el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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jueves, 31 de agosto de 2023

NOCHE DE JUEVES

Vamos rapidito con un par de reseñas, que tengo poco tiempo... En 1969, una editorial de Brasil publicaba en ese país un comic-book de los X-Men, en blanco y negro, con las historias originales de Stan Lee y Jack Kirby. Pero como estas tenían 20 páginas y la revista 32, tenían que llenar la publicación con algo y se les ocurrió encargarle historias cortas de estos mismos personajes a autores locales, sin pedirle permiso a Marvel. La revista duró apenas 14 números, 10 de los cuales incluyeron estas historietas apócrifas, escritas por el experimentado guionista Gedeone Malagola (de larguísima trayectoria en el comic de Brasil) y dibujadas por Walter Gomes. Esto es, básicamente, una truchada, en el sentido más amplio del término. Los guiones son cualquier cosa: las personalidades de cada uno de los X-Men no están bien respetadas, Malagola tiene 8 ó 9 páginas pero cuenta historias que daban para cuatro o para 20, y el personaje más importante de esa primera etapa (el Profesor Xavier) aparece sólo en una de las 10 historietas de producción propia. En general son anécdotas muy menores, muy por abajo del material de Stan Lee, que tampoco era brillante. El dibujo de Gomes es muy desparejo, muy tosco. Cuando se limita a la mímesis, le va más o menos bien: reproduce la puesta en página y el trazo del Rey Kirby de un modo casi aceptable. Pero sobre el final empieza a probar otras cosas y opta por una puesta en página que se vuelve torpe y confusa, y por un trazo mucho más cercano al de Werner Roth, el dibujante que sucedió a Kirby y tuvo a su cargo la etapa menos atractiva de esta serie. Si esto se ve así en blanco y negro, no me quiero ni imaginar qué hubiese pasado si se publicaba a color, con el color que tenían las revistas brasileras en 1969. El tomo recopilatorio (donde tampoco aparece ninguna leyenda que nos aclare que estos personajes son de Marvel) incluye también tres historias cortas de Nick Fury que -al igual que las de los X-Men- fueron encargadas a autores locales por la editorial que publicaba en Brasil la revista del espía más capo de SHIELD. La diferencia es que nunca se supo quiénes fueron los autores de estos verdaderos papelones, mal escritos y pésimamente dibujados, con un festival de viñetas choreadas de comics de Barbarella, Rip Kirby, Modesty Blaise y siguen las firmas. Esto es algo que quería tener y me interesa conservar simplemente por el grado de bizarreada, de material imposible, que sólo aceptás que existe cuando lo tenés en la mano. En 1969 ya era obvio que X-Men era un título muy menor dentro de la cosmogonía de Marvel y que en cualquier momento lo cancelaban. Aún así, una editorial de Brasil (no precisamente de las más chicas) apostó por esta serie, quizás porque las más conocidas ya estaban compradas por otra editorial, y de yapa nos obsequió estos clásicos de la impostura y el choreo a mano armada. La edición de 2022 a cargo de Editora Criativo, un lujo, con muy buenos textos y gran calidad de reproducción para un material por lo menos polémico.
Me voy a Francia, año 2014, cuando Noël Simsolo y Frederic Bézian inician la serie Doctor Radar, con un álbum de 64 páginas titulado "Asesino de Sabios". Por ahí hay gente que no lo conoce, pero Bézian es uno de los mejores historietistas del planeta, un monstruo, un tipo de un talento descomunal. Cualquier cosa que lleve su firma se convierte en el acto en algo que merece ser comprado, leído y atesorado. Bézian es una mezcla perfecta entre Lorenzo Mattotti, Nicolas De Crécy, Alberto Breccia, Lionel Feininger y Carlos Nine (y Lucas Nine, incluso). Un dibujante virtuoso, plástico, expresivo, con una solidez narrativa impactante, un manejo de la masa negra que te hipnotiza, y que acá encima utiliza una paleta de colores limitada, potenciada por un juego de engamados pensado para resaltar los climas que quiere transmitir en cada página. No alcanzan las palabras para describir lo maravilloso que es el trabajo de Bézian en Doctor Radar, esto hay que verlo para creerlo. Y releerlo varias veces, para colgarse mal en cada viñeta, porque en cada una hay muchísimo para descubrir y para deleitarnos. El guion de Simsolo es interesante. Muy clásico, al punto que los diálogos recurren a esa prosa florida y protocolar típica de los álbumes de Tintin. Y con la suficiente cantidad de giros argumentales como para mantener el interés del lector hasta el final. El misterio principal, que tiene que ver con la verdadera identidad del Doctor Radar, se resuelve de manera magistral (e impredecible) cuatro páginas antes del final, pero lo que sigue no es un epílogo, sino más peripecias y más acción. La trama está ambientada en París en 1920, y la reconstrucción de la época es magnífica. Simsolo no deja sin visitar un sólo punto emblemático de lo que sería la famosa Belle Epoque parisina y nos pinta un fresco muy atractivo de aquella sociedad, sus vicios, miserias, búsquedas y hallazgos. Pobre tipo, haga lo que haga siempre va a estar opacado por la magia arrolladora del trazo de Bézian, pero la verdad es que de no conocer a Nöel Simsolo, pasé a considerarlo un guionista a tener muy en cuenta. El final deja una punta abierta, y efectivamente los autores la retomaron en otros dos álbumes de Doctor Radar, publicados en Francia, pero inéditos en España (de lo cual deduzco que a este no le debe haber ido bien en la Madre Patria). Espero conseguir las secuelas este año, cuando me toque visitar por primera vez el país de Astérix. Y esto es todo por hoy, y por este mes, que ya termina. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

jueves, 6 de octubre de 2022

ESSENTIAL CLASSIC X-MEN Vol.3

Bueno, ahora sí. Último masacote de 536 páginas y me dejo de joder con X-Men por un tiempo largo. O para siempre, no sé. Este tomo trae el tramo final de la serie cuyos inicios vimos en las reseñas del 16/11/17 y el 16/6/22. Con los números que faltaba recopilar (54 al 66, porque después la serie pasa a ofrecer episodios viejos hasta el nº94) no llenás ni a palos un Essential, por eso a alguien se le ocurrió la brillante idea de sumar a este tomo algunos numeritos de Spider-Man, Marvel Team-Up y Hulk en los que uno o más alumnos de Charles Xavier tienen un rol más o menos importante. Son todos pésimos, no hay una historia decente entre estos "extras". Pero además el Essential trae los seis episodios de la efímera serie protagonizada por Beast (lejos, mi mutante favorito) en la revista Amazing Adventures. Y si bien no son aventuras gloriosas, son entretenidas, por momentos bizarras (el tema de que use máscara y guantes para tapar la cara y las manos peludas es tan ridículo que te cagás de risa), y está el numerito que transcurre en Rutland, Vermont y es parte del crossover encubierto con Thor y... Justice League of America (no lo voy a explicar ahora, ya lo expliqué en las páginas de ¿Quién quiere ser superhéroe?). La idea de mutar a Hank McCoy en una auténtica fiera de piel azul (y de paso, subirle un poquito el nivel de poder) fue de Gerry Conway, y el que lleva adelante la breve serie (en los ´80 hubiera sido una miniserie) es un primerizo Steve Englehart, al que todavía le cuesta un poco. Los dibujos de Tom Sutton son muy raros, porque se nota que viene más de una escuela tipo Will Eisner que de la mímica de Jack Kirby que predominaba en la Marvel de principios de los ´70. Aún así, la narrativa está cuidada y cuando engancha un buen entintador, zafa bastante bien. Pero vamos a este final provisorio de X-Men, que llega en un momento raro, porque la cancelación coincide con un momento en el que, terminada la extraña etapa de Arnold Drake, Roy Thomas había logrado encauzar la serie. De la mano de "Rascally Roy", nos comemos pijazos como el de descubrir que el Profe no estaba muerto, pero en general, hay una idea de qué hacer con la serie, hay una dirección y los personajes parecen menos desaprovechados. La única que no se luce casi nada es Jean. Los otros cuatro, más Polaris y Havok, tienen momentos muy grossos en estos números finales. Hay nuevos villanos, hay vueltas de tuerca interesantes para viejos villanos, y está esa saga con los Sentinels que leí 500 veces y aún hoy me hiela la sangre. Y lo más genial, obviamente, es que llega Neal Adams a hacerse cargo de los dibujos. En una serie donde nos habíamos acostumbrado a Werner Roth y Don Heck, que caiga ESE Neal Adams, así, on fire, en estado de gracia, a matar o morir, es como ir a ver un recital de Chayanne y que al tercer tema diga "Bueno, yo en realidad era el grupo soporte. Fuerte ese aplauso para David Bowie". El primer episodio del tomo lo dibuja Heck, con tintas de Vince Colletta. Onda, me lo están haciendo a propósito para que me caliente y tire el libro a la mierda. Y encima con una puesta en página rara, como buscando desesperadamente el dinamismo que su dibujo no tiene. Pero después, no solo llega Adams a redimir todos los pecados de estos verduleros infumables, sino que hasta hay unas paginitas de Roth (las últimas que aportará a X-Men) en las que lo entinta Sam Grainger y se ve realmente bien. La magia de Adams se ve potenciada por las tintas del mítico Tom Palmer, un capo tan capo que, en el episodio en el que entinta a Heck, hace que se vea más que digno. Y a Adams sí le sale el truco de experimentar con la puesta en página, de hacerla cada vez más extrema, más asombrosa. Obviamente, la forma termina por eclipsar al contenido, porque ni las historias ni los diálogos tienen el impacto que tienen las puestas y los dibujos de Adams, pero bueno, el tipo estaba a un nivel muy por encima del resto. No solo de Roth y Heck, también de otros autores que aparecen en el tomo, como un primerizo Sal Buscema, el rústico de Herb Trimpe, o un Gil Kane a media máquina al que ni las tintas de John Romita le permiten competir con Adams. En fin, un tomo raro, con mucho material que no es ni remotamente fundamental para entender y disfrutar la saga de los X-Men, pero con números gloriosos de la revista principal y esa etapa bizarra de Beast al frente de un comic que por momentos quiere ser de terror, y donde se desdibuja un poco el personaje, por lo menos hasta que Englehart se lo lleve a las filas de los Avengers. Pronto habrá más Beast, más Angel y más Iceman en blanco y negro, porque tengo sin leer un par de Essentials de los Defenders. Gracias por el aguante y nos reencontramos en unos días con nuevas reseñas, acá en el blog, o el finde en Heroica Comics, en Paysandú, Uruguay.

