el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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domingo, 19 de octubre de 2014

19/ 10: SAUCER COUNTRY Vol.2

¿Y, qué onda? ¿Pudiste repasar la reseña del Vol.1? A mí me da la sensación de que si hubiese tenido más fresco aquel tomo, me habría costado menos engancharme con este, se me habría hecho menos ardua la lectura sobre todo del primer tramo de este Vol.2.
Lo cierto es que, si bien no se me hizo aburrido, el planteo de Paul Cornell era ambicioso, complejo y –como señalamos la vez pasada- deja poco margen para la acción. Saucer Country es una historia que se dirime en dos terrenos poco propicios para la machaca: por un lado, el de la ciencia, porque uno de los temas centrales es el de la existencia de los alienígenas y su eventual contacto con los terrícolas. Y por el otro, el de la política, porque buena parte de la trama la motoriza la campaña de Arcadia Alvarado, la gobernadora de New Mexico, para llegar a la Casa Blanca. Obviamente esto es un comic y Cornell va a encontrar la forma de conjurar situaciones fuertes, de alto impacto, y de colar por algún lado alguna piña o algún tiroteo. Pero preparate a entrarle a una serie muy hablada, donde los diálogos -y no la acción- cargan con el peso de llevar adelante los conflictos.
Por eso es tan importante el desarrollo de los personajes, profundizar en ellos, darles carnadura, y en ese rubro la labor de Cornell es excelente. También se nota mucho que el guionista británico estudió a fondo el tema de los OVNIs (sin dejar de lado las shockeantes revelaciones acerca del vínculo entre los aliens y el poder político tan bien expuesto por el maestro Doug Moench en el Big Book of Conspiracies) y que además indagó a fondo en la trastienda de las campañas electorales en EEUU, que se parecen MUY poco a las de países como el nuestro. O sea que el andamiaje sobre el cual Cornell armó la historia era bastante sólido. La historia en sí… quizás un poco menos. Por momentos parece que sobraran personajes, y esto supongo yo, se debe a que el guionista pensó la trama para durar mucho más de 14 episodios. De hecho, sobre el final se resuelve (de modo sintético, pero no abrupto) el tema de las elecciones que decidirán si Arcadia llega o no a la presidencia; pero queda abierto el otro plot, el de los aliens. Se cierra el misterio del Profesor Kidd, pero queda abierto lo más grande, el misterio principal, que tiene que ver con la abducción de Arcadia y su ex-marido por parte de los aliens, y la supuesta rosca entre estos y el presidente de los EEUU que va por la reelección.
Sería largo analizar por qué Saucer Country no vendió una chota y se canceló tan rápido. Lo bueno es que Cornell supo varios números antes que la serie tenía los días contados y así es como en el último tramo pasa de todo, a un ritmo alucinante. Y lo malo, bueno, eso… no se pudo llevar a fondo una de las líneas argumentales más interesantes. Por suerte esto es 100% propiedad de los autores, con lo cual dentro de unos años Cornell se puede llevar esta serie a otra editorial y eventualmente escribir una secuela que explore lo que acá quedó a medio resolver.
En el dibujo lo tenemos de nuevo a Ryan Kelly, a quien ya definimos como una mezcla entre Tom Grummett y Paul Pope, acá un poco más consistente que en el Vol.1 y con un gran laburo en las portadas. Hay un episodio dibujado por Mirko Colak y Andrea Mutti que me dejó gusto a poco, y uno que –paradójicamente- no aporta demasiado a la trama principal, pero tiene el atractivo de estar dibujado por el maestro David Lapham, que se destaca holgadamente incluso cuando trata de mostrarse sobrio y no pelar virtuosismo.
Una pena que Saucer Country no haya tenido mejor suerte, y ojalá los próximos experimentos de Vertigo con géneros atípicos y sagas no orientadas a la machaca encuentren una mejor recepción por parte de los lectores. Y que Paul Cornell no deje nunca de adentrarse en estos terrenos difíciles, poco transitados por la mayoría de sus colegas.

