mitad de las páginas, pero bueno, ya sabemos que Bendis necesita espacio para que los personajes hablen un montón. Me gustó la forma en la que Bendis hace hablar a los villanos, y sobre todo a Luke Cage y Jessica Jones. No terminé de entender para dónde quería llevar a Spider-Woman (supongo que tendría que leer varios comics más para darme cuenta), lamenté que el rol de Clint Barton (acá en su identidad de Ronin) fuera tan menor, me quedaron muchas dudas acerca de Echo (cuándo entra, cuándo se va, de dónde viene) y sigue sin cerrarme el tema de que Spider-Man y Wolverine estén en una formación estable de Avengers. Me doy cuenta de que comercialmente tiene sentido, pero desde el punto de vista narrativo, me parece que esos lugares en el equipo los podrían haber ocupado personajes que tengan más que ver con la esencia de los Avengers, rebeldes o no. ¿Recomiendo esto? No, la verdad es que es solo para fanáticos de Leinil Yu. El resto no es horrible, pero tampoco justifica el lugar que te va a ocupar en la biblioteca ni la guita que te va a costar. Nunca había leído New Avengers, y lo más probable es que nunca lea los tomos que me faltan, que son todos menos este. Gracias por el aguante y hasta pronto.

viernes, 26 de junio de 2015

26/ 06: INDESTRUCTIBLE HULK Vol.1

La rosca es así: Hulk no es más una bomba, ahora es un cañón. Cuando Bruce Banner se descontrola, en vez de dejar que rompa cosas al azar en algún desierto de mierda, SHIELD lo “apunta” contra algún criminal, o algún sospechoso, como si fuera un arma de destrucción masiva. Hulk machaca villanos, les rompe las armas y las bases secretas y todos felices. A cambio, SHIELD le da a Banner laboratorios, presupuesto y asistentes para que el científico se concentre en desarrollar inventos tecnológicos que puedan ayudar a la Humanidad. No sé para cuántos episodios da este planteo, pero me queda claro que sirve para lograr dos equilibrios importantes: uno, entre Hulk y Banner, para que los dos tengan mucho peso en las historias; y el otro entre las escenas de pelea y destrucción y las escenas más tranquilas, más introspectivas. Todo esto apoyado en el enorme oficio del maestro Mark Waid, un especialista en esto de imaginar historias en las que se aprecia ese sutil balance entre la epopeya y las situaciones que se resuelven hablando, siempre con diálogos de una precisión y un ingenio asombrosos.
Como suele suceder, los primeros dos o tres episodios, en los que el guionista se dedica a explicar y explorar el nuevo status quo, son esos en los que uno siente que la machaca está al pedo, que no aporta nada. Uno quiere ver más de lo otro: la negociación de Banner con Maria Hill, la presentación de los personajes que lo van a secundar, etc. El segundo episodio, por ejemplo, tiene como gancho central un interesantísimo contrapunto entre Banner y Tony Stark… interrumpido por la infaltable (e intrascedente) pelea entre Hulk y Iron Man. Realmente, no hacía falta.
Lo más interesante llega en los dos últimos episodios, paradójicamente cuando Waid se juega a romper el equilibrio: Banner y su equipo científico aparecen en las ocho primeras páginas y después se viene una verdadera guerra a todo o nada contra Attuma, con poco margen para la sutileza. Ojo, Banner se luce en muchas de estas secuencias subacuáticas, pero la trama agarra para otro lado, se desmarca un poco de las misiones encomendadas por SHIELD en los primeros números. El plan de Attuma es tremendamente maligno, a tal punto que quizás daba para dejarlo avanzar un poco más y generar una crisis a escala global, que se pudiera explorar en varios títulos de Marvel. Igual banco la decisión de no dejarse llevar por la grandilocuencia y resolverlo en dos numeritos de esta serie. Acá hay machaca electrizante, personajes secundarios muy atractivos y la posibilidad de ver al Hulk cabeza frente a frente con amenazas realmente cercanas a su nivel de poder.
El dibujo está a cargo de Leinil Francis Yu, complementado con las tintas de Gerry Alanguilan y los colores de Sunny Gho. Me gustó mucho. Al igual que Waid, el filipino logra equilibrar muy bien las escenas tranqui con los estallidos de piñas, tiros y kilombo. Se luce indistintamente en los dos tipos de escenas, escatima pocos fondos, le pone mucha fuerza (y cierta sofisticación europea) a las expresiones faciales, deja la vida cuando tiene que dibujar androides, armaduras, naves y esas cosas llenas de detallecitos tecnológicos… quizás lo que menos me cierra es que dibuja a todas las minas MUY tetonas. El resto está muy bien, a veces un poco sobrecargado de información, pero no tanto como para entorpecer el fluir del relato. Obviamente estos cinco episodios son todos los que dibujó Yu en esta colección, y si me compro el Vol.2 no lo voy a ver ni en figuritas. Pero bueno, así funciona este vicio de relanzar permanentemente las series cada vez que se juntan (aunque sea 20 minutos) dos artistas taquilleros.
Ah, otro tema polémico: a este TPB el precio se lo puso el enemigo. 20 dólares por cinco episodios es un delirio. Y si me decís que trae 30 páginas de extras (básicamente variant covers y bocetos de Yu) te digo “metételas en el orto, yo quiero leer historietas”. Editen sólo las 100 páginas de historieta y cóbrenme el TPB –mínimo- cinco dólares menos. El Vol.2 trae los episodios con Thor que dibuja Walt Simonson y los que son team-up con Daredevil (dibujados por Mateo Scalera), así que ni bien lo vea a un precio razonable se viene para acá. Lo posterior me huele medio a verdura en mal estado, infectada de tie-ins con sagas chotas…