jueves, 16 de junio de 2022

ESSENTIAL CLASSIC X-MEN Vol.2

Otro Essential de durísima digestión, esta vez con el aliciente de que yo ya sabía lo que me iba a encontrar en estas 640 páginas, porque ya había leído todas estas historietas, por supuesto a color. Y entré tan convencido de que me estaba sumergiendo en un foso séptico, que por momentos el material me pareció menos choto de lo que suponía que iba a ser. De hecho, hay algunos numeritos de Roy Thomas que no están mal, que se me hicieron entretenidos, a pesar de la cantidad ingente de diálogos. Me parece que el problema fundamental de esta etapa de X-Men (años 1966-68, más o menos) es que es una serie que no va a ningún lado, que hace la plancha y simplemente acumula episodios, que hasta se podrían leer en cualquier orden. A partir del nº38, cada número incluye un episodio principal más corto (15 páginas) y un back-up protagonizado por uno solo de los miembros del equipo en el que generalmente se exploran sus orígenes. Esto le da un poco más de aire a los relatos, porque Thomas y sus sucesores (Gary Friedrich primero y Arnold Drake después) no sienten más la presión de cerrar las aventuras en la página 20, y estas se extienden a lo largo de varios números. Dos cosas me llamaron mucho la atención. Uno: me divertí mucho más en las escenas en las que los X-Men actúan en sus identidades civiles, como adolescentes "normales" de los años ´60, que durante las peleas con los villanos. Dos: parece que en el Universo Marvel de 1966-68 todavía no había afroamericanos. Ni en las escenas de multitudes, ni cuando aparecen grupos de soldados, policías, bomberos o incluso pandilleros, vemos gente de raza negra. Nunca, jamás, ni un solo personaje que no sea caucásico. Lo mejor, lejos, el ídolo Hank McCoy y la magia que nos regala en los diálogos, con un vocabulario florido, sofisticado, y referencias al cine, la literatura, la música y las artes plásticas, además de a la ciencia, que es su especialidad. Incluso en esta época "oscura" de los X-Men ya había motivos de sobra para hacerse hardcore fan de este personaje carismático y genial, quizás no tan relevante a la hora de definir los combates, pero brillante para tirar chistes y diálogos de los que los otros personajes no podrían tirar jamás. No sé si a causa de la vejez o del blanco y negro, no me disgustó el trabajo de Werner Roth en el dibujo. Al vilipendiado autor lo mandan a clonar los layouts de Jack Kirby, y si bien no logra reproducir el impacto y el carisma de los dibujos del Rey, zafa dignamente. Sobre todo en los primeros números, cuando lo entinta un Dick Ayers extrañamente elegante, que por momentos parece Sid Greene entintando a Gil Kane en un comic de DC. Después, al pobre Roth le infligen las tintas de asesinos como John Tartaglione y (en menor medida) John Verpoorten, y el dibujo se hunde en los pantanos del oprobio. En el medio, a Roth le permiten probar otras puestas en página, no clonadas de las de Kirby, a veces imaginadas por él mismo y otras veces delineadas por Don Heck. Entre los suplentes están Ross Andru, George Tuska (a los que también masacran los entintadores), un numerito más que decente de Dan Adkins, uno espantoso de Jack Sparling, uno de un primerizo Barry Smith (todavía sin el "Windsor") que es un pastiche bochornoso de afanos a Kirby, un par de números dibujados por Don Heck sin alma ni talento, y los dos numeritos del mítico Jim Steranko que ya vimos (a todo color) en la reseña del 22/03/18. Después de años de Roth y Heck, el despliegue visual que propone Steranko es un soplo de aire fresco, pero al ídolo también le enchastran los lápices con las horrendas tintas de John Tartaglione y el resultado queda muy por debajo de lo que pudo haber sido. El Essential incluye también un número de Avengers, ya que Roy Thomas ensaya un crossover entre las dos revistas de equipos que escribía en este entonces. Y claro, aparece en escena John Buscema y su jerarquía se impone de modo natural... excepto por un detalle. Parece que nadie le avisó al dibujante que los X-Men eran adolescentes, y dibuja a los pibes de 16 años con los mismos rasgos que a Hank Pym (que tenía más de 30) o Hawkeye (que no tendría menos de 23-24). En fin, poco para rescatar a nivel dibujos, pocas aventuras interesantes, y en todo caso si vale la pena guardar este masacote es por su valor histórico: acá están las primeras apariciones de personajes como Polaris, Banshee, Mesmero, Erik the Red, Mimic y la primera de las muchas muertes del Professor Xavier. Y por supuesto, también hay apariciones de un sinnúmero de personajes irrelevantes, que más tarde serían prolijamente barridos abajo de la alfombra, o reformulados por completo. Ah, y la dulce ironía de ver a Arnold Drake (co-creador de la Doom Patrol) como guionista de los X-Men también suma unos puntos. Tengo el tercer y último Essential de Classic X-Men en la pila de los pendientes y seguro le entraré durante este año. Nada más, por hoy. Gracias y hasta pronto.

sábado, 31 de julio de 2021

ESSENTIAL X-MEN Vol.8

Esta semana pude leer un solo libro, pero es un masacote de casi 550 páginas, así que está muy bien.
Y sí, llegué a ese momento que yo siempre señalo como el punto ideal para bajarse de X-Men y X-Factor, por lo menos hasta que llegue Grant Morrison a New X-Men. Si sos muy fan de los X-Men clásicos (tanto los de Stan Lee y Jack Kirby como los de Chris Claremont, Len Wein, Dave Cockrum, John Byrne y familia), acá está ese punto clave (la saga de Inferno) en la que Claremont y Louise Simonson cierran un montón de puntas argumentales, atan cabos y le ponen un moñito precioso a los primeros 25 años de este concepto segundón de los ´60 ascendido a franquicia en los ´80. Lo que viene después es ostensiblemente inferior a lo que nos ofreció Claremont hasta este punto, y si bien en su momento lo seguí leyendo, no es algo que me interese tener o releer. Post-Inferno banco a Louise Simonson en New Mutants, alguna saguita de Claremont en Excalibur, y por ahí alguna aventura de la revista solista de Wolverine. Pero sin dudas con Inferno se cierra la Era de Oro de los mutantes, y cuanto más nos acercamos a 1990, más avanzamos hacia una caída muy marcada en la calidad de Uncanny X-Men y X-Factor, y al viraje bestial de New Mutants hacia la ilegible X-Force. Ojo, este tomo tampoco está al nivel demoledor del anterior. Hasta que llegamos a Inferno, Claremont nos inflige un par de sagas que sin ser chotas, ya muestran signos de estiramiento al pedo y de un cierto desgaste por parte del veterano guionista. Sobre todo en esa trilogía contra los Brood, que no tiene pies ni cabeza. El arco contra los Reavers dentro de todo zafa, excepto por ese final absurdo en el que los X-Men se proponen devolver TODO lo que habían robado estos criminales a sus dueños originales, en un operativo al estilo Papá Noel, en la noche del 24 de Diciembre. Un argumento pueril, e insostenible. Pero como siempre, Claremont te entretiene con el buen manejo de los vínculos entre los personajes, diálogos copados y un gran nivel en los bloques de texto. También antes de Inferno tenemos un Annual con dos historias, una en la Savage Land con el High Evolutionary (también con los diálogos y los vínculos como principal atractivo) y una muy graciosa contra Mojo, totalmente en joda, que no es genial, pero casi. Y también la saga de Genosha, oscura, intensa y un toque estirada. El final es apoteótico. Cinco números de Uncanny y cuatro de X-Factor contra los demonios del limbo, los Marauders, N´astyrh, el enigmático Mr. Sinister y la mismísima Madelyne Pryor, ahora transformada en Goblyn Queen. Son muchas páginas y la verdad es que los malos desaprovechan demasiadas oportunidades de hacer boleta a los buenos. Pero es una narración atrapante, todo el tiempo pasan cosas fuertes, y los guionistas te convencen de que lo que está en juego es realmente grosso. Al pobre hijito de Scott y Madelyne lo revolean como al guantelete del infinito en Avengers: Endgame, los buenos se pelean entre ellos y hasta hay cosas que no se entienden si no leés los episodios de New Mutants que este libro no incluye (por suerte tengo las revistitas). Pero lo realmente importante es que acá se pasan en limpio un montón de temas pendientes, acerca de Madelyne, Jean Grey, el Phoenix, los hermanos Summers… y además tenemos machaca a gran escala contra villanos de inconmensurable poder, algún que otro giro imprevisto y un final bien orquestado, donde no te sentís estafado sino satisfecho a tal punto que –repito- podés decir “chau, hasta acá llego”, sin sentir que quedan cuentas por saldar. En el primer número de este Essential (Uncanny nº 229) la diosa Roma les propone a los X-Men atravesar el portal Siege Perilous y empezar una nueva vida. Le dicen que no, y se quedan a protagonizar estos 15 episodios (y el Annual) que acabamos de comentar. Un par de meses después de Inferno le van a decir “bueno, dale” y el resultado va a ser muy negativo. Pero no vamos a entrar en esa etapa. En cuanto a los dibujantes, hasta el momento de Inferno tenemos una alternancia entre Marc Silvestri (que me resultó bastante más limitado que cuando leí este material en los ´80) y Rick Leonardi, mejor que Silvestri, más suelto, más plástico, pero todavía lejos de su mejor nivel. En el Annual tenemos un montón de páginas dibujadas como los dioses por el siempre brillante, sutil y exquisito Arthur Adams. Y en la saga de Inferno vemos a Silvestri esforzarse un poco más en las páginas de Uncanny (de hecho, hay un número en el que el dibujo realmente me gustó, quizás porque en vez de Dan Green lo entinta Hilary Barta), y perder por goleada en la comparación con el dibujante de X-Factor, que no es otro que el maestro Walt Simonson. Con la posibilidad de dibujar poquísimos fondos, Simonson nos brinda un trabajo sublime en los cuerpos y los rostros, al nivel de trabajos monumentales onda X-Men/ Teen Titans. Las tintas de Al Milgrom complementan a la perfección el trazo dinámico del maestro, que le impone emoción a la acción y una profundidad genuina a las escenas más introspectivas. Por supuesto, la posibilidad de disfrutarlo en blanco y negro también potencia el impacto del dibujo de Simonson. Si no tenés la menor idea de quiénes son los X-Men, o de por qué personajes como Wolverine, Storm, Colossus, Nightcrawler, Cyclops o Jean Grey se ganaron un lugar en la cultura de masas a nivel planetario, los primeros ocho Essentials de X-Men te explican todo de un modo magnífico. A lo largo 14 años, Chris Claremont y sus dibujantes pusieron la vara tan alta que ni ellos la volvieron a alcanzar. Y en el medio redefinieron el concepto de qué es y cómo funciona un grupo de superhéroes. Una gloria. Nada más, por esta semana. Nos reencontramos el finde que viene, acá en el blog.