jueves, 12 de junio de 2014

12/ 06: DEMON KNIGHTS Vol.2

Antes de leer esta reseña, me parece justo recomendarte que leas la del Vol.1, publicada el 21/01/13. ¿Ya está? Bueno, ahí vamos.
En este tomo se vuelven a ver, y hacen más ruido, los mismos problemas que vimos en el tomo anterior: Paul Cornell se pasa de rosca con la machaca grandilocuente, con las mega-peleas a todo o nada entre los protagonistas y bichos monstruosos recontra-poderosos y desaprovecha muchísimo todo lo demás. Por un lado, las posibilidades que brinda la época elegida (la del medioevo): acá no hay énfasis en nada que no sea combate (físico y místico) contra criaturas y amenazas zarpadas. ¿Eso era el medioevo? Lo dudo mucho. En el Vol.1 hay un amague de un subplot que involucra a Shining Knight con la búsqueda del Santo Grial. Andá a saber dónde se lo olvidó Cornell, que en este tomo ni lo menciona. También desaprovecha a los personajes: de a poco, todo se centra cada vez más en Demon y Madame Xanadu y el resto del elenco se fusiona con el decorado hasta desaparecer.
Ojo, no seamos injustos: Cornell dedica muchas páginas a indagar a fondo en la relación entre Demon, Nimue (que así se llama Madame Xanadu) y Jason de Norwich, apodado “Jason of the Blood”. Ahí arma un combo sustancioso, en el que mete también a Merlin y al Rey Arturo, aunque –de nuevo- desaprovecha y muestra con excesiva liviandad algo tan dramático y espectacular como la caída de Camelot. Para la segunda mitad del tomo pasa lo que yo no quería que pasara: Demon se morfa el protagonismo y todo gira en torno a él: su rosca en el Infierno con Lucifer, su relación con Merlin y sobre todo su origen, que acapara todo el número 0, con el que cierra el tomo.
Para peor, la historia del “presente” (o en realidad, el tramo que no es flashback) termina con un cliffhanger jodido como enema de chimichurri, con todos (menos Demon) al borde del abismo. Ese es el final del n°12, y Cornell deja la serie tras el n°15. ¿Llega a cerrar en tres episodios todo lo que abrió en este Vol.2? Lo dudo muchísimo. Luego vendrá otro guionista a cubrirlo y la serie se cancelará en el n°23, justo cuando se resuelve lo del Santo Grial. Me faltaría leer 11 episodios, recopilados en un sólo tomo. Pero la verdad, no le voy a dar una tercera oportunidad. Estos primeros 13 episodios me resultaron no malos, sino blanditos, mediocres. Faltó riesgo, faltó onda, faltó profundidad y sobre todo faltó sutileza. Un poco de “palo y palo” está bien, pero 13 episodios de machaca (necesaria e innecesaria) es mucho. Encima, TODAS las secuencias más tranqui o más introspectivas se las llevan los mismos dos personajes y recién sobre el final del Vol.2 hay villanos atractivos (Lucifer y Morgaine Le Fey). O sea que hasta acá llegamos. Seguro habrá mejores comics que Demon Knights para ocupar ese cachito de mi biblioteca.
El dibujo de Diógenes Neves es, de nuevo, bastante aceptable. No excelente, pero muy digno, dentro de la línea de estridencia pochoclera con reminiscencias noventosas del mainstream de DC. Neves no se mete en bretes narrativos y logra algunos momentos bastante dinámicos, lindos. Por supuesto, no le creo que labure solo: ahí intuyo la mano de por lo menos un asistente. Lo mejor es (como en el Vol.1) el trabajo del colorista, Marcelo Maiolo, que levanta muchísimo el dibujo de Neves y mete un montón de efectos con los que compensa ampliamente el poco espesor de los climas que crea el dibujante. El dibujo de Neves en blanco y negro, me parece que se cae a pedazos. Lo que no dibuja Diógenes pasa a manos de Bernard Chang, un dibujante más sólido, más clásico, una especie de Steve Dillon más afín a la narrativa y la anatomía de los superhéroes. Chang labura más y miente menos con los fondos y en general sus páginas son menos estridentes que las de Neves. Ahí también Maiolo deja la vida, pero uno sospecha que, sin el color, lo de Chang de todos modos sería más que aceptable.
En fin, otra serie de los New 52 a la que le puse fichas y no me convenció. Creo que para Septiembre (cuando haya terminado All-Star Western y Azzarello se haya ido de Wonder Woman), la única serie de DC que voy a seguir leyendo es Swamp Thing, a menos que el primer TPB de Charles Soule me la baje demasiado. Es una lucha...