sábado, 6 de septiembre de 2014

06/09: SUPER CROOKS

Otra vez Mark Millar se pone a pensar en el viejo y trillado concepto de los supervillanos y le encuentra una nueva vuelta de tuerca. En realidad, dos. Por un lado, Super Crooks plantea algo que en los universos heroicos de DC y Marvel rara vez sucede: villanos con poderes capaces de trabajar en equipo, de establecer vínculos solidarios, afectivos, de respetar códigos y no cagarse entre ellos para cumplir un objetivo común. Son chorros, les cabe la violencia, si tienen que matar a alguien lo matan, pero no son unos sádicos hijos de puta que se excitan pensando en exterminar a la humanidad de la faz de la tierra, ni mucho menos. Y por el otro lado, saben hacer las cuentas. Calculan que en un país donde no hay superhéroes, es mucho más difícil que estos se interpongan entre ellos y la consecución de sus planes.
Unidos y organizados, los villanos de Millar (con no pocos puntos de contacto con la Rogues Gallery de Flash) se van a España a concretar el choreo de sus vidas. Por qué, cómo, a quién le afanan, cómo les va, son detalles menores. La buena idea, la que convierte a Super Crooks en una historieta entretenida y ganchera, es la que acabo de sintetizar. Después hay cosas que ayudan, que la maquillan y la ponen linda. La extensión, por ejemplo, apenas 106 páginas como para que el guionista no pueda boludear, ni irse por las ramas, y cuente todo con mucho ritmo. En realidad, si nos ponemos en ortivas, esto dura exactamente lo mismo que duraría un largometraje, porque obviamente Millar pensaba convertir esta idea en una película. Pero igual es un mérito, porque es algo que hace más placentera la lectura.
También están buenísimos los diálogos, los guiños sutiles a personajes de Marvel y DC, el equilibrio entre el chamuyo y la acción y el uso ingenioso de los superpoderes de estos villanos. También algo que si leíste mucho a Millar quizás ya te llene un poquito las pelotas, que es esa impronta deconstructivista según la cual detrás de todo superhéroe enmascarado se esconde un facho pasado de rosca, un perverso, un pedófilo o un economista neoliberal de los que van siempre a TN. Yo leí mucho a Millar pero por suerte eso no me produce mayor rechazo. De alguna manera, aprendí a tolerarlo. Y me doy cuenta de que es importante para la trama que haya un nivel importante de corrupción entre “los buenos”.
El dibujo es obra de Leinil Yu, el virtuoso filipino que fascina a la hinchada con su trazo elelgante, y a la vez muy idóneo para dibujar machaca. Yu sobredibuja a lo pavote, se esfuerza mucho por darle realismo al mundo de los héroes y los villanos, pero por lo menos no afana fotos a lo pavote. Sus primeros planos son muy elaborados, ricos en detalles que seguramente están basados en fotos, aunque sin esa frialdad que se ve en los primeros planos de un J.H. Williams, o del Tony Harris de Ex Machina. La elegancia del trazo de Yu contrasta abierta, y supongo que intencionalmente, con las salvajadas que le hace dibujar Millar. Acá hay escenas de extrema violencia, con la sangre y el gore al palo, como esa en la que los hermanos Diesel combaten en un ring contra Robocock y Doctor Dicktopus, o cuando Gladiator despacha de una piña a Praetorian. Lo interesante es que estas escenas zarpadas, de altísimo impacto, están muy bien mechadas con otras más intimistas, en las que Yu (sin tener un manejo de los climas digno de ser destacado) puede pensar de otra manera la narrativa y no quedarse en el festival de la sangre y las mutilaciones.
Breve, concisa, ingeniosa, bastante original, bien planteada, bien resuelta, muy bien dibujada, Super Crooks no es la gloria, ni marca un antes ni un después de nada, pero se la recontra-banca. Es un muy digno entretenimiento, al que si leíste bastante comic de superhéroes le vas a encontrar subtextos copados, puntitas que te van a dejar pensando. Antes de que algún tarado de Hollywood la haga mierda, entrale con confianza a esta atractiva propuesta de Mark Millar y Leinil Yu. Y si está muy cara, choreátela.