sábado, 23 de enero de 2021

17 al 23 de ENERO

Llegó ese momento del finde en el que me siento a reseñar los libros que leí durante la semana. Arranqué tranqui, con un masacote de 560 páginas. El Essential X-Men Vol.7, con altas papongas de los años 1986-88. En materia de dibujantes, esta etapa de Uncanny X-Men muestra cómo de a poco Marc Silvestri evoluciona de clon apenitas más moderno de John Buscema hacia un dibujante más personal, más influenciado por Arthur Adams. Se ve que Dan Green (el entintador titular de esta serie) entendía perfectamente a dónde quería ir Silvestri, porque lo complementa muy bien. Y también se ve que la coordinadora (Ann Nocenti, genia y figura) no dejaba que el dibujante se jugara todo a la espectacularidad y dejara en segundo plano la claridad y la fluidez del relato. Además, hay varios números con suplentes de muy buen nivel, como Kerry Gammil, Bret Blevins. Rick Leonardi o Jackson Guice, y un par realmente de lujo, como Alan Davis y Barry Windsor-Smith. El tomo también incluye dos Annuals, uno dibujado por Davis (que se luce infintamente más en blanco y negro) y otro por el ya citado Art Adams, también infernal, con un entintado preciosista de Terry Austin. Y además tenemos los cuatro números de la miniserie Fantastic Four vs. X-Men, donde Austin entinta a Jon Bogdanove. No es un mal combo, pero en el contexto del resto de los dibujantes, queda un poco atrás. Los guiones de Chris Claremont están muy bien, llevan hacia adelante la serie de modo muy armónico, con una dirección clara, en la que no se notan volantazos bizarros. El gran defecto es que, al igual que en el tomo anterior, Claremont ya no cuenta la historia de los X-Men, sino la de Storm, Wolverine y sus amiguitos. Esta es la etapa en la que, tras las bajas sufridas en la Mutant Massacre, el grupo salea buscar refuerzos, y entran casi de golpe cuatro personajes nuevos. Ninguno llega a opacar en lo más mínimo a Logan y Ororo, incluso cuando esta última se aleja del equipo para vivir una extensa aventura que va a terminar con la recuperación de sus poderes, justo a tiempo para Fall of the Mutants. Claremont narra la historia de Storm a modo de un sub-plot de largo aliento, y me da la sensación de que se disfrutaría más si fuera una novela gráfica o un one-shot por afuera de la serie, en vez de diluída, cortada en fetas entre tantos números. Fall of the Mutants es lo más flojo del tomo. El villano no tiene mucha explicación, la resolución es medio frutera (como cada vez que Claremont recurre al personaje de Roma), y por ahí lo más atractivo es ver a Colossus de nuevo en acción. Ah, no, pará: el guión del Annual 11 (el que dibuja Alan Davis) es groseramente peor que el de Fall of the Mutants. Un verdadero delito a mano armada. El resto está muy bien, con algunos momentos sobresalientes. Varios de ellos están en la miniserie con los Fantastic Four, que me volvió a impactar como la primera vez, primero porque casi no hay machaca, y segundo por lo bien que escribe Claremont a los FF, sobre todo a Reed, Sue, Ben y Franklin. Estuvo muy bueno el reencuentro con todo este material, que había leído numerito a numerito en mi ya lejana adolescencia, cuando era un adicto a los títulos mutantes que todos los años se clavaba 15 o 16 dosis de Uncanny X-Men. Este año le entro seguro al Vol.8.
Y también leí el Vol.3 de Ryuko, el manga de Eldo Yoshimizu que acá publica Buen Gusto. De nuevo, me masacró con el dibujo, con la cantidad de técnicas que emplea sin salir nunca del blanco y negro, cómo cambia de estilo según la secuencia, cómo te va del dibujo despojado y lineal a una sobrecarga de rayitas, rayones, manchas y texturas totalmente barroca, y de un poder expresivo devastador. Yoshimizu es un virtuoso del dibujo que no para de sorprenderme, desde la puesta en página y los ángulos que elige, hasta cómo dibuja las onomatopeyas. Todo es cada vez más extremo, más personal, más genial. El guion… creo que se enroscó demasiado, que le sobran personajes, que está mucho más pensado como novela gráfica que como serie, con lo cual se debe disfrutar mil veces más leído todo de un saque que cortado en cachos y con las largas pausas que estoy clavando yo entre tomo y tomo. Hay personajes realmente atractivos, pero la runfla se espesó demasiado, me parece. Y ya desde la primera vez que los enemigos de Ryuko la rodearon con varios chumbos y en vez de matarla se pusieron a conversar, perdí un poco el interés. De todos modos, hasta prestándole poca atención, el manga te scaude con algunos momentos de acción de tremenda potencia y con algunos momentos intimistas (como el de Ryuko y su mamá cuando caminan bajo la nevada) resueltos con gran destreza narrativa. Eldo Yoshimizu es uno de los tantos mangakas a los que les vendría bárbaro trabajar con guionistas, pero su labor en la faz gráfica es tan hipnótica, salta al vacío tantas veces, que creo que le compro cualquier garcha que le editen. Nada más, por hoy. La semana que viene, nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.

lunes, 10 de agosto de 2020

ESSENTIAL X-MEN VOL.6

A lo largo de varios días, fui recorriendo de a poco este tremendo masacote de 656 páginas, que desemboca nada menos que en la Mutant Massacre, el primer crossover entre los títulos de la línea X-Men, que para este entonces (1986) ya contaba con tres series mensuales. El tomo arranca en 1985, con el nº 199 de Uncanny X-Men, con Chris Claremont muy concentrado en darle chapa a Rachel, un personaje que finalmente se sacará de encima pocos números después en circunstancias medio frutihortícolas. Acá también termina de darle relieve al plot de Freedom Force y justo cuando está todo listo para un nº 200 memorable, calzan el New Mutants Special y el X-Men Annual 9, más de 100 páginas con los mutantes en Asgard, totalmente descolgadas del resto. Esa saga es gloriosa, quizás lo más redondito a nivel desarrollo de personajes de toda la Era Claremont, y ya la reseñamos allá por el 24/08/11, cuando tuve la desgracia de leerla a color. Y después sí, de Asgard nos vamos a París, para presenciar el juicio a Magneto, y la despedida (nunca definitiva) del Profesor Xavier, que se va al espacio con Lilandra y los Starjammers. La movida de poner a Magneto a cargo de la escuela de Xavier se va a sentir mucho más en la revista de los New Mutants que en la de X-Men, donde el Amo del Magnetismo va a aparecer poco y en un rol menor. Los protagonistas de esta etapa son –por mucha diferencia- Wolverine y Storm, mientras que el resto apenas acompaña. Para darle chapa a Storm, Claremont se deshace de Cyclops de un modo por lo menos polémico, pero claro, se venía X-Factor y Scott tenía que estar en esa revista, donde era imposible reemplazarlo. Colossus, Nightcrawler, Rogue y Kitty tienen roles bastante secundarios y Rachel ocupa el centro de la escena hasta el nº 209, donde se esfuma sin dejar rastros. El número anterior, el 208, fue el primero que me compré en la adolescencia, el que me decidió a seguir todos los meses Uncanny X-Men y a aspirar a completar la colección para atrás, algo que pude hacer varias décadas después gracias a los gloriosos Essentials. El 210 es un número bien de transición, donde por primera vez los lectores de X-Men nos enteramos que existe X-Factor. Y de ahí hasta el final del mega-broli, tenemos toda la Mutant Massacre, con tres números de Uncanny, tres de X-Factor, uno de New Mutants, uno de Power Pack y ¡dos de Thor!. Esto es muy interesante, porque muestra lo minuciosa y lo ajustada de la coordinación entre las revistas que llevaba adelante Ann Nocenti. Los personajes y la trama pasan de una revista a otra sin tropiezos, todo se explica para que si leías sólo Thor o sólo X-Factor entendieras absolutamente todo lo que estaba pasando (aunque la resolución no va a estar en esas revistas, sino en Uncanny) y hasta tiene la misma escena vista de dos puntos de vista distintos (escrito por distintos guionistas), uno en un título y otro en otro, obviamente publicados el mismo mes. El argumento en sí es muy básico, y deja más preguntas que respuestas, pero está bueno porque le pega sacudones violentos tanto a los X-Men como a los X-Factor. Una pena que a este experimento le haya ido tan bien que Marvel decidió repetirlo una y mil veces, hasta que ya los cruces entre revistas fueran un obstáculo para disfrutar la lectura de los comics de mutantes. En materia de dibujantes, acá tenemos la despedida (por un tiempo) de John Romita Jr., que venía militando y mejorando grosso en Uncanny X-Men hacía unos cuantos números. Entre suplentes e invitados están (agarrate fuerte) Barry Windsor-Smith, Alan Davis, Rick Leonardi, Brett Blevins y June Brigman. En la saga de Asgard tenemos las que quizás sean las páginas más gloriosas de Arthur Adams. En X-Factor, dos de los tres números los dibuja Walt Simonson prendido fuego (con guiones de su esposa Louise). En Thor está Sal Buscema en su mejor momento. En New Mutants, dibuja Butch Guice y entinta Kyle Baker. Y en Power Pack, Louise Simonson ya trabajaba en equipo con Jon Bogdanove (quien va a ser su compañero muchos años en Superman: The Man of Steel), acá mucho más sobrio, mucho menos grotesco que cuando desembarque en DC. O sea que en cuanto a la calidad gráfica, el Essential nos tira un combo realmente demoledor. Ya en el próximo tomo, sin Romita Jr. (que se iba para consagrarse definitivamente en Daredevil), me imagino que habrá más altibajos. Pero este tramo es maravilloso y en blanco y negro se disfruta mucho más que con esos colores espantosos que le ponían a los comic-books de los ´80. Brillante lo de Chris Claremont, y obviamente lo de Ann Nocenti, para jugar a pleno con una franquicia cuyo éxito se empezaba a descontrolar, pero que acá se expande de modo consistente, atrapante, con ideas arriesgadas y con la generosidad que hace falta para que otros guionistas vengan y se sumen al juego y lo enriquezcan. Tan arriba estaba Claremont en este punto, que hasta hace interesantes los tie-ins con la insostenible Secret Wars II. ´Nuff said. Y nada más, por hoy. Estén atent@s, que pronto nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.