lunes, 9 de septiembre de 2013

09/ 09: SAUCER COUNTRY Vol.1

Arranco con una nueva serie de Vertigo y como estoy tan atrasado con la lectura, ya sé que le va a ir mal, que se va a cancelar tras apenas 14 episodios y que el segundo tomo recopilatorio va a ser el último.
Una pena, realmente, que Saucer Country no haya pegado, porque la verdad es que en este tomo hay muchas ideas copadas, muy bien desarrolladas por Paul Cornell. Por ahí se puede llegar a criticar que va un poquito lento, pero hasta ahí. No es que estás páginas y páginas embolándote mientras no pasa nada. Y además, desde la consigna de la serie era obvio que iba a haber un margen... chiquito para la acción y la aventura. Cornell nos sumerge al mismo tiempo en dos mundos complejos, rodeados de sombras, de misterios, de cosas turbias difíciles de dilucidar para la mayoría de los mortales: por un lado, el tema de los OVNIs, su presencia en la Tierra, sus contactos esporádicos con los humanos, con abducciones y sondas anales incluídas. Por el otro lado, otros que suelen actuar como si vivieran en otro planeta y hacernos sentir como si nos metieran cosas (no sé si sondas) en el orto: los políticos. Son dos temas muy, muy atractivos, con mucho para explorar, capaces de dar pie a un montón de conflictos grossos, atrapantes, y no tan trillados en la historieta.
Básicamente, la historia gira en torno a Arcadia Alvarado, separada, latina, gobernadora de New Mexico y candidata a presidente de los EEUU. Arcadia tiene un secreto: fue abducida por alienígenas, los ve como una amenaza global y quiere llegar a ese puesto de enorme poder a nivel mundial para poder proteger a la Humanidad de estos bichos zarpados que la secuestraron y la sometieron a misteriosos experimentos. En este primer tramo, la vemos rodearse por un lado de especialistas en campañas políticas y por el otro, de un profesor de Harvard caído en desgracia por hacer público que cree en los extraterrestres. Pero claro, ¿cómo no va a creer en los extraterrestres, si estos se le aparecen y le hablan? ¿O estará chapita? Por ahora, no sabemos. Y para redondear un elenco muy interesante (al que Cornell enroscará en complejas tramas de conspiraciones, secretos y mentiras) nos queda Michael, el ex-marido de Arcadia, tipo propenso a meterse en kilombos, al que el escabio y la joda siempre le interesaron más que la carrera política de su esposa.
Cornell dedica prácticamente todo el primer tomo a presentar a estos personajes y a posicionarlos respecto de la “mitología” de los OVNIs. Quiénes creen, quiénes no creen y por qué. Y el último episodio cambia el foco de la narración, deja un toque de lado la campaña electoral de Arcadia y nos sumerge a fondo en distintas teorías acerca de los contactos entre humanos y alienígenas, presentadas como un documental, con ese ritmo tan típico de los Big Books. De hecho, lo que cuenta Cornell en esas páginas coincide bastante con cosas que contara Doug Moench en el capítulo que le dedica a los OVNIs en el fundamental Big Book of Conspiracies.
Este episodio final está dibujado por el ignoto Jimmy Broxton, un dibujante bastante versátil, que en sus mejores momentos me recordó a Sean Phillips. También hay una secuencia muy cortita (que ya veremos cómo engancha con el tronco de la serie) dibujada por el maestro Goran Sudzuka. Pero la gran mayoría de las páginas de este tomo están a cargo de Ryan Kelly, con quien ya nos cruzamos varias veces. Kelly no es horripilante ni mucho menos, pero tampoco es bueno. Es un dibujante... casi aceptable, que no aspira a mucho más que a acompañar al guión, en un rol siempre subordinado a este último. En las portadas, Kelly se rompe bastante el culo para lograr imágenes impactantes. En las páginas interiores, no llega a ser chato ni a generar rechazo; simplemente deja gusto a poco, sobre todo si pensamos que le dieron guiones realmente buenos. Lo mejor que tiene Kelly es que no chorea fotos. Su dibujo, en un estilo mezcla de Tom Grummett con Paul Pope, se apoya exclusivamente en su grafismo, no en truquitos del photoshop para mechar edificios y objetos “levantados” de Flickr.
Así que, por ahora, recomiendo Saucer Country. Ojalá no me defraude el segundo tomo, y ojalá Paul Cornell no ceje en su búsqueda de historias distintas, arriesgadas, bastante más intrincadas que las habituales. Con esta no la pegó, pero con la próxima, en una de esas sí.