lunes, 9 de marzo de 2020

ESSENTIAL X-MEN Vol.5

El viernes me tocó un viaje infinito a la Loma del Orto y aproveché para devorarme un tomo bestial, con 632 páginas de Uncanny X-Men en majestuoso blanco y negro. Este tomo (continuación directa del que vimos hace justo seis meses, el 09/09/19) trae material de los años 1984 y 1985, un momento en el que Uncanny X-Men ya estaba afianzada como la revista más taquillera de la época más exitosa de Marvel, en la que alcanzó una hegemonía tan absoluta que dos de cada tres comics que se vendían en EEUU salían de la Casa de las Ideas. El maestro Chris Claremont, a esta altura una estrella casi al nivel de Stan Lee, se daba cuenta de que una hinchada gigantesca seguía a esta serie (y a New Mutants) pasara lo que pasara, un poco por los personajes y un poco por él. Y en algún momento entiende también que esta hinchada es muy fiel y muy erudita. Ya no hace falta que los personajes expresen en los diálogos quiénes son y qué poderes están usando, no hace falta explicar quiénes son Lee Forrester, o Raven Darkholme, o cómo funciona el Hellfire Club. Esto, por supuesto, hace que los guiones sean cada vez más ágiles, y que -cuando Claremont se decide a mandar sus clásicos masacotes de texto- estos vayan para otro lado, cumplan otra función.
Los primeros diez episodios de este Essential (nºs 180 al 189) podrían llamarse Storm y sus Amigos. Todo, absolutamente todo gira en torno a Ororo, su personalidad, los cambios en su aspecto, en su actitud, en su forma de vincularse con el resto del elenco de la serie, y por supuesto en torno a su inmenso poder, su chapa, su belleza y su nobleza sin límites. El nº180 es tremendo en este sentido. Claremont se mete en la piel de Storm como nunca antes un guionista se había metido en un personaje y de ahí salen los diálogos y las escenas más profundas y conmovedoras que recuerdo haber leído en un comic hasta ese entonces. Rogue y Colossus tienen sus momentos, Nightcrawler y el Profe mojan de vez en cuando con algún momento copado, Kitty y Wolverine aparecen poco y nada y el resto del espacio Claremont se lo dedica a los personajes nuevos (Rachel, Forge, Selene) y al plot que avanza por detrás de las aventuras que es (como en el Essential anterior) el de la formación de la Freedom Force.
Los nºs 190 y 191 son bastante flojitos (esa lucha medio Elseworldesca contra Kulan Gath, que Kurt Busiek repetiría en Avengers unos años después casi sin cambiarle una coma), el 192 es un prólogo a una saguita (la de Magus) que se desarrollará en New Mutants, el Annual 8 es una huevada completamente intrascendente y después tenemos los dos numeritos con Alpha Flight, de los que ya hablé bastante en la reseña del 24/08/11.
El nº193 es un episodio doble, ya con Kitty y Logan de regreso para reforzar un elenco que había quedado muy reducido, y una historia muy fuerte. A partir de ahí tenemos otros cuatro episodios bastante autoconclusivos, entre ellos el obligado crossover con Secret Wars II del que Claremont sale muy bien parado. Y el tomo cierra con el nº198, secuela al glorioso nº186, con el reencuentro entre el guionista y Storm, su personaje fetiche, al que lleva de regreso a África para una historia absolutamente emotiva, sin buenos, ni malos, ni machaca entre muchachos superpoderosos, a años luz de lo que podías leer en 1985 en cualquier comic de Marvel o DC con la excepción de Saga of the Swamp Thing.
Estos dos numeritos “solistas” de Ororo cuentan con los dibujos del inconmensurable Barry Windsor-Smith, en un nivel superlativo. Y mejorado ampliamente al republicarse en blanco y negro. El Annual 8 lo dibuja Steve Leialoha (bien, más que aceptable), la mini con Alpha Flight la dibuja Paul Smith (de nuevo, ver reseña del 24/08/11) y todo el resto está dibujado por una dupla excelente, nunca valorada en toda su dimensión: John Romita Jr. en lápices y Dan Green en tintas. Claro, te ponen al lado a Barry Windsor-Smith y parecés un choto, hagas lo que hagas. Pero de verdad, JRJr y Green dejan el alma en cada página. Acá hay emoción, hay power, hay buenas ideas narrativas y recursos muy efectivos para que el relato no se desplome bajo el peso de los masacotes de texto que cada tanto disparaba Claremont. Este JRJr todavía joven no tenía la elegancia de Paul Smith ni la chispa de John Byrne, pero a la hora de contarte la historia, te agarraba de la… garganta en la primera viñeta y no te soltaba hasta el final.
En síntesis, gran época para Uncanny X-Men, con un equipo creativo muy estable y afiladísimo, invitados de primera línea y una coordinadora, la querida Ann Nocenti, con las riendas bien firmes como para que el éxito no se les fuera de control. Eso va a pasar, claro, pero más adelante.
Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.


lunes, 9 de septiembre de 2019

ESSENTIAL X-MEN Vol.4

Otro viaje largo y otro Essential que le escapa a la eterna pila de las lecturas pendientes.
Sigo redescubriendo la seminal etapa de Chris Claremont en Uncanny X-Men, ahora en glorioso blanco y negro. El tomo arranca en el medio de una extensa saga en el espacio, que coincide con los últimos numeritos que dibuja Dave Cockrum y el debut del genial Paul Smith. No es ni en pedo la mejor saga de los X-Men, pero Claremont te entretiene con los sacudones que le pega a Carol Danvers, y con el subplot que deriva en la formación de los New Mutants. A partir del nº167 de Uncanny todo sucede en paralelo a ese segundo título y no fueron pocas las veces que tuve ganas de echarle mano a las revistitas de New Mutants y leerlas una vez más.
El Essential incluye también la graphic novel God Loves, Man Kills, un tremendo alegato de Claremont contra el neo-fascismo de la era de Ronald Reagan y la hipocresía nivel Dios de los pastores mediáticos que llenaban las pantallas con verdades sumamente discutibles presentadas como dogmas absolutos. El dibujo estuvo a cargo de Brent Anderson y sí, no sólo se ve anticuado y con poca onda, sino que el traspaso del color directo a blanco y negro tiene menos aciertos que la gestión de Mauricio Macri.
Y después de eso, el tomo se pone bestial: viene el arquito de los Morlocks, la panquequeada de Rogue, el frustrado casamiento de Wolverine y Mariko, el misterio de Madelyne Pryor, el inicio del plot que va a terminar con la formación de la Freedom Force… una idea grossa atrás de otra, salpicadas con la incorporación de un montón de personajes nuevos, muchísimo desarrollo para los que ya estaban (Storm y Cyclops son los que más cambian a lo largo de estos episodios), larguísimas escenas (números enteros) en los que no vuela un sopapo, un lujo atrás de otro. Sumémosle el trazo de Paul Smith, elegante, fluído, potente, expresivo, con momentos de altísimo vuelo en la planificación de la página, y estaremos frente a una etapa realmente memorable de la serie.
Lo más flojo debe ser ese Annual 100% en joda con el Impossible Man, que no se va al descenso gracias a la magia que tira Michael Golden en el dibujo. Acá están las viñetas de Golden que marcarían a fuego a Arthur Adams, un homenaje a Jim Steranko y un montón de secuencias zarpadísimas. Después llega John Romita Jr. a reemplazar a Paul Smith, y empieza el casting para encontrarle un entintador que logre ensamblarse bien con el estilo de esta bestia en ciernes, que ya se parecía poco a lo que había mostrado en Spider-Man, Dazzler y Iron Man. Bob Wiacek (el entintador de Smith) no le encuentra la vuelta, John Romita Padre convierte los dibujos de su hijo en dibujos suyos, Brett Breeding también lo tapa mucho y finalmente será el maestro Dan Green el que se convierta en el complemento ideal de Romita Jr., por lo menos hasta que se vaya a Daredevil y forme equipo con el inigualable Al Williamson.
Entre una cosa y otra, el Essential cubre hasta el nº179 (marzo de 1984), o sea que me queda por delante por lo menos un Essential más antes de que Uncanny se empiece a empantanar con crossovers medio falopa y empiece a cambiar de dibujante cuatro veces por año. Estos son años de gloria para la serie insignia de lo mutantes, con un guionista que no sólo te entretenía, sino que te dejaba pensando, te bajaba línea y no paraba nunca de abrir nuevos plots y subplots para tenerte todo el tiempo recontra-adicto a la serie. Hoy que estamos todos al hiper-palo con el relanzamiento del maestro Jonathan Hickman, no está mal bajar un cambio, mirar un toque para atrás y volver a maravillarse con las proezas ochentosas de un Chris Claremont hoy bastante olvidado, pero que hace 35 años estaba en un nivel superlativo, muy a la vanguardia de lo que era el mainstream superheroico de esa época.
Tengo más Essentials de X-Men sin leer, pero los cuelgo hasta el año que viene, para no aburrir.

Gracias a todos los que se acercaron a saludar en la Universidad de Palermo y en el Docta Comics, y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

martes, 23 de julio de 2019

ESSENTIAL X-MEN Vol.3

Un año y puchitos después de haber leído el Vol.2 (ver reseña del 11/07/18) vuelvo a la carga con esta relectura de toda la etapa de X-Men a cargo del maestro Chris Claremont.
Este tomo recupera los nº 145 al 161, el grueso de la segunda etapa de Dave Cockrum como dibujante de la serie, allá por 1981-82. El trabajo de Cockrum es desparejo, con excelentes primeros planos, aceptables planos medios y desastrosas pifias cuando tiene que dibujar a los personajes de cuerpo entero tomados de lejos. El entintado elegante y algo sobrecargado de Joe Rubinstein lo levanta mucho, pero cuando lo complementan las tintas de Bob Wiacek, las limitaciones de Cockrum quedan mucho más expuestas. En los episodios en los que Cockrum descansa y en los Annuals tenemos algunos suplentes interesantes: un temprano Bill Sienkiewicz que se empieza a despegar de a poquito de Neal Adams y pela chapa de campeón, un Brent Anderson todavía un poco tímido (mucho mejor en el Annual 5 que en el nº 160, el siempre eficaz Bob McLeod y un primerizo John Romita Jr., bastante rústico, al que las tintas de McLeod y su solvencia para la narrativa gráfica ayudan a salir bien parado. O sea que, sin ser catastrófica, la faceta visual de este Essential está bastante por debajo de la del Vol.2, donde la dupla integrada por John Byrne y Terry Austin nos dejaba algunas de las mejores páginas publicadas por Marvel en sus primeros 20 años de historia.
Vamos a los guiones, a ver qué tiene para ofrecernos Chris Claremont. Lo primero que me llamó la atención es la CERO CHAPA que tiene Wolverine. Nadie que lea este Essential puede siquiera imaginarse que pocos años después el petiso canadiense sería una figura central del Universo Marvel. Acá está groseramente pintado al óleo. Nightcrawler no tiene mucho más protagonismo, excepto por uno de los Annuals, que gira en torno a su origen. Colossus aporta un poquito más, Cyclops tiene unas cuantas escenas memorables en esos números en los que reaparece Corsair y le blanquea que en realidad es su padre, y la chapa grossa, los roles realmente importantes, Claremont se los reserva a Storm y Kitty Pryde, lejos los personajes que más se desarrollan a lo largo de estas 528 páginas. Con Kitty, el guionista juega a que los lectores jóvenes se sientan identificados, y con Ororo, juega a plantarte al Personaje Perfecto, la heroína recontra-poderosa, valiente, solidaria, piadosa, afectuosa con los compañeros, racional y disciplinada en los combates, un monumento a la belleza, la nobleza y la magnificencia.
Pero además, no conforme con poner el foco sobre Kitty y Storm, Claremont no para un segundo de sumar personajes femeninos fuertes: acá reaparece (y tiene mucho desarrollo) Carol Danvers, aparecen también Dazzler, Spider-Woman, Tygra, Rogue (todavía como villana), Stevie Hunter, Moira McTaggert, Margali Szardos, Gabrielle Haller, Lee Forrester, Lilandra, Polaris, Deathbird… Incluso acá vemos el sacudón místico que conviere a Illyana Rasputin en una chica de 13 años, y tenemos un Annual con los Fantastic Four como invitados en el que Sue Richards se luce muy por encima de Ben, Johnny y Reed. Y por supuesto, la omnipresente sombra de Jean Grey. Claremont se hacía absoluto cargo de lo extrema que había sido la decisión de boletear a Jean, y cada vez que puede explora las consecuencias de aquel monumental suceso. Me queda claro que el guionista tenía como prioridad reforzar la “rama femenina” del Universo Marvel, empezando obviamente por el título más exitoso de la casa, que para 1982 ya era Uncanny X-Men.
Las historias en sí… hay mejores y peores. Algunas medio pavotas, otras medio bizarras, otras más jugadas, pero siempre con los personajes como eje principal, nunca como engranajes reemplazables. Como siempre cuando leo material de los ´80, me asombra la cantidad de texto que metían los guionistas, repartidos entre bloques de texto, diálogos y los (hoy casi extintos) globos de pensamiento. Claremont te metía en 22 páginas una cantidad de palabras que en los comics de hoy resulta impensable. Hoy se narra de un modo más visual, con la acción desparramada en muchas más páginas para que la imagen tenga más peso, más responsabilidad a la hora de llevar adelante las tramas y explicar lo que haga falta explicar. Y como hoy los guionistas escriben pensando en el TPB, no tenemos al incio de cada episodio esa breve recapitulación de lo que había sucedido en el anterior, tan típica de la época en la que los comics eran sólo revistitas individuales, nunca TPBs, ni Essentials, ni Omnibus, ni nada.
Prometo para este año por lo menos un Essential más de Uncanny X-Men, en el que veremos cómo se expande la franquicia mutante y cómo Paul Smith asciende meteóricamente al Olimpo de los dibujantes de superhéroes.

Gracias por estar ahí y nos reencontramos pronto, acá en el blog.

domingo, 23 de junio de 2019

X-MEN: DARK PHOENIX

Tarde pero seguro, fui a ver la última película de la franquicia X-Men, en la que (otra vez) los muchachos de Hollywood tratan de llevar al cine la gloriosa saga de Dark Phoenix. Esta vez el valiente es Simon Kinberg, quien cuenta con 113 minutos y 200 millones de dólares para intentar reproducir la magia de aquel mítico comic de Chris Claremont y John Byrne. Y no, la verdad que el producto no me resultó para nada convincente. Es la saga de Dark Phoenix, un totem absoluto, y con esto no se jode. Creo que cuanto más me copa el material del que parten las películas, más les exijo. En este caso la exigencia es máxima, y el resultado bastante pobre.
¿Qué me gustó de la película? Creo que lo mejor son las actuaciones, tanto de James McAvoy como de Sophie Turner, que son los protagonistas excluyentes de la historia tal como nos la presentan. Y también me atrajo la osadía de los guionistas para plantear algo que los comics de X-Men tardaron como 25 años en plantear: che, esto que hace el Professor Xavier de meterse en la mente de estos pibes, toquetear cosas, poner y sacar recuerdos, esconder o bloquear traumas… ¿no será un despropósito en términos éticos? ¿No será que estos chicos y chicas en realidad son víctimas de este sorete manipulador? Por supuesto la película no se trata exactamente de eso, ni va a fondo con este cuestionamiento. Pero es un elemento dramático con bastante peso en la trama y en mi caso fue una sorpresa agradable.
El resto, muy flojito. El guión desaprovecha groseramente la faceta cósmica del Phoenix, y en ningún momento muestra a la entidad como algo ingobernable y a la vez irredimible, lo que le resta fuerza al sacrificio de Jean. También desaprovecha a Cyclops y a Storm, se saca de encima de un modo indignante a Quicksilver y mete con forceps a Magneto, que está sólo porque es la última película y a alguien se le ocurrió que tienen que aparecer todos los que la vienen remando desde First Class. Hay una villana muy bien interpretada por Jessica Chastain, pero la idea detrás de la villana, su motivación, incluso sus poderes, me parecieron muy truchos. Y su séquito, esa cruza insulsa entre el Hellfire Club, los skrulls y una horda zombie, me pareció deplorable.
La machaca está re-bien filmada, pero cuando la mayoría de los personajes son tan pedorros, ni te importa. Incluso te da lástima. La franquicia X-Men tiene tan buenos villanos, que ver a Cyclops, Beast, Storm, Nightcrawler y hasta el Profe y Magneto peleando contra esos cuatro de copas resulta sumamente frustrante.
–Che, te vengo a chorear el poder de Phoenix porque lo quiero para mí. –Bueno, llevalo, nomás. Yo lo encontré por ahí tirado y la verdad que no me copa… ¿Estamos todos locos?!? I am Phoenix! I am life and fire incarnate! Vengan que los hago mierrrrda a todos, de a uno o todos juntos, como prefieran. ¿Qué parte no entienden? Phoenix es una especie de Dios. La saga de Phoenix se trata de eso, de qué hace una chica cuando de pronto tiene los poderes de un dios zarpado, ilimitado e insaciable. Matar a Mystique (no me lloren el spoiler que la peli se estrenó el 6 de Junio) es la nada misma, Phoenix está para hacer genocidios a escala planetaria. ¿Por qué todo tan chiquito? ¿Por qué todo acotado a New York y alrededores? ¿Qué necesidad de frutear para el orto con los padres de Jean? ¿Por qué Magneto tiene dos adláteres y no sé quiénes son? ¿La morocha de pelo cortito es Selene? ¿En serio? ¿A quién se le ocurre que milicos y policías pueden siquiera intentar parar a Jean cuando está poseída por el Phoenix? ¿Me podés creer que lo que en el comic hace la flota imperial de los Shi´ar acá lo hace un trencito militar tripulado por tipos comunes, sin poderes?
En fin, mucho para criticar, no tanto para rescatar en una película bastante menor que no sólo pierde en la comparación con el comic. También le va mal comparada con las películas previas con este elenco, e incluso con X-Men: Last Stand (de 2006), que también era bastante chota, pero por lo menos tenía los huevos de darle un cierre definitivo a un montón de personajes que fueron parte de aquella iteración fílmica de los X-Men.