viernes, 12 de abril de 2013

12/ 04: XTNCT

Allá por 2003, la revista Judge Dredd Megazine cambió de director y de política editorial: ahora valía publicar series y unitarios que no estuvieran relacionados al universo del famoso Juez. Así se abríó una maravillosa caja de Pandora de la que salieron muchos proyectos grossos, en los que los autores ingleses encontraron libertad para desarrollar sagas de ciencia-ficción (y no tanto) muy distintas a lo que se veía normalmente en las antologías de ese archipiélago. En Mayo de 2011 vimos una de esas obras (Leviathan) y hoy descubrí otra, también dibujada por el maestro Matt Brooker, más conocido como D´Israeli.
Esta vez el eximio dibujante forma equipo con Paul Cornell (que hace 10 años no era demasiado conocido fuera del Reino Unido, más allá de sus méritos como autor de novelas de la franquicia Dr. Who) para una historieta post-apocalíptica muy extraña. En Xtnct la humanidad está prácticamente extinta. Uno de los sobrevivientes es un científico genial y megalómano, que se hace llamar “Padre” por seres clónicos de su propia creación, que no son humanos, sino dinosaurios con raciocinio, habla y pulgares reversibles. Rex (el tiranosaurio), Raptor (el deinónicus), Aviatrix (la pterodáctilo), Trike (la triceratops) y Forest (la criatura con apariencia de árbol) tienen una misión: exterminar a los otros sobrevivientes humanos, para que “el Padre” pueda lanzar la siguiente fase de su plan (que no te la puedo contar).
A lo largo de varios episodios (cada uno con principio, desarrollo y fin), Cornell nos lleva a recorrer la tierra devastada junto a este comando de dinosaurios clónicos paramilitares, encargados de eliminar a la raza humana de nuestro planeta. Las aventuras están buenas, pero siempre resulta más interesante lo otro: la dinámica del equipo, los diálogos entre ellos, los planteos, la paulatina toma de conciencia de lo que están por hacer, y finalmente el volantazo y la confrontación con “el Padre”, que se resuelve de un modo tan impredecible como satisfactorio. Cornell orquesta con astucia un fértil contrapunto entre un cierto clima festivo, con chistes y situaciones bizarras por un lado, y por el otro la desolación de la tierra devastada y de los pocos sobrevivientes cuyas largas penurias culminarán en las fauces de un dinosaurio armado hasta la chota. Hay otros elementos atípicos, que tienen que ver con la religión, el sexo y hasta con una sutil bajada de línea políticamente incorrecta, cuando los militantes contra la globalización son caracterizados como villanos bastante ignorantes y levemente antisemitas.
Y lo más loco de todo: todo esto pasa en apenas 42 páginas! Cornell arma un mundo, presenta a cinco personajes, plantea un conflicto, lo hace avanzar y lo resuelve en sólo 42 páginas, en las que no faltan ni machaca, ni caracterización, ni esos toquecitos de cosa idiosincrática y rara, que hacen que Xtnct se lea definitivamente como historieta de autor y no como mero entretenimiento.
Por supuesto, uno quería que la historieta durara el triple, no sólo por lo jugoso del planteo y por la onda de los personajes, sino principalmente por el inmenso placer que resulta de verlo dibujar a D´Israeli. Este trabajo es de la misma época que Leviathan, y se observan los mismos hallazgos: un dibujo ganchero y efectivo, un manejo de las tramas mecánicas superlativo, una increíble fluidez en la narrativa, un gran laburo en las expresiones faciales (y no cualquiera le da buenas expresiones faciales a un triceratops), una generosidad pasmosa a la hora de dibujar vehículos, armas, ciudades y fortalezas futurísticas, y –por supuesto- un gran criterio para apuntalar desde la faz visual los climas que propone el guión.
Xtnct no te cambia la vida, no vayas a creer. Es simplemente una historieta fuerte, sumamente atípica, donde lo vemos a Cornell (hoy guionista de Wolverine) jugando de autor con todas las letras, sin guardarse nada, cebado y potenciado por la libertad de poder bajar línea y divertirse con una historia que obviamente lo apasionaba. Y encima dibujada a un nivel apabullante por el siempre grosso D´Israeli. Creo que esto nunca se editó en castellano, pero Rebellion se mandó una hermosa edición en inglés, con textos del guionista, bocetos del dibujante y lujosas tapas duras, que me encantó rescatar por poquísimos dólares de una caja de saldos.