Falta un montón para que tengamos nuevas películas de los X-Men (ahora bajo la batuta del equipo que lidera Kevin Feige), pero la verdad que no tengo ningún apuro, y menos ahora que viene Jonathan Hickman a escribir los comics y (según parece) va a dar vuelta todo como un guante. Ah, última boludez: si sos futbolero y mirás FOX Sports seguro te vas a ir del cine convencido de que Renato Della Paolera tiene unos poderes psíquicos del carajo.

miércoles, 11 de julio de 2018

ESSENTIAL X-MEN Vol.2

Me clavé otro masacote violento con más de 500 páginas de los mejores comics de superhéroes que te podías imaginar en 1979-80. Un tramo de lo que aparece en este Essential aparece también en el libro reseñado acá hace seis años, el 17/07/11, pero por supuesto en blanco y negro. En base a eso, dos reflexiones: 1) Había leído (por milésima vez) la saga de Dark Phoenix en 2011, la releí ahora teniéndola bastante fresca y aún así me volvió a impactar y a emocionar. Es un clásico insumergible, inagotable, una joya pero de verdad. 2) ¡Cuánto más lindo se ve el trabajo de John Byrne y Terry Austin sin esos colores asquerosos, repugnantes, desagradables, nauseabundos que les ponían a los comics de Marvel en los ´70! Esto lo destaco cada vez que agarro un Essential, pero en el caso de Byrne y Austin la diferencia a favor del blanco y negro es realmente pasmosa. Como en esta época Uncanny X-Men se daba todos los gustos, el Essential incluye además un Annual dibujado por George Pérez, y ahí también, me volví loco de felicidad con detalles, texturas y pinceladas de magia que tira Pérez en el dibujo y que a color no se lucían ni en pedo como en esta edición.
Pero vamos a lo importante, que son los guiones. Esta es la etapa mágica de Chris Claremont. En algún momento del primer Essential (lo vimos hace justo un mes, el 11/06/18), Uncanny X-Men pasa de bimestral a mensual y el guionista aprovecha para empezar a planear sagas más largas, a más largo plazo. Ya no le calienta dejar las historias en medio de un “continuará”, no le calienta meter números que son meros prólogos o build-ups hacia sagas grossas, o incluso extensos epílogos de las mismas, en las que los personajes bajan 800 cambios y se cuelgan en escenas más cotidianas, más intimistas, casi sin atisbos de machaca. Este rubro, el de los episodios “de transición” en los que no está en juego ni el universo ni una fiyu del Mundial, es algo que infinitos guionistas le copiarían poco después a Claremont, sin llegar nunca a sacarles el jugo que le sacaba el buen Chris.
En cuanto a los arcos argumentales, obviamente todo lo que viene antes o después de la saga de Dark Phoenix empalidece frente a ese pináculo del Noveno Arte, pero acá hay varias historias de alto impacto: el arco contra Proteus, toda la presentación del Hellfire Club, la muy aplaudida Days of the Future Past… De acá salen ideas, personajes y conceptos con los que el propio Claremont y un largo séquito de guionistas menores robarán durante no menos de 20 años. Difícil imaginarse el éxito que tuvieron los X-Men en comics, tele y cine sin estos años dorados de Claremont y Byrne.
Y después hay aventuritas menores (con Dazzler, Alpha Flight, Arkon, el Dr. Strange, Man-Thing…), a las que nunca les falta ritmo, momentos emotivos, algún dilema moral potente… y esos diálogos, bloques de texto y globos de pensamiento cuasi-infinitos con los que nos bombardeaba Claremont y que hoy resultan sumamente anticuados. De todos modos hay que reconocer la calidad de la prosa del guionista y cómo no daba puntada sin hilo: cada comentario, cada apreciación o reflexión que tiran los personajes en estos pensamientos o diálogos sirven para apuntalar ideas que –más tarde que temprano- van a ser importantes para disparar, hacer avanzar o resolver las tramas.
Otro elemento que acá se ve con bastante claridad es el amor de Byrne por Wolverine, un personaje que mientras el dibujante era Dave Cockrum aparecía siempre al fondo, en roles segundones o tercerones. Evidentemente el genio anglo-canadiense vio potencial en ese personaje medio choto, y ni bien se suma como co-argumentista de la serie, el rol de Wolverine crece muchísimo, de la mano de un desarrollo alucinante en su personalidad, en su vínculo con los otros X-Men, su background con Alpha Flight y el rango y el uso de sus poderes. Ahí también, Marvel le debe un container lleno de dólares a Claremont y Byrne, aunque los creadores de Logan hayan sido Len Wein y Herb Trimpe.
De los más remotos confines del espacio exterior a un tugurio infecto de Harlem donde los faloperos van a inyectarse heroína, los X-Men de Claremont y Byrne recorrieron varios mundos, rieron, lloraron, amaron, odiaron, vivieron y murieron. Y resucitaron, obvio. Casi 40 años después de su primera aparición, estas historias siguen conmoviendo por su fuerza, su ambición, su sensibilidad, su gran sintonía con lo que sucedía en esa época a nivel artístico, político, social… y hasta por un cierto humor que suele aparecer en algunos diálogos, una cierta frescura, que se va a extrañar mucho en años posteriores, cuando X-Men se vuelva una serie demasiado oscura, demasiado circunspecta y demasiado autorreferencial.
Tengo más Essentials de X-Men en la pila de los pendientes, pero creo que los voy a dejar en el freezer hasta el año que viene, así avanzo con material que no leí nunca. Grazie per tutti, aguante Croacia y vuelvo pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

lunes, 11 de junio de 2018

ESSENTIAL X-MEN Vol.1

Allá por el 16/11/17, cerraba una reseña con la promesa de retomar a los X-Men desde el Giant-Size nº1, de 1975, cuando debuta la formación más exitosa del grupo mutante, de la mano de dos maestros que ya no están con nosotros: Len Wein y Dave Crockrum. Con esa consigna empieza un repaso por la gloriosa colección Essential X-Men, que nos llevará hasta 1989 (más o menos) de la mano del muchachito cuasi-ignoto que heredó tempranamente esta serie cuando Wein la dejó recién iniciada, y la llevó a ser la más taquillera y relevante del mainstream superheroico durante muchísimos años. Por supuesto, me refiero a ese monstruo icónico llamado Chris Claremont. El aporte de Claremont a esta serie es inconmensurable. Okey: el que tuvo los huevos para relanzar un título tercerón, cuasi-olvidado como era X-Men en 1975, fue Len Wein. Huevos cósmicos, podríamos decir, porque en vez de especular con un equipo que incluyera a uno o dos personajes nuevos y revitalizara un toque a los que venían batallando desde los ´60, Wein subió la apuesta y metió a cuatro personajes nuevos, dos que ya existían pero no tenían mucha relación con los X-Men y uno sólo de los ya conocidos por los lectores. Hoy eso no lo hace nadie. Ni Gerard Way cuando relanzó a la Doom Patrol se animó a tanto.
De todos modos, el que se cargó la mochila, se arremangó y trabajó a sol y sombra para darle chapa a Storm, Nightcrawler, Colossus, Wolverine y Banshee fue Claremont. Nunca supe por qué casi no se esforzó por darle onda a Thunderbird, por lograr que aunque sea una parte de los lectores lo bancaran, pero sospecho que la gracia era impactar desde temprano, haciendo boleta a uno de estos nuevos héroes, como para indicarle al público que acá nadie estaba a salvo. No contento con crear el andamiaje que aún sostiene a estos personajes, Claremont hizo más sólidos, más creíbles y más poderosos al Professor Xavier, a Cyclops y más tarde a Jean Grey, y hasta tuvo tiempo para sumar (sin salir de estos primeros 25 episodios que recopila el Essential) a personajes importantísimos como Moira McTaggert, la emperatriz Lilandra, Guardian (o Weapon Alpha, o Vindicator), los Starjammers y Black Tom Cassidy. Sólo por eso, por los personajes que incorporó y por cómo desarrolló a los que creó Len Wein, Claremont ya merecería ser considerado el mejor guionista de X-Men de todos los tiempos. Ni hablar de los personajes que sumará en los próximos Essentials.
Estas primeras aventuras -además de dejar mucho espacio para el desarrollo de todos estos héroes, heroínas y villanos- tienen mucha fuerza, hay conflictos realmente potentes, sacudones imprevistos, mucha integración con el Universo Marvel, mucho respeto a la labor de los guionistas que escribían Uncanny X-Men en los ´60 y una sensación absolutamente moderna: esto es fantasía en esteroides, con sagas cósmicas, villanos zarpados, la Savage Land, monstruos locos, alucinaciones o trampas que hacen que los buenos se peleen entre ellos y toda la parafernalia de siempre… pero se nota que Claremont manejaba una sintonía muy fina con lo que pasaba en el mundo real en ese momento (1975-78), hay un tono muy contemporáneo, muy rico, que hace que estos comics hoy resulten mucho más atractivos que casi todo lo que publicaban las grandes editoriales en esa época. Por supuesto que hay unos masacotes de texto infinitos, que los personajes hablan demasiado, que te acribillan con unos globos de pensamiento que parecen El Capital de Karl Marx con las notas al pie y todo, y que cada vez que arranca un nuevo episodio te tenés que fumar que alguien recapitule lo que pasó en los anteriores. Lo que Claremont contaba en 17 páginas, hoy cualquier guionista te lo cuenta en 48. Pero la verdad es que está todo muy bien pensado, muy bien ejecutado, con un ritmo que hace que las tramas y sub-tramas generen adicción y uno se pregunte cómo mierda hacían los fans de los ´70 para leer esto de a 17 páginas ¡por bimestre!, porque hasta el nº 112 Uncanny X-Men era bimestral.
En cuanto a la faz gráfica, libres al fin de esos coloristas de lesa humanidad que masacraban a los dibujos con total impunidad, me encontré con un Cockrum que en blanco y negro se ve mucho mejor que a color y que resiste con aguante y decoro los constantes cambios de entintador. El mejor Cockrum llega cuando lo dejan entintarse a sí mismo, y cuando hablamos de este dibujante siempre subrayamos lo mismo: su infalible manejo de la narrativa y el fuerte contraste entre unos primeros planos magníficos y algunas falencias bastante evidentes cuando dibuja los cuerpos enteros.
Y cuando Cockrum tira la toalla llega la dupla devastadora: John Byrne en lápices y Terry Austin en tintas. Chau, game over. No se puede pedir nada mejor, posta. El próximo Essential está todo dibujado por Byrne y Austin, así que volveré a babearme como en aquel 17/07/11 (cuando reseñé el tomo recopilatorio de la Dark Phoenix Saga) o más, porque esta vez será en monumental blanco y negro.
La seguimos muy pronto. ¡Gracias a los amigos de Córdoba que se acercaron al Docta Comic a saludar!

lunes, 5 de marzo de 2018

TARDE DE LUNES

Después de dar mil vueltas, finalmente tengo Netflix en mi casa… y sí, estoy leyendo menos comics que hasta hace unos días. Es un tumor maligno, posta. Pero bueno, algo tengo como para reseñar…
Arranco con X-Men: Children of the Atom, una miniserie de 1999-2000 que surgió con una premisa muy copada: indagar en los meses previos al nº1 de Uncanny X-Men, ya que aquella serie empezaba (como vimos en la reseña del 16/11/17) con la escuela de Charles Xavier ya funcionando, con los cinco alumnos de la “First Class” ya convertidos en superhéroes y bastante cancheros en el manejo de sus poderes. A Joe Casey se le ocurrió ir un poco más para atrás, contarnos cómo el Profe pone en marcha la escuela, cómo los contacta a Scott, Jean, Hank, Warren y Bobby, cómo vivían ellos antes de entrar en contacto con otros mutantes… Hasta ahí, todo excelente. Pero en un comic de superhéroes tiene que haber machaca, no menos de una pelea por episodio, y ahí es donde Casey se la pone de frente contra un tren bala.
Children of the Atom tiene un gran problema y es que se esfuerza demasiado por introducir conflictos que puedan dar pie a luchas, batallas y demás expresiones de la violencia… en medio de una trama que no requería ese tipo de escenas. Me parece piola darle fuerza al contexto de un furor anti-mutante entre la población de los EEUU, pero de ahí a meter un grupo cuasi-nazi a armar kilombo, a Magneto, al FBi… Me pareció que todo eso sobra, que le resta mucho espacio al lucimiento del Profe y sus alumnos. Y además Casey mete mucho diálogo, hay páginas que tienen tanto texto que resultan ilegibles. Una pena porque –repito- la idea base era buenísima.
Por suerte hay muchas páginas dibujadas con mano maestra por el exquisito Steve Rude (pobre, se fuma las más sobrecargadas de viñetas y de textos) y unas cuantas de otro ídolo, Paul Smith (lejos de Rude, pero igual magnífico), al que le toca el tramo más descomprimido del relato, donde Casey deja más espacio para el lucimiento del dibujante. Y para el final, la impecable faz gráfica decae bastante de la mano de un muy joven Esad Ribic que todavía estaba un poco verde. De nuevo, una pena.
Salto a 2017, cuando en Argentina se publica Urgh y la Corona de Huesos, la primera novela gráfica de Telémaco, a quien obviamente conocía por “Jose, José”, la tira que publica hace más de dos años en el sitio web de Comiqueando, y por algunas historias cortas. Pero claro, yo estaba acostumbrado a verlo narrar una mini-historia en dos o tres viñetas y acá me encuentro con una mega-historia narrada en 250 páginas… y con tela para seguir cortando en eventuales secuelas. No tengo idea de cuánto habrá tardado Telémaco en escribir y dibujar todo esto, pero a simple vista parece un laburo monumental.
Urgh y la Corona de Huesos es un aventura con mucho humor, pensada para chicos de 9 a 12 años, más o menos. Recién en el último tercio de la obra uno empieza a sentir que Urgh y sus amigos están metidos en un bolonki realmente peligroso. Todo el resto va más para el lado de los enredos graciosos, los diálogos poblados de retruques ingeniosos, los personajes estrafalarios, los elementos fantásticos… Telémaco logra un buen equilibrio entre la joda y la epopeya y, si bien la aventura en sí se podría haber contado en muchas menos páginas, la novela se hace entretenida, sobre todo porque el ritmo está muy cuidado y el armado de las secuencias acumula muchísimos aciertos.
A nivel visual, se nota mucho la influencia de Bone, la obra magna de Jeff Smith. Bone está ahí, en todas las páginas de Telémaco. Pero no hay personajes ni fondos calcados de los de Smith, ni homenajes con olor a choreo. Hay un esfuerzo marcado por compartir una misma estética y en todo caso por reproducir ciertos hallazgos de Smith en materia de planificación de las secuencias. De esos aciertos que yo le destacaba a Telémaco en el párrafo anterior, no pocos son heredados de Bone.
Lo cierto es que, conozcas o no a Bone, Urgh y la Corona de Huesos es una lectura ágil, dinámica, no genial ni indispensable, pero más que efectiva a la hora de entretener a pibes en la edad pre-hardcore fans de los superhéroes. También está buena para ver qué hace un historietista que demostró tener muchísimos recursos para la tira cómica cuando le das “canilla libre” para contar una historia mucho más larga y más ambiciosa. Veremos con qué nos sorprende Telémaco de acá en más.
Y hasta acá llegamos. Vulevo pronto con nuevas reseñas (si Netflix me da permiso)…

jueves, 16 de noviembre de 2017

ESSENTIAL UNCANNY X-MEN Vol.1

Había leído estas historias hace muchos, muchos años y las recordaba un poco peores de lo que las encontré esta vez. Por ahí porque las leí en paralelo con la mejor época, la de Chris Claremont pre-Inferno… Lo cierto es que esta vez me enganché un poco más con estas primeras historias de los X-Men originales.
Stan Lee tarda dos o tres números en encontrarle una voz a cada personaje. O sea que si lo que te atrae es la caracterización, hay que tener paciencia, pero no tanta. Las historias en sí… ninguna es demasiado brillante. En general, los finales son un poco precipitados, casi no hay ni tres viñetas entre que derrotan al villano y aparece el cartelito de “the end”. Poco a poco, Lee empieza a darle más aire a las historias, a animarse a contar cosas en dos o en tres números de la revista… lo cual era medio arriesgado, porque como vendía poco, X-Men era bimestral. No es que las tramas mejoren mucho al darles más páginas, pero por lo menos hay más variantes, menos acelerada al palo cuando se viene la página 22.
Los últimos números de este Essential ya tienen a Roy Thomas al frente de los guiones, y el único cambio notorio pasa por recurrir constantemente a villanos ya creados previamente, en esta serie o en otras. Está claro que a Thomas no le interesaba tanto deslumbrarnos con nuevas creaciones, sino darle cohesión y fuerza a la miríada de ideas que había despilfarrado su maestro a lo largo de los primeros años de vida de este universo en infinita expansión.
En este primer tramo de la serie vemos la primera aparición de Ka-Zar y la Savage Land, el debut (como villanos) nada menos que de Scarlet Witch y Quicksilver, combates con Namor (que en esta época era más veleta que Bullrich, Stolbizer y Carrió), los Avengers, los Sentinels… Esta es la etapa de construcción del Universo Marvel y, si bien Uncanny X-Men era justamente considerado un título menor (apenas por encima de Sgt. Fury and his Howling Commandos), no se puede negar que hizo su aporte al armado, al andamiaje (con perdón de la palabra) de la mitología marveliana.
También está bueno descubrir cómo Stan Lee plantea desde muy temprano temas que van a ser centrales para el concepto de los X-Men durante décadas: la escuela, el odio y la desconfianza que los homo superior despiertan en los homo sapien, la grieta ideológica entre Charles Xavier y Magneto, la búsqueda permanente de nuevos mutantes a los que reclutar para el lado de “los buenos”, el entrenamiento constante en el uso de los poderes… Todo eso está presente acá, en las primeras historias.
El dibujo arranca errático, con el glorioso Jack Kirby entintado (y estropeado) por Paul Reinman, que tenía el pecho más frío que Bobby Drake. Para el sexto episodio llega como entintador Chic Stone y el dibujo repunta grosso. Este Essential tiene el acierto de agregarle grises a todos los episodios de Kirby, que a veces cuando se los “traduce” a blanco y negro se ven un poco chatos. Kirby deja de dibujar tras el nº11 y se queda hasta nº17 aportando bocetos, para que dibujen otros. En el nº12 el elegido para trabajar sobre los layouts del Rey no es otro que el genial Alex Toth, pero lamentablemente lo entinta Vince Colletta y (fiel a su estilo) lo hace mierda. Quedan, por debajo de ese entintado espantoso, las imbatibles composiciones de Toth.
Después llega Werner Roth (quien firmaba como “Jay Gavin”), un dibujante aburrido, sin onda y con escaso talento, que venía de dibujar historietas románticas y que -por algún motivo que desconozco- quedará durante muchos años como titular en esta serie. Una vez que Roth se larga a dibujar solo, sin los bocetos de Kirby, se notan mucho más sus limitaciones para dibujar escenas de acción y darle a las historias esa sensación de drama intenso y grandilocuente que tan bien manejaba el Rey. Encima lo entinta Dick Ayers, un maestro del pincel al que nunca le coparon mucho los superhéroes. O sea que, a nivel visual, son pocos los episodios que revisten algún interés, pero bueno… es Jack Kirby en su época más fértil. Vale la pena fumarse a Werner Roth para descubrir o redescubrir esas páginas.
Nunca me compré los otros dos Essentials de esta serie (rápidamente retitulada “Classic X-Men”) porque las historias del segundo tomo (X-Men nºs 25-53) están casi todas dibujadas por Roth. Hay que juntar mucho aguante para clavarse 640 páginas de eso. Pero algún día les entraré, como para llegar al Vol.3, que tiene los números de Neal Adams y alguna paponga más. Por ahora, cuelgo acá a los X-Men originales y en algún momento de 2018 arranco a leer desde el Giant-Size de 1975, que ya me completé los ocho Essentials que cubren TODO hasta el final de Inferno.
Y obviamente, ni bien tenga un par de libritos leídos, vuelvo con más reseñas. Excelsior!