lunes, 21 de enero de 2013

21/ 01: DEMON KNIGHTS Vol.1

Es extraño lo que me pasó con este libro. Todavía no sé si me gustó o no. Me gusta que sea raro, que Paul Cornell haya buscado una ambientación tan atípica para un comic de superhéroes... Pará: ¿Es de superhéroes? ¿O es una especie de Lord of the Rings en esteroides? Es el medioevo y los héroes son guerreros, hechiceros, caballeros... Todo parece salido de un juego de rol onda Dungeons & Dragons bastante pasado de rosca, empezando por el hecho de que los protagonistas se conocen en una taberna. Por ahí lo que menos me gustó es que es un comic con cero sutileza. Desde la primera página se impone el palo y palo y no para nunca. Lo único que hace es crecer en grandilocuencia. Y me da la sensación de que los personajes que juntó Cornell en Demon Knights daban para plantear la epopeya de un modo un cachito más sutil, menos frontal, menos “in your face” y por supuesto menos obvio.
Lo que más me gustó es cómo Cornell reparte el protagonismo entre todos los miembros de este improvisado equipo. No son Demon y sus sidekicks. Todos tienen algo grosso para aportar y la trama se enriquece de esta multiplicidad de aportes. Me gustó también que recuperara a Sir Ystin, la Shining Knight creada por Grant Morrison para Seven Soldiers of Victory. Por supuesto desconfío de que Vandal Savage pueda funcionar como personaje recurrente en este rol de “juego para los buenos, pero no tengo drama en ensuciarme y hacer trampa como los malos”. Y los personajes nuevos me gustaron, les veo bastante potencial. Es obvio que, el día que haya que boletear a alguno de los buenos, tienen todos los números los personajes creados por Cornell. Pero hasta que eso suceda, sospecho que el guionista les va a sacar un rico jugo a Exoristos, Al Jabr y Horsewoman.
La trama en sí se zarpa un poco en lo extremo de la amenaza a la que deben enfrentar los Knights y en el protagonismo que tiene la machaca. El medioevo ofrece también jugar por el lado del género bélico, de la intriga palaciega, del romance... Acá todo se limita a lanzar conjuros y repartir espadazos y hachazos. Por suerte Cornell encuentra un huequito donde meter (casi a presión) un subplot que tiene que ver con la búsqueda del Santo Grial, al que le pongo una ficha, porque es un tema que me ceba desde siempre.
Toda esta orgía de violencia, destrucción y sangre está plasmada en imágenes por Diógenes Neves, un dibujante brazuca correcto, por ahí un poquito estridente, al que se le nota el esfuerzo de salir de la sombra del estilo pochoclero noventoso (Jim Lee, Marc Silvestri, Jeff Campbell, esa onda) y darle a su estilo más expresividad, más riesgo. Neves es una especie de Tom Derenick con línea más finita y más atención por los detalles. Y más allá de algunas pifias menores, el brazuca pone huevo. No dibuja todos los fondos que a uno le gustaría ver, pero los que dibuja están espectaculares. Se esmera para darle rasgos y gestos propios a cada uno de los protagonistas y cuando arriesga en la narrativa, sale bien parado. Hojaldre: me imagino esto en blanco y negro y me parece que se cae a pedazos, que se convierte en el festival pedorro de las líneas, las rayitas y los detallitos innecesarios. Por suerte mete mucha mano Marcelo Maiolo, un colorista al que no conocía y que hace muchísimo por sumarle onda, fuerza y hasta vuelo al dibujo de Neves. El combo entre dibujante y colorista funciona muy bien y también suman muchísimo esas secuencias de Sir Ystin que no sé si son de Michael Choi o de Robson Rocha, pero de todos modos están bárbaras, en un estilo mucho más clásico, más para el lado del maestro John Bolton.
Bueno, al final el balance da bastante decente. No te dejes engañar por esa horrenda portada de Tony Daniel: esto no es sólo Demon y no está ni remotamente tan mal dibujado como esa tapa. Es un comic raro, que por ahora abusa un poco de la grandilocuencia y mucho de la violencia, pero que tiene un guionista muy ingenioso, del que siempre se pueden esperar giros impredecibles y copados, y un elenco que seguramente con más desarrollo y más aventuras a sus espaldas puede dar buenos frutos. Por la chapa de Cornell (que ya se fue de DC, como tanto otros) y por ser fan de Demon, Madame Xanadu y Shining Knight, me juego a comprar un Vol.2 antes de dar un veredicto más categórico.