martes, 17 de mayo de 2016

X-MEN: APOCALYPSE

Bueno, no está mal. No te digo que se sostiene allá arriba los 147 minutos que dura, pero creo que Bryan Singer la volvió a pegar. Quizás bajando un toque las pretensiones, pero sin retacear diversión ni emociones.
La nueva entrega de la saga de X-Men cierra un montón de puntas de First Class (2011) a tal punto que hay sólo dos personajes de esa película que no regresan en esta. Singer le dedica muchos minutos a pasar en limpio las relaciones entre Charles, Erik, Raven, Hank, Moira y Alex, pero por suerte esta cinta es larga y le deja margen para trabajar también con Quicksilver (la revelación de Days of Future Past) y con un vasto elenco de personajes nuevos, entre los que se destacan Cyclops, Jean Grey y Nightcrawler. También tienen su rol Storm, Angel y Psylocke, pero no llegan a desarrollarse tanto como los ya mencionados. Y no quiero spoilear, pero… ¿no falta un miembro importantísimo de los X-Men? No, creeme que no falta y que cuando aparece la pantalla explota en una escena de una potencia tremenda.
¿Qué onda Apocalypse? Muy bien. Oscar Isaac logra una buena composición y rápidamente te creés que ese chabón pintado de azul puede ser un genocida hiper-poderoso al que va a costar un huevo derrotar. Pero no es un Apocalypse tan brutal como el de los comics, sino bastante más sutil, más fino, más manipulador. No es el Adolf Hitler de los mutantes, sino un tipo con un plan, con un poder increíble, y además muy político, en un sentido laxo del término. Y no es el único villano, porque otra vez es de la partida el detestable William Stryker, al que no entiendo cómo no mataron en la peli anterior.
Pero la pregunta del millón es ¿Otra vez tenemos una peli de los X-Men donde la protagonista es Mystique? No. Si bien el personaje que interpreta Jennifer Lawrence tiene muchos minutos de pantalla, esta vez el argumento puede avanzar más allá de los actos y omisiones de Mystique. El final le reserva un rol insospechado, que no le cerrará en lo más mínimo a los fans de los X-Men de Chris Claremont, pero no será ella quien ponga en marcha la trama ni quien la resuelva en el desenlace. Para frenar a Apocalypse el poder de Mystique no alcanza y hará falta que… alguien pele algo más. Algo muy grosso, que seguramente se explorará a fondo en una próxima película. La escena de los post-créditos ya permite avizorar la presencia de otro villano de primera línea, así que el futuro pinta promisorio para esta franquicia que supo reinventarse a tiempo.
Hubo un momento por el medio de la película en la que el ritmo decayó un poco y pensé que me quedaba dormido. Pero enseguida levantó, por suerte. En general, me pareció una película interesante, donde no se descuida la machaca y aún así se prioriza lo más interesante, que es el desarrollo de personajes. Singer incluso se da el lujo de mostrar que filma MUY bien, en esa extensa escena protagonizada por Magneto en el bosque de Polonia, que por momentos te convence de estar viendo un largometraje europeo, de esos que ganan premios en los festivales prestigiosos. Por supuesto ayuda el hecho de que Michael Fassbender es un actorazo de la San Puta. Y James McAvoy no se queda atrás.
Consejos para cuando la vayas a ver: 1) Tené fresquitas las dos anteriores, First Class y Days of Future Past, porque esta es MUY secuela de esas dos. 2) No vayas esperando el festival de chistes de las películas de Marvel Studios. Esto no es un velorio al nivel de Batman vs. Superman, pero tampoco hay tantos gags. 3) Hay dos momentos pensados para que los comiqueros saltemos de la butaca y empecemos a los alaridos mientras revoleamos la remera que nos acabamos de sacar. Tratá de no hacerlo, para que no te odie el resto del cine. 4) La peli está ambientada en los ´80 y hay muchas referencias de época perfectamente logradas. Pero también algunas inconsistencias, sobre todo en el vestuario de los adolescentes que pueblan los pasillos de la escuela de Xavier. Tratá de que eso no te distraiga.
Y sobre todo disfrutala. No es todo 100% respetuoso de nuestra etapa favorita de X-Men (los ´80, obviamente, cuando daba cátedra el maestro Claremont), pero hay gloriosos guiños a esos inolvidables comics de Paul Smith, John Byrne, Walter Simonson, Barry Windsor-Smith y hasta Jim Lee. Ah, antes que me olvide: Olivia Munn, si algún día andás por Buenos Aires, avisame y me caso con vos.

martes, 20 de mayo de 2014

20/ 05: X-MEN: DAYS OF FUTURE PAST

Otra vez encaro el duro desafío de criticar una película sin spoilear nada del argumento. No es fácil, pero vamos a intentarlo.
Lo más importante es que la película me gustó mucho. Dura 131 minutos y en ningún momento se me hizo larga, para nada. Creo que acá Bryan Singer logró recuperar la magia y reivindicarse de aquel bofe insostenible que fue Superman Returns. El guión es complicado, pero se entiende todo sin mayor inconveniente. Olvidate de la saga de Chris Claremont y John Byrne. Esto NO es una adaptación de eso, ni remotamente. Hay un par de ideas tomadas de aquel mítico comic de 1981, pero básicamente la peli va para otro lado.
DOFP es, en esencia, un mecanismo de continuidad pensado para abrir las puertas a nuevas pelis de los X-Men. Todo el bolonki del viaje al pasado, todo el esfuerzo por re-escribir una historia destinada a terminar muy mal, le sirve a Singer para integrar en una misma continuidad a películas aparentemente contradictorias entre sí: por un lado, X-Men y X2, por el otro X-Men Origins: Wolverine y finalmente X-Men: First Class. Ahora esas cuatro pelis (y DOFP) forman un bloque único, perfectamente coherente, como las de Iron Man, Thor, el Capi y demás. La segunda peli de Wolverine... queda bastante afuera de la rosca, sobre todo por la escena final, ¿te acordás? Esa en la que se le aparecían Magneto y el Profe para reclutarlo para una misión. Y X-Men 3 es la peli más manoseada, más re-escrita por DOFP, lo cual es bastante lógico, porque funcionaba como un cierre a la trilogía original. Y un cierre bastante definitivo, porque muchos de los protagonistas morían o perdían sus poderes. Al cambiar el pasado, mucho de lo de X-Men 3 no sucedió, por eso la saga vuelve a abrirse. De última, tampoco manosearon a una obra maestra: X-Men 3 era claramente la más floja de la trilogía.
Y aún así, mirá lo que son las paradojas. DOFP tiene pocos problemas, pero uno es el mismo que ya vimos en X-Men 3: sobran personajes. Muchos. Demasiados. Incluso un personaje que aparece en los afiches, interpretado por una actriz que está MUY arriba en el elenco, aparece un segundo Y NO HABLA. Sospecho que más adelante saldrá una versión extendida, o un director´s cut en el que... esa heroína tenga algún peso en la trama, o deje de ser un mero guiño al espectador que vio las tres primeras. Y hablando de guiños, hay MUCHOS para el comiquero. El más grosso: aparecen Chris Claremont y Len Wein. Y después un montón de cositas menores, sobre todo para el que vio todas las películas. La verdad que la vuelta de tuerca del guión para integrar todas esas historias a una misma continuidad, y a la vez contar una historia nueva que te atrapa, es muy notable.
Así como hay personajes que apenas figuran, hay otros que se morfan la película. Primero y principal, Mystique. Mystique es, sin dudas LA protagonista y NADA de lo que pasa podría pasar sin Mystique de por medio. En segundo plano te pongo al Profe y a Wolverine. Beast es un gran personaje secundario a lo largo de toda la cinta y Magneto, que está dos tercios de la película prácticamente pintado al óleo, pela infinita chapa en el tercio final. Los otros personajes con escenas importantes a lo largo de los 131 minutos son Bolivar Trask (magistralmente personificado por Peter Dinklage) y William Stryker, a cargo de un apenas correcto Josh Helman. Y claro, como en toda película a la que le sobran personajes, hay actores grossos en roles muy chiquitos, bastante desaprovechados.
Pero bueno, muchos personajes también significa muchas posibilidades de meter buenos diálogos, buenos toques de caracterización y escenas multitudinarias en las que vuelan piñas, rayos, garras, fuego, hielo y todo lo que se te ocurra. La machaca es abundante, estridente, y siempre esta justificada, no es fan service. Y por supuesto, respaldada por alucinantes efectos especiales.
Y ahora ya está, ya se volvió a abrir la caja de Pandora y de acá puede salir cualquier cosa. Sin dudas, DOFP relanza la franquicia fílmica de los X-Men con una fuerza comparable a la de Amazing Spider-Man o la de “familia Avengers” y, si Bryan Singer no vuelve a tildar, me parece que tenemos X-Men para rato y a un gran nivel.